miércoles, 8 de mayo de 2013

Ni en un millón de años




Ni en un millón de años
hubiera permitido
que nadie te escupiera.
Ni en un millón de años
te hubiera abandonado
como a un perro
cojo, que ya no sirve.
Ni en un millón de años
yo te hubiera impedido
despedirte
Ni en un millón de años
hubiera puesto el disco
de tus letras de amor
justo al revés
para encontrar mensajes
que no estaban.
Ni en un millón de años
yo le hubiera sumado
una piedra a tu carga
sólo para que me sintiera más ligero.

Ni en un millón de años.
Ni en una eternidad de eternidades.
Ni en un solo segundo en mi cabeza

Y aún así, ya lo ves
(o no lo ves),
soy el tipo decente
que se empeña en pensar
que la gente
es mejor que lo que hace,
se enrosca la tristeza
al fondo del bolsillo
y sigue su camino
viajando con los rostros
que ya nadie siquiera
recuerda que existieran,
sintiendo que el amor
no hay quien lo toque ya,
que es mármol y burbuja,
que es un atardecer
y es una Era
que es siempre, 
siempre, siempre
la foto del verano
pasado.

Y aún así, ya lo ves,
soy el tipo de andares
ni toscos ni seguros
que se aleja despacio
y para siempre
sin saber dónde va
sin querer olvidar
de dónde viene.