martes, 18 de enero de 2005

Podría volver

Podría volver
pero no vuelvo por orgullo simplemente
si ya juré nunca volver debes creerme
que cumpliré con mi promesa está por ver
Y si me dices que no puedes olvidarme
en este mundo nadie es indispensable
puedes vivir sin mi igual que yo sin ti
y si me dices que yo soy toda tu vida
y como en todo lo que hay vida existe muerte
y yo no quiero ser la muerte para ti

Y podrás pensar
que me dolió que me dejaras y es muy cierto
y como tu comprenderás todo este tiempo
sufrí bastante y pensé nunca volver
y si me dices que sin mí te pones triste
eso tuviste que pensar cuando te fuiste
seguro que por ti ya nada puedo hacer
y si me dices que me quieres y me quieres
y si me pides que regrese y que regrese
juré que nunca volveré y no volveré.

Y podrás pensar
que me dolió que me negaras y es muy cierto
y como tu comprenderás todo ese tiempo
sufrí bastante y temí nunca volver
y si me dices que sin mí te pones triste
eso debiste pensar antes de irte
seguro que por ti ya nada puedo hacer
y si me dices que me quieres y me quieres
y si me pides que regrese y que regrese
juré que nunca volveré y no volveré

los planetas versioneando a Rocío Durcal que cantaba una canción de Juan Gabriel, juas.

miércoles, 22 de septiembre de 2004

LA DE ULISES

LA DE ULISES

que tardó 15 años en recorrer una distancia como de mi pueblo hasta Cádiz, anda ya, lo que pasa es que no quería volver, que las aventuras enganchan, que eso de no estar muy seguro de dónde te vas a despertar mañana, de qué desventura borrará hoy las de ayer, de si estarán tus pantalones debajo de la cama por la mañana, nos pone cachondos a Ulises y a mí. Pero si nos hubiésemos quedado, la historia se habría visto desposeida de su único sentido,
contarla,
sabíamos que aquí nos íbamos a despertar en la misma cama, que buscando bajo el desorden aparecería sin duda la ropa interior e incluso la cartera, que no iba a ser tan fácil toparnos con una encantadora que nos secuestrara en su dormitorio.
pero aquí estamos
por un alto sentido del deber o porque se nos acabó la pasta.

viernes, 17 de septiembre de 2004

Parece que fue ayer

PARECE QUE FUE AYER

Si no fuera porque es imposible, yo diría que ayer mismo estaba en La Habana, que el puñetero huracán no tiró ni una mísera torre del aeropuerto, pero llenó los vuelos de ese día y nos evacuaron a un hotel, que usé mis influencias para asegurarme una plaza en el siguiente y conseguí una habitación en la planta ejecutiva y un asiento en Business, que mientras hablaba de todo ello con el director, la morena del pantalón rojo y los ojos grandes me sonreía desde la barra, que cuando me quedé solo con mi daiquiri y pasaron junto a mí me decidí a seguirla hasta el comedor, que me invitó a sentarme con ellas, que la invité a dos daiquiris y el segundo nos lo tomamos en mi habitación, que no quiso besarme cuando se lo pedí, pero espero dos minutos para lanzarse (lanzarse) sobre mí, que asesinamos al pato de toallas que estaba sobre la cama, que le arranqué su pantalón rojo y sus bragas empapadas, que me rasgó la camisa y me hizo marcas por todas partes, que rodamos mucho, que gritamos bastante, que miramos el Malecón desde la ventana y nos duchamos juntos, que le gustaban mis ojos pero no mi barriga, que cambié mi plaza de Business por la de la chica que se sentaba a su lado, que cogió su avión a Milán, que se fue.

Que sí, que te he pegado los tarros con dedicación y toda la elegancia de la que he sido capaz, pero que no he dejado de pensar en ti ni una sola vez, que si he vuelto ha sido sólo por ti, vida mía, que este curso te voy a querer más que nunca.
Ah, y que he aprendido un par de trucos, yatusabes.

domingo, 22 de agosto de 2004

MOJAMA Y POESÍA

MOJAMA Y POESÍA

Estoy en una playa gaditana
a un metro de las olas, a mi espalda
una señora gorda canta bingo.
Yo, muerdo la mojama.
Y leo a Roger Wolfe o a alguien parecido.

Y aquí vienen mis cosas esenciales.
No sé qué hacían aquí, en la playa de Cádiz.

Ya no soy de un lugar, no de un sólo lugar
y me asombra saber que hay playas esperándome,
que seré yo otra vez en algún pueblo
que no sea mi pueblo castellano
donde no queda nadie.

Las palomas me rozan los ricillos,
los niños me rebozan en arena,
el sol se echa a dormir sobre el castillo
y se escoña la pobre winsurfera.
La morena me mira fijamente,
y abre lento las piernas y las cierra . . .
me entero de que he puesto la toalla
demasiado pegada a los servicios,
el guiri más hermoso del albergue
se hace arrumacos con la brasileña,
y me dice Walt Whitman que se atrae la materia.

voy a darle un besazo a la binguera.

sábado, 31 de julio de 2004

DIARIO DE GENOVA. DIA 1.

DIARIO DE GENOVA. DIA 1.

me las arreglo muy bien sin ti
salvoalllegaralacasaesenormeylefal ta sabor

No te echo en falta en nada ya ves
salvoensoplarteenlacarayoirtereir

me las arreglo muy bien sin ti
salvoenabrilyaquitodoslosdiasson dea bril
(la buena vida - caruso)

bueno, he estado tan liado, no se, me estoy haciendo responsable o algo y estoy en el trabajo hasta tan tarde. el caso es que no me habia dado cuenta de que no he preparado este viaje hasta que me meti a fumar en ese banio del aeropuerto de roma. ni me he traido una guia ni un libro de frases ni nada que me ayude a entenderme con nadie ni a escaparme de lo que me espera.
5 horas de aeropuerto avion hasta llegar aqui. me toca un tipo muy raro en el primer avion, a mi me parece muy bien que la gente se afeite la cabeza, yo lo hare proximamente, sera un cambio a mi melena camarondelaislatuenestebarnoentras. pero echa un vistazo a lo que haces antes. si tu cabeza esta llena de recovecos, vertice, extranios caniones y areas de descanso no lo hagas. la naturaleza es sabia y te hizo peludo, la tecnologia va a lo suyo, pero es lista e invento sombreros de todas las alas y pelucas de todos los tamanios y rizados si te estas quedando sin pelo.
bueno, pues ese tio que parecia un extraterreste no hacia mas que refunfuniar. solo me he levantado dos veces, mas una que he pegado un salto porque pense o sonie que me ahogaba. y resulta que es el unico periodista espaniol que ha venido conmigo.
por lo que he visto en los aeropuertos las italianas se dividen en chicas de ojos grandes (casi siempre reforzados por una sombra-punietazo del copon) que miran muy lejos -muy lejos de mi tambien- y chicas de expresion y voz dura entre las que se lleva sobre todo el look jipiguarro.
me he ido a dar una vuelta por el puerto, para ver si me metia en algun lio, pero el puerto de genova es un gran centro comercial. asi que he hecho lo que corresponde a mi edad y condicion: comer y beber. me he metido donde iban los musicos y currantes de por aqui. un calzone y una botella de vino blanco. tengo un pedo como un copon de mil pares de hostias, claro. ni lo releeo.
los insultos en italiano son la cosa mas tonta del mundo. parece que estan de conia.
*los copones son grandes

*un copon de mil pares de hostias es un copon bastante grande

viernes, 2 de julio de 2004

(esto lo escribí el 10 de junio y no lo posteé porque me parecía patético. seré tonto)

Doce cubiertos de plata,
Me mandaste de regalo
Y yo me conformaría
Con las cucharas de palo
De cuando tú me querías.
(una copla)

La espié, la seguí, no quería, no lo hubiera hecho si no hubiese estado en la manzana de al lado, me digo, pero la espié. Es de locos y yo me volví loco durante demasiado rato. Me subió la fiebre, no sé qué ojos tenía pero la gente me miraba extrañada, el portero del hotel empezó a sospechar. Con lo que me gustaba salirme de mí, descubrirme siendo otro, ahora soy un completo desconocido que me da asco. No hay mucho que hacer, nunca mi paranoia estuvo tan justificada, acierto 6 de cada 5 veces. Pero es culpa mía, no conseguí que cambiara su manera de comunicarse conmigo, que desde el principio fue decirme lo que creía que quería oir. Sólo que ahora la ha perfeccionado, porque se sabe mejor lo que quiero oir. Y no he podido cambiar eso ni con cariño ni con largas conversaciones ni con libertad ni con ira. Ni por las buenas ni por las malas. No quiere que seamos amigos. Lo he hecho todo tan mal que ni sé lo que he hecho mal. Hay que pedir hora, esperar el momento para hablar y que me conteste sin ausencias ni monosílabos. ¿por qué con todo el mundo sí y con ella no? ¿Por qué cuando me mira ve a un novio, el rol que más detesto? ¿por qué no podemos ser amigos? No hay mucho que hacer, volverá a empezar todo hasta que me haga pupa de verdad. Esto es una mierda y me doy asco.
Y luego todos esos códigos memorizados a hostias centrifugando mi cocorota: Si esta mañana no me llama ni me escribe a pesar de lo que hay pendiente es porque hizo algo anoche de lo que se siente culpable -como con Pancho-. Si ayer no quería verme es porque había quedado con alguien -como con David-. Si me enfado con ella no me contará la verdad porque "me bloqueo, cariño" -como con Alfonso-. Si no me enfado con ella no me contará la verdad porque ve que puede librarse sin mucho esfuerzo -como con el de Bilbao-. Si me enfado lo volverá a hacer porque me lo merezco, si no me enfado lo volverá a hacer porque le sale baratito...
Nunca he estado seguro de si me toma el pelo o tiene miedo, como todos, nunca he tenido una pista de cómo es, porque nunca he podido saber si nada de lo que me dice se acerca a lo que piensa. Ayer estuvo tomando una caña con su amigo y hablando un poco de todo, cosa por cosa, supongo. Sus esperanzas, sus miedos, su relación conmigo, su presente y su futuro. Luego puede que estuvieran follando, y quizás con él no fingió y conmigo siempre. O viceversa, quién sabe. O tal vez se fuera a casa a llamar al otro pelele o esté chateando ahora. Volverá a hablar de cómo se siente, de lo que piensa hacer a partir de ahora, de qué le parecen las cosas que nos pasan últimamente, de algo que vio en la tele.

Y yo me conformaría con que se sentara conmigo sin tener que convocar una reunión, que se pidiera una caña y me contara las mismas cosas, en el mismo tono.
Que me tuviera por alguien en quien confiar para que yo pueda confiar.

Pero para qué, quién necesita darse más veces el mismo coscorrón. Mejor recuperar mi libertad, mi soledad, mis llaves y mi afición al tintorro.

jueves, 3 de junio de 2004

QUÉ GANAS TENGO DE QUE ACABEN LOS OCHENTA

¿año y medio de ocho horas diarias de Kiss FM constituye mobbing?

miércoles, 2 de junio de 2004

sábado, 29 de mayo de 2004

estoy seguro tiene que haber algooo
que me ayude a soportarlooo
en las farmacias del espaciooo
o en un laboratorio mágicooo
(los planetas)

...y está, entonada con alegría, se la dedico a mi jefe desde la oficina un viernes a las tres de la mañana.

lunes, 24 de mayo de 2004

respuesta

el autor reponde a un correo de laura stuart en el que la corresponsal hace consideraciones sobre el turismo e inquiere sobre lo que ha pasado en la civilización en el tiempo en que estuvo ausente

Ser turista tampoco está tan mal, ser turista sobre las cosas que para los demás son cotidianas, no pensar en las necesidades básicas, porque ya aparecerán resueltas, saber que tu cama no es tu cama, pero sí; que el vehículo en el que te mueves no te pertenece; que las costumbres a tu alrededor son raras y habría que investigarlas; que hay un programa y un horario, pero estaría bien saltárselo. Ser viajero es más jodido, el viaje sí que te pertenece, es tu patrimonio y hay que cuidarlo, nunca puedes estar a gustito, porque nunca estás satisfecho del todo. Demasiada pose. Yo prefiero no tener que mirar alrededor antes de chuparme los dedos con la paella del chiringuito. Lee artículos de opinión de viajeros, siempre quejándose, qué pereza. Seguro que entonces me entenderas, le pongas o le quites la metáfora.

¿Qué ha sucedido en la civilización? Yo bajé la persiana de mi cuarto y practiqué el número del hombre estatua durante todo el fin de semana. Pensé un poco, eché 48 horas a los perros. Me sentía culpable por no hacer nada hasta que me di cuenta de que precisamente por eso tenía la obligación de no hacer nada. Afuera, en la tele, los cotillas y los pelotas se ufanaban de su consagración, ya tienen carta de nobleza sus estribillos de estribillos de la nada. Al parecer, volvieron a aparecer en debates y debates televisivos, sólo que ahora el tema tratado les elevaba. Casi les prefiero cuando hablan de Mari Cielo. Me temo que la tele y los periódicos seguirán retransmitiendo en el futuro esta escalada de violencia rosa, con más legitimidad que nunca.

viernes, 21 de mayo de 2004

AL FONDO DE LA MESA

AL FONDO DE LA MESA

Al fondo de la mesa y en penumbras
la vermeeriana Merte me regaña.
Ya sabe sus efectos,
sus despliegues
son trampas o algoritmos.
Hoy le deslumbran cosas más tangibles,
el hotel y la cena, mi camisa.
Yo la miro, y a veces
aún no hemos salido de esa playa.

miércoles, 12 de mayo de 2004

EXHIBICIONISMO

Exhibicionismo

(nada de lo que diga en este email podrá ser utilizado en mi contra. Son las doce de la noche y me quedan 4, 5, 6 horas de escribir un reportaje que no me interesa ni un poquito pero que me permitirá salir de los números rojos) (al menos durante unos días)

Soy demasiado impaciente para el ajedrez siempre juego al ajedrez express, una manera de perder rápido.

