martes, 27 de noviembre de 2007

Al hilo de un post que he leído por ahí se me ha salido para fuera por fin una teoría que tenía atragantada en forma de ideilla por aquí por allá. Que desde luego, no hay una gran conspiración para que todos los telediarios nos cuenten lo mismo. Que se trata más bien de un edificio construido a base de renuncias diarias, como ladrillos de Tetris. En tiempos poco heroicos como estos, las grandes opresiones no nos llegan en forma de latigazos verticales, sino que somos nosotros los que las afianzamos con cada rendición cotidiana. Y las grandes revoluciones llegarán, si es que llegan, en forma de negativas individuales. Por eso es tan bueno tener alrededor ejemplos de libertad porque sí, gente que nos demuestre que las cosas pueden ser de otras maneras, que casi nada es obligatorio. Cumplen una función social. Inevitablemente, sale alguien afeándole el post o la vida, perros bien adiestrados (y no sonará tan fuerte si me califico a mi mismo de perro mal adiestrado, que nacimos esclavos como Espartaco, oiga).
Todos lo hacemos, claro, todos nos tenemos que rendir varias veces al día. ¿Los periodistas más? Yo no voy a inventarme una vocación de periodista combativo que nunca tuve. Pero si incluso yo que nunca he querido ganar nada y por eso nunca he tenido nada que perder me fui rindiendo solito, sin nadie que me estoqueara… qué no habrán hecho aquellos con ambiciones. La de pagar la hipoteca o la de seguir trepando.
Por fijar dónde me rendí, me pongo a recordar algunas cosas de los comienzos. Recuerdo mi primer texto creativo. Leído en directo en la radio, escrito, de hecho, en directo, en lo que se presentaba el programa. Era la crónica del entierro de una ilustre. En lugar de contar lo típico, quién había venido al pueblo, el parte meteorológico, las declaraciones de afecto, los pésames…, relaté los codazos (literales) para salir en la foto junto a la ministra, las impúdicas carreras sobre las tumbas, el limitadísimo interés de los que allí vinieron por la muerta o su obra. Cuando terminé de leerlo, levanté la cabeza por primera vez, no sabía si lo había leído bien ni si lo había redactado para que se entendiera. Era la primera vez de muchas cosas. Hubo un silencio en el estudio de aquella cadena episcopal. Todo el mundo me miraba esperando a ver lo que pasaba ahora. Recuerdo que la crónica terminaba con la palabra “mierda”, la frase debía de ser: "y todos hemos puesto nuestro granito de mierda". Y que la presentadora se repuso para decir que el programa no compartía necesariamente la opinión de sus colaboradores. Luego a micrófono cerrado aulló que a partir de ese momento leería ella todas las crónicas de los de prácticas. Creo que empezó entonces. O con el estupor horrorizado del jefe al que le llevé la crónica de una exposición, contada desde el punto de vista de una estatua, y no tenía más opción que publicarla o dejar una página de periódico en blanco. O del que me cambió la respuesta con la que empezaba la entrevista a una azafata de la vuelta ciclista.
“-¿Te gusta el ciclismo?
-No, pero eso no lo pongas.”
O quizá todo empezó verdaderamente cuando me censuré yo por primera vez y corté una pregunta sin respuesta de un reportaje.
“-El secreto de la menestra está en rebozar las verduras una por una.
-¿Los guisantes también?
-…”
Como se ve no eran ocasiones épicas. Pero eran mis cositas, una forma marciana de hacer periodismo con la que a lo mejor sólo me reía yo. Creo que lo he ido dejando. Y eso que en ningún caso me echaron a puntapiés, ni siquiera me dieron una mísera patadita. Pero entendí que eso no se hacía, como una foca amaestrada. Qué ganas de soltar la pelotita de una puta vez. Y cuando lo haga, sin duda, algún otro galeote vendrá a hablarme del morro que tengo. Pues salte tú también de la noria, burro.

Eh… como ya tengo poca práctica en lo de los posts, creo que me he desviado del tema central. Lo que quería contar es que los males del periodismo moderno vienen de la base, que se ha quedado anticuada porque todo lo demás va a toda velocidad, de culo, cuesta abajo y sin frenos, que se decía en mi pueblo. Primero, en las facultades deberían enseñar que la autocensura está prohibida, que luego ya vendrán las empresas con la extracensura. Y que la manera de seleccionar y exponer los temas de interés está mal planteada o ya no vale. Que quizás la actualidad y la inmediatez no tengan que ser los criterios ante los que se cieguen los editores y redactores jefes. A lo mejor, la noticia no es siempre que un hombre muerda a un perro que se va a poner bien mañana sino que que hay un perro mordiendo a un hombre en China desde 1981 y, aunque parezca mentira, al que le duele la pierna es a ti..

viernes, 27 de julio de 2007

RECOMENTARIOS

COMENTARIOS Y RECOMENTARIOS. (a vueltas con el amor)

Mi post:

El amor es un tópico. No hay nada nuevo que decir sobre el amor y su sombra, el desamor. Puedes descender a los pozos de tu inteligencia y rebuscar las palabras precisas sobre él, que luego, al reducirlas cartesianamente, se quedan en un refrán o, con suerte, en un verso. Collige virgo rosas, el tiempo lo cura todo. Puedes intentar razonar con él, cogerlo del cuello, desmontarlo a la manera de los relojeros, pero el resultado de tus trabajos va a quedar inevitablemente a tiro de piedra de Corín Tellado. Es tan tópico que incluso el que sientas que nadie alcanza la altura de tu vuelo o la bajura de tu dolor, que pienses que estás solo porque no puedes explicarte ni ellos entenderte, ya nos ha pasado a todos.
Y eso no es ni bueno ni malo, sólo da una pista definitiva sobre su esencia, sobre lo que el amor es.


Comentario de un gamberro en los comentarios:

Que nos pase a todos (o que sea, como tú dices, tópico) no quiere decir que no sea importante: la muerte también nos ha de ocurrir a todos y nadie se atreve a decir que es intrascendente. Y alguien debe decirte que traer a colación a Corín Tellado es un recurso retórico bastante barato, tan inocuo como si te hubieras referido a Petrarca. Disfrutar el amor o padecer el desamor nada tiene que ver con esa especie de arrogancia del sentimiento frente a los demás que tú, más furioso que virgen, denuncias. Me limito a recordar que de poco le sirven al doliente (por desamor, por enfermedad o porque se le ha muerto el gato) las frases hechas, aunque sean en latín.
¿Qué es el amor? Supongo que un complejo de emociones, pensamientos de cierta clase e impulsos primitivos. Imposible reducirlo a una fórmula, demasiado absurdo intentarlo; sólo podemos dar rodeos en torno a él y conocerlo a través de sus efectos. Y sí: no es bueno ni malo, pero es real y en ocasiones vivísimo.
Me perdonarás estas palabras porque ya me conoces: a menudo defiendo que la lucidez no siempre es cínica.
Me alegra tu regreso por estos pagos.


Mi respuesta:

Comentario de MI texto:
habla de mi imposibilidad para comunicarme contigo aquella noche, para decirte lo que pienso sobre lo que sentías sin que sonara a frases hechas, a citas de Corín Tellado, a versos gastados en el mejor de los casos. Cito directamente o indirectamente lo que me decías “ahora me dirás que el tiempo lo cura todo [como ejemplo de frase hecha]”, “eso que me dices es de libro de autoayuda”. Y doy mi versión de por qué todo (te) suena así. Porque es que es así. Es un tópico, no hay nada nuevo que decir sobre él ni nada nuevo que sentir. Incluido tu malestar porque no te entendía. Claro que no te entendía, no estaba sintiendo tu confusión, tu dolor y tus mareos. Pero recordaba como me sentía yo entonces, cuando lo sentí. Y, sobre todo, no podía dejar de darle vueltas a lo tonto e inútil y escaso de sentido que es todo lo que yo pasé por tan poca cosa visto desde aquí, desde ahora. Así que eso es prácticamente lo único que podía decirte aquella noche. Que todo pasa. Y pasa tanto y tan drásticamente que hasta te da vergüenza recordar que lo pasaste tan mal por esa tontería.
Y la última frase queda a la interpretación de cada cual, que cada uno es cada uno. Yo tenía una clara entonces, pero ya no me acuerdo. Supongo que tenía que ver con que el amor es un comportamiento aprendido o un instinto genético y no tiene el valor único y la entidad propia que nosotros le queremos otorgar.

Comentario de TU texto:
tampoco hay nada nuevo que decir sobre la muerte, al menos hasta que alguien vuelva de allí y nos cuente algo que no sabemos. No le quito importancia, hablo de uno de sus aspectos o de una de sus consecuencias más significativas.
Veo que me das la razón, efectivamente, todo lo que se diga sobre el amor termina convirtiéndose en un recurso retórico barato, a eso suena, a Corín Tellado a un refrán o, en el mejor de los casos, a verso de Petrarca. Inocuo, retórico y barato.
Me temo que cuando padecemos el amor y el desamor no podemos evitar la arrogancia del sentimiento, ese creer que nadie puede ponerse en nuestra piel. Es uno de sus síntomas, a eso iba, yo lo sentí, tú lo sientes, es universal, me temo. Y si no me crees, como textos de consulta te remito a Corín Tellado (“nadie podía entender nunca el alcance de nuestra pasión”), la poesía (“tiznado por la pena, casi bruno/ donde yo no me hallo no se halla/ hombre más apenado que ninguno” Miguel Hernández) o el refranero ( “Juzgan los enamorados que todos tienen los ojos vendados”).
Y efectivamente, de poco le sirven al oyente las frases hechas, en versos esculpidos en un pétalo de amapola o en prosa zafia que te rechina en los oídos. De poco, de nada. ¿Y por qué no sirve de nada? A lo mejor eso es una pista.
Y sí, el amor es real, como es real un verso que está en tu cabeza. Olvídate del verso y deja de existir.
Me temo que estaba siendo menos cínico que cartesiano. O al menos lo intentaba, pero con literatura, claro, lo que pasa es que igual con literatura no se entiende nada, pero en fin...

jueves, 5 de julio de 2007

La primera sandía de la temporada me la comí hace tres semanas en Roma. Salía de Stazione Termini. Tenía todo el fin de semana por delante. Tantísimo tiempo. Las termas de Diocleciano al frente, las romanas minifalderas y asustadizas esperando en el paso de peatones, la mussoliniana Piazza de la Reppublica apareciendo de pronto. Y en una esquina un puestecillo de frutas con grandes trozos de sandía a un euro. Le hinqué el diente y me supo a verano. A todo eso del verano, infancia, césped, tiempo, yo, yo nuevo. Venga va, lo voy a poner: libertad. Más a cada mordisco. Pasé por las Quatro Fontanas de Bernini mordisqueando la cáscara. Más.

La segunda sandía de la temporada me la comí hace dos semanas en Venecia. Era parte del desayuno del gran hotel, con su propio canal con yatecitos. Un poco menos roja y más domesticada. Partida en cuadrados. Sentados junto al canal, en la terraza, desayunando con pocas palabras. Merteuil me dijo: creo que deberíamos dejarlo por una temporada. Hubo un silencio largo. Luego yo dije esta sandía está un poco pasada.

martes, 3 de julio de 2007

"Como el futuro empieza hoy, les anuncio una medida de gran alcance. Cada familia con residencia legal en España recibirá 2.500 euros por cada nuevo hijo que nazca en nuestro país".

Zapatero, esta mañana en su discurso del Debate del Estado de la Nación.

