viernes, 27 de julio de 2007

RECOMENTARIOS

COMENTARIOS Y RECOMENTARIOS. (a vueltas con el amor)

Mi post:

El amor es un tópico. No hay nada nuevo que decir sobre el amor y su sombra, el desamor. Puedes descender a los pozos de tu inteligencia y rebuscar las palabras precisas sobre él, que luego, al reducirlas cartesianamente, se quedan en un refrán o, con suerte, en un verso. Collige virgo rosas, el tiempo lo cura todo. Puedes intentar razonar con él, cogerlo del cuello, desmontarlo a la manera de los relojeros, pero el resultado de tus trabajos va a quedar inevitablemente a tiro de piedra de Corín Tellado. Es tan tópico que incluso el que sientas que nadie alcanza la altura de tu vuelo o la bajura de tu dolor, que pienses que estás solo porque no puedes explicarte ni ellos entenderte, ya nos ha pasado a todos.
Y eso no es ni bueno ni malo, sólo da una pista definitiva sobre su esencia, sobre lo que el amor es.


Comentario de un gamberro en los comentarios:

Que nos pase a todos (o que sea, como tú dices, tópico) no quiere decir que no sea importante: la muerte también nos ha de ocurrir a todos y nadie se atreve a decir que es intrascendente. Y alguien debe decirte que traer a colación a Corín Tellado es un recurso retórico bastante barato, tan inocuo como si te hubieras referido a Petrarca. Disfrutar el amor o padecer el desamor nada tiene que ver con esa especie de arrogancia del sentimiento frente a los demás que tú, más furioso que virgen, denuncias. Me limito a recordar que de poco le sirven al doliente (por desamor, por enfermedad o porque se le ha muerto el gato) las frases hechas, aunque sean en latín.
¿Qué es el amor? Supongo que un complejo de emociones, pensamientos de cierta clase e impulsos primitivos. Imposible reducirlo a una fórmula, demasiado absurdo intentarlo; sólo podemos dar rodeos en torno a él y conocerlo a través de sus efectos. Y sí: no es bueno ni malo, pero es real y en ocasiones vivísimo.
Me perdonarás estas palabras porque ya me conoces: a menudo defiendo que la lucidez no siempre es cínica.
Me alegra tu regreso por estos pagos.


Mi respuesta:

Comentario de MI texto:
habla de mi imposibilidad para comunicarme contigo aquella noche, para decirte lo que pienso sobre lo que sentías sin que sonara a frases hechas, a citas de Corín Tellado, a versos gastados en el mejor de los casos. Cito directamente o indirectamente lo que me decías “ahora me dirás que el tiempo lo cura todo [como ejemplo de frase hecha]”, “eso que me dices es de libro de autoayuda”. Y doy mi versión de por qué todo (te) suena así. Porque es que es así. Es un tópico, no hay nada nuevo que decir sobre él ni nada nuevo que sentir. Incluido tu malestar porque no te entendía. Claro que no te entendía, no estaba sintiendo tu confusión, tu dolor y tus mareos. Pero recordaba como me sentía yo entonces, cuando lo sentí. Y, sobre todo, no podía dejar de darle vueltas a lo tonto e inútil y escaso de sentido que es todo lo que yo pasé por tan poca cosa visto desde aquí, desde ahora. Así que eso es prácticamente lo único que podía decirte aquella noche. Que todo pasa. Y pasa tanto y tan drásticamente que hasta te da vergüenza recordar que lo pasaste tan mal por esa tontería.
Y la última frase queda a la interpretación de cada cual, que cada uno es cada uno. Yo tenía una clara entonces, pero ya no me acuerdo. Supongo que tenía que ver con que el amor es un comportamiento aprendido o un instinto genético y no tiene el valor único y la entidad propia que nosotros le queremos otorgar.

Comentario de TU texto:
tampoco hay nada nuevo que decir sobre la muerte, al menos hasta que alguien vuelva de allí y nos cuente algo que no sabemos. No le quito importancia, hablo de uno de sus aspectos o de una de sus consecuencias más significativas.
Veo que me das la razón, efectivamente, todo lo que se diga sobre el amor termina convirtiéndose en un recurso retórico barato, a eso suena, a Corín Tellado a un refrán o, en el mejor de los casos, a verso de Petrarca. Inocuo, retórico y barato.
Me temo que cuando padecemos el amor y el desamor no podemos evitar la arrogancia del sentimiento, ese creer que nadie puede ponerse en nuestra piel. Es uno de sus síntomas, a eso iba, yo lo sentí, tú lo sientes, es universal, me temo. Y si no me crees, como textos de consulta te remito a Corín Tellado (“nadie podía entender nunca el alcance de nuestra pasión”), la poesía (“tiznado por la pena, casi bruno/ donde yo no me hallo no se halla/ hombre más apenado que ninguno” Miguel Hernández) o el refranero ( “Juzgan los enamorados que todos tienen los ojos vendados”).
Y efectivamente, de poco le sirven al oyente las frases hechas, en versos esculpidos en un pétalo de amapola o en prosa zafia que te rechina en los oídos. De poco, de nada. ¿Y por qué no sirve de nada? A lo mejor eso es una pista.
Y sí, el amor es real, como es real un verso que está en tu cabeza. Olvídate del verso y deja de existir.
Me temo que estaba siendo menos cínico que cartesiano. O al menos lo intentaba, pero con literatura, claro, lo que pasa es que igual con literatura no se entiende nada, pero en fin...