Antes de septiembre de 2001 vivía en un ático frente a la vía en una capital de provincias. Mi hermano pequeño y yo. Junto con un inquilino con el que hacía pruebas de resistencia a ver quién aguantaba más teletienda sin levantarse a cambiar el canal. Teníamos una piscina de plástico y una planta de marihuana indestructible que nadie se ocupaba de atender, pero que volvía a crecer cada primavera. Acababa de salir de un infierno tonto por un caso de orgullo herido que se prolongó 18 meses, terminaba mi primer año y cuarto curso de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y pretendía revolucionar la sección de Televisión del periódico local con estratagemas impropias. Como colarme entre el público de un especial nochevieja de José Luis Moreno, decir lo que pensaba de verdad de una grabación de un programa local o utilizar a mi novia de entonces para ver lo que pasaba en la cabina de realización durante la grabación de Caiga Quien Caiga. Había descubierto el MDMA, que me hacía inmensamente feliz cada fin de semana.
Me habían ofrecido un trabajo glamurosísimo en Madrid.

Por cierto, la otra opción al esguince de conciencia es contar la verdad. Y eso es imposible. Nunca podría decir la verdad, siempre se escucha otra cosa. Malditas interferencias, maldito MacLuhan.

La verdad sólo es
un periódico de Murcia
(Bonilla)

Y por lo demás, yo te voy a pedir apariencias. Falsas o verdaderas. Te dejo ser lo que quieras si tú me dejas a mí.

Y por lo demás y con curiosidad malsana ¿cómo fue tu ex boda?

Y por lo demás

Llegan mis cosas esenciales.
Son estribillos de estribillos.
Entre los juncos y la baja tarde,
¡qué raro que me llame Federico!

Pues sí que es raro, porque yo no me llamo así
y estoy practicando

jueves, 25 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLÍN. DIA 3.
VUELVO. BESOS.

Volvió a salir el sol. Salió sobre los vivos y sobre los muertos. Lo primero que hice fue levantarme muchas horas más tarde de lo que había planeado. Lo segundo, dejarme mis múltiples mapas, llenos de rutas y visitas, en la habitación. También me dejé el teléfono de la rubia.
Dicen los folletos que lo mejor de Irlanda es su gente. En el autobús, unos hollingacitos abrieron la ventana de emergencia, el conductor paró y les echó a la calle en medio de una carretera, entre las risas y los comentarios zaherientes de la concurrencia. Acto seguido, un tipo grandote se puso a imitar la voz de una ancianita, mientras las treceañeras de mi lado le hacían los coros a gritos. La gente grita mucho por aquí. Y yo que sé, es todo, la chica de la hamburguesería te coge la mano para darte el cambio, la chica de la tienda se ríe estrepitosamente ("¿tienes la camiseta que dice everybody loves an irish girl?", "really? everybody? you too?"), y, asombrosamente, las camareras de los pubs del centro te sonríen. A ver, contextualicemos, Irlanda es un país con una población de poco más de tres millones y medio. Cada año lo visitan 6 millones de turistas. Supongo que casi todos tendrán que pasar por Dublín. Y no creo que haya muchos que no se tomen una pinta en Temple bar. Y aún así, las camareras te sonríen como diciendo "pobre". De verdad que les hace gracia que pronuncies así y sonrías con cara de bobo.
Lo primero que hice fue pasarme por el centro James Joyce. Hay una sala donde se reunía con su amigo León (el rey de la selva) para discutir cómo complicar las páginas de El despertar de Finnegans que escribía por la mañana. Curiosa forma de trabajar. Había una mesa y unas sillas, el sol entraba por los ventanales, y si encendías un cassete Joyce en persona te leía un capítulo, con un acento de irlandés guasón que a veces hablaba lentamente para luego subir el ritmo como en una ennumeración. Me quedé con la frase de un póster: "¿Tú qué hiciste en la gran guerra? Yo estaba escribiendo el Ulises". Me la voy a poner en una camiseta para responder a los que, cargados de razón, me llaman vago. Vale, yo no he escrito el Ulises, ni siquiera lo alcanzo en cantidad de páginas (porque en calidad ni hablamos, que las comparaciones son odiosas), pero si cuela, cuela. En fin, que ahora que tengo que hacer un reportaje alusivo voy a ver si me lo termino, porque me pasa como con las series de la tele, que nunca consigo pasar del capítulo uno. De momento ya me he leído la web Ulysses for dummies, superinteresante. Si alguien ha estado alguna vez en el Bloomsday que se ponga en contacto con moi para darme información y le invito a una pinta.
Bueno, me está pareciendo un rollo todo esto que estoy contando. Voy en el avión y se me está acabando la batería. En fin, que di vueltas por Dublín, me tomé alguna que otra media pinta, una de ellas frente al Liffey con un par de guitarristas que cantaban una canción sobre el Liffey. Vi los fuegos artificiales de San Patricio desde la noria y haciendo ooooh, a la manera de mi pueblo, con todo el cuerpo, hasta que la familia de la cabina de al lado me siguió -hay que exportar las sanas costumbres, las guturales funcionan estupendamente en todo el mundo-. En la noria sonaba Sinatra, que es algo que me dio mucho que pensar. Qué diferencia de nivel con nuestros feriantes. Claro que subir a la noria también costaba lo que una entrada a los toros. Por ese precio me ponen a Bisbal y les denuncio. (He visto la noria desde el avión, ahí plantada, en Merrion Square. Se veía toda la ciudad como si fuera una maqueta. Y los montes de alrededor como los mapas en relieve que acariciaba de chinorri -claro, hay que ser muy rarito de pequeño para llegar aquí de mayor-). Luego volví hacia el río mientras los fuegos sobresalían entre las casas bajas, se reflejaban en los edificios de cristal y hacían saltar todas las alarmas. Los irlandeses estaban borrachos, berreaban más que nunca, me saludaban guturalmente al cruzarse conmigo (¿ves? idioma universal). Manadas de menores portaban botellas de vino medio vacías o medio llenas, depende, y lucían una envidiable resistencia al frío con esas minifaldas y sin medias (yo, a su lado parecía el tío Poto o un muñeco de nieve, con el moquillo colgando). También se lleva mostrar un poco de tripita entre el pantalón y la camiseta independientemente de cuál sea tu talla (me apunto) y ponerse unas pestañas falsas encima de una base de Titanlux. En fin, todo muy bonito, muy tierno y muy tranquilo, todo para mi álbum, pero nada que merezca vuestro tiempo.
Vuelvo. Besos.

lunes, 22 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLIN. DIA 2.
DUBLÍN ES HERMOSO CUANDO NO ESTÁS GRIPOSO

Querida Crispi:
Aquí estoy otra vez. Desde que he llegado me estoy acordando de ti, empezando por los asientos del aeropuerto y la noche tan bonita que pasamos allí. Me gustaron tanto que no me quería ir. Las imágenes que guardaba de Dublín eran las horas de fiebre en la cama del hotel y la calle en la que cogimos el bus al aeropuerto bajo la lluvia. Pero qué va, estuvimos en un montón de sitios. Hoy me acordaba de todos, me sonaban todos los pubs y todos los chiringuitos de comida basura. He pasado por el mcdonalds de O'Connell y por el pub en el que le hiciste la foto al grifo de cerveza. He pasado por el Trinity College. Te juro que lo he intentado, he hecho los deberes y me he empollado la guía, hasta me he vestido con cuidadito, un jersey luego una camisa luego un abrigo que abriga y luego una gabardina para la lluvia, he decidido que iba a visitar lo que pone que hay que visitar. Pero nada, que no tengo alma de turista, que lo único que me sigue interesando de lo que pone en el libro es lo de las tonadas típicas que cantan los borrachos en los pubs. No hay nada que me conmueva en las fachadas del Trinity College. Para el próximo viaje le diré a javierito que me dé unas clases de arquitectura, que es un entusiasta. Tampoco esta vez he conseguido encontrar la entrada a la biblioteca. Yo creo que no hay, que sólo la han visto los que estaban dentro cuando la hicieron, porque si no, no se entiende ¿Sabes que hacía sol? Pues sí, pues flipas, jajaja, hacía sol, y en agosto tú y yo luchando contra los elementos. Y cuando he salido del Trinity College adivina lo que me he encontrado. Una feria, jajaja, lo que les gustan las ferias por aquí. Tiene una noria enorme y mañana me voy a montar. Va a ser San Patricio pronto y hay un montón de cosas por aquí. ¿Te acuerdas de la Rose of Tralee? No he vuelto a ver un concurso con tan poco nivel, jamía, lo ganaba cada elementa ¿te acuerdas del escaparate con las fotos del palmarés? Pues eso. Tengo fotos de Tralee que yo creo que no has visto. Salimos borrachos bajo la lluvia, con varios gorros en la cabeza y un oso naranja en el hombro haciendo de loro. ¿Te acuerdas de que me lo regaló el tipo de la feria de la pena que le dio que fuera tan negado para sacar el premio en la carrera de camellos? ¿Cómo se llamaba ese oso? ¿Oso? He pasado por el parque que tiene la estatua de Oscar Wilde, muy cerca de donde estuvimos haciendo manitas en un banco. He pasado por un centro comercial que parece un merengue de cuatro pisos, al lado del parque ese. He entrado porque una rubia que conocí en el avión me dijo que tenía que entrar ahí a comprar algo, pero cuando he entrado ya no me acordaba de qué. Le he dicho a una chica que me hiciera una foto pensando en mandártela, porque es que estaba todo el rato acordándome de ti, a ver. Ahora me parece una tontería, porque en ese sitio no estuvimos. Ya me haré otra más significativa. Me he comprado una cámara de usar y tirar, cada vez las hacen mejores, pero yo cada vez salgo peor en las fotos, hum, la edad. Cumplo un montón el 26, estás invitada. Bueno, pues eso, que me aburría un poco haciendo el turista. Cuando me aburro es peor, porque empiezo a pensar maldades. Hay un sitio en el sur del que dice la guía que no hay que pasar por allí, porque se cometen delitos relacionados con las drogas. ¿Qué delitos serán esos? ¿Robar drogas es delito? ¿Será agredir a alguien tirándole un chinazo a la cabeza? ¿Será que las venden? No sé, habría que investigarlo. También he descartado atracar el banco de Irlanda, porque tienen cañones. Al final me he decidido por mezclarme con la población, pero tampoco he tenido mucho éxito. Por la calle sólo se me ha acercado una negra muy rara que antes de hablar conmigo estaba hablando sola. Me ha preguntado la hora. Tres veces. Se ve que la pronunciación del número seis la tengo que repasar. Estoy supertorpe. Todo es más difícil sin tenerte de sherpa. Y siempre miro al lado que no es cuando cruzo las calles, ya sabes. Eso sí, he descubierto otra cosa de Dublín que me gusta. La última vez, por supuesto, ni me fijé, pero ahora me gustan las dublinesas. Tienen cara de ser muy simpáticas. Cada diez pasos te cruzas con una que lleva un vestido rojo o unos tacones altísimos como si nunca se hubiera puesto un vestido rojo ni unos tacones. Parecen disfrazadas o debutantes o chicas de pueblo que han venido a una boda. Lo bueno es que estoy en un hotel que tiene de tó, que comparado con los nidos de ratas crujientes y los albergues de ocho literas de la otra vez, pues gana mucho. El email te lo quería mandar desde un ciber, pero no funcionaba el hotmail. Luego, desde aquí, pero aunque he venido a una presentación de un hotel hipertecnologizado no va la conexión. Y con el grado de entendimiento que tengo con los de recepción, como les llame para comentárselo me suben un sandwich de atún. Creo que te lo mandaré desde allí, en cuanto llegue. El hotel es inteligente, que a mí me parece muy bien, pero lo importante no es lo listo que sea si no de parte de quién está. Si toda esa inteligencia la va a usar contra mí, pues casi que prefiero una pensión tonta. Por ejemplo, cuando sacas algo de la nevera se activan unos sensores y se marca directamente en tu factura. Ya me debo de haber bebido el minibar entero, porque me traía unas birritas y en algún sitio se tienen que enfriar. Estoy como Indiana Jones, calculando el peso para hacer el cambio rápido y que no salten los cinco euros de cada puñetera botellita. Superestresante, un sinvivir, me tienen controladísimo. La habitación tiene muchos espejos, un teclado inalámbrico que no funciona y una decoración minimalista, sobre todo en el baño, pero no sé con qué fin. He cenado un kebab y me han subido el desayuno a la cama. Tenías que marcar en una lista las cosas que querías y me he dejado un par de espacios sin cruz, para que no haya habladurías en conserjería. Me he subido en un autobús de dos pisos. Se veía el atardecer entre las nubes, había luz y ¡sol!. Me he comprado una guía buenísima, con 500 direcciones dublinesas, y mañana voy a ir a algunos sitios, como una tienda de ropa pastillera de segunda mano. Me he comprado un bono de autobús para todo el día y me voy a ir todo lo lejos que pueda, espero no bajarme en el barrio equivocado. Si es así, te lego mi biblioteca de guías turísticas afanadas. También quiero ver la National Gallery y quizás busque otra vez la entrada de la biblioteca del Trinity. Como va a ser San Patricio ahora habrá música callejera y fuegos artificiales a las 6. La rubia del avión me habló de un par de pubs, uno superelegante y otro cutrillo y con música en vivo. También me dio su número de móvil, pero no sé si llamarla. Si me canso de pasarme el día solo, llamo. Ah, y para un reportaje me voy a hacer la ruta que se hace en el Bloomsday, o sea la que hace el protagonista de Ulises de Joyce, que empieza bañándose en el río y termina en los prostíbulos de la zona chunga. Así que, si no nos vemos te lego etc. Te voy a comprar una camiseta que te va a gustar. Una razón más para que nos veamos, al menos una vez. Insisto enérgicamente. Es verdad que no te escribo ni te llamo, igual que tú a mí, pero mira que pedazo de carta, vale por unas cuantas ¿no?. Es una tontería pensarlo ahora, pero ¿sabes? si volviera al cruce ese, junto a la iglesia de Killarney, tiraría con la bici para la derecha, justo detrás de ti. Supongo que tú no harías lo contrario, que eres muy cabezona, pero yo ahora sí. Qué tontería ¿no?
Un beso.