Me alegra mucho saber que mis impuestos (300 euracos en la Renta, la cuarta parte de mi devaluado sueldo el resto del año) sirven para que ZP consiga titulares en el Congreso para tapar un poquito las bombas que le ponen aquí y allá. Me tenían preocupado. Creí que se iban a poner a facilitar de verdad los alquileres para resolver de golpe el acceso a la vivienda y el estallido de la burbuja inmobiliaria en la cara de la peña. O que iban a invertir en llenar el vacío fiscal que producen las desgravaciones salvajes a las grandísimas empresas (grandísimos listos) que se cubre con los impuestos de los trabajadores (la mayoría de las compañías del Ibex 35 terminan el año sin pagar ni una pesetita y con espectaculares subidas en sus ingresos y ganancias). O que iban a arreglar lo de que hasta el más inmundo carguillo tenga un Audi y coma en restaurantes del cojón como si se fueran a acabar el mundo o los solomillos. O, en general, que iban a hacer algo por aquéllo del reparto de la riqueza, antes de que la clase media muera en nuestros brazos.
Pero no, ahí están, haciendo titulares con mi pasta. Menos mal, porque si no tendría que justificar, en general, mi opinión sobre la condición humana con sillón y cargo y, en particular, el por qué no les voto ni a ellos ni a ninguno, ni ahora ni nunca.

lunes, 2 de julio de 2007

El amor es un tópico. No hay nada nuevo que decir sobre el amor y su sombra, el desamor. Puedes descender a los pozos de tu inteligencia y rebuscar las palabras precisas sobre él, que luego, al reducirlas cartesianamente, se quedan en un refrán o, con suerte, en un verso. Collige virgo rosas, el tiempo lo cura todo. Puedes intentar razonar con él, cogerlo del cuello, desmontarlo a la manera de los relojeros, pero el resultado de tus trabajos va a quedar inevitablemente a tiro de piedra de Corín Tellado. Es tan tópico que incluso el que sientas que nadie alcanza la altura de tu vuelo o la bajura de tu dolor, que pienses que estás solo porque no puedes explicarte ni ellos entenderte, ya nos ha pasado a todos.
Y eso no es ni bueno ni malo, sólo da una pista definitiva sobre su esencia, sobre lo que el amor es.

jueves, 21 de junio de 2007

Decíamos ayer

DECÍAMOS AYER

Vengo de una cata horizontal de ternera, que todo el mundo me pregunta, ¿es comer ternera tumbado como los romanos? Pues no, es comer ternera de la misma añada pero de distintas vacas. Ya, yo tampoco lo entiendo. ¿Una cata vertical es comer ternera de la misma vaca pero de distintos años? ¿una cata vertical se hace con gente que te cae mal?
Le estaba viendo venir. Era un señor con un tipín Michelín y una barbita al estilo Jaime de Mora y Aragón (¿alguien se acuerda?). Cuenta que ha abierto el local que acoge la cata para los amantes de la gastronomía. O sea, para políticos que no quieren que les llamen chorizos en un concurrido restaurante y para furbolistas que no quieren mezclarse con la plebe. Como Beckham. Gastrónomos. Cuenta que para comer en el local hay que ser socio, porque no quiere patosos que se emborrachen y gente… bueno, chusma. O sea que quería montarse un bar pero sin las cosas que odian los bareros y que adoramos los borrachines. Así que le estaba viendo venir. Y se lo pregunté. Oiga, esa insignia que lleva, ¿qué es? La Cruz de Malta. Vaya, la Cruz de Malta (todo con mayúsculas) ¿y eso qué es? Levanta una ceja, duda entre la condescendencia y la vanidad, pero se decide por la última. Es una orden, la de los Caballeros de Malta, yo soy Caballero de Malta (mayúsculas, mayúsculas). ¿Y cómo se consigue? Bueeeeeno. La versión corta. Pues es muy complicado, es por familia, hay que tener algo de sangre noble… Y cuando voy a hacer la pregunta fundamental, ¿y para que sirve? el tipo me ve venir a mí y me dice “no dejes la puerta abierta al salir ¿eh?”.
Le veía venir desde el principio, estaba dudando entre un nuevo rico o un hermano menor de alguna familia aristocrática, que son los que se dedican a la mesonería de altura, bodegas y clubes de gastrónomos y viajeros. Los pobres, presumiendo de amistades plebeyas, despilfarrando las últimas goticas de sangre azul, tratando de retener, sin mucho éxito, los aires de grandeza que se respiraban en casa, invirtiendo lo que queda de las últimas tierras vendidas en negocios ruinosos, porque les queda el pudor de los hidalgos a trabajar con las manos en algo que no luzca (y que viene de Platón, ojo), desprendiendo aromas de pueblo porque la globalización les ha igualado por abajo y no pueden desprenderse de una vulgaridad que horrorizaría al abuelo monárquico.
De eso va a ir mi libro, de los recuerdos de un hombre que enterramos en mi pueblo una mañana de sol de hace un mes. El último de un linaje que provenía de la reconquista. Que murió solo. Que encargó que sus cenizas descansaran en el cementerio del pueblo en el que sus antepasados ganaron las tierras y el título, en un funeral sin llantos, rodeado de unos hijos que no le conocían y charlaban del estado del panteón familiar y de dónde habría que dar una capa de escayola. Él, que había hecho fiestas nudistas y reuniones espiritistas nunca vistas en su palacio, que había alimentado gorrones a punta pala y había puesto leones en lugar de perros para cuidar su jardín (hasta que los regaló porque comían cinco pollos diarios cada uno) y había leído todas las noches junto a la chimenea de una biblioteca inagotable que me ponía los ojos como platos. Quinientos años nada más y se acabó. La historia conclusa de una familia. Alguno de sus hijos pedirá la Cruz de Malta.

(Y este post lo he hecho por lo que siempre los hago, por una genio, para que vea que hay gente más inadaptada que ella –y eso no quiere decir que les vaya mal– y para que se fugue conmigo).

jueves, 18 de agosto de 2005

PEGGY SUE SE CASÓ

PEGGY SUE SE CASÓ

Me gustan las películas de viajes en el tiempo. Hasta las de Van Damme. Me chiflan especialmente las de aquellos crononautas que visitan su pasado y arreglan todo lo que hicieron mal, aunque estén llenas de paradojas y no tengan ningún sentido. Yo no es que fantasee mucho con eso, pero a veces me gustaría haberme despedido de la gente que he perdido de una u otra manera. Incluso de los que sí me despedí. Porque los adioses, si se dan, se dan siempre justo al final, un instante antes de la separación. Y esos no me valen. Porque lo que yo quisiera es haberme despedido en el momento en que tú eras tú y yo era yo y nuestro amor estaba intacto. Entonces sí que me hubieras entendido y sí que habría tenido cosas que decirte. No sé, despedirme por ejemplo en una de nuestras últimas juergas hilarantes del amigo al que no sé por qué dejé de ver, decir adios a aquella chica en uno de los últimos ratos de cama sin preguntas, cuando todo estaba bien y todo era deseo y planes. O a mi madre en uno de sus últimos paseos por el pueblo o a la tia Carmen cuando aún conservaba esa memoria prodigiosa de 90 años. No cuando todo se ensució de lágrimas, odio o indiferencia o cuando el fin se nos echaba encima, sino en nuestro mejor momento, cuando aquél instante parecía indestructible.
El lunes se me ilumino esta mente de chatarrero y vi diáfanamente lo que va a pasar. Calcule los tiempos y el proceso, cómo y cuándo me iba a quedar sin Selina. Y decidí despedirme. Sin motivo aparente, claro, porque era una tarde tranquila después de un día feliz, y estábamos tumbados en la cama y nos acariciábamos y nos mirábamos a los ojos y nos brillaban los ojos. Le conté algunos secretos, le revelé que la espío cuando anda por la casa, le expliqué cómo siento sus presencias y sus ausencias, cómo disfruto tanto del viaje juntos en autobús o en avión como del sitio al que llegamos, qué poemas y qué canciones son sólo suyas, cómo me ha ido enganchando esta relación poliédrica llena de bandazos y cambios que la volvían distinta cada pocos meses, en qué cosas me ha hecho digievolucionar y de qué estoy más orgulloso, cuáles son los hitazos de estos últimos dos años. Porque se cumplen dos años de aquellas absurdas noches malagueñas y yo lo único que quiero es que las recuerde y no haga nunca como que no existieron. Porque yo sé que las recordaré y no quiero ser el único. En lo demás estaré solo, no se lo he ocultado, y me esperan tiempos difíciles que quizá no entenderé, porque no creo que pueda volver a encontrar mi cosa-rara gemela. Para una carambola como ésta hay que entrenar mucho y yo cada vez soy más burro y aprendo menos, así que no creo.
Ella se puso a llorar, juraba que después de esa conversación no iba a pasar nada de eso. Calculé que se olvidaría de ella a los tres días. Ha tardado dos. Quiere que pasemos más ratos juntos, que luche por ella (eso le gustaría, los dos peleando por ella a base de caricias, regalos, pic-nics, salidas y citas literarias, y son estas cosas las que la hacen tan encantadora) y no sabe que, digan lo que digan, no pienso competir. Cree que la estoy intentando reconquistar, pero eso es porque no me ha escuchado bien, lo que estoy haciendo es despedirme. Sólo he prometido disfrutarla hasta el final, ser más que nunca su confidente y su amante, su compañero de juegos. Memorizar sus gestos, su postura cuando llego a la cama y ella ya no me espera, sus canciones extemporaneas y sus bailes en el salón.
El absurdo prestigio de los números redondos que tanto cabreaba a Vila-Matas (con razón, cumplía 50) me sirve de percha para enviarle regalos de segundo aniversario que en realidad están hechos para no quedarme con las ganas de haberle hecho regalos. Las vacaciones me dan la excusa para llevarla a la costa que siempre he querido compartir con ella. Todo se alía para que la despedida sea tan completa como pudiera desear y vuelvo a tener la sensación de que hay alguien velando por mí.
Anoche me hablaba conmovedoramente de las cosas que he perdido y de cómo recuperlas. Y tiene razón, y lo voy a hacer, pero no para que esto no termine. Porque todo ha pasado ya antes de suceder, como en un cuento de Borges o en un tragedia griega, y por una vez he conseguido volver para despedirme .

jueves, 21 de julio de 2005

veranito

veranito

Lo bueno de pasar el verano currando en este bochornoso Madrid es que el jefe, cuando me amenaza con despedirme, no puede decirme aquello "...y cuidadito que hace mucho frío fuera". yo creo que ya no tiene ganas ni de echarme la bronca. Yo tampoco. Casi que le apetece que haga las cosas bien. A mí también. Pero las hago mal, he perdido un poco de muñeca, que le vamos a hacer. A ver si la recupero en uno o dos posts. Anteayer, volviendo a casa, un tipo me llamó desde el coche, me quité los casquitos me arrimé, sacó la cabeza por la ventanilla y me preguntó "¿no teneis aire acondicionado en esta calle?". No me dio tiempo a contestarle que eso era un poco más allá, en las calles de las marquesas. Yo vivo al lado de la casa o la ex casa de Emilio Carrere, igual por eso ando un poco jorobadito ultimamente. Allí, esta noche, como cada noche me enfrentaré a la típica inquisitoria madrileña: ¿me muero de calor con la ventana cerrada o me paso hasta el amanecer oyendo bocinazos?. Esta noche creo que me espera Selina (antes Madame de Merteuil) extendida en la cama con la típica inquisitoria vital que venimos sufriendo desde la noche de los tiempos: ¿pasamos calor o mucho calor?

viernes, 8 de julio de 2005

ZANAHORIAS

ZANAHORIAS

he abandonado tantas cosas durante tanto tiempo que ya no sé reconocer, como solía, el momento en que estoy tocando fondo y debo de esbozar esa sonrisa, ya sabeis.
siempre he tenido claro que todo esto iba a llegar, es más, puede que lleve toda la vida preparándome para combatirlo. lo que pasa es que me faltaba experimentarlo así, seguidito.
y es que lo aterrador no es el palo.

viernes, 11 de febrero de 2005

EL CHINO DE LOS GREMLINS

EL CHINO DE LOS GREMLINS
Ayer hice mi debú televisivo. Era un número de baile vestido de chino, con un bastón de majorette, una peluca de paje y un cocodrilo de peluche. En un carnaval, claro. Y en la tele nacional. Al principio avisé a un par de amigos. Luego a otros diez. Luego a la familia. Luego quedamos todos en una casa para verlo. Pedimos bebida y comida nos concentramos delante de la tele, me di la mano con la chica de mi izquierda. Nervios, intriga... Al final salí DOS segundos, al fondo, bailando como un borracho que se había colado en plano. Exactamente tal y como se lo había explicado a todos. Se me quedaron mirando todos con cara de terror y sintiendo mucha vergüenza ajena. ¿Y para esto has avisado a tu familia? Selina se lo dijo a sus padres y fue la primera vez que me vieron. Luego, nadie me mandó ni un mensajito. Y lo peor es que a todo el mundo le pareció que iba de cabaretera. De chino, coño, del chino de los gremlins, ¿es que no habeis visto el cocodrilo? Selina dice que tengo piernas de cabaretera.

lunes, 31 de enero de 2005

CUMPLEAÑOS TOTAL

Mañana es su cumpleaños y le daré a elegir entre italiano y japonés y se quedará con el japo, pero sólo para jugar con los palillos y con todo lo demás, me dirá una y otra vez So-Ho en lugar de sí, inclinará la cabeza y se ofrecerá como geisha, lo ensuciará todo, simulará sin mucho éxito que le gustan mis regalos, calculando el precio, se abrazará a mí por la calle, llorará un poco porque se siente muy vieja, hablará sin parar por teléfono, le brillarán los ojos, me dará besitos en la cara, se emborrachará conmigo y me violará, sin duda, le dará miedo pensar en algunas tonterías, pero no temerá a las cosas importantes, las que asustan de verdad, me mentirá un poco en cualquier cosa, eso es un clásico, estará, sin saberlo, más guapa que nunca, con ese pelo como comestible y esos ojos de muñeca flotando en el triángulo de las Bermudas, me lo aguantará todo también, y yo, retorcido, pensaré que tiene que haber algún motivo oculto para todo esto. Cuando me mire, quizá navegue entre el cálculo y la humedad, entre el amor y el confort, pero yo no sabré lo que piensa, estoy condenado a nunca saber lo que piensa.

jueves, 20 de enero de 2005

¡ESTABAIS AHÍ!

