martes, 22 de septiembre de 2020

Umbral y yo

Como siempre, 5 ó 6 libros abiertos a la vez, alguno terminaré. Sumo a la fiesta Los ángeles custodios de Umbral, un diario de sus noches de 1981. En cosa de un mes, el Umbral de casi 50 cena en el palacio de Liria, oye un discurso del Felipe González del 81, cena y se emborracha con escritores y periodistas y marquesas, atiende a dos amantes veinteañeras, una de ellas una actriz famosa, recibe el premio González Ruano y, a lo que iba, escribe. Escribe sus artículos de prensa y ese diario y un pregón lírico y obrerizante de las fiestas de Fuencarral y la presentación quevedesca de un libro de desnudos masculinos en El Sol. Y casi todo se lee hoy con provecho. Y, cuando no, es porque se le va la mano con la lírica o porque arriesga y eso también está bien.

Y mientras tanto, yo, lloriqueando porque me dura la resaca de anteayer, que me emborraché y acabé a las 5 de la mañana oyendo a un guitarrista que cantaba cosas de la trova y bosanovas y así. Y, ayer, eché el día a los perros porque me pesaba un poco la cabecita y hoy me preocupa no entregar a tiempo tres reportajes que no pueden ser más fáciles y deberían estar ya. Y no me atrevo a añadir todas las cosas que habría que añadir al libro que he escrito a un ritmo de dos parrafitos al día porque ¿y si sale mal? ¿no sería mejor dejarlo así? Umbral y yo, el meme del perrete.