PD: No es que estemos en época de revivals, pero chica, es que esto parece que va por rachas y por barrios. Este fin de semana mi hermana ordenó sus papelotes y apareció el libro de Bonilla, Partes de guerra. En su primera página escribí:
Vestida, en tu bañador
azul, hundirás el agua,
y saldrás desnuda, amor ;
que el mar sabe lo que hace
para que te quiera yo.
Está datado en Cádiz, el 11 de septiembre de 2002.

jueves, 18 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLÍN. DÍA 1.
11 DE MARZO.

De lo de esta mañana no tengo mucho que decir que no sepais, que es un asco morir porque aún duren los delirios de un pueblerino ridículo que quería ser hidalgo en el siglo pasado, ocioso y repleto de los peores prejuicios de su época, ya anacrónico entonces. Pero se sacó de la manga un logo (copiado) y un exitoso jingle bélico. Y ya se sabe que el éxito publicitario estriba en la cantidad (de veces que se repita el spot), no en la calidad. Si los Corn Flakes consiguieron crear un imperio a partir de un anuncio que decía "ante la escasez de copos de maiz se ruega a la población que no compre más", él también podía. El problema sí que es el nacionalismo.
He empezado el día con la llamada alterada de Betty, que quería saber si estaba bien. Justo después, la madre de Merteuil, con la que llevaba un buen rato de hostilidades destinadas a dilucidar si me tenía que levantar ya o si cinco minutos más, ha llamado llorando. Todos llorábamos, a mí también se me ha revuelto el estómago, aunque he encontrado ahí la excusa que todos buscábamos para evadirnos del dolor sin sentirnos culpables. Tengo que ser fuerte para que ella esté mejor. Las noticias eran desalentadoras, la cuenta macabra de cadáveres iba aumentando y dejándonos sin esperanzas, las llamadas de los que nos querían y no sabían nos ponían un nudo en la garganta detrás de otro, he perdido el avión. Iba muy tarde, pero si hubiera habido taxis y un tráfico normal estoy seguro de que no hubiera sido así. En el trabajo se contaban historias. El hermano del jefe ha cogido el tren anterior. No he podido comer en paz. Me parece como un sueño, decía Merteuil. Y yo ya no sabía qué decir para que la comida no nos supiera tan triste. Cada uno de ellos era yo, con sus temores, sus inseguridades y sus sueños, con sus pequeños actos heroicos, con el retrosueño de primera hora de la mañana, con sus deseos de cambiar el mundo y de ceder el asiento o quedárselo un poco más. Cinco minutos más, sólo cinco minutos más.

Pero ya estoy en Dublín. Alguien se ha rajado en el último momento y he conseguido una plaza en el de las 19,35, concretamente una que incluía una rubia a cada lado. La de la izquierda es de Chicago, y me señala a sus amigas. La he mirado mucho en la taquilla de facturación, estaba justo delante. La de la derecha vive en Dubñín, y hablamos de los días irlandeses para no sacar el tema. "No quería ni venir", "yo tampoco". Me da su teléfono para que salga con ella y su amiga el sábado. Tiene una voz de motete y yo intento abrir los ojos sin mucho éxito, anoche trabajé hasta las cuatro. Es una vez al mes, pero jode. La coterránea de Al Capone me cuenta que estudia nosequé en Toledo, me roza la pierna, le digo que nos encontraremos, que Dublín es un pueblo. El avión da bandazos demasiado cerca del suelo, bromeamos con la idea de que no nos haya pasado nada en Madrid pero vayamos a acabar como pegatinas en una pista aérea de Dublín. Aterrizamos. Y suena en el avión el aplauso acojonado de estas veces, no es la primera vez que lo oigo. Hay viento y frío, llevo una gabardina encima de un abrigo que va encima de una camisa. Llueve. Cuando llego al hotel descubro que a veces puedo decirlo todo en inglés, pero que siempre me pierdo en las frases más simples. Hay una extraña fiesta para periodistas y "analistas" de todas partes. Me pido una Budweiser ("¿badgüeiser?", "¿badgüiser?": "budgüaisar", tampoco era tan difícil, camarero con turbante, podías haberlo adivinado por el número de sílabas). Me dirijo a uno con corbata, con pinta de cortar el bacalao. "My plane has just came and I am very very hungry" "very very hungry?" "yyees". Se va a por la camarera guapita que me dice algo de un sandwich "yes, sandwich" luego me parece oirle algo de unos chiles con carne, pero no pué ser un sandwich de chili con carne. Digo que yes. Evidentemente, acabo comiendo una bandeja de chiles con carne. Supongo que aquí tengo la pinta de alguien que se alimenta cada día de chiles y totopos, lo que pasa es que hoy no tocan totopos. Aquí soy mexicano, pobre de mí, tan lejos de dios y tan cerca de Inglaterra. Da igual que, por una vez, no esté viajando a México, Mi estómago se pasará igualmente toda la noche bailando la Cucaracha. Dos cacatúas me abordan en el ascensor. Las entiendo el principio, cuando dicen que no tengo pinta de turista, y que ninguno lo somos en este hotel. Las inglesas es que se sueltan en cuanto pasan la mediana edad. Luego me pierdo en un monólogo de la más venerable que incluye incómodos silencios con miradas de soslayo en un ascensor inoportúamente detenido. Hasta que me apercibo de que lo que me están explicando es que ya estamos en la planta 1 y que el botón que tengo que apretar es el G de ground.
Camino lentamente entre los informáticos borrachos, me paro a menudo, la gente comenta que es mi quinta vuelta, las anglomozas, vestidas como putas o como espantapájaros (¿quién quiere términos medios?) acercan los bolsos a sus regazos a mi paso, los grupitos comentan que es mi quinta barra. Mi paranoia trabaja a tope cuando no entiendo el idioma. Estoy tratando de cazar un acento o una palabra en español en alguna de las conversaciones. Como es que no, tomo la medida a la barra para beber sin medida. Pido una cerveza belga y me traen una coronita. Me subo a mi habitación informatizada. Después de remover todo el contenido del minibar para colocar mis birras de supermercado leo el cartel en la puerta: "Mini-bar automático completamente automatizado. Cada producto que usted remueva será cargado automáticamente a su cuenta". En mi humilde opinión, la palabra automático se repite más de la cuenta en mi cuenta.
Ponen una peli de Cary Grant.
Huyo de Euronews.
Escribo.

viernes, 5 de marzo de 2004

ALGO ES ALGO

ALGO ES ALGO

en vista de que estoy vago, pesadito y tal os copio este "borrador para el comienzo de un relato" que me he encontrado por ahí. Jo, las visitas están bajando mucho. Debo de estar haciendo algo mal. bua.

Ahora que todo está perdido, cuando ya se ha borrado la última huella de nuestro amor sobre la arena, cuando tú vuelves a ser tú, y yo soy uno nuevo una vez más, ahora que miro la delicada litografía que me me regalaste la primera vez que comimos juntos, un beso, con los dos lobos solitarios morreándose, con el horizonte de mariposas y orquídeas que se abría entre ellos al separar la tarjeta, justo ahora recuerdo que me dijiste con convencimiento que no lo abriera aún, que esperara a estar dentro del taxi, y recuerdo que tomé las riendas por una vez, que hice algo que todavía me resulta ajeno, que me hace plantearme si el destino se adueña de nuestros actos, si convierte nuestras manos en sus guantes cuando estamos en una encrucijada fundamental y decide hacer algo extraño a lo que somos, tan difícil de imaginar como acto propio como cerrar la puerta de un taxi y despedirlo, abrir un regalo ante las tímidas protestas de la chica, leer su contenido, un beso, y besarte, besarte como tú lo estabas deseando, besarte con torpeza y que a ti te parezca el mejor beso que te hayan dado nunca, que te resulte tecnicamente impecable y te sepa a un caramelo nuevo, aunque sólo tenga el recuerdo del anís de la sobremesa, a veces me pregunto si de verdad eran mis brazos los que te apretaban con fuerza suficiente para que entrases dentro de mí sin traspasarme, a veces me pregunto qué hubiera pasado si me hubiese subido al taxi, si hubiera hecho lo que se esperaba de mí y te hubiera dejado de pie junto a las puertas, dándome las gracias por la comida, sonriente, alejándote sin moverte del sitio mientras yo indico "Cartagena, 12", a veces me pregunto si fueron mis manos, mis labios, mi lengua, si hay un cupido loco manejando estas situaciones para arrojarnos hacia lo imposible, para subirnos en lo inesperado, para robarnos el aliento y hacer que nos reconozcamos sin palabras, que reconozcamos lo que sentimos, que de repente no nos dé miedo ni vértigo la palabra amor, que se despoje de la carne la palabra sexo,...

martes, 24 de febrero de 2004

Queríos amigos, ando pedo perdido. Me he ido a una comida y he regresado como el monstruo tambaleante de los ojos rojos. Todo el mundo aquí se ha dado cuenta, porque vocalizo confusamente (me como consonantes, cambio la a por la e y todo ese tipo de síntomas) y me tropiezo con los armarios. Como definitivamente este no es mi ambiente (y como que hay mucha polución acústica, qué gente más ruidosa, unos hablan de fúrgol, otros hacen paquetes con una cinta que da grimilla, otros le dan a la risotada... ¿aquí nadie trabaja?) y como me han mandado hacer tres páginas sobre la Semana Santa de un pueblajo (me han dado un folleto en forma de acordeón titulado "Relación de imágenes que se procesionan en nuestra Semana Santa" con fotos de los pasos coronadas por bocadillos en forma de estrella: Negación de San Pedro, Beso de Judas... Sobre él y sobre el ratón, misericordiosamente, se me acaba de caer la fanta) decido que me voy a ir con algo de lectura al baño. Como estoy con blogs, me imprimo el de trahn, 22 páginas de lectura superedificante que empieza con un post titulado Lesbian lovers from outer space (o La complicidad del sabor salado II) que todos mis compañeros leen un poco en la impresora mientras cierro ventanitas y ventanitas en mi mac (el tiempo es elástico y no atino con el ratón en el cuadradito, definitivamente, estoy pedo). Qué vergüenza me da, quiero ir a casa a dormirla, cada vez que me levanto me tropiezo con algo. Hola.

martes, 20 de enero de 2004

martes, 9 de diciembre de 2003

"Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo mismo no me encuentro demasiado bien"
(ésta no sé de quién es)

Supongo que al final es verdad eso de que las cosas tienen su caminito, que de tanto rezarle de cani, conseguí un ángel de la guarda y soy un tipo con suerte hasta cuando no la tengo. Ayer me ardía y me dolía el pecho, tenía un ataque de ira con profusión de taquicardia que me estaba asustando. Pero encontré un Valium. Y, justo después, miguelito, mi sicólogo, decidió hacer de séptimo de caballería en una peli de sábado por la tarde y llamarme. Y es que esta relación, me temo, sólo se podía analizar en términos médicos. La buena noticia es que puede que esto se ponga más divertido a partir de ahora.

viernes, 5 de diciembre de 2003

Si os he de ser sinceros, tenía pensado echarme una siesta en el baño con esta media hora que me sobra. Vengo del Casino, de comer la tortilla del siglo XXI del pesao del Adriá sin mancharme, qué mayor, y de beber por este orden Valbuena, Marqués de Riscal, Barón de Bilches, Marqués de Riscal, Marqués de Cáceres, Marqués de Riscal, Viña Nosequé (estaba ya como para). Todos reservas y gran reserva, así que si no me he ganado la siesta yo, no se la ha ganado nadie. Pero me he puesto a leer a chatín y me le he imaginado leyendo mi post del lunes y, quizás, poniéndose triste sin motivo, bueno, con todos los motivos que él tiene. Y como todos somos perdedores y todos somos aves fénix y todos descubrimos sólo en cabeza propia que los problemas sólo lo son de verdad cuando se convierten en obsesiones (lo cuál lleva implícita la receta para deshacerse de ellos) he pensado en contar mi noche de anoche para que se eche unas risas o se distraiga o algo, y se salve un ratito de lo que le martillea. Va por ti, maestro.