¡ESTABAIS AHÍ! 4 de mis 5 preferidas me han dejado un comentario, jaja, ya sé quienes eran las locas que me hacían esas 4 visitas semanales...
Que sepais que todo se arregló, la revista de tendencias de al lado me prestaba unos ¿pantalones? de esos de medio millón, pero con los que te avergonzaría encontrarte con tu abuela por la calle. Al final vino un amigo y me trajo otros.
Y luego se me olvidó una mochila en el autobús y me subí a un taxi y le dije "siga a ese bus". Toda la vida queriendo decir la frase, y mira, en vez de un "siga a la elegante nudista del perrito, a la refinada morena del instrumento de viento, a la sensual rubia que camina sin pisar el suelo, a la pálida princesa malvada o a la bella taxista del deportivo metalizado" tuve que conformarme con un "siga al 21". C'est la vida en prosa.
Bueno, dadme un poco de tiempo para desentumecerme y esperad, esperad cosas nuevas de mí. Poneos en lo peor.

miércoles, 19 de enero de 2005

MAÑANA, RÉGIMEN

MAÑANA, RÉGIMEN

ALGUNAS COSAS han cambiado desde entonces, una de ellas, al parecer, mi talla. Me he puesto unos pantalones blancos de pana, de pata ancha y con muchos bolsillos. De cremallera y botón de click que no me terminaba de abrochar cuando estaba delgado, así que esta mañana, ni de coña. Supongo que en los setenta me hubiesen estado bien en todos los sentidos. Pero cooomo iba a renunciar a ponerme estos pantalones del pasado un poco color crema –¿o que están viejos?– que NO me pegan nada pero me traen bonitos recuerdos.
A fuerza de soportar la presión como una valiente la cremallera ha terminado por cascar. Totalmente, desintegrada, sin remisión. O sea, una parte de un trozo de una pieza debajo de la impresora, otra al archivo y otra por ahí va. Si me levanto se me caen, incluso para sujetarlos necesito las dos manos. Quiero irme a casa.

martes, 18 de enero de 2005

Podría volver

Podría volver
pero no vuelvo por orgullo simplemente
si ya juré nunca volver debes creerme
que cumpliré con mi promesa está por ver
Y si me dices que no puedes olvidarme
en este mundo nadie es indispensable
puedes vivir sin mi igual que yo sin ti
y si me dices que yo soy toda tu vida
y como en todo lo que hay vida existe muerte
y yo no quiero ser la muerte para ti

Y podrás pensar
que me dolió que me dejaras y es muy cierto
y como tu comprenderás todo este tiempo
sufrí bastante y pensé nunca volver
y si me dices que sin mí te pones triste
eso tuviste que pensar cuando te fuiste
seguro que por ti ya nada puedo hacer
y si me dices que me quieres y me quieres
y si me pides que regrese y que regrese
juré que nunca volveré y no volveré.

Y podrás pensar
que me dolió que me negaras y es muy cierto
y como tu comprenderás todo ese tiempo
sufrí bastante y temí nunca volver
y si me dices que sin mí te pones triste
eso debiste pensar antes de irte
seguro que por ti ya nada puedo hacer
y si me dices que me quieres y me quieres
y si me pides que regrese y que regrese
juré que nunca volveré y no volveré

los planetas versioneando a Rocío Durcal que cantaba una canción de Juan Gabriel, juas.

miércoles, 22 de septiembre de 2004

LA DE ULISES

LA DE ULISES

que tardó 15 años en recorrer una distancia como de mi pueblo hasta Cádiz, anda ya, lo que pasa es que no quería volver, que las aventuras enganchan, que eso de no estar muy seguro de dónde te vas a despertar mañana, de qué desventura borrará hoy las de ayer, de si estarán tus pantalones debajo de la cama por la mañana, nos pone cachondos a Ulises y a mí. Pero si nos hubiésemos quedado, la historia se habría visto desposeida de su único sentido,
contarla,
sabíamos que aquí nos íbamos a despertar en la misma cama, que buscando bajo el desorden aparecería sin duda la ropa interior e incluso la cartera, que no iba a ser tan fácil toparnos con una encantadora que nos secuestrara en su dormitorio.
pero aquí estamos
por un alto sentido del deber o porque se nos acabó la pasta.

viernes, 17 de septiembre de 2004

Parece que fue ayer

PARECE QUE FUE AYER

Si no fuera porque es imposible, yo diría que ayer mismo estaba en La Habana, que el puñetero huracán no tiró ni una mísera torre del aeropuerto, pero llenó los vuelos de ese día y nos evacuaron a un hotel, que usé mis influencias para asegurarme una plaza en el siguiente y conseguí una habitación en la planta ejecutiva y un asiento en Business, que mientras hablaba de todo ello con el director, la morena del pantalón rojo y los ojos grandes me sonreía desde la barra, que cuando me quedé solo con mi daiquiri y pasaron junto a mí me decidí a seguirla hasta el comedor, que me invitó a sentarme con ellas, que la invité a dos daiquiris y el segundo nos lo tomamos en mi habitación, que no quiso besarme cuando se lo pedí, pero espero dos minutos para lanzarse (lanzarse) sobre mí, que asesinamos al pato de toallas que estaba sobre la cama, que le arranqué su pantalón rojo y sus bragas empapadas, que me rasgó la camisa y me hizo marcas por todas partes, que rodamos mucho, que gritamos bastante, que miramos el Malecón desde la ventana y nos duchamos juntos, que le gustaban mis ojos pero no mi barriga, que cambié mi plaza de Business por la de la chica que se sentaba a su lado, que cogió su avión a Milán, que se fue.

Que sí, que te he pegado los tarros con dedicación y toda la elegancia de la que he sido capaz, pero que no he dejado de pensar en ti ni una sola vez, que si he vuelto ha sido sólo por ti, vida mía, que este curso te voy a querer más que nunca.
Ah, y que he aprendido un par de trucos, yatusabes.

domingo, 22 de agosto de 2004

MOJAMA Y POESÍA

MOJAMA Y POESÍA

Estoy en una playa gaditana
a un metro de las olas, a mi espalda
una señora gorda canta bingo.
Yo, muerdo la mojama.
Y leo a Roger Wolfe o a alguien parecido.

Y aquí vienen mis cosas esenciales.
No sé qué hacían aquí, en la playa de Cádiz.

Ya no soy de un lugar, no de un sólo lugar
y me asombra saber que hay playas esperándome,
que seré yo otra vez en algún pueblo
que no sea mi pueblo castellano
donde no queda nadie.

Las palomas me rozan los ricillos,
los niños me rebozan en arena,
el sol se echa a dormir sobre el castillo
y se escoña la pobre winsurfera.
La morena me mira fijamente,
y abre lento las piernas y las cierra . . .
me entero de que he puesto la toalla
demasiado pegada a los servicios,
el guiri más hermoso del albergue
se hace arrumacos con la brasileña,
y me dice Walt Whitman que se atrae la materia.

voy a darle un besazo a la binguera.

sábado, 31 de julio de 2004

DIARIO DE GENOVA. DIA 1.

DIARIO DE GENOVA. DIA 1.

me las arreglo muy bien sin ti
salvoalllegaralacasaesenormeylefal ta sabor

No te echo en falta en nada ya ves
salvoensoplarteenlacarayoirtereir

me las arreglo muy bien sin ti
salvoenabrilyaquitodoslosdiasson dea bril
(la buena vida - caruso)

bueno, he estado tan liado, no se, me estoy haciendo responsable o algo y estoy en el trabajo hasta tan tarde. el caso es que no me habia dado cuenta de que no he preparado este viaje hasta que me meti a fumar en ese banio del aeropuerto de roma. ni me he traido una guia ni un libro de frases ni nada que me ayude a entenderme con nadie ni a escaparme de lo que me espera.
5 horas de aeropuerto avion hasta llegar aqui. me toca un tipo muy raro en el primer avion, a mi me parece muy bien que la gente se afeite la cabeza, yo lo hare proximamente, sera un cambio a mi melena camarondelaislatuenestebarnoentras. pero echa un vistazo a lo que haces antes. si tu cabeza esta llena de recovecos, vertice, extranios caniones y areas de descanso no lo hagas. la naturaleza es sabia y te hizo peludo, la tecnologia va a lo suyo, pero es lista e invento sombreros de todas las alas y pelucas de todos los tamanios y rizados si te estas quedando sin pelo.
bueno, pues ese tio que parecia un extraterreste no hacia mas que refunfuniar. solo me he levantado dos veces, mas una que he pegado un salto porque pense o sonie que me ahogaba. y resulta que es el unico periodista espaniol que ha venido conmigo.
por lo que he visto en los aeropuertos las italianas se dividen en chicas de ojos grandes (casi siempre reforzados por una sombra-punietazo del copon) que miran muy lejos -muy lejos de mi tambien- y chicas de expresion y voz dura entre las que se lleva sobre todo el look jipiguarro.
me he ido a dar una vuelta por el puerto, para ver si me metia en algun lio, pero el puerto de genova es un gran centro comercial. asi que he hecho lo que corresponde a mi edad y condicion: comer y beber. me he metido donde iban los musicos y currantes de por aqui. un calzone y una botella de vino blanco. tengo un pedo como un copon de mil pares de hostias, claro. ni lo releeo.
los insultos en italiano son la cosa mas tonta del mundo. parece que estan de conia.
*los copones son grandes

*un copon de mil pares de hostias es un copon bastante grande

viernes, 2 de julio de 2004

(esto lo escribí el 10 de junio y no lo posteé porque me parecía patético. seré tonto)

Doce cubiertos de plata,
Me mandaste de regalo
Y yo me conformaría
Con las cucharas de palo
De cuando tú me querías.
(una copla)

La espié, la seguí, no quería, no lo hubiera hecho si no hubiese estado en la manzana de al lado, me digo, pero la espié. Es de locos y yo me volví loco durante demasiado rato. Me subió la fiebre, no sé qué ojos tenía pero la gente me miraba extrañada, el portero del hotel empezó a sospechar. Con lo que me gustaba salirme de mí, descubrirme siendo otro, ahora soy un completo desconocido que me da asco. No hay mucho que hacer, nunca mi paranoia estuvo tan justificada, acierto 6 de cada 5 veces. Pero es culpa mía, no conseguí que cambiara su manera de comunicarse conmigo, que desde el principio fue decirme lo que creía que quería oir. Sólo que ahora la ha perfeccionado, porque se sabe mejor lo que quiero oir. Y no he podido cambiar eso ni con cariño ni con largas conversaciones ni con libertad ni con ira. Ni por las buenas ni por las malas. No quiere que seamos amigos. Lo he hecho todo tan mal que ni sé lo que he hecho mal. Hay que pedir hora, esperar el momento para hablar y que me conteste sin ausencias ni monosílabos. ¿por qué con todo el mundo sí y con ella no? ¿Por qué cuando me mira ve a un novio, el rol que más detesto? ¿por qué no podemos ser amigos? No hay mucho que hacer, volverá a empezar todo hasta que me haga pupa de verdad. Esto es una mierda y me doy asco.
Y luego todos esos códigos memorizados a hostias centrifugando mi cocorota: Si esta mañana no me llama ni me escribe a pesar de lo que hay pendiente es porque hizo algo anoche de lo que se siente culpable -como con Pancho-. Si ayer no quería verme es porque había quedado con alguien -como con David-. Si me enfado con ella no me contará la verdad porque "me bloqueo, cariño" -como con Alfonso-. Si no me enfado con ella no me contará la verdad porque ve que puede librarse sin mucho esfuerzo -como con el de Bilbao-. Si me enfado lo volverá a hacer porque me lo merezco, si no me enfado lo volverá a hacer porque le sale baratito...
Nunca he estado seguro de si me toma el pelo o tiene miedo, como todos, nunca he tenido una pista de cómo es, porque nunca he podido saber si nada de lo que me dice se acerca a lo que piensa. Ayer estuvo tomando una caña con su amigo y hablando un poco de todo, cosa por cosa, supongo. Sus esperanzas, sus miedos, su relación conmigo, su presente y su futuro. Luego puede que estuvieran follando, y quizás con él no fingió y conmigo siempre. O viceversa, quién sabe. O tal vez se fuera a casa a llamar al otro pelele o esté chateando ahora. Volverá a hablar de cómo se siente, de lo que piensa hacer a partir de ahora, de qué le parecen las cosas que nos pasan últimamente, de algo que vio en la tele.

