lunes, 5 de octubre de 2020

La mascarilla de Proust

Salí de casa con prisa y cogí una mascarilla cualquiera. Al ponérmela, olía a carbonilla de sardina. Recordé el chiringuito del faro, el hombre que tocaba Como el agua mientras yo leía una historia sobre un invierno castellano y bebía un tinto de verano, y Lucía, en la arena, escondía la cabeza entre los brazos para dormir la siesta. Recordé la alegría de su culo caribeño entrando en el agua con una cojera premeditada a lo Marilyn.

Nostalgia tipo bua de cosas que pasaron hace una semana. Ese es mi chico.