lunes, 28 de octubre de 2002

NOCHE DE BODA

"¿Qué quieres para esta noche?". "Drogarme, cenar como un romano (de los de la caída del imperio) y dormir acompañado". "¡Imposible! Eso son tres deseos...!" Pues yo lo quiero todo a la vez. Y rapidito.

La chica del vestido rojo me sonrió. Hablaba por un móvil que me habían prestado. Con Cris. "Bueno, no te preocupes por mí, me han sentado al lado de una chica muy buena chica, que me contaba la última visita que le hizo a su hermana al convento, y las ganas que le daban de quedarse". Luego le dije que entre todas las posibles candidatas era ella la que iba ganando, al menos hasta la primera bofetada. "Tranquilo, no hacen falta bofetadas, si yo me explico muy bien con la mirada o con palabras". Vale.
Pero estábamos con la rubia del vestido chino. La habrían hablado ya de mí, como a mí de ella. Estudiaba periodismo. Así que cuando le contaba a la novia que se iba porque tenía las lentillas y vivía en Pozuelo y se quedaba sola, me acerqué para garantizarle que iba a estar acompañada. Y nos sonreímos. Y no se fue. Y, al parecer, yo ya tenía el 50% conquistado con un par de sonrisas y una frase. Me quedé con ella y resultó ser mucho más. Con esa forma de hablar tan anti pija (¿a cuántas chicas he conocido ultimamente en una fiesta con esta característica?) y con el piercing en la lengua y ese otro en el ombligo, y su inteligencia y su entusiasmo al hablar de cualquier cosa. Y la carga de emotividad química que llevaba yo encima y el estómago centrifugando. Y la gran aportación de esas cositas naranjas, que es como si a tu lavadora en lugar de echarle Calgón le echas, directamente, cal en píldoras.
Y como encima lo quiero todo para ya, y me estaba liando un poco y no sabía como plantearle el tema, me puse a picotear aquí y allá. Hasta que la encontré sola en un escaño. "No hace falta que me hagas compañía, no te preocupes". "¿Y dónde voy a ir? Eres lo más interesante de la boda". Por supuesto, era cierto. "No, qué va, lo mismo que las otras". Soy un disperso. Dice Luis que antes de enrollarse con una chica le hace sentirse especial. Yo, aunque crea que lo es, y siempre lo son, no sé. En 2º de BUP me dieron los resultados de un test. Lo que más destacaba es que "estaba en clase como quien está tomando un café", profe dixit. Inconstante.
No sé, no sé, no sé. Soy malo malo. Es tan imposible que me llame, que si lo hace, os invito a todos a una copa. Dicen por aquí que este diario es, entre otras cosas, un relato de polvitos frustrados. Lo cierto es que follo casi todos los días. El día de la boda casi también.

Y lo peor es que sé que la culpa es de lo estúpido que soy, que prendo hogueras que no sé mantener. Y luego lo paso mal y hago estupideces todo el fin de semana, porque tengo esta sensibilidad o lo que sea. Y cuando al final del sábado pienso que no puedo ser más imbécil, me supero el domingo. Y cuando el domingo creo que no puedo caer más bajo, me termino de hundir el lunes a primera hora. Y, cuando, cabizbajo, literalmente con la cabeza entre los hombros me planteo con detenimiento el para qué y las opciones: suicidarme o buscar una novia, entonces, cuando las cosas están más feas que nunca y me doy asco, viene de no se donde un verso que me recuerda quién soy de verdad debajo de todo ese lodo: un adorador de la belleza. Sólo eso. Pero porque tampoco puedo ser otra cosa.
A ver si me explico. El tipo de la cámara de vídeo en American Beauty me parece un cretino. Y encima luego vi la versión porno, y no puedo evitar identificar al sicópata de la versión buena con el actor sin pantalones que podía hacer todas esas cosas mientras grababa... Y aún así hay cosas de ese personaje... Como lo de la bolsa de plástico. La de buenos ratos que me he pasado mirando bolsas que se pierden en el cielo. Y me parecía hermoso. Como me parecen hermosas tantas cosas cotidianas, tanta gente. Por eso me hundo yo solito. Y por eso todo es fácil y me salvo con dos versos.
Si el aire sopla blandamente/ mi corazón tiene la forma de una niña.