Veamos. La cosa empezó cuando V la belga me invitó a la inauguración de la exposición de su amiga. Calibré el momento, la oportunidad (partido del Madrid-Madrid en todos los bares) y los contras (porcentaje de chicas asistentes a las que les gustan las chicas) y decidí que era una buena idea echar un vistazo a todas esas artistas con abrigos de fantasía hasta los pies. La cosa empezó bien, vino de Rioja, palomitas y unas obras raritas que daban para lucirse. "A ver, tú ponte delante de la instalación. Empecemos por el olfato. No huelas los cuadros, huele la idea del conjunto. Ahora el tacto, el oído, el gusto y por fin la vista. Ahora únelo todo". Se me ocurrió un día con Jose, que es un cenutrio que se pasó una exposición entera diciendo "eto que coño é", y funciona siempre. Luego fuimos a cenar a un loft escondido en una especie de garaje cerca de la casa de almu, a la que abrasé a llamadas. Mmm, ¿qué estaría haciendo?. Todo era estupendo hasta que llegó la cuenta. Hasta entonces estuvimos hablando de política, que ya sé que está prohibido, pero bueno, era lo que había. Enfrente estaba un gallego nacionalista antinacionalista que decía que no. Así, en general. Y en particular que no, que la base del nacionalismo no es el etnocentrismo sino un deseo de contar con gobernantes cercanos. Ya te digo. Precisamente de eso se habla en los mítines. De todas formas, a lo mejor sí que está eso en la cabeza de los votantes, pero no en la de los votados. Más vino, por favor.
Los cuatro que quedan siempre (¡sí! ¡estaba yo!) se fueron a un bar. Hablé con la artista, que me parecía superinteresante. Y mona. E interesada. Luego me presentó a su hijo, que me sacaba cabeza y media y puso su silla inquietantemente cerca mientras la chiquilla me explicaba, con la voz de Elvira Lindo y algo de su presencia, que todo el mundo y ella misma veía en sus cuadros y esculturas pollas en erección y coños y artilugios y yo intentaba cambiar de conversación, ejem. Luego todo lo que hablaban V y ella sobre religiones, la culpa como fuente de los males de nuestra sociedad y el materialismo acumulativo como intento fallido de alcanzar la felicidad me resultó tan cierto y tan revelador que me resulta sospechoso hoy mientras lo intento recordar.
Luego buscamos otro bar por La Latina. Encontramos uno abierto en la calle Segovia. Pero vi, un poco más abajo, un neón que me hipnotizaba, que me llamaba por el nombre con el que sólo saben llamarme los líos y vociferé "¡ese, ese, ese!". Se llamaba La Noche. Creí que nada podría superar el piano karaoke del Tony 2 al que me llevó Noe, pero sí. La Noche son los dominios de un grupo de señoras mayores, algunas de más de sesenta, chavalines de cincuenta, un conductor de Alsa y un clon de Carlos Latre teñido de rubio. No había nadie que no estuviera tambaleándose. Bueno, sí, un enigmático señor de pelo blanco envuelto en humo de pipa en un rincón, el demiurgo, supongo. Nada más entrar nos dio un ataque de risa. Me pasé todo el tiempo intentando contener las carcajadas, más que nada para evitar linchamientos. Ellas, más que bailar, mantenían el equilibrio y ellos intentaban poner la mano más arriba o más abajo. El Latre falso se caía de vez en cuando sobre los sillones de ciertopelo rojo. La música era el Fary, la Pantoja, pachanga de bailar en grupo, todo acoplándose continuamente. Había decenas de focos de colores, bolas de espejo, tiras de luces de árbol navideño, y, como quiera que el local estaba cubierto de espejos, el fulgor parecía la iluminación de Eyes Wide Shut, terminaba por hacerte entrecerrar los ojos y aumentaba la sensación de que no nos habíamos metido en un bar sino en un sueño raro. De pronto, todo se aclaró, salió el artista, Tiny Ferreiro, primero con un disco de fondo y luego con su guitarra. Él cantaba cosas como La romería de Victor Manuel, pero el público era todavía más bestia y le pedían canciones como Paquito el Chocolatero. Él, cada vez que cogía aire entre estrofa y estrofa decía: "¡puta madre!" y al final de cada canción soltaba el mismo discurso: "nos lo estamos pasando de puta madre, de puta madre, de puta madre". Y la gente aplaudía mogollón. Sus otras frases estaban dedicadas a zaherir a cualquiera que se metiera en su escenario, que no era otra cosa que un trozo del bar sobre el que él había trazado una línea imaginaría. "A ver, el cobrador del autobús, que no se ha enterado de que ha empezado ya el espectáculo". El Latre entraba de vez en cuando y se caía y le sacaban. Fui al baño y el de Alsa le guiñaba el ojo a V y se agarraba a todo lo que se movía. Allí me encontré con un tipo, supongo que en tercer grado, que me pidió perdón por tener la puerta cerrada. "No es por -y me gesticulo con todo lujo de detalles una sodomización-, es por -y me gesticuló lentamente cómo le ponían una navaja al cuello y se lo rajaban de parte a parte-". "Sí a estas horas no te puedes fiar" (y yo ya mearé en casa). No podía ser fruto de nuestra imaginación. Nadie tiene tanta imaginación.
Ahí fue, cuando me senté, cuando no pude más, tenía los labios morados de mordérmelos y se me empezaron a caer unos lagrimones. Lloré de risa, me retorcí, no podía más, me dolía todo. V tampoco. Asi que antes de que acudieran todos, como en la peli de los ultracuerpos, a por nosotros, decidimos irnos. Nada más llegar a la calle empezamos a desternillarnos y ya no pudimos ni decirnos adios antes de entrar en el taxi. Me encanta Madrid. Estoy deseando cumplir los cincuenta para hacerme habitual de La Noche.

miércoles, 3 de diciembre de 2003

En Bombay dicen que hay
terrible peste bubónica.
Aquí, Urrecha hace la crónica
de un drama de Echegaray.
¡Mejor están en Bombay!
Ramón María del Valle Peña

"Poeta, narrador, ensayista, traductor ejemplar (ahí está, como espléndida muestra, su versión del Viaje de invierno de Wilhelm Müller), Andrés Neuman es el hombre de letras por excelencia de la nueva generación". A José Luis García Martín sólo le ha faltado terminar su entradilla en El Cultural de El Mundo con "mejor persona y gran amigo de sus amigos". La verdad es que me estoy pensando si emplear en el libro de Neuman los 10 euros que tengo guardados desde el verano para darle ajenjo a fire. O si no, los quemo directamente. Yo que he malgastado tantos, todavía no he quemado ninguno y ya tengo edad. Creo que será lo mejor. Mejor están en Bombay.

lunes, 1 de diciembre de 2003

Arantxa me telefoneó para contarme que su padre había muerto el domingo. No sabía que decir. Creo que le expliqué que un tiempo después de que muriera mi madre empecé a creer que su vida había sido un ciclo cerrado y pleno, que tuvo seis hijos, se casó con quien quiso, llevó una vida tranquila, sólo supo querer y la quisieron. Eso me ayudó a vivir. Su funeral, el de una madre y ama de casa, con los pasillos de la iglesia del Salvador abarrotados me dio, con el tiempo, una pista más. Luego Arantxa dejó caer que me había llamado porque la Innombrable había ido a darle el pésame. "Ha venido para que conociera a su hijo, me dijo, ¿no sabes que ha tenido un niño? Siempre que la veo pienso en vosotros dos como pareja y me da mucha pena". Le conté que al final cada uno hizo lo mejor para él, aunque de la peor manera. Que ella conmigo no habría podido tener una casa, un coche, un niño, una foto en la que apareciera vestida de blanco en algún parquecillo del extrarradio. Que yo no habría sido feliz o no habría sido libre. Que no trabajaría aquí ni habría visto nada ni habría aprendido nada. Que todo encuentra su lugar, que esto es como un puzzle en el que las piezas van cayendo y luego se colocan solas. No sabía qué decir.

miércoles, 19 de noviembre de 2003

QUERIDA MISS STUART:

Sólo un apunte. Recuerdo una tarde de verano en la que revolviendo entre los trastos del Brideshead de mi amigo Jorge sacamos una cesta de picnic y un gramófono. De los discos, seleccionamos uno de Carusso (¿o era una foto amarillenta?) y Reloj, no marques las horas. Quemé un corcho y me pinté unos bigotes en espiral. Cantamos a gritos, esquivando la luz oblicua del atardecer castellano en el último piso de lo que fuera el ala de la servidumbre, sobre las caballerizas. Luego hubo que aguantar preguntas sobre ese bigote toda la noche. En realidad estábamos haciendo la mudanza de aquella casa para siempre. Después de cuatro siglos. Supongo que se merecía una despedida como esa y no llantos de cerillera.
"Los días malos terminan, casi tan deprisa como los días buenos, pero de ellos, de los malos, nunca me queda recuerdo", dices. De los días malos nunca me queda recuerdo en este blog.

Para una vez que lo intento hacer sin perder la dignidad... Dejé cuidadosamente las cosas de Madame de Merteuil en el pasillo, su camisa, su jersey, su aparatosa caja de pinturas de los cincuenta, su sujetador, su cajita de música que toca As time goes by. Sobre ellas la nota: "Deja las llaves en la mesa, por favor". Supongo que cuando uno hace eso es para fastidiar, para que escueza como poco un poquito. Pero ella andaba algo ocupada esos días y mandó a su compañera de piso a por una mesita que se había dejado y no apareció a por sus cosas. Así que el que veía la nota todas las noches era yo y me sentía un poco tonto. Pero sucedió que, a la mitad de la semana, Pilar, la encantadora señora que se pelea todas las semanas contra mi ex caótica habitación, se encontró la nota y no supo si dejar las llaves, si llamarnos, si irse, si estaba despedida...

Hoy he visto una cola que daba la vuelta a la manzana para comprar lotería en Doña Manolita. Pensaba que me iba a tocar a mí, pero veo que la gente está loca y que hay demasiada competencia. De esto se puede sacar una moraleja, que siempre es bonito: si tienes que apartar tentáculos y alas para llegar hasta la chica del bar, no insistas.

lunes, 17 de noviembre de 2003

"Desde que te conozco, vivo en un musical", me decía entonces.
No me había enterado de que estaban haciendo La venganza de Don Mendo cantada.

lunes, 10 de noviembre de 2003

(viene del post de hoy de llua sobre los siete pecados capitales)

La soberbia porque yo lo valgo.
El pecado de mi pueblo de los veranos viene siendo la envidia desde hace siglos. Lo cuentan en una obra de Lope de Vega. Lo sufren vecinos de todas las edades y por los motivos más peregrinos. Cuando era el crío que terminaba ese extraño segundo curso de mi carrera y empezaron a detectar lo que ellos creían que era "irme bien" (o sea quedarme casi sin verano para trabajar un montón de horas cobrando cero, pero eso sí, en un programa nocturno de la radio en el que nos reíamos muchísimo. Sí, la verdad es que me iba bien) empezó a surgir un run run amargado cada vez que daba la espalda a un nutrido grupo de envidiosos. La cosa siguió con una escalada que terminó en trifulcas, peleas a puñetazos y constantes "si viene él, yo no voy". Decidí que: a) siempre iba a ir yo, b) me iba a ir todavía mucho mejor y c) siempre que pudiera me encargaría de que se enteraran de lo bien que me iba. Con todos los detalles. Y funcionó estupendamente, así que lo recomiendo mucho.
No sé cómo se puede vivir con esa rabia sorda. Y subiendo. Lo que sí que sé es a quién perjudica de verdad y para quién es algo menos que una leve molestia. Pues hala, buen provecho.
Y, completamente, eres un solete llua.

viernes, 7 de noviembre de 2003

LO QUE ESCRIBÍ AYER

"El amor es ciego, pero el matrimonio le devuelve la vista"

He comido con Betty más que nada para ir formalizando los detalles de la boda para cuando cumpla los 40... Bueeeno, no hemos hablado de eso pero sí de Japón, la industria farmaceútica, las facturas, la creatividad y sus tarifas, el sexo en el asiento de atrás de un coche, tamaños y cariños, la chica de la radio, su amiga la del bar, su amiga la que se sube a bailar en la barra del bar, la mujer de su jefe, las putifaldas de colegiala, su futuro profesional, las posibilidades en una empresa grande y en una pequeña, las conductas poco inteligentes y sus consiguientes oportunidades perdidas, la vez que me puse a mear a tres centímetros de la cara de una pareja que estaba en un coche (sin querer) y el zuzto, la amistad y lo buenos y lo guapos que somos y lo atractivo que soy yo, ea.
Me ha regalado unos calcetines de rayas, los que llevo puestos. Se ha trincado la media botella de vino que le he dejado. No hacía más que llenarme la copa, pero se ha portado como una dama y no se ha aprovechado de la situación. Betty, hijita, aprovéchate pa otra vez, anda.

(lo que he escrito hoy)
Por la tarde me fui al preestreno de un muermo. Debe de ser temporada de becarias, porque iban todas muy arregladitas para el cóctel anterior y se comían los canapes con bisoñez. No vayais a ver la peli, Love actually ("love actually is in all", dice su lema, "love actually is compartiendo celda con el Conde de Montecristo" diría yo). Ahora estoy dudando: Valladolor, León, Valencia... Tengo una habitación en un hotel de Valencia ¿si voy me sacas a pasear, irenita?

jueves, 6 de noviembre de 2003

Recetario

RECETARIO

No quiero perderte no es una cosa que se dice, es una cosa que se hace. Alguien preguntaba por aquí antes de verano cómo salir con bien al cortar una relación. La receta llega tarde pero es sencilla: amor y bondad para preocuparse genuinamente por quien tienes enfrente. Sobre todo en ese momento crítico, en el que hay que rehogarlo todo con una pizquita de valor para comerse, sin que se enfríe, el pequeño marrón que conllevan estas cosas. Crispi me regaló aquella caja de bombones llena de marihuana, Elisa se aferró a mí y no dejó de mimarme hasta asegurarse de que todo estaba bien. Lo que tienen en común es que dejaron claro que les importaba lo que pasase después. La innombrable, en su línea de irresponsabilización, quiso hacerme creer que no podía evitarlo, que sólo podía hacer las cosas así. Y no es cierto, se gasta la misma saliva en hacer las cosas bien que mal, lo que pasa es que así es más cómodo de momento. Tampoco está de más no perder el culo detrás de la tercera persona inmediatamente. Puedes hacerlo mañana o la semana que viene, no hay prisa.

