miércoles, 5 de junio de 2002

Anoche me crucé con la camioneta que recoge cartones por la calle. Ya no son gitanos, si no moros. Mientras pensaba en cómo han cambiado las cosas pasaron junto a mí dos tipos con pinta de eslavos que le dieron un empujón, porque sí, a unos soportes de esos que se utilizan para transportar cajas.
Me pregunto cuándo empezará el odio de verdad contra los inmigrantes, cuando habremos oído todos y cada uno la historia de una tía o una vecina a la que han atracado, violado, agredido.
Creo que deberían dejar que entraran todos. No somos mejores, ni tenemos más derechos por haber nacido más al norte o al otro lado del charco. Si ellos se están muriendo de hambre, no veo porque no deberíamos sufrir nosotros las consecuencias de que se metan aquí de diez mil en diez mil. A joderse. Llegará, todo llegará. A ver por dónde revienta esto.