viernes, 10 de enero de 2003

RAZONES (egoístas) PARA IRME A VIVIR CON BOB

-Tiene una casa nueva, bonita y bien decorada. Aunque no significa mucho que lo diga alguien que establece la frontera entre la buena decoración y la mala a partir del tercer cuadro que contiene la lámina que venía con el marco. Además, que a mí las paredes pintadas de colorines siempre me parecen buenas. Y ultramodernas desde que vi a unos modernos en Londres pintando su casa en todos los tonos ocres posibles, incluidos techos.
-Tengo un baño para mí solito. Bueno, la verdad es que eso me da igual, pero tengo un baño para mí solito.
-No hay tele ni frigorífico, un adelanto.
-No hay cama, lo que me da la oportunidad de comprarme una cama de agua de hotel de Las Vegas, el sueño de mi vida.
-Cuando me paso toda la noche hablando sin parar no piensa (mucho) que soy un pesado. E incluso tiene el detalle de callarse lo pesado que soy por disculparme por quinta vez por lo pesado que he estado hablando sin parar toda la noche.
-No ha llegado a un grado suficiente de alcoholismo yonki como para beberse la botella de Rioja reserva 96 él solo en su habitación, y la comparte.
-Tiene todos esos libros que me quiero leer.
-Cuando le hablo de cosas de compañeros de piso, como dinero y nosequé me recuerda que lo importante es compartir otras cosas, que es el concepto que yo tenía, el mejor, pero que, al parecer, lo estaba perdiendo.
-Siempre que lleve a una chica a casa va a ser hospitalario y le va a dar conversación. E incluso, cuando pasen un montón de meses sin que entre en mi habitación más chica que esa encantadora que le limpia la casa con cariño, no va a mofarse con excesiva crueldad.
-Bob es divertido.
-Le gorronearé maría.
-El, en cambio, me saldrá baratísimo en drogas de las mías.
-Daré salida a las 21 botellas de vino y 3 de licor que arrastro dentro de mis cajas de casa en casa.
-Iremos de compras borrachos y me ayudará a cambiar de imagen y a llevar zapatos de una sola pieza.
-Conoceré a Cristina, aunque me tenga de porteador.
-Conoceré a la Hormiga.
-Cuando me deje la próxima chica me escuchará. O mejor, se emborrachará conmigo.
-Quedaré bien con mis amigos modernillos gracias al busto de Boomer del salón, les cuente o no la apasionada historia de por qué está ahí, en un lugar tan principal, la efigie de ese hombre elástico.
-Pondré a prueba mi lealtad cuando me encuentre a Bob con la cabeza de Boomer en el otro lado de la cama. Seré una tumba, y ni siquiera lo escribiré en el blog.
-Quedaré bien con mi amigo gay cuando le presente al atractivo Bob.
-Quedaré bien con las churris al menos en el intervalo que va entre el momento en el que vean ese salón minimalista y culto, con Bob en él leyendo, y aquél en que descubran que la cama es de agua.
-Me enseñará a no ser tan macarra y a no usar frases como ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿qué diferencia has notado entre tu novio y yo? o habrá que repetirlo, ¿no?
-Podré lloriquear sobre lo difícil que está el sexo heterosexual, los subnormales códigos de seducción sine qua non y la necesidad de rebajarte. Y de parecer seguro de ti mismo, cuando de lo único de lo que estás seguro en esta vida es de que cantas fatal y te empalmas enseguida. Bob fingirá que le interesa muchísimo y que todo es nuevo y misterioso para él. ¿¡Qué mejtaj contando!?
-Si llegamos al verano nos bañaremos en la piscina.
-Voy a sostener el otro vaso tantas noches tontas como surjan. Si me pidiera otra cosa, como montar un mueble o afinar cuando canto en la ducha, pues no, pero eso se me da. Así que, me querrá.