martes, 11 de febrero de 2003

¿Por qué se mutila uno?

-Porque se quiere poquito.
-Para llamar la atención.
-Porque tiene alguna tara mental.
*Genética
*Adquirida (por ejemplo por la administración continuada y desmedida de tóxicos –o sea, venenos- al cerebro)
*Ambas
-Porque siente asco o vergüenza de una parte de ti mismo.
-Por una pasión suficientemente desgarradora. Por ejemplo, el amor no correspondido.
-Porque está tonto.
-Por todas.

El sábado cuando me levanté quería no existir, desaparecer. Asesiné al blog, apagué el móvil, me fui de Madrid. Una página web llena de palabrería sobre ti mismo no es la cosa que más aprecias cuando lo que quieres es no ser.
La automutilación es una escenificación del suicidio, un suicidio pequeñito. No sirve de nada. Y cuando se practica contra el diario que te explica y que contiene y anima tu nueva vida, es un acto simbólico tan clarito que no deja lugar a dudas sobre el hecho de que estás para que te aten.
Alguien me dijo que lo que me pasa es que me organizo muy mal, que hace falta que haga cosas que me hagan sentir bien, como vivir en una casa en la que me apetezca estar. Y alejarme de las que me hagan sentir mal, como la cocaína.
Lo cierto es que en el peor momento de la depresión yo mismo dudé de que fuera capaz de no volver a escribir aquí, así que añadí a la despedida un hasta pronto. Y sin embargo, inesperadamente, estos días me han traído montañas de argumentos para dejar el blog cerrado. En las cosas que han pasado y en las que no han pasado.
El domingo me tomé unas cañas con mi sicólogo, mientras le contaba que había dejado de beber, je. Luego le expliqué en tropel todo lo que había en mi cabeza, todo lo que estaba sintiendo, todo lo que estaba fatal. El diagnóstico: confuso. Estoy confuso. Dos ejemplos relacionados con el blog: justo antes, el doctor miguelito me estaba contando que no lo leía porque se había vuelto monótono. Voy a una fiesta y me acerco a una chica y hago un par de tonterías y ya está. Y luego a otra y lo mismo. Y etcétera. Así que le pregunté. ¿o sea que estás diciendo que mi vida es repetitiva? O sea, ¿estaba hablando de mi blog o de mí? ¿Es lo mismo? ¿Estoy viviendo para el blog como me anunció él que haría cuando lo empecé (quizá influenciado por historias de escritores de diarios que sí que lo terminan haciendo, como Trapiello). Y segundo ejemplo: en los comentarios del último post un anónimo deja el mensaje qtdn (que te den) y yo me vuelvo loco pensando en si es ésta o aquél, que ya se han cansado de mis últimas tonterías, y reviso y reviso las IPs hasta que doy con la autora, que al final resulta que no es nadie que conozca y que quizá incluso dejó el mensaje con buenas intenciones (puestos a elucubrar, mejor hacerlo en positivo). En las temporadas en que no tengo muy claro quién soy, no me ayuda nada el estar haciendo el hostias todos los días con gente que lee esto. Soy un paranoico y resulta que no sé qué piensan de mí, no sé si esperan algo, no sé cómo van a juzgar mis estupideces. Demasiado dependiente de que me acepten los demás, tengo que tener eso muy claro. Y no digo que me admiren, ni que me afirmen, sólo que tengo que estar seguro de que me aceptan. Ah, sí, sí, ese eres tú, ya, ya lo sabía, no es ninguna sorpresa que seas capaz de esto y de esto, de algunas cosas maravillosas y otras de lo más arrastrao.
El doctor Miguelito dice que en las relaciones con los lectores del blog parto con desventaja y cuento con poco margen de maniobra. Y eso que en ocasiones es lo de menos, en otras es fundamental.
Y, además, de repente encuentro que adentrarme en el trozo de mi vida en que no existe este blog me apacigua. La niebla de mi ciudad, la carta de Z desde Los Angeles, con explicaciones sobre su desaparición que me valen, la divertida noche en el jacuzzi con Silvia...
Hagamos un trato. Me tomo unos días de vacaciones y luego ya veremos. Es una mierda trato, pero es el que tengo. Pero bueno, supongo que volveré a escribir, porque me sienta bien, al fin y al cabo, esto es un post. Bueno que tontería, daremos por hecho que volveré, ahora más que nunca necesito hacer cosas terapéuticas. Quizás mañana mismo. Y si no me termina de apetecer, me obligaré. Al menos al principio.
Leyéndoos me he sentido Tom Sawyer llorando en su propio funeral, no ha estado mal aunque lo siento por los que os habéis preocupado o cabreado. Creo que todos hemos podido aprender algo, vosotros, espero, que no hay que tomarme demasiado en serio. Supongo que habrá quien esté pensando que a quién le importa todo esto, que me he desquiciado. Pues vale, espero escribir otra vez sin que me interese mucho si interesa o no, o las reacciones de ciertas personas al leerlo. Si queréis pasar 377 en un día por aquí, pues vale, pero volveré a escribir como si estuviera solo, espero. Al principio seguí la regla de quedarme con las cosas bonitas o divertidas del día, y hacer una excepción de tarde en tarde. Es un buen precepto al que regresar. Es eso lo que quiero transmitir y lo que quiero recordar.

Y como resumen conceptual añadiré que ya iban para tres meses sin echar un polvo, justo mi nivel de tolerancia, qué le voy a hacer. Así que menos mensajes de ánimo, menos cartas de fans y más proposiciones guarras.