miércoles, 9 de julio de 2003

Vine al trabajo con una camiseta de publicidad y barba de una semana, y mi compañera se puso a buscar a otro para que fuera a la inauguración del hotel. Hasta preguntó a gente de otras revistas. Así que salí del taxi un poco dormido y un poco acomplejado, la verdad, hasta parecía que el abrepuertas me miraba mal. Pero la que me recibió fue ni más ni menos que almu, que estaba también en minoría frente a todas esas corbatas, vestiditos, bisutería. Compartiendo el mismo disgusto, que así se hace más llevadero, entramos hasta el fondo, pero parándonos mucho, un poco amilanados hasta que nos hicimos con la situación, esto es, hasta que llegamos a la barra.
Me presentó a su amiga A, que tenía un problema superpráctico con sus pezones. En mi humildísima opinión, eso adorna cuantitativa y cualitativamente más que todas esas joyas falsísimas que había por ahí. Y que todos los problemas tenían que ser así.
El hotel creo que era el más grande de Europa o el que tenía más columnas de Europa o algo así. Las había de todos los pelos y colores y estaban puestas por aquí y por allá al azar, como en una instalación. Las que llegaban hasta el techo estaban hechas del mismo material que los espejos de la risa, debe de ser eso del metraquilato. En realidad todo el hotel era un ejemplo excelente de reciclaje y buen rollo ecológico. ¿Que no sabemos que hacer con la vajilla de la abuela?, pues la ponemos aquí, ¿que tengo unas cortinas del burdel que me cerraron? pues pa la puerta. ¿Que no le hemos encontrado utilidad a estos capiteles jónicos recuerdo de Atenas tamaño persona? pues uno a cada lado de la puerta. Y así todo. Por ejemplo lo de las columnas brillantosas era un material que no sabían que hacer con él. Que no sabían que hacer con él en los 70.
Y por lo demás, me cogí el pedo de todos los pedos, que he perdido mucha práctica. Me bebí mil copas, creo que esto es la edad y que ya me empieza a aparecer el instinto Imserso, que si veo algo gratis me pongo a la cola, sea jamón, copas o pegatinas.
Llegué a casa, me hice una pizza, por postear, posteé post-it para bob y O. por toda la casa (dibujos y tonterías), rompí un vaso (losientolosientolosiento), hablé con betty, que siempre se puede confiar en que a la misma hora esté un poco más pedo que tú, y mandé a mi niña un mensaje cariñoso, largo e intrincado. Qué bonito sería acordarse de lo que puse.
Por la mañana venía dormido en el metro, me he despertado en mi parada, he salido corriendo, se me ha caído un tebeo, he vuelto a por él, he salido, y allí al lado estaba A. Ya no tenía los problemas de anoche. Sic transit gloria mundi, qué resaca.

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