CINCO DÍAS DE NOVIEMBRE
Me escribe The Fire (http://cgi-bin.spaceports.com/~thefire/iamthefire copia y pega, el enlace no funciona)
diciéndome que va a usar un poema que colgué por aquí abajo el 10 de abril. Y como me apetece recordar mis cinco días de noviembre con Ana la Cocainómana para llevar la contraria a julio, y como la respuesta en los comment se me salía por los lados, le contesto aquí:
"Y el poema, úsalo, claro, la idea era eso, cerrar aquello, escribir en activa lo que sufrí en pasiva, aunque sin mentirme, claro. Lo que pasa es que en él explico las cosas que nos pasaron en los cinco días que estuvimos juntos,
"con tu cepillo eléctrico", cuando la observaba mientras se cepillaba los dientes con su cepillo eléctrico ("comfrate uno, ef mu bueno fara lof vago' como nofotros"),
"con tu sobrino, ahora/ que ya sabes limpiarle las caquitas", cuando la enseñé a cambiarle los pañales a su sobrino mientras el resto de su familia se metía una raya en el salón,
"con tu lunar y con tus tatuajes", cuando acariciaba su lunar y el tatuaje de su tobillo (¿dónde estaba el otro?),
"Te dejo con tus largas noches blancas/ en que buscas, tal vez,/ la voluntad perdida,/ el amor imprevisto,/ o una risa afilada", cuando la acompañaba cada noche con la farlopa y me llamaba inútil porque no sabía hacer ni el turulo,
"Te dejo unicamente un par de notas", cuando la dejé sobre el cojín en forma de corazón la nota "scrito está en mi alma vuestro gesto/ y cuanto yo escribir de vos deseo/vos misma lo escribiste, yo, lo leo" de Garcilaso y esa otra de Lorca "si te vas te quiero más,/ si me quedo, igual te quiero,/ tu corazón es mi casa/ y mi corazón tu huerto"
"un par de camisetas," cuando nos acostamos, la primera noche y sin habernos liado antes, con dos tontas camisetas de Playboy y sin nada debajo (lo poco que duramos haciendo como que íbamos a dormir),
"dos canciones", cuando oíamos las dos canciones de los discos que dejé en su casa: cuando salí de la ducha y tenía preparada en su cd Las cuatro y diez de Aute cantada por Mónica Molina (chica encantadora que, de alguna manera, estuvo al principio y al final de los cinco días: el primero, cuando llame a Ana para que viniera a la fiesta de su disco y nos reencontramos y el último, cuando se había acabado todo y me llamó para felicitarme por la entrevista, Mónica me recuerda a Ana y viceversa) o cuando le canté la otra canción que no he vuelto a escuchar, la de Los Secretos (¿cómo era?),
"Ya no más telegramas,/ no sonará el teléfono en mi nombre,/ no te haré más visitas en los sueños", cuando le escribí mensajes (dos veces), le mandé emails (dos veces), le escribí un poema (sólo uno) le llamé (dos veces) y no contestó. Aquél recuerdo no se merecía estropearlo con la insistencia que me pedía el cuerpo,
"si sigues extrañando/ mi nariz, mis orejas,/ mis labios y otras cosas familiares", cuando me dijo que le gustaba mi nariz pequeñita, mis orejas pequeñitas, mis labios gruesos y sobre todo esa otra cosa familiar, lo que más,
"Te dejo con la incógnita/ de no saber qué quieres,/ si me quieres,/ si quieres que te quiera", cuando me dijo que me quería...
A lo mejor a vosotros no os pasaron exactamente las mismas cosas. Puede que fuera conveniente que hicieras una versión, añadiendo vuestras propias historietas. Más que nada para que no piense que te has equivocado de chica o que tienes un poema tipo. O quizás eso sea precisamente lo mejor. Suerte."
La primera mañana que desperté con ella me dijo "quédate todo el tiempo que quieras" y se fue. A las doce decidí que ya era suficiente con tres horas de retraso y me dispuse a ir al curro. Me duché con la puerta cerrada. Me tapé con una toalla. Recogí mi ropa aquí y allí y la amontoné en el centro del salón. Tomé mis famosos calzoncillos gays (semitransparentes, me los compró V. la belga y son escandalosos), me quité la toalla y... Bueno, mejor, os copio el email que le mandé a Ana al día siguiente:
"Cómo no creer en el azar. Venimos de ahí, de una casualidad que juntó dos de oxígeno y una de hidrógeno y que desencadenó una sucesión de azares que desembocan en este email. Las cosas más bonitas de la vida pasan por casualidad, como que tras una conversación tonta ("tu eres gay?") a alguien se le ocurra presentarte a la chica más guapa y más lista del baile y que acabes pasando con ella la noche más divertida, tonta y tierna de los últimos tiempos. A veces el azar no es tan impredecible, y era lógico que me encontrara con Blanca en la máquina y que ella observara con atención mi pelo de recién salido de la ducha a las 13,15, mi barba de dos días, mis ojeras y etc... También era previsible que mis compis de al lado me dieran, a esta hora, unos buenos días como con retintín. Los que no creen mucho en las contingencias son los guardas jurados, que no se han quedado muy convencidos cuando les he explicado que, curiosamente por segundo día consecutivo se me ha olvidado el pase para entrar al edificio, cosa que no me había pasado en dos meses. Deduzco que no son devotos del azar por la cara de "de donde vendrá éste con estas pintas". Pero lo más prodigioso que me ha deparado la casualidad hoy no ha sido nada de esto. Después de deambular por la casa con la toalla puesta, he elegido precisamente el salón para quitármela y ponerme los calzoncillos, y esos cinco segundos han coincidido justo con el momento en el que entraba la asistenta que NADIE me había dicho que venía. ¿Cómo no creer en el azar?
un besín, estoy como muy contento y como muy tontorrón, como que se me nota en la cara"
Sólo añadir que cuando vi entrar a la señora de la limpieza por la puerta, con los calzoncillos en la mano la primera frase que pasó por mi cabeza fue "¡su madre!". La señora se encerró en la cocina hasta que el pervertido abandonó la casa deseándole "¡que tenga usted un buen día!".