martes, 15 de julio de 2003

Me dejan casi sólo en vacaciones y tengo que editar textos que dicen: "el clima y la luz mediterránea que nos saludan ante la mirada de las palmeras gigantes de la entrada". Las palmeras no miran, la luz no saluda, yo me desespero. En este reportaje los rosetones son magníficos, la comida muy buena y las calles muy bonitas. Y sólo me sobran dos mil caracteres. Y sólo es la una y media de la víspera del día de cierre.
Mi compañera E me confunde con el redactor jefe, que es el sabelotodo (y no lo digo por las gafas), y me pregunta por países conflictivos para no sacarlos en su sección. No debemos hablar de países conflictivos. "¿Ha pasado algo en Turquía?", "¿ha pasado algo? ¡no me asustes!". ¿Qué tal India?", "¿mucho calor?". "¿Has estado en Nueva York?", "no" (¿y esa a qué venía?). "¿Y Persia?", "Persia muy bien, en Persia están perfectos, saca Persia" (...) "oye, que Persia es Irán", "ah, no, pues entonces no". "¿Ho-chi-min?", ¿Ho-chi-min? ¿Ho-chi-min? ¡yo qué coño sé Jochimín!
Nos vamos a comer E y yo, y mientras me explica con profusión gesticulativa por qué nunca compartiría mesa con el maquetador nuevo, le da un sopapo a su cocacola que cae sobre la mía y ambas se vuelcan encima de mi pantalón, mi camisa y todo lo demás. Me espera una tarde pegajosa. Esta chica es una sicópata encantadora. Pero ya está mucho mejor. El verano pasado, cuando nos quedamos solos quemó mi papelera. Como el fuego era pequeño me la llevé al baño para apagarla y a la altura del ascensor se avivó nosecómo entre mis brazos y casi me quema las cejas. La tiré en el suelo y las llamas seguían creciendo, así que me puse a pisarla y se me atascó el pie dentro, entre las llamas. Pero ya está mucho mejor.
El director me dice que quite de mi texto los "lo cierto es que...", "la verdad es que...", "y es que...", que le parece que está leyendo a Buruaga todo el rato. "Eran para unir los párrafos". "Pues si quieres unir párrafos puedes usar puntos y seguido, puntos y aparte, comas..." Y es que lo cierto es que las disquisiciones de estilo son de lo más divertido que pasa por aquí.
Me llama mi niña. Dice que no me quiere hacer daño. Le digo que entonces no me muerda la próxima vez y ya está.
Me acerco humildemente al maquetador en prácticas. "Perdona, es que en esta página hay que meter...", "¡¡no!!, ¡¡ahora no!!". "Disculpa, no hagas eso, es que todos los textos los tengo que revisar yo antes de que los lleves a...", "¡¡¡nononono!!! ¡luego, luego...!". Jo, espero no haberle molestado.
Me llama la niña y lloramos un ratito.
Me llama la niña y me cuenta lo que lleva puesto y lo que no lleva puesto y a mí eso me anima mucho, porque a quién no le mola una erección continuada durante toda una noche de trabajo salvaje frente al ordenador. A mitad de conversación se queda dormida con mi voz sedante. Yo creo que sólo me quiere para eso.
Me llama la niña a las dos de la mañana y me pide que busque en google si había o no había gallos en la época de Jesucristo. Dice que si no no puede dormir, que le dan miedo unas profecias que ha oido. Hablamos mucho rato sobre los códigos ocultos de la Biblia y si creemos en Dios y si Jesucristo existió de verdad y eso.
Las dos y media. Ya queda menos.