El amor y la bondad no son sólo cosas que se tienen, son cosas que se hacen. Por ejemplo, si yo anoche le pido un abrazo a bob, él me da tres o cuatro, si llamo a betty cuando ya está en la cama me tiene dos horas y pico al teléfono haciéndome reir, aunque se tuviera que levantar hoy a las seis (cuidadín con no desmochar la pantalla de una cabezada), si le pido desde aquí a burbuja que me escriba un mail divertido después de tanto tiempo sé que lo hará. Pero hay quien no usa el cóctel. No es una circunstancia, es una elección. Creo que ya he dejado por aquí esa definición aséptica de la inteligencia que dice que es la capacidad de plantearse y resolver problemas. Hay quien siempre se plantea los problemas que no son y luego los resuelve con el culo.
En fin, resumiendo lo que ha pasado con un diálogo de Atraco a las tres que luego salió en Mortadelo y Filemón: "estoy disponible, chati", "pues no me extraña".
Me siento en disposición de recibir muestras de amor, de bondad y de perfumes caros. Gracias.

miércoles, 5 de noviembre de 2003

"De tanto no afeitarme, me he dejado barba". Cuando salía por la puerta se me ocurrió la frase que no encontraba para empezar el anterior post. Y es que esto del "blogs" (como diría un ilustre) es como andar en bicicleta. Y a veces como follar, si no se te da, no se te da, pero casi nadie te lo va a decir.

martes, 4 de noviembre de 2003

TRES O CUATRO COSAS DE ESTA AUSENCIA

TRES O CUATRO COSAS DE ESTA AUSENCIA

Ahora que nos hemos quedado cuatro patos en esta página, os confesaré que tenían razón todos los que aseguraban que no se necesitan drogas, que se pueden hacer las mismas cosas sin ellas. Confirmado. Yo el miércoles me fui al concierto de un amigo en Galileo. Estaba medio empanao, tenía una sonrisa tontorrona, le toqué la pierna disimuladamente a la chica de la izquierda con consecuencias y a la de la derecha sin, dije algunas frases sin sentido, fui muchas veces al baño, me meé en la manga del jersey, en mis desplazamientos por la sala pisoteé, empujé y tiré la copa a uno de cada tres, tenía muchos mocos, me quejé mucho del concierto, recordé con mi amigo las canciones que le compuse en BUP (sobre todo el jit "Francamente querida") y, al final, me quedé un poco dormido. Y todo eso sólo con dos cervezas.
Por lo demás, tengo a Madame de Merteuil con fiebre en mi cama, llevo un par de días haciendo de enfermero. El fin de semana la dejé sola y se enrolló con un mexicano. Todo el fin de semana. Como me gana por tres y le extraña un poco que yo me haya vuelto bueno (la edad, la pereza, la inteligencia superior de la nueva generación femenina...) pues voy a hacer un esfuercillo y me voy a liar con alguien. Bueno, no. Ay, qué esplín. Sólo me apetece con una que ya casi no me contesta a los mensajes. El caso es que Merteuil dice que yo soy más guapo y que el mexicano es más atractivo. Yo creo que no quiere decir lo que dice con eso. O es que soy un optimista. El caso es que, desde el principio, cada vez que le echo la bronca me dice "¡ay, qué ojos tan bonitos tienes!". Y, oye, que no pillé el truco hasta un par de meses después. Madame también se dio un beso con lengua con una chica de su clase. Y es que ella siempre va con dos lenguas de ventaja.
Y yo me veo un poco mayor para esas cosas y un poco alcohólico para el resto de las cosas. Mi drama es que me he vuelto alcohólico de vino bueno, que está carísimo.
También tengo a la chica de la radio, que estaba interesada hace un par de jueves. Betty no se lo creyó, que tiene narices que betty no se lo crea, pero güeno, también es verdad que yo daba tumbos, y que a alguna de sus amigas no les parezco demasiado interesante y creo que ella misma no tiene un alto concepto de mi físico ni de mi estilazo de bailar. Pero eso no lo es todo. Con la chica de la radio estuve un poco sobreactuado, le dije que la oí esa misma tarde, que estar ante ella era para mí como conocer a Mick Jagger. Yo esperaba que le hiciera gracia, pero se lo tomó en serio, que es otra forma de. No es lo mismo, pero vale. Lleva dos semanas preguntando por mí. La suya no es una gran emisora, y, como todo el mundo, prefiero la tele, pero algo es algo.
Durante este tiempo también he cuidado a mis sobrinas. Las llevé al parque y mi ahijada se comío la arena. Bueno, elegía las piedras con mejor aspecto. Es muy sibarita ya.
Silvia se ha despedido con un pico hoy. Dice que se ha traído un foie muy bueno y que me invita a cenar. Aprovecha para tocarme cuando hay un roce fortuito. Siempre que estoy con ella recibo una lección de buenas maneras, descubro cada vez cómo se sienten ellas conmigo.
Un domingo conocí a las hermanas Lumiere, que son impresionantes. En tantos sentidos. Les hice unos huevos cocidos y unas tostadas. No sé si lo saben, pero para que nos comiéramos esas cuatro tostadas tuve que quemar otras doce o catorce. Es lo que tiene la cocina, que es un trabajo muy anónimo y muy poco reconocido. Ellas no se quejaron nada. Si es que el secreto de una buena reunión es tener más bebidas alcohólicas que comida, y si ves que no, estropear la comida. Ahora estoy esperando a que me inviiiiten ellaaaas.
Por lo demás he ido a un montón de comidas y cenas y tal, estuve en las bodegas de Vega Sicilia, hice un par de litros de calimocho con un crianza estupendo y descubrí que el vino bueno no deja resaca. Todavía estoy explorando el hallazgo, ya os contaré, la ciencia va despacio. Por lo demás todas y cada una de las veces que he salido a trabajar a hoteles y chiringuitos he vuelto borracho, como hoy sin ir más lejos, pero en cambio, ya casi no piso los bares los fines de semana. Menos este sábado, que me fui al único bar guei de mi ciudad, pillé una cosa blanca y me pasé toda la noche bailando. Me preguntó Santi que si sus amigos se portaron como caballeros. Tanto tanto que salieron huyendo en cuanto se fue él. Y es que yo era el único que estaba un poco halloween ese día. Aunque no daba tanto miedo como los grupos de solteronas treintañeras de por ahí. Yo nunca llamaría solterón a un treintañero, por la cuenta que me trae, pero es que en mi ciudad lo son. Me presentaron a una diputada y su segunda pregunta fue si tenía un contrato fijo o era freelance. La primera trataba de averiguar mis inclinaciones sexuales ("inclinarme, lo mínimo, que uno ya no está..."). Valladolor está mu rara.
Merteuil me espera en casa, para que le haga un caldito, los muebles de Ikea para que los monte. Me estoy echando a perder.

lunes, 29 de septiembre de 2003

En el metro me siento al lado de chica con libro. Nos miramos de reojo. Ella lee Jane Eyre y yo las memorias de Casanova. Me ha parecido supercomplementario.

jueves, 18 de septiembre de 2003

MUERTO AL LLEGAR

MUERTO AL LLEGAR

"que al que nace martillo,
del cielo le caen los clavos"
"Otra victoria como esta y estamos perdidos". Pirro.

Vuelta al cole con la sensación de que todos miran a través de mí. Dos horas sintiendo que no me reflejo en el espejo, que todos saben algo que yo no sé. "Paranoia es tan sólo saber la verdad", escribió Burroughs. Casi todos me reciben con cariño, abrazos y eso. Casi. La cabeza me huele a pólvora, tengo cara de fiambre.
Comienzo mi vida miserable, de ahorros y abstinencias, yendo a casa a comer. Compro medio pollo asado. "¿No quieres tortilla?", "no", "¿y pimientos?", "otro día". "Como dijo aquél -se mofa la cubana dependienta de la pollería- hoy sí que tengo hambre, lo que no tengo es mucho dinero..." Pa mí que se me ve en la cara. Es una pasada lo de cocinar en casa, lo que ahorras y lo bien que se está. Aunque de momento la receta haya consistido en pasar el pollo del recipiente plateado a un plato. Es un comienzo.
Luego en el trabajo se me pasa el mal rollo, casi me desparece esa sensación. Casi. Huelo a cadaver.
Hablo con Merteuil sobre el futuro. Siempre hay que tener un plan B. Nunca había pensado en cobrar el paro. Cobrar el paro y escribir. Suena bien. O trabajar de colaborador, con todas esas ventajas y todos esos aeropuertos internacionales. Suena a música. A la banda sonora de Desayuno con diamantes.
Acaba el día, he sufrido mucho, pero he logrado cumplir horarios, he currado y he ahorrado, creo. Hago cuentas. Veamos, me llevo cinco, pongo seis, que no se me olvide eso... A ver, he escrito un folio y me he gastado 40 euros. Cojonudo. Para final de mes estoy en la cárcel.

lunes, 15 de septiembre de 2003

Me dice _ que estoy demasiado evidente en el msn. La verdad es que nisiquiera suelo estar, pero esta última semana de vacaciones he tenido una intensa messenvida, algo bastante absurdo. Eso sí, tengo mis atenuantes. En los últimos siete días he tenido dos ataques localizados de ansiedad/pánico y varios pequeñitos, he descubierto que estoy arruinado, he estado un par de veces en el hospital, me han salido granos por todo el cuerpo por una alergia indeterminada que se une a la de siempre que me tiene atascado, me ha sentado mal casi todo lo que he comido en las fiestas de mi ciudad, que encima, por una vez, estaba animadísima, he tenido fiebre día sí y día también, ejem, y diarrea, una medicina que creo que se llama Corticoles me ha jodido el estómago y me ha dejado flojo y sin mucho espíritu, se me han inflamado las encías, me duele una muela desde hace dos días, y, en fin, el comienzo de una relación a (puñetera) distancia me tiene tan ansioso como salido, supongo. Como para estar ingenioso y hablar de otra cosa que no sea La Cosa.
Pero no pasa nada, el miércoles empiezo a trabajar. Lo peor es que no consigo despegarme de la intuición de que lo peor está por venir.

miércoles, 10 de septiembre de 2003

HOUSTON, WE HAVE A PROBLEM

Houston, we have a problem,
We don´t want to get back.

Back to the earh – Carlos Jean

“Hagas lo que hagas, ámalo como amabas la cabina del Paraíso”, aconseja Alfredo a Totó en Cinema Paraísoº. De niño solía esperar en la sala a que mi padre apagara todas las luces del cine –programa doble, sesión continua hasta las doce y pico- y me hipnotizaba la sala vacía, con un silencio antinatural justo después de que hubieran pasado tantas cosas -las persecuciones de Mad Max 2, la violación de La naranja mecánica, los mamporros de Bud Spencer, King Kong en gris oscuro subiendo a un rascacielos, unas tetas saliendo de un camisón en Al este del oeste, de Pajares y Esteso, el Maestro Borracho dándole la alegría de su vida al Mono Parlanchín cuando le explica que no ha muerto porque se colocó una placa en el pecho, justo igual que Clint Eastwood en ¿Infierno de cobardes?, La guerra de papá, gracias a la que papá se compró el 131 Supermirafiori-. Mientras él estaba arriba yo me sentaba en el respaldo de una de las butacas rojas de la última fila para ver como el telón se cerraba lentamente y las luces se apagan una por una, de delante a atrás. Supongo que desde entonces siempre he amado las cosas que hago como amaba aquella sala, como un espectador único y solitario que cuando mira mira los engranajes, que acostumbra a ponerse en la última fila para asistir a todo casi desde fuera, que elige un tono melancólico pelín grimoso.
Tiene más mérito ser feliz así, porque lo que suelen producir estos ingredientes son filósofos depresivos y plastas meditabundos. A mí, sin embargo, el que casi cada momento del día se me haga de piedra al instante me viene sirviendo para saber lo que vale, para mejorarlo, no desperdiciarlo ni detenerme en él. Están los días de bajón, claro, pero en general pasé de saber que todas las jornadas tienen un atardecer que lo redime todo a descubrir que cada gradación lumínica del día es tan hermosa como los latigazos anaranjados del ocaso.
He sabido en cada momento lo que valía este regalo veraniego, lo he visto todo, no he pensado nunca en lo que pasaría cuando se apagasen las luces.
Y la pequeña Madame de Merteuil me regala un poema de Montero, ese poema que te viene como polla al culo (como dice mi amigo Luis) y te explica eso que tú sentías.

AUNQUE TU NO LO SEPAS


Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...



Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.


También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.


Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.


Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.


Así he vivido yo el paseo nocturno por la playa, con la camisa abierta, las conversaciones de horas en la terraza frente a la crema catalana y al Marqués de Riscal, mi llegada a la estación, cuando nos mirábamos con desconfianza y deseo, los paseos buscando bar, las botellas de vino, el baño en la piscina, los masajes pedidos y los ofrecidos, la ducha que me dio como a un bebé, las comidas en el chino o las cenas en el bar de los pinchos. El viaje en autobús, el primer encuentro en el hotel, los ratos trabajando mientras ella dormía en tanga a cinco metros -a veces la veía dormir, a veces me miraba trabajar-, sus asombrosas formas de hacerlo todo.
También he hecho magia. El primer beso en el ascensor, esos sorprendentes orgasmos, el desayuno en la cama, mis famosos espaguetis con gambas, su restaurante que le encontré inesperadamente abierto por un día, el poema que le escribí en la esquina de la playa, el baile en la verbena que apareció de pronto, los vistos buenos a sus perversiones, las preguntas acertadas en el Trivial, la medida exacta hasta su punto G, los versos rezados en la terraza, la mejor edición del libro que ella quería, la violación de mentirijillas junto al frigorífico, los cuadros que hacía aparecer en El Prado.
Y no lo disfrutaba menos porque supiera que era tiempo pasado, si no más, sabía lo que valía. Y no quería volverºº.



