lunes, 20 de enero de 2003

Bueno, aunque os haya destripado el final, os voy a colgar el poema entero.

EL DESEO SIN NOMBRE
¿Qué hacer con el deseo?
Para empezar no darle un nombre propio
ni confundirlo con el mero amor,
l'amour, la mugre,
ese canguro de noches lluviosas
que transforma al deseo en niño moribundo
y con una almohada, por su bien,
le aplasta la cabeza.

En cuanto tiene nombre propio
el deseo rebaja su estatura
de coloso que es cuerpo sin memoria,
simulacro de un dios venido a más.
El nombre propio enciende una linterna
que anula la extensión de sed y oscuridad
en que el deseo vive.
El nombre propio pone suelo exacto
al abismo, y un techo a la intemperie.

No hay construcción de hielo que lo apague,
ni incendio arrasador que lo contenga,
no hay costumbre que pueda exterminarlo
ni nombre propio que se haga su dueño.
Escritura profunda que murmura
la ansiosa melodía de estar vivos,
no preguntes qué hacer con el deseo:
disfruta de lo que él haga contigo.

(es de Bonilla, para los perspicaces y los suspicaces)
"no preguntes qué hacer con el deseo:
disfruta de lo que él haga contigo."