martes, 21 de septiembre de 2021

Ciudadano vyf

A los 10, los Reyes Magos me trajeron un juego de imprenta. Los tipos se colocaban uno por uno en un soporte, luego los mojabas en tinta y ya tenías un párrafo. Las letras ya no tenían mi esforzada caligrafía de tes altas y ges orondas, eran las oficiales, las que tenían la misma forma, las de decir cosas importantes. Me vi tan poderoso que, a los 12, mi madre me regaló la máquina de escribir azul con la que había hecho de secretaria para mi abuelo en la compañía de seguros. Ya podía escribir un cuento. A los 18 conseguí una máquina eléctrica. Las letras pasaban por una pantalla enana y se podían corregir. Se acabaron los tachones, yo ya era una editorial entera. A los 21 llegó el primer ordenador, hice mi página web y, al poco, mi primer blog. Tenía un medio de comunicación.