ººLa otra versión de las vacaciones la está escribiendo la deliciosa madame de Merteuil aquí.

ºEl DVD Nuovo Cinema Paradiso contiene una entrevista con un comercial de la distribuidora titulada El emblema de Lauren Films. No he querido ni verla, pero me imagino que habla de lo orgullosos que se sienten de una película que les rinde homenaje a ellos o a la gente con la que trabajan. La película habla de un mundo intensísimo que se fue, el de los cines de los pueblos. Hace cinco o seis años escribí un artículo de esos que salían con la foto de mi cara pensativa al lado en el que hablaba de "la ración invaluable de cultura que tuvo que suponer ver Historias de Philadelphia desde los bancos de madera, escuchar La marsellesa de Casablanca en la España de Franco, asistir siendo analfabeto a una peli de Billy Wilder", o algo así. También hablaba de lo poco que le interesaba a nadie salvar todo ese patrimonio cultural vivo que llevaba décadas haciendo libres a las zonas rurales y que ahora seguía siendo necesario. A los cines de los pueblos los mataron los espectadores, claro, que preferían irse al centro comercial de la capital más cercana. Pero el golpe de gracia se lo dieron las distribuidoras, supongo que con Lauren a la cabeza, que un buen día decidieron que no les resultaba rentable la estructura con la que mantenían sus ventas en los pueblos, dejaron de cobrar precios proporcionales al público que se podía lograr en ellos y comenzaron a cobrar los precios de las capitales, imposibles de cubrir. El resultado evidente iba a ser el asesinato de las salas rurales, la muerte de todos los cines paradiso de España. Por eso me jode tanto esa entrevista que no he tenido estómago para ver, porque no hay criminal más repugnante que el que se le roba las botas al muerto cuando ya no puede defenderse, el que se lo apropia y se atribuye sus méritos. Y a nadie le duele más que a sus herederos, a mí, que he crecido en todos esos cines que abría y cerraba mi padre, con esos edificios que imitaban toscamente el lujo de los teatros decimonónicos o pretendían los aires de grandeza imperial de los cincuenta o aprovechaban un convento mudejar y colocaban, con continuidad simbólica, la pantalla donde estuvo el altar. A, mí que he pasado horas en sus cabinas llenas de fotogramas desechados, la empalmadora, las bobinas, las viejas máquinas de carbones esquinadas, los clavos en la pared sujetando las hojas de censura y los comprobantes, los tacos de entradas y los carteles de las pelis de Bruce Lee y de las primeras tetas del destape forrando las paredes. Su historia es la biografía de mi padre. Mi padre, que podría haber ganado más dinero con otros negocios, pero sabe de sobra que con esto ha estado décadas, cinco décadas, desde 1945, ofreciendo diversión y cultura. "Esto es mucho más bonito, no es sólo un negocio. Hay veces que una película no funcionaba bien, pero la gente salía diciendo que le había gustado y te quedabas contento. Otras veces se llenaba el cine, pero todo el mundo se quejaba y te ibas fastidiado a casa".

sábado, 6 de septiembre de 2003

MANERAS DE PEDIRLO JUNTO AL MAR (oh, la constancia)
(reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo)


-Me pierdo en tus ojos...
-¡Gracias! ¿me haces una mamada?

-Vamos a hacer como que somos dos viajeros que tienen que compartir habitación.
-Vaaaale...
-¡Oiga salga de mi habitación!
-Pero, pero...
-blablabla
-blablabla
-blablablita
-Pues yo me llamo Magdalena y soy lesbiana.
-¡Uy, qué bonito!
-Jua jua
-Perdona es que tengo que coger una cosa de la mesilla.
-Oye juajua esas manos ¡jua!
-Uy perdone
-Tú eras de un pueblo ¿no?
-Sí, de una aldea perdida en la montaña en Zaragoza, grabaron dos episodios de Heidi allí.
-Jua jua, me encanta como te metes en el papel.
-¿A que sí? ¿me haces una mamada?

Las doce en la cama.
-A ver, he traído donuts, zumo, coca cola, jamón, queso, galletas de chocolate, pan, un pastel, empanada, tomates...
-¡!
-Gracias. ¿Cuando termines de desayunar me haces una mamada?

Noche en la terraza. Pierde al strip poker.
-Ahora tengo que mandarte algo... mmm... no sé, no sé qué pedirte que me hagas...

-Es que a mí los viajes siempre me ponen muy nerviosa
-Oye, pues si ves que te relaja me puedes hacer...

-Jo, de verdad que me da mucha pena que te vayas, que ha sido muy bonito y me estoy poniendo triste.
-¿Quieres que te haga una mamada?

lunes, 1 de septiembre de 2003

En la esquina del día

EN LA ESQUINA DEL DÍA

En la esquina del día y de la playa
la silenciosa Merte se despliega.
Ignora a lo que sabe, a lo que huele,
no conoce las gracias que derrama
ni el sendero de pétalos que pisa.
Hoy tiene pensamientos de una frase:
"El agua está muy fría.
También quiero volar.
Estoy contigo".

miércoles, 27 de agosto de 2003

Un amor de verano

UN AMOR DE VERANO

El sábado por la tarde nos conocimos. Nos emborrachamos por toda la feria de Málaga. Fuimos a mi habitación a que me metiera unas rayas. Charlamos. Salimos. “¿Has visto lo bien que me he portado?”. “Demasiado bien”. Así que la besé en el ascensor. Salió del hotel flotando. Yo ya flotaba desde hacía un rato.

El domingo dormimos juntos. ¿Qué tal fue?, me preguntó fire. Pues hubo mucho cariño. Qué iba a haber con el pedo impresentable que llevaba. También mucho sexo oral. Hablar, hablar, hablar hasta que el blanco sol malagueño terminaba con la noche. No, no terminaba nada, sólo empezaba. Empezaba el día y a ella se le quedaba en la garganta un te quiero tímido que quiso salir muchas veces en aquellas horas de camas con ruedas que amagaban con rompernos la cocorota en cada cambio de postura, lo nunca visto. Me invitó a su casita de la playa, en la costa de Cádiz. Allí ella me cuidaría, me observaría mientras escribo, inventaría una fantasía para cada noche. A cambio me pidió que la afinara. Me pareció un buen trato. Nos regalamos algunos adelantos.

Lo que pasó la noche del lunes ya lo he contado, aunque sigo sin entenderlo, sus motivos, su comportamiento, mi reacción. Esto lo que menos. Cuando aquél tipo, el menos colocado y sin embargo el más cortito de los tres, lo convirtió en una competencia, tuve que competir, y ella se fue conmigo, como pensaba hacer desde el principio -“a él le beso, pero contigo me voy a acostar”, me había dicho la primera vez-. Y con mis condiciones. Pero eso sólo hace que entienda aún menos el resto.

El martes, fuera de mis cabales y después de vagar y beber y masticar bajo el sol la duda dolorosa de lo que podría pasar si me quedaba, decidí que valía la pena arriesgarse. Durante todo el trayecto hasta su pueblo traté de adivinar con cuál de las dos protagonistas de Las amistades peligrosas se había quedado al final –ya me había hablado de elegir entre ellas en un mensaje muy anterior a todo esto-: Madame de Mertieul o Felicite. Pensé en volver a explicarle que en ambos casos yo tenía que ser el vizconde de Valmont. Nada más que eso. Pero tampoco menos. Llegó la hora de las explicaciones, hizo un breve amago de fingir que no se acordaba de nada y luego aceptamos pulpo, me prometió para luego una carta con explicaciones más sensatas, y yo no quise revolcarme más en ese sentimiento tan ajeno a mí, los celos, que se habían colado en un resquicio de mi (cada vez más) rara cordura tal vez viajando en un grumo de cocaína mal cortada. Quería dar carpetazo, pero no podía. Los gestos sospechosos se sucedían en torno al móvil, ese chivato. Los celos se convirtieron en obsesivos, no dejaron sitio en mi mente para nada más. Era una sensación fea y nueva. Se me quitó el hambre, me encerraba en largos silencios, maquinaba. Mentiras, puede que piadosas, abrazos, intentos de recuperar la confianza... Agotados, nos dormimos.

El miércoles le robé el móvil, lo llevaba yo, le espié todo, me porté como nunca hubiera imaginado (y recordemos que nos conocimos el sábado). Por la noche, por fin me cambié de tema. Sentados en una terraza, marie brizard y batido de almendras y dátiles, sentí una sensación casi física en mi cabeza, como si se deshiciera un nudo. Mi estómago se relajó, sonreí. Aquella noche volvimos a estar tan cerca como el domingo, sólo que, ejem, como el día anterior, en una casa llena de gente que pasaba continuamente por el salón en el que pasábamos la noche como pasan las noches los cuerpos imantados.

El jueves todo volvía a estar en su sitio. Hicimos la compra. Me dio una palmada en el culo y me dijo “anda, compra unas natillas de caramelo”. Sabe hacer una cosa con las natillas de caramelo. Me puso una dieta, me restringió las cocacolas, ante el cachondeo del resto de los compañeros de casa. Me dijo que me quedara en la piscina mientras me traía el periódico. “¿Te acompaño?”, “no, quiero tratarte como a un rey”. Por la noche nos dimos un paseo larguísimo junto al mar, nos sentamos en unas hamacas, descubrí que está llena de vida, descubrí gestos historias, suspiros, breves gemidos cuando la rozo. Decidí que quería seguir descubriéndola. No he encontrado nada que no me guste.

El viernes me dijo que me sentara en la terraza mientras me traía el desayuno y luego me fui a Madrid. Por la noche me preguntó enfadada que por qué le había borrado el teléfono de aquél tipo. Le conté que lo hice el miércoles cuando decidimos que todo estaba bien y que la había avisado. Le pareció bien, pero yo me empecé a preguntar por qué había buscado su número cinco minutos después de que yo saliera de allí. Dice que fue por casualidad, buscando otro número. Me pregunto que habría sido de Sherlock Holmes si hubiese creído en el azar y no en la causalidad, si no hubiese profesado el deductismo y la elección de la opción más probable. Habría acabado en Scotland Yard, supongo. Pero no importa, ya no tengo la cabeza taladrada, ya me divierte también que exista la posibilidad de que ella sea la Madame de Merteuil más perversa con la que me he topado.

El sábado vuelvo a Málaga, ella me espera allí, dice que se ha encontrado con fire. Hablo con fire y me dice que ella le ha contado que yo quería que la cuidase durante mi ausencia. Vuelvo a hablar con ella tres horas después y me dice que muuy bien con fire y que nada de irnos al pueblo, que nos quedamos en la feria. Joer con las nuevas generaciones. Con este carrerón, con está relación de años comprimida en una semana, yo había pensado, qué ingenuo, que a lo mejor ya podíamos hacer algo normal, no sé, ir al cine. Valmont tendrá que ponerse las pilas.

martes, 19 de agosto de 2003

En la encrucijada

EN LA ENCRUCIJADA
Podría contar cómo nos conocimos, lo sorprendente de que supiera más de mí que yo mismo, el primer beso en el ascensor, cómo se nos han ido enredando unos gramos de más de dulzura en lo que iba a ser un historia veraniega de besos y literatura. Cómo me ofreció su casa junto al mar, hacer de musa y amante. Pero este no es ese post, por desgracia. Este empieza anoche en un estúpido after de Torremolinos en el que yo me desabroché la camisa para bailar y me acerqué a ella y al otro tipo. Incómoda, dijo que fuéramos a la pista los tres, pero se quedaron a mitad de camino. Y me fue presentado, entonces por primera vez, el monstruo de los ojos verdes, del que sabía por Otelo que se inventa historias, conversaciones, gestos, roces. Pero yo no soy de esa cofradía, sólo soy un paranoico. En una conversación de hace mucho con bob me dijo algo tan lúcido como que nuestra paranoia no era tal, porque siempre acertábamos, así que sólo puede ser una intuición inteligente que anticipa situaciones, intenciones, palabras. Un sexto sentido basado en lo que sabemos.
-Si lo haces me picaría, pero no me jodería- le dije en teoría sin venir.
Cuando volví del baño, allí estaban, besándose, atentos a la puerta por la que no salí.
-Si me besas a mí también, no pasa nada. Podríamos hacer un trío...
Todavía no sé lo que pasó, pero me quedé fuera. Dijo que me lo iba a explicar hoy. Descubrí que me importaba más de lo que creía. Y no, no era orgullo. Esa no era la mejor manera de descubrir sentimientos, pero bueno, los hallazgos son lo que hacen que se mueva el mundo, aunque se te caiga una manzana en la cabeza y te haga un chichón.
Cada vez que me daba la vuelta lo mismo, y no cuadraba, no cuadraba lo que hacía con lo que me dijo después, con lo que yo ya suponía. Y mis opciones no valían: o conmigo o si quieres hacer esto, cuando no esté yo o me voy. Pero no.
Todavía no sé porque tuve que quedarme y verlo tantas veces. Pero lo que me dolía era que a mí me dedicaba caras serias, "ahora no puedo pensar en eso", gestos tensos. Y a él sonrisas. Sólo eso me dolía. Y la obligué elegir, y no quería obligarla, porque esperaba que lo hiciera ella sola. Y que me eligiera a mí, claro.
Cuando volví al hotel di vueltas alrededor de las camas hasta que hice un surco, hasta que todas las situaciones se desgastaron en mi cabeza volada, hasta que agotado caí en la cama.
En algo menos de una hora me despertaron para que abandonara la habitación. Y aquí estoy, vagando por Málaga, llamando a fire, a betty, a ella, y todo son contestadores y calles atestadas de bailarines y vasos abandonados, y calles desiertas bajo el sol. Consigo perderme, llevo encima una resaca depresiva de tres días de coca, con lo que eso supone, es como respirar boqueando, como dar saltitos con los pies forrados de plomo para asomar la cabeza por un pozo que te ahoga de una manera muy oscura y muy desgarradora y muy sucia. Quien lo haya probado lo sabe.
Y no sé si ir o no ir, no sé si ya nada será como pensamos. Y llevo horas dándole vueltas como un imbécil, resolviendo encrucijadas al azar. Y no sé si llamarla o volverme a Madrid. Y no sé en que quedó con aquél tipo.
Y cuando ya por fin no tengo ni idea de donde estoy ni quién soy ni qué hacer, saco un poco la cabecita para buscar una cabina, un cordón teléfonico umbilical que me traiga a betty (su tono de cuando la comprensión y el cariño, por favor, lo necesito), a mi padre, a miguel, a bob, a fire, a una voz amiga para contarle que todo va bien o que todo va mal, ya veremos. Y encuentro el teléfono y busco la tarjeta que no está porque me la he dejado en la otra cabina, en el otro extremo de la ciudad, a saber dónde. Y cuando estoy maldiciendo mi mala suerte empiezo a sangrar por la nariz y no puedo arreglarlo, no puedo arreglar ya nada (no habrá pañuelos de seda/ para limpiarme la cara).
Y mientras camino pálido bajo los cuarenta y cinco grados malagueños que vacían las calles por donde paso tratando de detener la hemorragia, me sobreviene por fin esa confortable sensación familiar. He tocado fondo. Y suspiro aliviado y se me deshace el nudo del estómago y sonrío por primera vez pensando que, ahora ya, haga lo que haga, nada de todo esto es importante.