Y yo me conformaría con que se sentara conmigo sin tener que convocar una reunión, que se pidiera una caña y me contara las mismas cosas, en el mismo tono.
Que me tuviera por alguien en quien confiar para que yo pueda confiar.

Pero para qué, quién necesita darse más veces el mismo coscorrón. Mejor recuperar mi libertad, mi soledad, mis llaves y mi afición al tintorro.

jueves, 3 de junio de 2004

QUÉ GANAS TENGO DE QUE ACABEN LOS OCHENTA

¿año y medio de ocho horas diarias de Kiss FM constituye mobbing?

miércoles, 2 de junio de 2004

sábado, 29 de mayo de 2004

estoy seguro tiene que haber algooo
que me ayude a soportarlooo
en las farmacias del espaciooo
o en un laboratorio mágicooo
(los planetas)

...y está, entonada con alegría, se la dedico a mi jefe desde la oficina un viernes a las tres de la mañana.

lunes, 24 de mayo de 2004

respuesta

el autor reponde a un correo de laura stuart en el que la corresponsal hace consideraciones sobre el turismo e inquiere sobre lo que ha pasado en la civilización en el tiempo en que estuvo ausente

Ser turista tampoco está tan mal, ser turista sobre las cosas que para los demás son cotidianas, no pensar en las necesidades básicas, porque ya aparecerán resueltas, saber que tu cama no es tu cama, pero sí; que el vehículo en el que te mueves no te pertenece; que las costumbres a tu alrededor son raras y habría que investigarlas; que hay un programa y un horario, pero estaría bien saltárselo. Ser viajero es más jodido, el viaje sí que te pertenece, es tu patrimonio y hay que cuidarlo, nunca puedes estar a gustito, porque nunca estás satisfecho del todo. Demasiada pose. Yo prefiero no tener que mirar alrededor antes de chuparme los dedos con la paella del chiringuito. Lee artículos de opinión de viajeros, siempre quejándose, qué pereza. Seguro que entonces me entenderas, le pongas o le quites la metáfora.

¿Qué ha sucedido en la civilización? Yo bajé la persiana de mi cuarto y practiqué el número del hombre estatua durante todo el fin de semana. Pensé un poco, eché 48 horas a los perros. Me sentía culpable por no hacer nada hasta que me di cuenta de que precisamente por eso tenía la obligación de no hacer nada. Afuera, en la tele, los cotillas y los pelotas se ufanaban de su consagración, ya tienen carta de nobleza sus estribillos de estribillos de la nada. Al parecer, volvieron a aparecer en debates y debates televisivos, sólo que ahora el tema tratado les elevaba. Casi les prefiero cuando hablan de Mari Cielo. Me temo que la tele y los periódicos seguirán retransmitiendo en el futuro esta escalada de violencia rosa, con más legitimidad que nunca.

viernes, 21 de mayo de 2004

AL FONDO DE LA MESA

AL FONDO DE LA MESA

Al fondo de la mesa y en penumbras
la vermeeriana Merte me regaña.
Ya sabe sus efectos,
sus despliegues
son trampas o algoritmos.
Hoy le deslumbran cosas más tangibles,
el hotel y la cena, mi camisa.
Yo la miro, y a veces
aún no hemos salido de esa playa.

miércoles, 12 de mayo de 2004

EXHIBICIONISMO

Exhibicionismo

(nada de lo que diga en este email podrá ser utilizado en mi contra. Son las doce de la noche y me quedan 4, 5, 6 horas de escribir un reportaje que no me interesa ni un poquito pero que me permitirá salir de los números rojos) (al menos durante unos días)

Soy demasiado impaciente para el ajedrez siempre juego al ajedrez express, una manera de perder rápido.

Antes de septiembre de 2001 vivía en un ático frente a la vía en una capital de provincias. Mi hermano pequeño y yo. Junto con un inquilino con el que hacía pruebas de resistencia a ver quién aguantaba más teletienda sin levantarse a cambiar el canal. Teníamos una piscina de plástico y una planta de marihuana indestructible que nadie se ocupaba de atender, pero que volvía a crecer cada primavera. Acababa de salir de un infierno tonto por un caso de orgullo herido que se prolongó 18 meses, terminaba mi primer año y cuarto curso de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y pretendía revolucionar la sección de Televisión del periódico local con estratagemas impropias. Como colarme entre el público de un especial nochevieja de José Luis Moreno, decir lo que pensaba de verdad de una grabación de un programa local o utilizar a mi novia de entonces para ver lo que pasaba en la cabina de realización durante la grabación de Caiga Quien Caiga. Había descubierto el MDMA, que me hacía inmensamente feliz cada fin de semana.
Me habían ofrecido un trabajo glamurosísimo en Madrid.

Por cierto, la otra opción al esguince de conciencia es contar la verdad. Y eso es imposible. Nunca podría decir la verdad, siempre se escucha otra cosa. Malditas interferencias, maldito MacLuhan.

La verdad sólo es
un periódico de Murcia
(Bonilla)

Y por lo demás, yo te voy a pedir apariencias. Falsas o verdaderas. Te dejo ser lo que quieras si tú me dejas a mí.

Y por lo demás y con curiosidad malsana ¿cómo fue tu ex boda?

Y por lo demás

Llegan mis cosas esenciales.
Son estribillos de estribillos.
Entre los juncos y la baja tarde,
¡qué raro que me llame Federico!

Pues sí que es raro, porque yo no me llamo así
y estoy practicando

jueves, 25 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLÍN. DIA 3.
VUELVO. BESOS.

Volvió a salir el sol. Salió sobre los vivos y sobre los muertos. Lo primero que hice fue levantarme muchas horas más tarde de lo que había planeado. Lo segundo, dejarme mis múltiples mapas, llenos de rutas y visitas, en la habitación. También me dejé el teléfono de la rubia.
Dicen los folletos que lo mejor de Irlanda es su gente. En el autobús, unos hollingacitos abrieron la ventana de emergencia, el conductor paró y les echó a la calle en medio de una carretera, entre las risas y los comentarios zaherientes de la concurrencia. Acto seguido, un tipo grandote se puso a imitar la voz de una ancianita, mientras las treceañeras de mi lado le hacían los coros a gritos. La gente grita mucho por aquí. Y yo que sé, es todo, la chica de la hamburguesería te coge la mano para darte el cambio, la chica de la tienda se ríe estrepitosamente ("¿tienes la camiseta que dice everybody loves an irish girl?", "really? everybody? you too?"), y, asombrosamente, las camareras de los pubs del centro te sonríen. A ver, contextualicemos, Irlanda es un país con una población de poco más de tres millones y medio. Cada año lo visitan 6 millones de turistas. Supongo que casi todos tendrán que pasar por Dublín. Y no creo que haya muchos que no se tomen una pinta en Temple bar. Y aún así, las camareras te sonríen como diciendo "pobre". De verdad que les hace gracia que pronuncies así y sonrías con cara de bobo.
Lo primero que hice fue pasarme por el centro James Joyce. Hay una sala donde se reunía con su amigo León (el rey de la selva) para discutir cómo complicar las páginas de El despertar de Finnegans que escribía por la mañana. Curiosa forma de trabajar. Había una mesa y unas sillas, el sol entraba por los ventanales, y si encendías un cassete Joyce en persona te leía un capítulo, con un acento de irlandés guasón que a veces hablaba lentamente para luego subir el ritmo como en una ennumeración. Me quedé con la frase de un póster: "¿Tú qué hiciste en la gran guerra? Yo estaba escribiendo el Ulises". Me la voy a poner en una camiseta para responder a los que, cargados de razón, me llaman vago. Vale, yo no he escrito el Ulises, ni siquiera lo alcanzo en cantidad de páginas (porque en calidad ni hablamos, que las comparaciones son odiosas), pero si cuela, cuela. En fin, que ahora que tengo que hacer un reportaje alusivo voy a ver si me lo termino, porque me pasa como con las series de la tele, que nunca consigo pasar del capítulo uno. De momento ya me he leído la web Ulysses for dummies, superinteresante. Si alguien ha estado alguna vez en el Bloomsday que se ponga en contacto con moi para darme información y le invito a una pinta.
Bueno, me está pareciendo un rollo todo esto que estoy contando. Voy en el avión y se me está acabando la batería. En fin, que di vueltas por Dublín, me tomé alguna que otra media pinta, una de ellas frente al Liffey con un par de guitarristas que cantaban una canción sobre el Liffey. Vi los fuegos artificiales de San Patricio desde la noria y haciendo ooooh, a la manera de mi pueblo, con todo el cuerpo, hasta que la familia de la cabina de al lado me siguió -hay que exportar las sanas costumbres, las guturales funcionan estupendamente en todo el mundo-. En la noria sonaba Sinatra, que es algo que me dio mucho que pensar. Qué diferencia de nivel con nuestros feriantes. Claro que subir a la noria también costaba lo que una entrada a los toros. Por ese precio me ponen a Bisbal y les denuncio. (He visto la noria desde el avión, ahí plantada, en Merrion Square. Se veía toda la ciudad como si fuera una maqueta. Y los montes de alrededor como los mapas en relieve que acariciaba de chinorri -claro, hay que ser muy rarito de pequeño para llegar aquí de mayor-). Luego volví hacia el río mientras los fuegos sobresalían entre las casas bajas, se reflejaban en los edificios de cristal y hacían saltar todas las alarmas. Los irlandeses estaban borrachos, berreaban más que nunca, me saludaban guturalmente al cruzarse conmigo (¿ves? idioma universal). Manadas de menores portaban botellas de vino medio vacías o medio llenas, depende, y lucían una envidiable resistencia al frío con esas minifaldas y sin medias (yo, a su lado parecía el tío Poto o un muñeco de nieve, con el moquillo colgando). También se lleva mostrar un poco de tripita entre el pantalón y la camiseta independientemente de cuál sea tu talla (me apunto) y ponerse unas pestañas falsas encima de una base de Titanlux. En fin, todo muy bonito, muy tierno y muy tranquilo, todo para mi álbum, pero nada que merezca vuestro tiempo.
Vuelvo. Besos.

lunes, 22 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLIN. DIA 2.
DUBLÍN ES HERMOSO CUANDO NO ESTÁS GRIPOSO

