jueves, 9 de mayo de 2002

¿Alguien se anima a hacer algún comentario sobre lo que digo en los posts, el estilo o lo que sea? Es que me temo que me toca currar hasta las dos o las tres de la madrugá (y mañana más) y así me sentiría menos solo –el truco este de dar pena funcionó muy bien en el pasado, qué os voy a contar a vosotros–.
De momento ya hemos pedido una pizza, he comprado tabaco y la botella de ponche escondida en el armario va bajando peligrosamente.
Y no quedan tigretones en la máquina
–y si con esto no os doy una lástima infinita es que no teneis corazón, snif...–

...y Cris no contesta a mi mensaje en el que la digo que la estoy queriendo con mis tres facultades fundamentales: mi corazón, mi inteligencia y mi...
Dice que es mía, que ya ha cambiado a su amante italiano por el reportero más dicharachero, pero a 700 kilómetros. Dice que la Diagonal bajo la lluvia es muy bonita, que ahora todo es bonito. Dice que me cuelga, porque necesita subir a casa y llorar. Dice que se le pone cara de boba y que el otro día en el quirófano le puso el triple de anestesia a un paciente, y lo dice muerta de risa ("nada, tuvo una taquicardia y se le pasó, no pasa nada", "no, si de algo hay que morir, pero...") Dice que se acuerda de mí en la cama de las perversiones y el cariño. Dice que se ha enamorado y se le nota.
Digo que la quiero, que no se me ocurre mejor compañía para un viaje que ella. Digo que la echo de menos, que este chico es para ella todo el verano. Digo que me paso diez minutos en cada semáforo, rojo, verde, rojo, verde, rojo, verde. Digo que quiero que conozca dónde vivo y cómo vivo. Digo que seré el amante perfecto y que con ella no será difícil. Digo que quiero contárselo a todo el mundo.
Dice que no me asuste, pero me asusto, me desoriento.
Nunca me habían querido así.