viernes, 19 de abril de 2002

Una notita más. A veces me pregunto por qué nadie ha puesto un enlace a mi página desde la suya. Hay quien tiene una lista de links de blogs que se sale por arriba y por abajo. Yo creo que algunos están cerrados desde la época en que triunfaba Gloria Gaynor y nadie se ha dado cuenta. Pero yo no estoy en ninguna lista (que tampoco me tenía que extrañar, nisiquiera estoy en el padrón ni en las listas de votantes) ¿Será porque no me lee nadie más que las tres bellísimas personas que se han comunicado conmigo por mail? ¿Será porque soy nuevo? ¿Será porque tengo el fondo más cutre de la redpública(y lleva unos colorines intencionados, ojito)? ¿Será que cuento cosas muy para mayores? ¿Será un coñazo de blog? Supongo que de todo un poco y mezcladito.
Al fin y al cabo no uso este espacio (¿espacio?) para dar información o escribir literatura, eso lo hago en otros sitios. Ya lo expliqué: aquí cuento las cosas con las que no quiero dar el coñazo a todo el mundo, las íntimidades de las que necesito descargarme (joer, que metáfora escatológica). Así que lo lógico es pensar que todo esto no le aporta nada a nadie. ¿A nadie? La irreductible aldea de los fisgones debería de estar interesada en este ojo de la cerradura que da al WC (y dale) de mis interioridades. A veces en la ducha o frente al espejo hasta hago cosas interesantes.
De entre ese público potencial, de entre esos mirones con sentido del post, el blogger de Lamentira (ver enlace a la izquierda) es el único que me menciona y me enlaza, qué bien. Parezco bobo, pero después de unos diez años saliendo en prensa, radio y tv (hombre, en cutreprogramas locales, pero era yo con mi linda carita) me ha hecho más ilu que nada, tanta como cuando me publicaron un cuento en la revista de la facultad de Letras. Y es que al final uno quiere que le quieran por lo que escribe desde su propio mundo de colores/perro mundo (depende), sin más imposiciones técnicas que las interiorizadas.
Yo quiero que me lean y me enlacen, lo juro, pero es que me han dibujado así. ¿Me hago más blando a ver si? ¿Hago como que soy una tía buena y encabezo la página con una foto de mi prima? (sospecho que si supiera hacerlo ya estaría ahí). Pero no.
No.
No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad


Hala, cuánta ausencia. Es que he tenido (con perdón) la polla metida en el trabajo toda la semana. Y esto que digo no es una zafiedad tan gratuita como parece. Hoy mismo discutía con mi redactor jefe sobre qué era mejor, el mejor de los polvos o un buen reportaje, una idea genial, un punto en su sitio. Aunque no os lo creais el que apostaba por el periodismo como superorgasmo era yo. Y es que me pone.
Ayer nuestro director nos dio una arenga de cuatro horas y media (verídico, de ocho a doce treinta de la noche sin dejar de hablar ni de darle al ron dominicano). El resumen es algo así como que publicamos demasiadas mariconadas, que hay que escribir con los cojones, que los redactores somos dioses y el director el enemigo, que el quiera ser contable que se vaya a una de las revistas que hay detrás del biombo, porque nosotros somos los únicos que hacemos periodismo, que tenemos el privilegio del folio en blanco para decidir lo que queramos, que nos tocan los cojones los compromisos publicitarios, que al final el que decide es el director, pero que si antes de que lo decida nos hemos callado y no nos hemos cagado en su puta madre para defender nuestra idea es que somos unos mierdas, que nada de titulares del tipo el orgullo del tercer mundo y que si esto se hunde por lo menos que estemos satisfechos de haber hecho una cosa con personalidad y cojonuda.
Os lo creais o no a mí esto me ha dado mucha moral, jopé, que es verdad que es que eran un poco mariconcillos los titulares y todo, y yo me había creído que es que tenían que ser así, pues no, como dice él, la revista soy yo y lleva mi sangre.
Piensa mi redactor jefe que es que me emociono con todo, y también es verdad, que soy un emocionao, pero a mí lo de ayer me pareció un momento histórico. Desde luego esto ha sido mejor que un sicólogo para subir mi autoestima ¿Follar? No, escribir, que ahí es donde (¡también!) soy un figura y puedo hacer cosas tremendas ¿Para qué quiero mi vida si no es para eso? De momento estoy venga a parir ideas blancas y furiosas, como los conejitos del cuento de Cortazar (está en Bestiario, pero no sé cómo se titula). Y ahora me voy a Alicante toda la semana, así que no sé si escribiré algo. Bueno, lo intentaré.
–¿Qué te pareció la charla de ayer?– me preguntaba el redactor jefe.
–Pues como Apocalypse now. Es una película cojonuda pero le sobra la última media hora.