Querida Crispi:
Aquí estoy otra vez. Desde que he llegado me estoy acordando de ti, empezando por los asientos del aeropuerto y la noche tan bonita que pasamos allí. Me gustaron tanto que no me quería ir. Las imágenes que guardaba de Dublín eran las horas de fiebre en la cama del hotel y la calle en la que cogimos el bus al aeropuerto bajo la lluvia. Pero qué va, estuvimos en un montón de sitios. Hoy me acordaba de todos, me sonaban todos los pubs y todos los chiringuitos de comida basura. He pasado por el mcdonalds de O'Connell y por el pub en el que le hiciste la foto al grifo de cerveza. He pasado por el Trinity College. Te juro que lo he intentado, he hecho los deberes y me he empollado la guía, hasta me he vestido con cuidadito, un jersey luego una camisa luego un abrigo que abriga y luego una gabardina para la lluvia, he decidido que iba a visitar lo que pone que hay que visitar. Pero nada, que no tengo alma de turista, que lo único que me sigue interesando de lo que pone en el libro es lo de las tonadas típicas que cantan los borrachos en los pubs. No hay nada que me conmueva en las fachadas del Trinity College. Para el próximo viaje le diré a javierito que me dé unas clases de arquitectura, que es un entusiasta. Tampoco esta vez he conseguido encontrar la entrada a la biblioteca. Yo creo que no hay, que sólo la han visto los que estaban dentro cuando la hicieron, porque si no, no se entiende ¿Sabes que hacía sol? Pues sí, pues flipas, jajaja, hacía sol, y en agosto tú y yo luchando contra los elementos. Y cuando he salido del Trinity College adivina lo que me he encontrado. Una feria, jajaja, lo que les gustan las ferias por aquí. Tiene una noria enorme y mañana me voy a montar. Va a ser San Patricio pronto y hay un montón de cosas por aquí. ¿Te acuerdas de la Rose of Tralee? No he vuelto a ver un concurso con tan poco nivel, jamía, lo ganaba cada elementa ¿te acuerdas del escaparate con las fotos del palmarés? Pues eso. Tengo fotos de Tralee que yo creo que no has visto. Salimos borrachos bajo la lluvia, con varios gorros en la cabeza y un oso naranja en el hombro haciendo de loro. ¿Te acuerdas de que me lo regaló el tipo de la feria de la pena que le dio que fuera tan negado para sacar el premio en la carrera de camellos? ¿Cómo se llamaba ese oso? ¿Oso? He pasado por el parque que tiene la estatua de Oscar Wilde, muy cerca de donde estuvimos haciendo manitas en un banco. He pasado por un centro comercial que parece un merengue de cuatro pisos, al lado del parque ese. He entrado porque una rubia que conocí en el avión me dijo que tenía que entrar ahí a comprar algo, pero cuando he entrado ya no me acordaba de qué. Le he dicho a una chica que me hiciera una foto pensando en mandártela, porque es que estaba todo el rato acordándome de ti, a ver. Ahora me parece una tontería, porque en ese sitio no estuvimos. Ya me haré otra más significativa. Me he comprado una cámara de usar y tirar, cada vez las hacen mejores, pero yo cada vez salgo peor en las fotos, hum, la edad. Cumplo un montón el 26, estás invitada. Bueno, pues eso, que me aburría un poco haciendo el turista. Cuando me aburro es peor, porque empiezo a pensar maldades. Hay un sitio en el sur del que dice la guía que no hay que pasar por allí, porque se cometen delitos relacionados con las drogas. ¿Qué delitos serán esos? ¿Robar drogas es delito? ¿Será agredir a alguien tirándole un chinazo a la cabeza? ¿Será que las venden? No sé, habría que investigarlo. También he descartado atracar el banco de Irlanda, porque tienen cañones. Al final me he decidido por mezclarme con la población, pero tampoco he tenido mucho éxito. Por la calle sólo se me ha acercado una negra muy rara que antes de hablar conmigo estaba hablando sola. Me ha preguntado la hora. Tres veces. Se ve que la pronunciación del número seis la tengo que repasar. Estoy supertorpe. Todo es más difícil sin tenerte de sherpa. Y siempre miro al lado que no es cuando cruzo las calles, ya sabes. Eso sí, he descubierto otra cosa de Dublín que me gusta. La última vez, por supuesto, ni me fijé, pero ahora me gustan las dublinesas. Tienen cara de ser muy simpáticas. Cada diez pasos te cruzas con una que lleva un vestido rojo o unos tacones altísimos como si nunca se hubiera puesto un vestido rojo ni unos tacones. Parecen disfrazadas o debutantes o chicas de pueblo que han venido a una boda. Lo bueno es que estoy en un hotel que tiene de tó, que comparado con los nidos de ratas crujientes y los albergues de ocho literas de la otra vez, pues gana mucho. El email te lo quería mandar desde un ciber, pero no funcionaba el hotmail. Luego, desde aquí, pero aunque he venido a una presentación de un hotel hipertecnologizado no va la conexión. Y con el grado de entendimiento que tengo con los de recepción, como les llame para comentárselo me suben un sandwich de atún. Creo que te lo mandaré desde allí, en cuanto llegue. El hotel es inteligente, que a mí me parece muy bien, pero lo importante no es lo listo que sea si no de parte de quién está. Si toda esa inteligencia la va a usar contra mí, pues casi que prefiero una pensión tonta. Por ejemplo, cuando sacas algo de la nevera se activan unos sensores y se marca directamente en tu factura. Ya me debo de haber bebido el minibar entero, porque me traía unas birritas y en algún sitio se tienen que enfriar. Estoy como Indiana Jones, calculando el peso para hacer el cambio rápido y que no salten los cinco euros de cada puñetera botellita. Superestresante, un sinvivir, me tienen controladísimo. La habitación tiene muchos espejos, un teclado inalámbrico que no funciona y una decoración minimalista, sobre todo en el baño, pero no sé con qué fin. He cenado un kebab y me han subido el desayuno a la cama. Tenías que marcar en una lista las cosas que querías y me he dejado un par de espacios sin cruz, para que no haya habladurías en conserjería. Me he subido en un autobús de dos pisos. Se veía el atardecer entre las nubes, había luz y ¡sol!. Me he comprado una guía buenísima, con 500 direcciones dublinesas, y mañana voy a ir a algunos sitios, como una tienda de ropa pastillera de segunda mano. Me he comprado un bono de autobús para todo el día y me voy a ir todo lo lejos que pueda, espero no bajarme en el barrio equivocado. Si es así, te lego mi biblioteca de guías turísticas afanadas. También quiero ver la National Gallery y quizás busque otra vez la entrada de la biblioteca del Trinity. Como va a ser San Patricio ahora habrá música callejera y fuegos artificiales a las 6. La rubia del avión me habló de un par de pubs, uno superelegante y otro cutrillo y con música en vivo. También me dio su número de móvil, pero no sé si llamarla. Si me canso de pasarme el día solo, llamo. Ah, y para un reportaje me voy a hacer la ruta que se hace en el Bloomsday, o sea la que hace el protagonista de Ulises de Joyce, que empieza bañándose en el río y termina en los prostíbulos de la zona chunga. Así que, si no nos vemos te lego etc. Te voy a comprar una camiseta que te va a gustar. Una razón más para que nos veamos, al menos una vez. Insisto enérgicamente. Es verdad que no te escribo ni te llamo, igual que tú a mí, pero mira que pedazo de carta, vale por unas cuantas ¿no?. Es una tontería pensarlo ahora, pero ¿sabes? si volviera al cruce ese, junto a la iglesia de Killarney, tiraría con la bici para la derecha, justo detrás de ti. Supongo que tú no harías lo contrario, que eres muy cabezona, pero yo ahora sí. Qué tontería ¿no?
Un beso.

PD: No es que estemos en época de revivals, pero chica, es que esto parece que va por rachas y por barrios. Este fin de semana mi hermana ordenó sus papelotes y apareció el libro de Bonilla, Partes de guerra. En su primera página escribí:
Vestida, en tu bañador
azul, hundirás el agua,
y saldrás desnuda, amor ;
que el mar sabe lo que hace
para que te quiera yo.
Está datado en Cádiz, el 11 de septiembre de 2002.

jueves, 18 de marzo de 2004

DIARIO DE DUBLÍN. DÍA 1.
11 DE MARZO.

De lo de esta mañana no tengo mucho que decir que no sepais, que es un asco morir porque aún duren los delirios de un pueblerino ridículo que quería ser hidalgo en el siglo pasado, ocioso y repleto de los peores prejuicios de su época, ya anacrónico entonces. Pero se sacó de la manga un logo (copiado) y un exitoso jingle bélico. Y ya se sabe que el éxito publicitario estriba en la cantidad (de veces que se repita el spot), no en la calidad. Si los Corn Flakes consiguieron crear un imperio a partir de un anuncio que decía "ante la escasez de copos de maiz se ruega a la población que no compre más", él también podía. El problema sí que es el nacionalismo.
He empezado el día con la llamada alterada de Betty, que quería saber si estaba bien. Justo después, la madre de Merteuil, con la que llevaba un buen rato de hostilidades destinadas a dilucidar si me tenía que levantar ya o si cinco minutos más, ha llamado llorando. Todos llorábamos, a mí también se me ha revuelto el estómago, aunque he encontrado ahí la excusa que todos buscábamos para evadirnos del dolor sin sentirnos culpables. Tengo que ser fuerte para que ella esté mejor. Las noticias eran desalentadoras, la cuenta macabra de cadáveres iba aumentando y dejándonos sin esperanzas, las llamadas de los que nos querían y no sabían nos ponían un nudo en la garganta detrás de otro, he perdido el avión. Iba muy tarde, pero si hubiera habido taxis y un tráfico normal estoy seguro de que no hubiera sido así. En el trabajo se contaban historias. El hermano del jefe ha cogido el tren anterior. No he podido comer en paz. Me parece como un sueño, decía Merteuil. Y yo ya no sabía qué decir para que la comida no nos supiera tan triste. Cada uno de ellos era yo, con sus temores, sus inseguridades y sus sueños, con sus pequeños actos heroicos, con el retrosueño de primera hora de la mañana, con sus deseos de cambiar el mundo y de ceder el asiento o quedárselo un poco más. Cinco minutos más, sólo cinco minutos más.

Pero ya estoy en Dublín. Alguien se ha rajado en el último momento y he conseguido una plaza en el de las 19,35, concretamente una que incluía una rubia a cada lado. La de la izquierda es de Chicago, y me señala a sus amigas. La he mirado mucho en la taquilla de facturación, estaba justo delante. La de la derecha vive en Dubñín, y hablamos de los días irlandeses para no sacar el tema. "No quería ni venir", "yo tampoco". Me da su teléfono para que salga con ella y su amiga el sábado. Tiene una voz de motete y yo intento abrir los ojos sin mucho éxito, anoche trabajé hasta las cuatro. Es una vez al mes, pero jode. La coterránea de Al Capone me cuenta que estudia nosequé en Toledo, me roza la pierna, le digo que nos encontraremos, que Dublín es un pueblo. El avión da bandazos demasiado cerca del suelo, bromeamos con la idea de que no nos haya pasado nada en Madrid pero vayamos a acabar como pegatinas en una pista aérea de Dublín. Aterrizamos. Y suena en el avión el aplauso acojonado de estas veces, no es la primera vez que lo oigo. Hay viento y frío, llevo una gabardina encima de un abrigo que va encima de una camisa. Llueve. Cuando llego al hotel descubro que a veces puedo decirlo todo en inglés, pero que siempre me pierdo en las frases más simples. Hay una extraña fiesta para periodistas y "analistas" de todas partes. Me pido una Budweiser ("¿badgüeiser?", "¿badgüiser?": "budgüaisar", tampoco era tan difícil, camarero con turbante, podías haberlo adivinado por el número de sílabas). Me dirijo a uno con corbata, con pinta de cortar el bacalao. "My plane has just came and I am very very hungry" "very very hungry?" "yyees". Se va a por la camarera guapita que me dice algo de un sandwich "yes, sandwich" luego me parece oirle algo de unos chiles con carne, pero no pué ser un sandwich de chili con carne. Digo que yes. Evidentemente, acabo comiendo una bandeja de chiles con carne. Supongo que aquí tengo la pinta de alguien que se alimenta cada día de chiles y totopos, lo que pasa es que hoy no tocan totopos. Aquí soy mexicano, pobre de mí, tan lejos de dios y tan cerca de Inglaterra. Da igual que, por una vez, no esté viajando a México, Mi estómago se pasará igualmente toda la noche bailando la Cucaracha. Dos cacatúas me abordan en el ascensor. Las entiendo el principio, cuando dicen que no tengo pinta de turista, y que ninguno lo somos en este hotel. Las inglesas es que se sueltan en cuanto pasan la mediana edad. Luego me pierdo en un monólogo de la más venerable que incluye incómodos silencios con miradas de soslayo en un ascensor inoportúamente detenido. Hasta que me apercibo de que lo que me están explicando es que ya estamos en la planta 1 y que el botón que tengo que apretar es el G de ground.
Camino lentamente entre los informáticos borrachos, me paro a menudo, la gente comenta que es mi quinta vuelta, las anglomozas, vestidas como putas o como espantapájaros (¿quién quiere términos medios?) acercan los bolsos a sus regazos a mi paso, los grupitos comentan que es mi quinta barra. Mi paranoia trabaja a tope cuando no entiendo el idioma. Estoy tratando de cazar un acento o una palabra en español en alguna de las conversaciones. Como es que no, tomo la medida a la barra para beber sin medida. Pido una cerveza belga y me traen una coronita. Me subo a mi habitación informatizada. Después de remover todo el contenido del minibar para colocar mis birras de supermercado leo el cartel en la puerta: "Mini-bar automático completamente automatizado. Cada producto que usted remueva será cargado automáticamente a su cuenta". En mi humilde opinión, la palabra automático se repite más de la cuenta en mi cuenta.
Ponen una peli de Cary Grant.
Huyo de Euronews.
Escribo.

viernes, 5 de marzo de 2004

ALGO ES ALGO

ALGO ES ALGO

en vista de que estoy vago, pesadito y tal os copio este "borrador para el comienzo de un relato" que me he encontrado por ahí. Jo, las visitas están bajando mucho. Debo de estar haciendo algo mal. bua.