jueves, 14 de agosto de 2003

Paradoja

PARADOJA
–¿Ves como hablas mucho por teléfono?
Es la tercera vez que la chica del Burger King me dice eso. Es que con la factura de la recarga del móvil te regalan un burri menú. Siempre me dice algo, como por ejemplo "¿estás atendido?", cuando sabe que sí que estoy atendido.
–No, si hace como diez días que no vengo.
–Es que como siempre vienes en mi turno...
–¿Lo puedo hacer gigante?
–Sí (...) pero no te puedo dar el regalo, porque las promociones no son acumulables.
–Bueno, no importa.
(...)
–Toma, el regalo. Pero no se lo pidas a mis compañeros ¿eh? pídemelo siempre a mí.
Me alejo con el regalo pensando que lo mío con la chica del Burriquín es imposible, porque, por una parte, por pura ley de probabilidades, cuanto más mensajes mande por el móvil más posibilidades hay de que me cace una chica extra hamburguesera, y por otra, si sigo viniendo a comer rata me voy a poner como un churrasco y dejaré de gustarle.

sábado, 9 de agosto de 2003

Busco mecenas

BUSCO MECENAS
Estaba yo una mañana de junio tranquilamente tranquilo en mi trabajo, sin meterme con nadie. "¿Hiciste al final la declaración de la renta?". "¡Coño!". "Pues es el último día".
Después de horas y horas sentado en una cafetería, leyéndome las instrucciones y haciendo las cuentas a mano (incluídos porcentajes que se salían de la hoja) opté por llamar a mi redactor jefe para pedirle que me hiciera las divisiones (" el 18,72% de 5.678,78678633", de verdad te lo digo que es el único santo de mi santoral). A las 2 menos 2 minutos conseguí un resultado: me toca pagar 300 euros. ¿QUÉ? ¿Para eso me paso toda la mañana matando neuronas, que se me ha quedado la cocorata como un solar? En fin, que lo siguiente fue una carrerita y encontrarme Hacienda cerrado. Y como Hacienda somos todos pero yo no tengo llaves, después de suplicarle al de la puerta, me contó que para los rezagados y los tipejos abrían un par de ventanillas por la tarde. Me fui a mi trabajo pensando que tenía que haber un error. O muchos. Volví a hacer las cuentas y efectivamente, que alivio, había metido unos cuantos datos mal. Ya con el programa Padre, que me ayudó con las cuentas y también a experimentar un complejazo de Edipo, descubro que efectivamente no son 300 euros, SON 500.
En fin, después de aquéllo todo ha ido cuesta abajo economicamente, me impuse un control de gastos y nada, las facturas del viaje a México no las pasé y ahora tengo que esperar a que acabe el verano, las brujas no me devuelven la fianza las muy brujas. Y etcétera. Y piense lo que piense todo el mundo no me he gastado casi ná en drogas.
En fin, que visto lo visto decidí consagrar mi verano a la literatura. ¡Por fin iba a escribir mi libro! Pensaba irme a la casa del pueblo, bici, piscinita, cesped, cerca de Madrid, cerca de mi extraña tierra natal... En cuanto lo dije en casa, mi hermana y mi hermano pequeño se apuntaron a ir después de años sin pisar el pueblo. COmo dice mi hermano César, el cuarto: "en esta casa te haces un bocadillo de mierda y quieren todos" Peeero... mi padre decidió alquilársela a unos portugueses diez minutos antes de mis vacaciones.
Así que, a lo que iba, que necesito un mecenas. Alguien que me deje una casita del 20 de agosto al 19 de septiembre, no sé, cerca de la playa, donde puedan visitarme las musas, donde los vecinos no oigan mis ronquidos de cuando estoy inspirándome, donde haya una mesa y una silla y una cama. A cambio ofrezco derechos de autor. Mmmm, un 5%, que calculando por lo bajo estará entre los 5 y los 50 millones. Sí yo también creo que más cerca de los 5 (euros), pero si tú crees en mí como autor es el momento de demostrarlo. Pon un gorrón en tu casa.
(y el 15 voy a la feria de málaga y el 23 al sonorama)

viernes, 8 de agosto de 2003

NO ME VUELVO A ENAMORAR

NO ME VUELVO A ENAMORAR
Me desperezo en la cocina y frente al espejo del baño frente a mi ventana frente a mí se estira la larguísima vecina semidesnuda; desde la ventana del salón se ven, a cualquier hora del día y de la noche y en alto picado, decenas de ombligos callejeros a través del escote; crispi se va a ir por segunda vez con su nuevo novio a los mismos sitios gaditanos en los que estuvo hace un año menos un mes comiendo atún de almadraba conmigo ("será perra", le digo a Ana cuando me lo cuenta); Silvia me escribe para decirme que ahora que es rica se aloja en un spa mientras escribe el libro y que tiene una habitación doble y que vaya; MJ, mi ex, me llama porque se va a Tunez y quiere que le dé algún consejo ("llévate un abanico"); la chica del curriculum me anuncia que también va, igual que yo, a la feria de Málaga ("¿hay que hacer algo? ¿desnudarse?", "¡pues claro que hay que desnudarse!"); lo único que quería de la niña era quedarme con la sensación de que se admitían devoluciones (esa patada al diccionario tan confortadora de las dependientas de mi ciudad "...y si no te queda bien lo puedes descambiar", aunque sepas que nunca encontrarás el ticket, ni el ratito para volver a la tienda, ni la tienda misma si me apuras), pero sólo he conseguido ver que todo es tan irreversible como la propiedad de estos ojos color miel tan parlanchines que tengo; mis comentarios siguen llenos de chicas encantadoras; tres becarias de la revista de arriba (las eligen por la foto, cada vez estoy más seguro) vienen a pedir un ejemplar, les doy una lección tonta sobre el azar y las posibilidades profesionales y prometen que bajarán a invitarme a un café. Y yo con estas barbas de luto nórdico.
Ahora que soy soltero, prometo aplicar el método cartesiano a todas mis relaciones. Ahora que soy soltero, lo único que le pido a la vida es un amigo que se llame Tento, para estar siempre con Tento.

jueves, 7 de agosto de 2003

El último refugio

EL ÚLTIMO REFUGIO
El último refugio de las personas libres no es la esperanza, es el sentido del humor. Yo sin él, sin poder reirme de mí en los peores momentos, no soy nada.

martes, 5 de agosto de 2003

V Y F INVENTARIUM (a la manera de Atxaga, claro)

V Y F INVENTARIUM (a la manera de Atxaga, claro)

42 revistas,
21 periódicos de los últimos tres meses,
18 tebeos,
5 libros,
7 botes de productos cosméticos, algunos vacíos,
3 toallas usadas simultáneamente
8 cajas de cartón,
1 abrigo de cuero cuarteado por el sol,
1 botella de ron,
1 botella de coñac,
6 despertadores, 5 de ellos estropeados,

una nota arrugada bajo el radiador.
"No sé cómo no me di cuenta, si no es la primera vez, si no sé si será la última, que todo aquello, lo de primero uno, luego otro, no era el qué, sólo el síntoma. Como lo de Ana la Cocainómana con el camarero, como lo de la innombrable con el buitre. Todo empezó, qué estupidez, a mediados de junio después de una comilona de carne en un centro comercial. Celebrábamos algo, lo de siempre, ella a mí, yo a ella, pero qué estupidez, si a ninguno de los dos nos sientan bien las parrilladas con gula ni los centros comerciales. Ella se impacientaba mientras yo elegía doce libros de poesía. Yo no quería ver bolsos. Yo quería ir al cine y ella sí y luego no. Pensé que no iba a depender de los caprichos de nadie. Pensé, por primera vez, en presentarle mi egoismo a ese amor perfecto de ojos brillantes y gritos al teléfono ("¡bombón!") y madrugones inéditos a cambio de un ratito de pieles pegadas y almas voladoras. Junto a la taquilla dijo que hiciera lo que quisiera, se fue, la llamé, no se volvió. Y, agazapadas, pero nunca muy lejos, vieron su oportunidad las sombras de nuestro peor pasado para caer sobre nosotros, envolvernos y aplastarnos y asfixiarnos y atarnos, convertirse en una estúpida losa de plomo que nos pegaba los pies. Acortamos, en un instante, la vida de la sensación más dulce que nunca habíamos tenido hasta entonces, porque ángeles y demonios nos tenían envidia y nos inocularon durante un minuto, suficiente, la mezquindad. O quizás porque ambos somos autodestructivos y no nos conformamos con que todo vaya bien. "Esto me suena, ya lo he hecho, no pienso ir detrás de ella". "No quiero hacer todo lo que él diga porque él lo diga, ya sé lo que es eso". Qué estupidez no darse cuenta de que no nos conocimos en blanco. Su espalda desapareciendo por las escaleras mecánicas no era sólo su espalda, la mirada que sentía clavada en ella mientras se alejaba era también la mirada de otro."

(((bajo la nota encontramos una caja con objetos alineados alfabeticamente:

Unas gafas rayban con un pequeño rayón
Unos pendientes de oro de 18 kilates con forma de sombrero charro
Una botella de aceite de oliva de cuello alto
Un beso en una servilleta
Un cuadrado de oro con la letra "B"
Una colcha que fue un vestido
5 poesías manuscritas y manchadas de hierba
Una luna y una estrella fosforescentes
2 pulseras desgastadas que antes fueron colgantes
Varios mensajes aparentemente copiado de un móvil. Como "Te quiero querer", "xq no contestas bicho malo", "de ti no me he olvidado ni un momento en todo el día, no estás allí, estás aquí", "estoy cruzando los dedos para que tengas billete, que se me han olvidado tus besitos y tus mimos. Y tus ojos. Y tu mirada. Millones de besos y mordisquitos" y otros que no podemos reproducir en este inventario
Un vestido blanco de bordado mexicano doblado cuidadosamente
3 discos sentimentalmente poco significativos
Uno que sí
Un tornillo de cama
Un antivirus
Un paquete de Winston con una leyenda en letras de tinta azul, picudas e inclinadas hacia la derecha: "acuérdate de mí que te quiero mucho mucho. Eres un cielo por aguantarme."))))

"Una encrucijada para darnos cuenta de lo frágil que era todo aquello o para aprender, poco a poco, a mirarnos con desconfianza. Su amor no resistió y el mío no puede saltar sobre lo que ya es imposible porque aquélla vez no podía ser sólo yo y ella debía ser ella y otra más. Teníamos que hacernos perdonar los pecados de otros y ninguno de los dos sabíamos cómo. Entré y me senté solo en la butaca sintiéndome idiota, pensando en cómo pedirle perdón. Regresó porque no quería que su maldita cabezonería le costase tan cara y me buscó a oscuras por la sala. Tarde, tarde ya. Y aunque mi orgullo no era contra ella ("menos mal que has vuelto, no sé dónde estoy ni cómo llegar a casa"), y aunque su rencor no se dirigía a mi pecadillo ("siempre hay que hacer lo que tú quieras"), algo se había roto, crack, en nuestro corazón.

jueves, 31 de julio de 2003

Inventario

INVENTARIO
Hicimos castillos en el aire tan hermosos que nos permitimos vivir en sus ruinas.

martes, 29 de julio de 2003

Mugre y (mi) sexo en Jerez de la Frontera

///MUGRE Y (MI) SEXO EN JEREZ DE LA FRONTERA///

JUEVES POR AHÍ
"Tengo los billetes, pero no he conseguido asientos separados". Con este emotivo mensaje al móvil comenzaba el fin de semana de hostilidades entre mi amigo Lucifer y yo en el Espárrago Rock, un festival cuyo nombre supone un ratito de chascarrillos si le pides un día para ir a tu jefe. Suena mucho mejor Internacional de Benicassim, pero me aburro, no conozco a ningún grupo, hay muchos modernillos. Bueno, el año pasado estuvo bien, fui con crispi, no recuerdo nada de sexo en la tienda de campaña, creo que no existe el sexo en la tienda de campaña, pero sí conservo escenas imborrables. Después de una noche de bronca monumental ("¡me das asco!, eres un guarro, estás echando los hielos en la botella y están sucios de tierra y de meados", "pero crispi, si los estoy cogiendo de mi vaso...") vino una mañana de reconciliación (sentados en un bordillo del pueblo se disculpó. "Anoche me pasé". "Sí". Silencio. Silencio en el que ella aprovecha para meterse el dedo en la nariz. "¡Mira un moco!", y yo, escandalizadísimo y con razón "¡¡¡y yo soy el que doy asco, y tú me llamas guarro a mí!!!"). Si es lo que yo digo, que otra cosa no, pero esta chica sabía zanjar los asuntos.
Ocho horas de tortura, intentando convencer a Lucifer de que los cuatro euros de la almohada inflable eran una buena inversión ("luego que no tienes pasta"), hasta que en la siguiente parada las vimos a dos euros (JUAJUA). Tablas.

