jueves, 5 de diciembre de 2002

Pues sí que me quedé a gusto sí... Lo malo es que te desayunas hoy por la mañana con la historia de que han contratado un submarino para ver si pierde más fuel el barco pero, eso sí, con clausula de confidencialidad, para que decidan cómo ocultar qué información. O te cuentan que a una experta del instituto que hace las mediciones le preguntaron en la tele que si creía que no iba a haber más pérdidas, como asegura el Gobierno, y contestó "eso no se lo creen ni ellos". Punto. O ves el telediario de la noche (A3) en el que muestran como el Gobierno está coordinando a los voluntarios (ahora), vamos, más bien lo muestran como si fuera cosa suya y etcétera, y se te queda muy mal cuerpo. En fin. Me niego a que esto se quede así, a ver qué es lo que se puede hacer.
Y Meri: no, no he votado, me parece que el sistema de partidos está podrido, que sin participación de los ciudadanos no hay una democracia, sólo unas elecciones, y es una mierda que el único motivo para votar sea votar "en contra de", no me parece nada sano. Pero peor me parece cruzarse de brazos ante ciertas cosas. Si hay que votar en contra de los nazis, se vota, sean cuáles sean las otras opciones. Y si hay que votar en contra de un partido instalado en una dictadura de la información que hace que las decisiones se tomen teniendo en cuenta la imagen que se quiere transmitir, independientemente de a quiénes se joda por el camino (aunque sea a toda una región, a todo un país o a todo un ecosistema), se vota. No me quejo, actúo ahora que creo que es el momento y con todos mis medios, que son algunos más que el voto, pocos más, pero algunos, la palabra, que la tenemos todos.
E Iribarne, no son gilipollas, son parte de un negocio. Y no deberían ser sólo eso, porque si no ¿para qué coño cobran subvenciones y tienen derecho a la publicidad institucional que mantiene los medios? La única manera es conseguir que los gestores de medios de comunicación se den cuenta de que tienen entre manos un negocio muy sensible que depende mucho de la imagen, se dejen de dilapidarla para aumentar las cuentas de resultados del año en curso y decidan construir un negocio sólido a medio-largo plazo manteniendo cuotas de independencia y crítica aún a costa de una pérdida inmediata de migajas publicitarias. A los que ponen la pasta sólo les puedes hablar de pasta, me temo. No he visto a ningún soñador en un consejo de administración de un periódico. Su conciencia está limpia con alguna que otra campaña social en las páginas menos destacadas. No creo que la dictadura informativa gallega tenga nada que ver con que Fraga sea gallego (¿no lo son el resto de los candidatos?) sino con una cuestión de dinero. El dinero es miedoso, ya se sabe. Y si en lugar de hablar de empresas hablamos de periodistas, qué podría decir... El que tiene una beca se está dejando los cuernos 10 ó 12 horas diarias para tener alguna posibilidad, el que tiene un contrato no quiere perderlo porque sabe cómo está la cosa, porque tiene hipoteca o familia o vicios variados, el que tiene un carguillo va participando de la visión de empresa poco a poco (o de golpe, los hay entusiastas)... Y además, ¿de qué serviría querer contar otras cosas, si en lo alto de la cadena te van a parar los pies inmediatamente? El que quiera opinar, que ponga un weblog, que, como es gratis y anónimo, ni te cortas ni te vendes.