Ahora que todo está perdido, cuando ya se ha borrado la última huella de nuestro amor sobre la arena, cuando tú vuelves a ser tú, y yo soy uno nuevo una vez más, ahora que miro la delicada litografía que me me regalaste la primera vez que comimos juntos, un beso, con los dos lobos solitarios morreándose, con el horizonte de mariposas y orquídeas que se abría entre ellos al separar la tarjeta, justo ahora recuerdo que me dijiste con convencimiento que no lo abriera aún, que esperara a estar dentro del taxi, y recuerdo que tomé las riendas por una vez, que hice algo que todavía me resulta ajeno, que me hace plantearme si el destino se adueña de nuestros actos, si convierte nuestras manos en sus guantes cuando estamos en una encrucijada fundamental y decide hacer algo extraño a lo que somos, tan difícil de imaginar como acto propio como cerrar la puerta de un taxi y despedirlo, abrir un regalo ante las tímidas protestas de la chica, leer su contenido, un beso, y besarte, besarte como tú lo estabas deseando, besarte con torpeza y que a ti te parezca el mejor beso que te hayan dado nunca, que te resulte tecnicamente impecable y te sepa a un caramelo nuevo, aunque sólo tenga el recuerdo del anís de la sobremesa, a veces me pregunto si de verdad eran mis brazos los que te apretaban con fuerza suficiente para que entrases dentro de mí sin traspasarme, a veces me pregunto qué hubiera pasado si me hubiese subido al taxi, si hubiera hecho lo que se esperaba de mí y te hubiera dejado de pie junto a las puertas, dándome las gracias por la comida, sonriente, alejándote sin moverte del sitio mientras yo indico "Cartagena, 12", a veces me pregunto si fueron mis manos, mis labios, mi lengua, si hay un cupido loco manejando estas situaciones para arrojarnos hacia lo imposible, para subirnos en lo inesperado, para robarnos el aliento y hacer que nos reconozcamos sin palabras, que reconozcamos lo que sentimos, que de repente no nos dé miedo ni vértigo la palabra amor, que se despoje de la carne la palabra sexo,...

martes, 24 de febrero de 2004

Queríos amigos, ando pedo perdido. Me he ido a una comida y he regresado como el monstruo tambaleante de los ojos rojos. Todo el mundo aquí se ha dado cuenta, porque vocalizo confusamente (me como consonantes, cambio la a por la e y todo ese tipo de síntomas) y me tropiezo con los armarios. Como definitivamente este no es mi ambiente (y como que hay mucha polución acústica, qué gente más ruidosa, unos hablan de fúrgol, otros hacen paquetes con una cinta que da grimilla, otros le dan a la risotada... ¿aquí nadie trabaja?) y como me han mandado hacer tres páginas sobre la Semana Santa de un pueblajo (me han dado un folleto en forma de acordeón titulado "Relación de imágenes que se procesionan en nuestra Semana Santa" con fotos de los pasos coronadas por bocadillos en forma de estrella: Negación de San Pedro, Beso de Judas... Sobre él y sobre el ratón, misericordiosamente, se me acaba de caer la fanta) decido que me voy a ir con algo de lectura al baño. Como estoy con blogs, me imprimo el de trahn, 22 páginas de lectura superedificante que empieza con un post titulado Lesbian lovers from outer space (o La complicidad del sabor salado II) que todos mis compañeros leen un poco en la impresora mientras cierro ventanitas y ventanitas en mi mac (el tiempo es elástico y no atino con el ratón en el cuadradito, definitivamente, estoy pedo). Qué vergüenza me da, quiero ir a casa a dormirla, cada vez que me levanto me tropiezo con algo. Hola.

martes, 20 de enero de 2004

martes, 9 de diciembre de 2003

"Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo mismo no me encuentro demasiado bien"
(ésta no sé de quién es)

Supongo que al final es verdad eso de que las cosas tienen su caminito, que de tanto rezarle de cani, conseguí un ángel de la guarda y soy un tipo con suerte hasta cuando no la tengo. Ayer me ardía y me dolía el pecho, tenía un ataque de ira con profusión de taquicardia que me estaba asustando. Pero encontré un Valium. Y, justo después, miguelito, mi sicólogo, decidió hacer de séptimo de caballería en una peli de sábado por la tarde y llamarme. Y es que esta relación, me temo, sólo se podía analizar en términos médicos. La buena noticia es que puede que esto se ponga más divertido a partir de ahora.

viernes, 5 de diciembre de 2003

Si os he de ser sinceros, tenía pensado echarme una siesta en el baño con esta media hora que me sobra. Vengo del Casino, de comer la tortilla del siglo XXI del pesao del Adriá sin mancharme, qué mayor, y de beber por este orden Valbuena, Marqués de Riscal, Barón de Bilches, Marqués de Riscal, Marqués de Cáceres, Marqués de Riscal, Viña Nosequé (estaba ya como para). Todos reservas y gran reserva, así que si no me he ganado la siesta yo, no se la ha ganado nadie. Pero me he puesto a leer a chatín y me le he imaginado leyendo mi post del lunes y, quizás, poniéndose triste sin motivo, bueno, con todos los motivos que él tiene. Y como todos somos perdedores y todos somos aves fénix y todos descubrimos sólo en cabeza propia que los problemas sólo lo son de verdad cuando se convierten en obsesiones (lo cuál lleva implícita la receta para deshacerse de ellos) he pensado en contar mi noche de anoche para que se eche unas risas o se distraiga o algo, y se salve un ratito de lo que le martillea. Va por ti, maestro.

Veamos. La cosa empezó cuando V la belga me invitó a la inauguración de la exposición de su amiga. Calibré el momento, la oportunidad (partido del Madrid-Madrid en todos los bares) y los contras (porcentaje de chicas asistentes a las que les gustan las chicas) y decidí que era una buena idea echar un vistazo a todas esas artistas con abrigos de fantasía hasta los pies. La cosa empezó bien, vino de Rioja, palomitas y unas obras raritas que daban para lucirse. "A ver, tú ponte delante de la instalación. Empecemos por el olfato. No huelas los cuadros, huele la idea del conjunto. Ahora el tacto, el oído, el gusto y por fin la vista. Ahora únelo todo". Se me ocurrió un día con Jose, que es un cenutrio que se pasó una exposición entera diciendo "eto que coño é", y funciona siempre. Luego fuimos a cenar a un loft escondido en una especie de garaje cerca de la casa de almu, a la que abrasé a llamadas. Mmm, ¿qué estaría haciendo?. Todo era estupendo hasta que llegó la cuenta. Hasta entonces estuvimos hablando de política, que ya sé que está prohibido, pero bueno, era lo que había. Enfrente estaba un gallego nacionalista antinacionalista que decía que no. Así, en general. Y en particular que no, que la base del nacionalismo no es el etnocentrismo sino un deseo de contar con gobernantes cercanos. Ya te digo. Precisamente de eso se habla en los mítines. De todas formas, a lo mejor sí que está eso en la cabeza de los votantes, pero no en la de los votados. Más vino, por favor.
Los cuatro que quedan siempre (¡sí! ¡estaba yo!) se fueron a un bar. Hablé con la artista, que me parecía superinteresante. Y mona. E interesada. Luego me presentó a su hijo, que me sacaba cabeza y media y puso su silla inquietantemente cerca mientras la chiquilla me explicaba, con la voz de Elvira Lindo y algo de su presencia, que todo el mundo y ella misma veía en sus cuadros y esculturas pollas en erección y coños y artilugios y yo intentaba cambiar de conversación, ejem. Luego todo lo que hablaban V y ella sobre religiones, la culpa como fuente de los males de nuestra sociedad y el materialismo acumulativo como intento fallido de alcanzar la felicidad me resultó tan cierto y tan revelador que me resulta sospechoso hoy mientras lo intento recordar.
Luego buscamos otro bar por La Latina. Encontramos uno abierto en la calle Segovia. Pero vi, un poco más abajo, un neón que me hipnotizaba, que me llamaba por el nombre con el que sólo saben llamarme los líos y vociferé "¡ese, ese, ese!". Se llamaba La Noche. Creí que nada podría superar el piano karaoke del Tony 2 al que me llevó Noe, pero sí. La Noche son los dominios de un grupo de señoras mayores, algunas de más de sesenta, chavalines de cincuenta, un conductor de Alsa y un clon de Carlos Latre teñido de rubio. No había nadie que no estuviera tambaleándose. Bueno, sí, un enigmático señor de pelo blanco envuelto en humo de pipa en un rincón, el demiurgo, supongo. Nada más entrar nos dio un ataque de risa. Me pasé todo el tiempo intentando contener las carcajadas, más que nada para evitar linchamientos. Ellas, más que bailar, mantenían el equilibrio y ellos intentaban poner la mano más arriba o más abajo. El Latre falso se caía de vez en cuando sobre los sillones de ciertopelo rojo. La música era el Fary, la Pantoja, pachanga de bailar en grupo, todo acoplándose continuamente. Había decenas de focos de colores, bolas de espejo, tiras de luces de árbol navideño, y, como quiera que el local estaba cubierto de espejos, el fulgor parecía la iluminación de Eyes Wide Shut, terminaba por hacerte entrecerrar los ojos y aumentaba la sensación de que no nos habíamos metido en un bar sino en un sueño raro. De pronto, todo se aclaró, salió el artista, Tiny Ferreiro, primero con un disco de fondo y luego con su guitarra. Él cantaba cosas como La romería de Victor Manuel, pero el público era todavía más bestia y le pedían canciones como Paquito el Chocolatero. Él, cada vez que cogía aire entre estrofa y estrofa decía: "¡puta madre!" y al final de cada canción soltaba el mismo discurso: "nos lo estamos pasando de puta madre, de puta madre, de puta madre". Y la gente aplaudía mogollón. Sus otras frases estaban dedicadas a zaherir a cualquiera que se metiera en su escenario, que no era otra cosa que un trozo del bar sobre el que él había trazado una línea imaginaría. "A ver, el cobrador del autobús, que no se ha enterado de que ha empezado ya el espectáculo". El Latre entraba de vez en cuando y se caía y le sacaban. Fui al baño y el de Alsa le guiñaba el ojo a V y se agarraba a todo lo que se movía. Allí me encontré con un tipo, supongo que en tercer grado, que me pidió perdón por tener la puerta cerrada. "No es por -y me gesticulo con todo lujo de detalles una sodomización-, es por -y me gesticuló lentamente cómo le ponían una navaja al cuello y se lo rajaban de parte a parte-". "Sí a estas horas no te puedes fiar" (y yo ya mearé en casa). No podía ser fruto de nuestra imaginación. Nadie tiene tanta imaginación.
Ahí fue, cuando me senté, cuando no pude más, tenía los labios morados de mordérmelos y se me empezaron a caer unos lagrimones. Lloré de risa, me retorcí, no podía más, me dolía todo. V tampoco. Asi que antes de que acudieran todos, como en la peli de los ultracuerpos, a por nosotros, decidimos irnos. Nada más llegar a la calle empezamos a desternillarnos y ya no pudimos ni decirnos adios antes de entrar en el taxi. Me encanta Madrid. Estoy deseando cumplir los cincuenta para hacerme habitual de La Noche.

miércoles, 3 de diciembre de 2003

En Bombay dicen que hay
terrible peste bubónica.
Aquí, Urrecha hace la crónica
de un drama de Echegaray.
¡Mejor están en Bombay!
Ramón María del Valle Peña

"Poeta, narrador, ensayista, traductor ejemplar (ahí está, como espléndida muestra, su versión del Viaje de invierno de Wilhelm Müller), Andrés Neuman es el hombre de letras por excelencia de la nueva generación". A José Luis García Martín sólo le ha faltado terminar su entradilla en El Cultural de El Mundo con "mejor persona y gran amigo de sus amigos". La verdad es que me estoy pensando si emplear en el libro de Neuman los 10 euros que tengo guardados desde el verano para darle ajenjo a fire. O si no, los quemo directamente. Yo que he malgastado tantos, todavía no he quemado ninguno y ya tengo edad. Creo que será lo mejor. Mejor están en Bombay.

lunes, 1 de diciembre de 2003

Arantxa me telefoneó para contarme que su padre había muerto el domingo. No sabía que decir. Creo que le expliqué que un tiempo después de que muriera mi madre empecé a creer que su vida había sido un ciclo cerrado y pleno, que tuvo seis hijos, se casó con quien quiso, llevó una vida tranquila, sólo supo querer y la quisieron. Eso me ayudó a vivir. Su funeral, el de una madre y ama de casa, con los pasillos de la iglesia del Salvador abarrotados me dio, con el tiempo, una pista más. Luego Arantxa dejó caer que me había llamado porque la Innombrable había ido a darle el pésame. "Ha venido para que conociera a su hijo, me dijo, ¿no sabes que ha tenido un niño? Siempre que la veo pienso en vosotros dos como pareja y me da mucha pena". Le conté que al final cada uno hizo lo mejor para él, aunque de la peor manera. Que ella conmigo no habría podido tener una casa, un coche, un niño, una foto en la que apareciera vestida de blanco en algún parquecillo del extrarradio. Que yo no habría sido feliz o no habría sido libre. Que no trabajaría aquí ni habría visto nada ni habría aprendido nada. Que todo encuentra su lugar, que esto es como un puzzle en el que las piezas van cayendo y luego se colocan solas. No sabía qué decir.

miércoles, 19 de noviembre de 2003

QUERIDA MISS STUART:

Sólo un apunte. Recuerdo una tarde de verano en la que revolviendo entre los trastos del Brideshead de mi amigo Jorge sacamos una cesta de picnic y un gramófono. De los discos, seleccionamos uno de Carusso (¿o era una foto amarillenta?) y Reloj, no marques las horas. Quemé un corcho y me pinté unos bigotes en espiral. Cantamos a gritos, esquivando la luz oblicua del atardecer castellano en el último piso de lo que fuera el ala de la servidumbre, sobre las caballerizas. Luego hubo que aguantar preguntas sobre ese bigote toda la noche. En realidad estábamos haciendo la mudanza de aquella casa para siempre. Después de cuatro siglos. Supongo que se merecía una despedida como esa y no llantos de cerillera.
"Los días malos terminan, casi tan deprisa como los días buenos, pero de ellos, de los malos, nunca me queda recuerdo", dices. De los días malos nunca me queda recuerdo en este blog.