JUEVES EN LOS CONCIERTOS
Aterrizamos, dejamos las cosas en consigna, Luci se compra 10 pastillas por 10 euros cada una. Y luego que yo gasto. Los grupos son locales, con algo de flamenco, Telephunken puede ser que estuviera bien, pero quién se acuerda de nada con la prisa que teníamos. Bueno, sí, descubrimos dos locales imprescindibles dentro del recinto: hamburguesería Conchi y Superpatata. Luci me abronca por decir porros, le parece muy folclórico. A él le avergüenza un poco salir conmigo, porque no soy nada moderno y hago frases completas con sujeto verbo y predicado y así no te comes una rosca. Lucifer tiene un master en comunicación callejera que lleva años perfeccionando, aunque pa mí, que se ha quedado un poco en los 90, con Bowie, T-Rex y Courtney Love. Le sigue funcionando de vez en vez. Menos cuando sale conmigo, claro. Yo es que quiero que me quieran como soy, hay que entenderlo, si no pa qué. Quién sabe, podría pasar. También es verdad que las últimas veces que se me ha acercado una rubia se la he desviado, hablándola de él y de lo malo que es. Pero no me lo va a reconocer. Hola Lucifer, no me lo vas a reconocer.
El caso es que, no sé cómo, se acabó la noche, y allí estábamos, maldiciendo la idea (mía) de dejar la tienda en consigna. Acampamos haciendo corro con unos de una ciudad de por allí en un sembrao junto al bar que con toda probabilidad se iba a convertir en un infierno de sol en picado y tecno ratonero por las mañanas. Recuerdo haber puesto un par de clavos que Lu me quitaba para colocarlos en otro sitio.

VIERNES POR AHÍ
En cuanto salió el sol el viernes, aquello era, efectivamente, un infierno de calor justiciero y malditos bongos y salí hacia las duchas comunales empapado en sudor. Cuando llegué me di cuenta de que era el único vestido de pies a cabeza de la cola. Bajo la atenta mirada de los 50 amiguitos que venían detrás de mí me metí en el agua con mis pantalones presuntamente blancos. Una vez empapados, me quité los pantalones y la camiseta y todos seguían mirándome. Se me cayó el tapón del gel y cuando me agaché me di cuenta de que tenía el pito fuera y saludando. No sería la única vez en la que tendría que avergonzarme profundamente.
Después de horas de peregrinaje en varios vehículos para llegar a la ciudad y dar una vuelta ("pero hombre, habrá que hacer algo de turismo", "pero vamos a ver ¿tú ves a alguien que esté a las tres de la tarde, con este sol, visitando Jerez?"). Después de un satisfactorio paseo en el que no vimos nada ("vamos hasta allí, que eso parece un edificio histórico") nos volvimos a la tienda.
-Lucifer, me acabo de encontrar un dilema moral.
-A ver...
Una bolsita de polvo blanco apelmazado semienterrada que se le tenía que haber perdido a uno de los vecinos.
-Trae pa cá.
A mí me gusta eso de tener cerca a un amigo que te resuelva los problemas morales, porque yo soy un poco amoral y no distingo bien. De verdad que no sé para qué me mandaron a un colegio del Opus y a uno de jesuitas si luego resulta que no me he enterado de nada. Si luego no tengo valores, bueno, tengo uno, lealtad, que no sé muy bien dónde lo he aprendido, en el cole no creo, pero sólo ese. Y además, ni siquiera servían para vigilarte, que recuerdo que en COU entré 6 veces en todo el año a primera hora y pocas más a segunda. A ver ¿para qué estaban los gordos muros de dos metros y medio, el Eusebio y los delegados pelotas que pasaban lista? También entonces dormía bastante bien. Luego en casa lograba que me firmaran una carta indeterminada: "ha tenido que ir al dentista". "¿Has tenido que ir al dentista todos los días?", "es que tenía una avería..." En fin, que espero, para que a nadie más le pase lo que a mí, que en la clase de Hecho religioso se enseñen listas de lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, quedarse con la coca de los vecinos está bien, y ya está, y no tienes que andar preguntando siempre.
Lucifer, para tranquilizar mi confusión moral, me recordó que gracias a ellos habíamos tardado tres horas (dos de ellas bajo el sol mortal) y tres caros vehículos en llegar a Jerez por la mañana. Iban con el coche vacío, les pedimos que nos llevaran y desaparecieron para no tener que hacer un favor, aunque fuera gratis. Lucifer no está cómodo con los andaluces, dice que ellos son muy desconfiados y que nunca van a hacer nada que suene a generosidad, supongo que eso les parece quedar como tontos. Algo de eso vimos por ahí. A mí me gustan mucho en cambio, quiero vivir en Andalucía algún día pronto. Puedes hablar con cualquiera, porque nunca parecen pensar, las pobres, que tengas ningún propósito más allá del buen rollo y el intercambio verbal.

VIERNES EN LOS CONCIERTOS
Entramos y vimos a los Delincuentes ("yo no me junto con lo malos, los que manejan, ni los guapeaaaos") y a mí se me caía la baba, pero necesitábamos dopaje, así que fuimos a Superpatata a comernos un kebab. Los festivales son así, puro vicio. Luego hablamos con una gente... luego con una gente... y vimos a unos grupos... No sé, juraría que la noche comenzó a hacerse muy vaga. Ah, sí, vimos a Los Planetas. "Quiero que sepas que ha sido un infierno estando contigo, el infierno no es tanto castigo, te pareces bastante a Satán". Se la he dedicado ya varias veces a Lucifer y no me canso. Por lo demás son malos en directo y parece que salgan al escenario a pasarlo mal. Era como si les cayésemos fatal. Aunque vete a saber, tal como iba yo, igual era otro concierto.
Al final de la noche, por fin, una chica le ofreció algo de beber a Lucifer, y como yo estaba en mi mundo, pero por allí cerca, le dio el vaso a su amiga la rubia y le dijo que se ocupara de mí y me lo ofreciera, señalándome con el dedo índice tan discretamente que casi me lo mete en el ojo. Ella se acercó para encontrarse con un tipo en bañador, mocasines, calcetines de rayas multicolores y una camisa blanca abierta (o sea, todo sin nigún sentido) (a ver ¿por qué llevé sólo ropa blanca a un festival que debería patrocinar una lejía milagrosa). Como además tenía los ojos inyectados en sangre y abiertos como platos y la sonrisa del Joker, dijo ¿quieres? y me dio el calimocho como si fuera el palo de la carrera de relevos. Si no quedó la primera quedó la segunda, porque no la volví a ver.
Cuando llegamos a la tienda, la peor montada de todo el camping por aclamación popular, la parte de arriba se había volado, los amarres se habían soltado y en fin, el interior presentaba un aspecto imposible para una estancia de sólo una noche. Me acordé de betty que el miércoles, en nuestra tarde en la hierba, decía admirada "no sé cómo lo has hecho pero has conseguido desordenar el Retiro". Miré a nuestro alrededor y había llaves, revistas, tabaco, restos, bolsas, calcetines, zapatos... Todo mío y todo dando una sensación no de desperdigamiento, si no de desorden. Es un don.

SÁBADO POR AHÍ
A la mañana siguiente, la del sábado, me despertó Lucifer que no sé de dónde venía y me pilló en canicas. Cuando llegué a las duchas me di cuenta de que era el único en calzoncillos, pero ya a estas alturas... Después de un rato peleándome con las piedras del suelo y con el interior de mi ropa interior, decidí bajármelo hasta las rodillas ante el respetable, porque así no había quién se enjabonara. Empezaba a tener complejo de Shin Chan.
Por seguir con el tema mugre y para no ahorraros ningún detalle repugnante os podría contar como estaban los baños del Espárrago (tres días sin limpiarse)... Mira, os lo voy a ahorrar, así me lo ahorro yo de paso. Intentaré olvidarlo el resto de mi vida.
Ese día fuimos más listos y en vez de comer en la gran ciudad lo hicimos en un restaurante campestre de por allí. Recuerdo como mis argumentos en la conversación que el capitalismo encaja perfectamente en la naturaleza humana y la justifica, mientras que el comunismo requiere un esfuerzo artificial de todos a la vez y por eso no funciona. Como además el segundo tema que saqué fue Amaral, "estuvo genial el año pasado, cantando en sujetador y a cuatro patas como una perra", pues la chica que comía con nosotros se agarró a la silla, atemorizada. Tiene razón Lucifer, que así no vamos a ninguna parte, pero quien quiere ir a algún sitio, lo que importa es el camino, que decían Homero, los Argonautas, los peregrinos jacobeos y la Pantoja haciendo El Rocío.

SÁBADO EN LOS CONCIERTOS
Entramos y tocaba Barricada, que a éste le gustaba y a mí pichí pichá. Hasta que sobre el calvo antes melenudo que cantaba pasó una estrella fugaz. Mientras sonaba "sólo quiero ser más rápido que ellos, echar todo a perder un día tras otro y un buen rato después saber llegar a casa antes de que el sol me diga que es de día" pedí que La Niña se curase, que quisiera curarse. Y me puso de buen humor, porque me encanta que ese sea mi deseo, porque eso es que mi vida está bien y porque se va a cumplir porque se tiene que cumplir.
Teníamos la pasta justa y decidimos bebérnosla. Al primer litro de cerveza yo ya estaba inarticulativo, se nos había olvidado cenar. Nos sentamos en un suelo a hablar sobre mujeres, un tema siempre renovado y del que somos grandes teóricos, y fijamos cuatro sitios absurdos en los que quedar si nos perdíamos: donde estaba el muerto la primera noche (un borracho que luego nos encontramos en la estación de autobuses, no estaba muerto, estaba de parranda), en el cartel de cocacola, junto a los baños y cerca de ese contenedor de basuras tan móvil. Gracias a nuestro plan perfecto, y sin batería en los móviles, nos asegurábamos de que si nos perdíamos, nos perdíamos para siempre.
Vimos a los Funkillos, que son unos pesaos, vimos a los Orishas, que zalamean al público como sólo los cubanos pueden hacerlo, no como Amaral, que es tan sosa la pobre. La muy perra. Gracias a los Orishas me enzarcé en una conversación sobre hip hop en español con un entendido (pero a ver ¿es que yo he oído alguna vez un disco de hip-hop? el caso es dar guerra). Con Amaral bailé como un pijo con unas pijas y luego vino lo mejor: Fangoria.
Yo es que como soy un ignorante musical y nunca voy a un concierto (de ahí y de más cosas el título de la página, ¿veis?), no había visto a nadie. Y me emocioné tanto que hasta me puse en plan fan ("en el espacio hay un astronauta solo, flotando aqui en la Tierra la señal que manda se va apagando"), y no hacía más que decirle a la chica de detrás "¡qué buenos son!", y ella le gritaba a Alaska en un ciclo periódico eufórico "¡ere la mejó!". Llamé a bob en un frustrado intento de compartir el momentazo que él ha definido así: "qué lindo llamándome pese a tu incapacidad para el mundo del móvil (una mañana de estas, la china enana que habita tu celular va a salir de él, harta de tocar el xilofón para que te despiertes, y te va a dar de hostias :-))". El guitarrista me tiró una púa y yo me giré para regalársela a una chica cualquiera que en un primer momento se pensó que la iba a pegar, por la energía. Le escribí una nota a Nacho Canut y luego se me olvidó tirársela. Mejor, porque no entiendo nada de lo que pone.
Y luego Carlos Jean, mister Jean, pero qué requetebueno. Me pasé el rato antes del concierto convenciendo a todas las desconocidas con las que me cruzaba para que fueran a verlo. "Como sigas animando, lo vamos a ver solos", sentenció Lucifer.

Luego la cosa se descontroló, ya me entendeis.

DOMINGO POR AHÍ
Para mi última ducha, con la cabeza como un bombo, me llevé el bañador, dejé mis zapatos a una distancia prudencial y decidí no enseñar la colita por un día, ya que nadie lo hacía. Encendí la ducha y al principio todo iba bien, pero de repente dejó de salir agua. Me enjaboné pacientemente pensando que se había cortado y que ya volvería y vi a unos tíos detrás de mí descojonándose. Me di cuenta de que lo que pasaba es que el cable de la ducha se había soltado y el chorro apuntaba hacia la lejanía. Me puse en la trayectoria muy dignamente y seguí duchándome. Los quillos seguían riéndose. "¿Zon tuyo ezo zapato?". Mis preciosos Camper de piel, los únicos zapatos buenos que tenía, justo situados donde caía el agua, snif. Jarto ya, decidí quitarme el bañador y ponerme los zapatos, hala, que esto parece una excursión de teresianas. Como todas las buenas obras pankis tienen su recompensa en esta vida, al lado del único tipo desnudo, se situó la única chavalita que se duchaba en tanga de todo el festival. Una sonrisita me quitó la resaca, que es que yo soy así.

-No mira, Lucifer, nuestro autobús es el 3, debe de ser uno especial que han puesto para los que no hemos follado.
-Pues vamos a ir muy anchos.
...
-Que no, hombre, ¿ves?, ya trae unos cuantos feos de San Fernando.