martes, 22 de octubre de 2002

DONDE HAY ESTILO HAY GARIBOLO

"Sit down & read your book". El médico se refería a La tierra baldía de Eliot, en inglés. Lo llevaba en el bolsillo, junto a las setas. Supongo que me salvó de la locura y supongo que lo entendía, porque ese rato pensaba en inglés, extraño fenómeno. El viernes Jose me contó que nuestro amigo el gallego y otro par se habían comido unas setas y ellos habían acabado en el siquiátrico y al gallego le había llegado un flash back cuando conducía y se había estazao contra nosequé y estaba en tratamiento y resultó que las setas eran mexicanas aunque se las hubieran vendido en una smart shop de aquí y que seguro que en la asociación micológica de mi pueblo las hubiesen pisado en lugar de comérselas. Yo no conté nada de mi experiencia extraestupidisensorial. El jueves me puse morado a coronitas y comida mexicana en una presentación mexicana y conocí a dos chicas de la competencia que competían en belleza (oig) a las que pedí el teléfono para invitarlas a una fiesta. Ahora sólo tengo que organizar una fiesta para invitar a las dos chicas de la competencia que compiten en mi corazón (re oig). Pero no había setas. El sábado comí en casa de mi padre y me pusieron setas, bueno, níscalos. Por la noche cenamos en una bodega, y cuando estábamos repitiendo y Fernando pidió calamares, detuve a la camarera y le dije que no, que setas, que los calamares no eran de la tierra. El sábado comí en casa de mi hermana (era fácil, sólo había que levantarse del sofá del salón y caminar 50 centímetros hasta la mesa) y me hizo setas, bueno, níscalos. Ayer comí con María Eugenia, que me ha invitado a su boda el viernes, porque nos encontramos hace unas semanas ligeramente cocidos y en plena exaltación de la amistad. Barra libre, música de los ochenta, jovencitas aspirantes a periodistas, mayorcitas algo desequilibradas pero pechugonas y ricas herederas etcétera. Comimos crepes de setas, bueno, de champiñones.

Ayer me fui a casa sin dinero. Sin móvil. Metí mi último euro en una cabina para hablar con cris, pero no estaba en casa. Tenía que escribir un reportaje para hoy sobre un sitio en el que nunca he estado y del que no tenía noticias. Y, cuando me fui, tras cogerme un pedo maligno a base de vino blanco y celebrando en la redacción el cumple de Noe (inaguantablemente atractiva), no había puesto ni la primera línea. Parecía claro que no me mandaban a Venezuela al final. No tengo casa, no he empezado a buscarla. El día 31 tengo que estar fuera del piso. Le pedí el móvil a un compañero de piso y cris me dijo que no la llamara tan tarde, que no la llamara hasta el miércoles, que estaba cansada, que no le dijera guarradas. La noche del sábado no dormí (había jurado que nunca iba a caer, pero esta vez etcétera) y el lunes me levanté a las siete. Así que estaba cansado cansado, pero no me dormía y me he vuelto a despertar a las 11 hoy. Sólo tenía un sandwich de ayer para comer.

Recordé una obra de teatro que guionicé, dirigí y protagonicé en octavo de EGB. Estaba basada en mi vida y yo me interpretaba a mí mismo con mi propio nombre. El guión lo contaba Fer, de narrador, sobre un fondo musical de "Visite nuestro bar", de los Hombres-G. Yo escenificaba lo que decía el texto, con la ayuda de unos amiguetes en distintos papeles. El libreto era el siguiente:
Vyf es el hombre que jugó toda su fortuna al rojo y salió negro. Vyf es el hombre que fue a pedir un crédito y no sólo no se lo dieron, si no que además le robaron el coche. Vyf es el hombre que fue a atracar un banco y por el camino le robaron hasta la pistola. Pero Vyf aún tiene algo en lo que confiar:
(acercándome a un kiosko y diciendo mi única frase)"¡Manolo, el Garibolo!". La respuesta del público fue entusiasta, se tiraron al suelo con mesas y sillas y eso, pero la crítica fue durilla. "¿Y para esto habéis estado ensayando toda la semana y habéis tardado tanto?", reseñó el profe de Religión y Pretecnología, el Gritidoro, si no recuerdo mal.

Hoy he llamado a un par de pisos y ya estaban ocupados. Todo el mundo tiene el teléfono apagado. "Me voy, me tengo que ir, yo que sé, estoy harto". No me voy a Venezuela, pero si me lo organizo yo me han dado permiso para pasar el puente en Lisboa. Me ha llegado la Visa. He hecho el reportaje en unas cuatro horas. Así, como suena. Se lo he mandado al redactor jefe, lo ha leído. "¿Y esto es lo que has hecho en un ratito? Escribes muy bien". No me digas esas cosas, hombre, que me pongo insoportable.