Para una vez que lo intento hacer sin perder la dignidad... Dejé cuidadosamente las cosas de Madame de Merteuil en el pasillo, su camisa, su jersey, su aparatosa caja de pinturas de los cincuenta, su sujetador, su cajita de música que toca As time goes by. Sobre ellas la nota: "Deja las llaves en la mesa, por favor". Supongo que cuando uno hace eso es para fastidiar, para que escueza como poco un poquito. Pero ella andaba algo ocupada esos días y mandó a su compañera de piso a por una mesita que se había dejado y no apareció a por sus cosas. Así que el que veía la nota todas las noches era yo y me sentía un poco tonto. Pero sucedió que, a la mitad de la semana, Pilar, la encantadora señora que se pelea todas las semanas contra mi ex caótica habitación, se encontró la nota y no supo si dejar las llaves, si llamarnos, si irse, si estaba despedida...

Hoy he visto una cola que daba la vuelta a la manzana para comprar lotería en Doña Manolita. Pensaba que me iba a tocar a mí, pero veo que la gente está loca y que hay demasiada competencia. De esto se puede sacar una moraleja, que siempre es bonito: si tienes que apartar tentáculos y alas para llegar hasta la chica del bar, no insistas.

lunes, 17 de noviembre de 2003

"Desde que te conozco, vivo en un musical", me decía entonces.
No me había enterado de que estaban haciendo La venganza de Don Mendo cantada.

lunes, 10 de noviembre de 2003

(viene del post de hoy de llua sobre los siete pecados capitales)

La soberbia porque yo lo valgo.
El pecado de mi pueblo de los veranos viene siendo la envidia desde hace siglos. Lo cuentan en una obra de Lope de Vega. Lo sufren vecinos de todas las edades y por los motivos más peregrinos. Cuando era el crío que terminaba ese extraño segundo curso de mi carrera y empezaron a detectar lo que ellos creían que era "irme bien" (o sea quedarme casi sin verano para trabajar un montón de horas cobrando cero, pero eso sí, en un programa nocturno de la radio en el que nos reíamos muchísimo. Sí, la verdad es que me iba bien) empezó a surgir un run run amargado cada vez que daba la espalda a un nutrido grupo de envidiosos. La cosa siguió con una escalada que terminó en trifulcas, peleas a puñetazos y constantes "si viene él, yo no voy". Decidí que: a) siempre iba a ir yo, b) me iba a ir todavía mucho mejor y c) siempre que pudiera me encargaría de que se enteraran de lo bien que me iba. Con todos los detalles. Y funcionó estupendamente, así que lo recomiendo mucho.
No sé cómo se puede vivir con esa rabia sorda. Y subiendo. Lo que sí que sé es a quién perjudica de verdad y para quién es algo menos que una leve molestia. Pues hala, buen provecho.
Y, completamente, eres un solete llua.

viernes, 7 de noviembre de 2003

LO QUE ESCRIBÍ AYER

"El amor es ciego, pero el matrimonio le devuelve la vista"

He comido con Betty más que nada para ir formalizando los detalles de la boda para cuando cumpla los 40... Bueeeno, no hemos hablado de eso pero sí de Japón, la industria farmaceútica, las facturas, la creatividad y sus tarifas, el sexo en el asiento de atrás de un coche, tamaños y cariños, la chica de la radio, su amiga la del bar, su amiga la que se sube a bailar en la barra del bar, la mujer de su jefe, las putifaldas de colegiala, su futuro profesional, las posibilidades en una empresa grande y en una pequeña, las conductas poco inteligentes y sus consiguientes oportunidades perdidas, la vez que me puse a mear a tres centímetros de la cara de una pareja que estaba en un coche (sin querer) y el zuzto, la amistad y lo buenos y lo guapos que somos y lo atractivo que soy yo, ea.
Me ha regalado unos calcetines de rayas, los que llevo puestos. Se ha trincado la media botella de vino que le he dejado. No hacía más que llenarme la copa, pero se ha portado como una dama y no se ha aprovechado de la situación. Betty, hijita, aprovéchate pa otra vez, anda.

(lo que he escrito hoy)
Por la tarde me fui al preestreno de un muermo. Debe de ser temporada de becarias, porque iban todas muy arregladitas para el cóctel anterior y se comían los canapes con bisoñez. No vayais a ver la peli, Love actually ("love actually is in all", dice su lema, "love actually is compartiendo celda con el Conde de Montecristo" diría yo). Ahora estoy dudando: Valladolor, León, Valencia... Tengo una habitación en un hotel de Valencia ¿si voy me sacas a pasear, irenita?

jueves, 6 de noviembre de 2003

Recetario

RECETARIO

No quiero perderte no es una cosa que se dice, es una cosa que se hace. Alguien preguntaba por aquí antes de verano cómo salir con bien al cortar una relación. La receta llega tarde pero es sencilla: amor y bondad para preocuparse genuinamente por quien tienes enfrente. Sobre todo en ese momento crítico, en el que hay que rehogarlo todo con una pizquita de valor para comerse, sin que se enfríe, el pequeño marrón que conllevan estas cosas. Crispi me regaló aquella caja de bombones llena de marihuana, Elisa se aferró a mí y no dejó de mimarme hasta asegurarse de que todo estaba bien. Lo que tienen en común es que dejaron claro que les importaba lo que pasase después. La innombrable, en su línea de irresponsabilización, quiso hacerme creer que no podía evitarlo, que sólo podía hacer las cosas así. Y no es cierto, se gasta la misma saliva en hacer las cosas bien que mal, lo que pasa es que así es más cómodo de momento. Tampoco está de más no perder el culo detrás de la tercera persona inmediatamente. Puedes hacerlo mañana o la semana que viene, no hay prisa.

El amor y la bondad no son sólo cosas que se tienen, son cosas que se hacen. Por ejemplo, si yo anoche le pido un abrazo a bob, él me da tres o cuatro, si llamo a betty cuando ya está en la cama me tiene dos horas y pico al teléfono haciéndome reir, aunque se tuviera que levantar hoy a las seis (cuidadín con no desmochar la pantalla de una cabezada), si le pido desde aquí a burbuja que me escriba un mail divertido después de tanto tiempo sé que lo hará. Pero hay quien no usa el cóctel. No es una circunstancia, es una elección. Creo que ya he dejado por aquí esa definición aséptica de la inteligencia que dice que es la capacidad de plantearse y resolver problemas. Hay quien siempre se plantea los problemas que no son y luego los resuelve con el culo.
En fin, resumiendo lo que ha pasado con un diálogo de Atraco a las tres que luego salió en Mortadelo y Filemón: "estoy disponible, chati", "pues no me extraña".
Me siento en disposición de recibir muestras de amor, de bondad y de perfumes caros. Gracias.

miércoles, 5 de noviembre de 2003

"De tanto no afeitarme, me he dejado barba". Cuando salía por la puerta se me ocurrió la frase que no encontraba para empezar el anterior post. Y es que esto del "blogs" (como diría un ilustre) es como andar en bicicleta. Y a veces como follar, si no se te da, no se te da, pero casi nadie te lo va a decir.

martes, 4 de noviembre de 2003

TRES O CUATRO COSAS DE ESTA AUSENCIA

TRES O CUATRO COSAS DE ESTA AUSENCIA

Ahora que nos hemos quedado cuatro patos en esta página, os confesaré que tenían razón todos los que aseguraban que no se necesitan drogas, que se pueden hacer las mismas cosas sin ellas. Confirmado. Yo el miércoles me fui al concierto de un amigo en Galileo. Estaba medio empanao, tenía una sonrisa tontorrona, le toqué la pierna disimuladamente a la chica de la izquierda con consecuencias y a la de la derecha sin, dije algunas frases sin sentido, fui muchas veces al baño, me meé en la manga del jersey, en mis desplazamientos por la sala pisoteé, empujé y tiré la copa a uno de cada tres, tenía muchos mocos, me quejé mucho del concierto, recordé con mi amigo las canciones que le compuse en BUP (sobre todo el jit "Francamente querida") y, al final, me quedé un poco dormido. Y todo eso sólo con dos cervezas.
Por lo demás, tengo a Madame de Merteuil con fiebre en mi cama, llevo un par de días haciendo de enfermero. El fin de semana la dejé sola y se enrolló con un mexicano. Todo el fin de semana. Como me gana por tres y le extraña un poco que yo me haya vuelto bueno (la edad, la pereza, la inteligencia superior de la nueva generación femenina...) pues voy a hacer un esfuercillo y me voy a liar con alguien. Bueno, no. Ay, qué esplín. Sólo me apetece con una que ya casi no me contesta a los mensajes. El caso es que Merteuil dice que yo soy más guapo y que el mexicano es más atractivo. Yo creo que no quiere decir lo que dice con eso. O es que soy un optimista. El caso es que, desde el principio, cada vez que le echo la bronca me dice "¡ay, qué ojos tan bonitos tienes!". Y, oye, que no pillé el truco hasta un par de meses después. Madame también se dio un beso con lengua con una chica de su clase. Y es que ella siempre va con dos lenguas de ventaja.
Y yo me veo un poco mayor para esas cosas y un poco alcohólico para el resto de las cosas. Mi drama es que me he vuelto alcohólico de vino bueno, que está carísimo.
También tengo a la chica de la radio, que estaba interesada hace un par de jueves. Betty no se lo creyó, que tiene narices que betty no se lo crea, pero güeno, también es verdad que yo daba tumbos, y que a alguna de sus amigas no les parezco demasiado interesante y creo que ella misma no tiene un alto concepto de mi físico ni de mi estilazo de bailar. Pero eso no lo es todo. Con la chica de la radio estuve un poco sobreactuado, le dije que la oí esa misma tarde, que estar ante ella era para mí como conocer a Mick Jagger. Yo esperaba que le hiciera gracia, pero se lo tomó en serio, que es otra forma de. No es lo mismo, pero vale. Lleva dos semanas preguntando por mí. La suya no es una gran emisora, y, como todo el mundo, prefiero la tele, pero algo es algo.
Durante este tiempo también he cuidado a mis sobrinas. Las llevé al parque y mi ahijada se comío la arena. Bueno, elegía las piedras con mejor aspecto. Es muy sibarita ya.
Silvia se ha despedido con un pico hoy. Dice que se ha traído un foie muy bueno y que me invita a cenar. Aprovecha para tocarme cuando hay un roce fortuito. Siempre que estoy con ella recibo una lección de buenas maneras, descubro cada vez cómo se sienten ellas conmigo.
Un domingo conocí a las hermanas Lumiere, que son impresionantes. En tantos sentidos. Les hice unos huevos cocidos y unas tostadas. No sé si lo saben, pero para que nos comiéramos esas cuatro tostadas tuve que quemar otras doce o catorce. Es lo que tiene la cocina, que es un trabajo muy anónimo y muy poco reconocido. Ellas no se quejaron nada. Si es que el secreto de una buena reunión es tener más bebidas alcohólicas que comida, y si ves que no, estropear la comida. Ahora estoy esperando a que me inviiiiten ellaaaas.
Por lo demás he ido a un montón de comidas y cenas y tal, estuve en las bodegas de Vega Sicilia, hice un par de litros de calimocho con un crianza estupendo y descubrí que el vino bueno no deja resaca. Todavía estoy explorando el hallazgo, ya os contaré, la ciencia va despacio. Por lo demás todas y cada una de las veces que he salido a trabajar a hoteles y chiringuitos he vuelto borracho, como hoy sin ir más lejos, pero en cambio, ya casi no piso los bares los fines de semana. Menos este sábado, que me fui al único bar guei de mi ciudad, pillé una cosa blanca y me pasé toda la noche bailando. Me preguntó Santi que si sus amigos se portaron como caballeros. Tanto tanto que salieron huyendo en cuanto se fue él. Y es que yo era el único que estaba un poco halloween ese día. Aunque no daba tanto miedo como los grupos de solteronas treintañeras de por ahí. Yo nunca llamaría solterón a un treintañero, por la cuenta que me trae, pero es que en mi ciudad lo son. Me presentaron a una diputada y su segunda pregunta fue si tenía un contrato fijo o era freelance. La primera trataba de averiguar mis inclinaciones sexuales ("inclinarme, lo mínimo, que uno ya no está..."). Valladolor está mu rara.
Merteuil me espera en casa, para que le haga un caldito, los muebles de Ikea para que los monte. Me estoy echando a perder.

lunes, 29 de septiembre de 2003

En el metro me siento al lado de chica con libro. Nos miramos de reojo. Ella lee Jane Eyre y yo las memorias de Casanova. Me ha parecido supercomplementario.

jueves, 18 de septiembre de 2003

MUERTO AL LLEGAR

MUERTO AL LLEGAR

"que al que nace martillo,
del cielo le caen los clavos"
"Otra victoria como esta y estamos perdidos". Pirro.

Vuelta al cole con la sensación de que todos miran a través de mí. Dos horas sintiendo que no me reflejo en el espejo, que todos saben algo que yo no sé. "Paranoia es tan sólo saber la verdad", escribió Burroughs. Casi todos me reciben con cariño, abrazos y eso. Casi. La cabeza me huele a pólvora, tengo cara de fiambre.
Comienzo mi vida miserable, de ahorros y abstinencias, yendo a casa a comer. Compro medio pollo asado. "¿No quieres tortilla?", "no", "¿y pimientos?", "otro día". "Como dijo aquél -se mofa la cubana dependienta de la pollería- hoy sí que tengo hambre, lo que no tengo es mucho dinero..." Pa mí que se me ve en la cara. Es una pasada lo de cocinar en casa, lo que ahorras y lo bien que se está. Aunque de momento la receta haya consistido en pasar el pollo del recipiente plateado a un plato. Es un comienzo.
Luego en el trabajo se me pasa el mal rollo, casi me desparece esa sensación. Casi. Huelo a cadaver.
Hablo con Merteuil sobre el futuro. Siempre hay que tener un plan B. Nunca había pensado en cobrar el paro. Cobrar el paro y escribir. Suena bien. O trabajar de colaborador, con todas esas ventajas y todos esos aeropuertos internacionales. Suena a música. A la banda sonora de Desayuno con diamantes.
Acaba el día, he sufrido mucho, pero he logrado cumplir horarios, he currado y he ahorrado, creo. Hago cuentas. Veamos, me llevo cinco, pongo seis, que no se me olvide eso... A ver, he escrito un folio y me he gastado 40 euros. Cojonudo. Para final de mes estoy en la cárcel.

lunes, 15 de septiembre de 2003

Me dice _ que estoy demasiado evidente en el msn. La verdad es que nisiquiera suelo estar, pero esta última semana de vacaciones he tenido una intensa messenvida, algo bastante absurdo. Eso sí, tengo mis atenuantes. En los últimos siete días he tenido dos ataques localizados de ansiedad/pánico y varios pequeñitos, he descubierto que estoy arruinado, he estado un par de veces en el hospital, me han salido granos por todo el cuerpo por una alergia indeterminada que se une a la de siempre que me tiene atascado, me ha sentado mal casi todo lo que he comido en las fiestas de mi ciudad, que encima, por una vez, estaba animadísima, he tenido fiebre día sí y día también, ejem, y diarrea, una medicina que creo que se llama Corticoles me ha jodido el estómago y me ha dejado flojo y sin mucho espíritu, se me han inflamado las encías, me duele una muela desde hace dos días, y, en fin, el comienzo de una relación a (puñetera) distancia me tiene tan ansioso como salido, supongo. Como para estar ingenioso y hablar de otra cosa que no sea La Cosa.
Pero no pasa nada, el miércoles empiezo a trabajar. Lo peor es que no consigo despegarme de la intuición de que lo peor está por venir.

miércoles, 10 de septiembre de 2003

HOUSTON, WE HAVE A PROBLEM

Houston, we have a problem,
We don´t want to get back.

Back to the earh – Carlos Jean

“Hagas lo que hagas, ámalo como amabas la cabina del Paraíso”, aconseja Alfredo a Totó en Cinema Paraísoº. De niño solía esperar en la sala a que mi padre apagara todas las luces del cine –programa doble, sesión continua hasta las doce y pico- y me hipnotizaba la sala vacía, con un silencio antinatural justo después de que hubieran pasado tantas cosas -las persecuciones de Mad Max 2, la violación de La naranja mecánica, los mamporros de Bud Spencer, King Kong en gris oscuro subiendo a un rascacielos, unas tetas saliendo de un camisón en Al este del oeste, de Pajares y Esteso, el Maestro Borracho dándole la alegría de su vida al Mono Parlanchín cuando le explica que no ha muerto porque se colocó una placa en el pecho, justo igual que Clint Eastwood en ¿Infierno de cobardes?, La guerra de papá, gracias a la que papá se compró el 131 Supermirafiori-. Mientras él estaba arriba yo me sentaba en el respaldo de una de las butacas rojas de la última fila para ver como el telón se cerraba lentamente y las luces se apagan una por una, de delante a atrás. Supongo que desde entonces siempre he amado las cosas que hago como amaba aquella sala, como un espectador único y solitario que cuando mira mira los engranajes, que acostumbra a ponerse en la última fila para asistir a todo casi desde fuera, que elige un tono melancólico pelín grimoso.
Tiene más mérito ser feliz así, porque lo que suelen producir estos ingredientes son filósofos depresivos y plastas meditabundos. A mí, sin embargo, el que casi cada momento del día se me haga de piedra al instante me viene sirviendo para saber lo que vale, para mejorarlo, no desperdiciarlo ni detenerme en él. Están los días de bajón, claro, pero en general pasé de saber que todas las jornadas tienen un atardecer que lo redime todo a descubrir que cada gradación lumínica del día es tan hermosa como los latigazos anaranjados del ocaso.
He sabido en cada momento lo que valía este regalo veraniego, lo he visto todo, no he pensado nunca en lo que pasaría cuando se apagasen las luces.
Y la pequeña Madame de Merteuil me regala un poema de Montero, ese poema que te viene como polla al culo (como dice mi amigo Luis) y te explica eso que tú sentías.

AUNQUE TU NO LO SEPAS


Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...



Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.


También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.


Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.


Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.


Así he vivido yo el paseo nocturno por la playa, con la camisa abierta, las conversaciones de horas en la terraza frente a la crema catalana y al Marqués de Riscal, mi llegada a la estación, cuando nos mirábamos con desconfianza y deseo, los paseos buscando bar, las botellas de vino, el baño en la piscina, los masajes pedidos y los ofrecidos, la ducha que me dio como a un bebé, las comidas en el chino o las cenas en el bar de los pinchos. El viaje en autobús, el primer encuentro en el hotel, los ratos trabajando mientras ella dormía en tanga a cinco metros -a veces la veía dormir, a veces me miraba trabajar-, sus asombrosas formas de hacerlo todo.
También he hecho magia. El primer beso en el ascensor, esos sorprendentes orgasmos, el desayuno en la cama, mis famosos espaguetis con gambas, su restaurante que le encontré inesperadamente abierto por un día, el poema que le escribí en la esquina de la playa, el baile en la verbena que apareció de pronto, los vistos buenos a sus perversiones, las preguntas acertadas en el Trivial, la medida exacta hasta su punto G, los versos rezados en la terraza, la mejor edición del libro que ella quería, la violación de mentirijillas junto al frigorífico, los cuadros que hacía aparecer en El Prado.
Y no lo disfrutaba menos porque supiera que era tiempo pasado, si no más, sabía lo que valía. Y no quería volverºº.



ººLa otra versión de las vacaciones la está escribiendo la deliciosa madame de Merteuil aquí.

ºEl DVD Nuovo Cinema Paradiso contiene una entrevista con un comercial de la distribuidora titulada El emblema de Lauren Films. No he querido ni verla, pero me imagino que habla de lo orgullosos que se sienten de una película que les rinde homenaje a ellos o a la gente con la que trabajan. La película habla de un mundo intensísimo que se fue, el de los cines de los pueblos. Hace cinco o seis años escribí un artículo de esos que salían con la foto de mi cara pensativa al lado en el que hablaba de "la ración invaluable de cultura que tuvo que suponer ver Historias de Philadelphia desde los bancos de madera, escuchar La marsellesa de Casablanca en la España de Franco, asistir siendo analfabeto a una peli de Billy Wilder", o algo así. También hablaba de lo poco que le interesaba a nadie salvar todo ese patrimonio cultural vivo que llevaba décadas haciendo libres a las zonas rurales y que ahora seguía siendo necesario. A los cines de los pueblos los mataron los espectadores, claro, que preferían irse al centro comercial de la capital más cercana. Pero el golpe de gracia se lo dieron las distribuidoras, supongo que con Lauren a la cabeza, que un buen día decidieron que no les resultaba rentable la estructura con la que mantenían sus ventas en los pueblos, dejaron de cobrar precios proporcionales al público que se podía lograr en ellos y comenzaron a cobrar los precios de las capitales, imposibles de cubrir. El resultado evidente iba a ser el asesinato de las salas rurales, la muerte de todos los cines paradiso de España. Por eso me jode tanto esa entrevista que no he tenido estómago para ver, porque no hay criminal más repugnante que el que se le roba las botas al muerto cuando ya no puede defenderse, el que se lo apropia y se atribuye sus méritos. Y a nadie le duele más que a sus herederos, a mí, que he crecido en todos esos cines que abría y cerraba mi padre, con esos edificios que imitaban toscamente el lujo de los teatros decimonónicos o pretendían los aires de grandeza imperial de los cincuenta o aprovechaban un convento mudejar y colocaban, con continuidad simbólica, la pantalla donde estuvo el altar. A, mí que he pasado horas en sus cabinas llenas de fotogramas desechados, la empalmadora, las bobinas, las viejas máquinas de carbones esquinadas, los clavos en la pared sujetando las hojas de censura y los comprobantes, los tacos de entradas y los carteles de las pelis de Bruce Lee y de las primeras tetas del destape forrando las paredes. Su historia es la biografía de mi padre. Mi padre, que podría haber ganado más dinero con otros negocios, pero sabe de sobra que con esto ha estado décadas, cinco décadas, desde 1945, ofreciendo diversión y cultura. "Esto es mucho más bonito, no es sólo un negocio. Hay veces que una película no funcionaba bien, pero la gente salía diciendo que le había gustado y te quedabas contento. Otras veces se llenaba el cine, pero todo el mundo se quejaba y te ibas fastidiado a casa".

sábado, 6 de septiembre de 2003

MANERAS DE PEDIRLO JUNTO AL MAR (oh, la constancia)
(reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo)


-Me pierdo en tus ojos...
-¡Gracias! ¿me haces una mamada?

-Vamos a hacer como que somos dos viajeros que tienen que compartir habitación.
-Vaaaale...
-¡Oiga salga de mi habitación!
-Pero, pero...
-blablabla
-blablabla
-blablablita
-Pues yo me llamo Magdalena y soy lesbiana.
-¡Uy, qué bonito!
-Jua jua
-Perdona es que tengo que coger una cosa de la mesilla.
-Oye juajua esas manos ¡jua!
-Uy perdone
-Tú eras de un pueblo ¿no?
-Sí, de una aldea perdida en la montaña en Zaragoza, grabaron dos episodios de Heidi allí.
-Jua jua, me encanta como te metes en el papel.
-¿A que sí? ¿me haces una mamada?

Las doce en la cama.
-A ver, he traído donuts, zumo, coca cola, jamón, queso, galletas de chocolate, pan, un pastel, empanada, tomates...
-¡!
-Gracias. ¿Cuando termines de desayunar me haces una mamada?

Noche en la terraza. Pierde al strip poker.
-Ahora tengo que mandarte algo... mmm... no sé, no sé qué pedirte que me hagas...

-Es que a mí los viajes siempre me ponen muy nerviosa
-Oye, pues si ves que te relaja me puedes hacer...

-Jo, de verdad que me da mucha pena que te vayas, que ha sido muy bonito y me estoy poniendo triste.
-¿Quieres que te haga una mamada?