viernes, 22 de abril de 2022

Tú estarás muy buena, pero yo he leído a Faulkner

Todo es el punto de vista.

Por ejemplo, soy un dios, lo que pasa es que se me olvida mucho. Creo mundos cuando escribo y quien no se entusiasma al leerme es que no puede entenderlo, no sabe, no lo tiene. Sobrevuelo a toda la gente de este garito, de esta ciudad, en ocasiones, de este mundo. Veo las cosas como son, porque las veo desde arriba, desde fuera, todo es de cristal para mí. Y ni siquiera lo entienden cuando se lo explico (¿por qué lo hago?) hasta que me convenzo de que seré yo el equivocado. Pero no lo soy.

Por ejemplo, sé de siempre que las relaciones son la mentira universal, que sólo me alejan de la hoguera que soy, que sólo me castran, que me dedicaré a hacerlas felices e iré dejando ahí la incandescencia sagrada que me pertenece. Que nadie va a entender de verdad lo que quiero hacer, sólo van a isuponer que algo de mi brilli terminará espolvoreándolas, pero no imaginan la escala del fulgor, porque los sistemas con que lo miden, las materias con que lo comparan, son de otro planeta. El mío nunca lo han pisado. Cuando se trate de follar, diré que tengo un millón de euros en el banco, qué más da, esa es la métrica que quieren oír. Cuando se trate de otra cosa, me recordaré que he renunciado a todo, como un cartujo, por algo, y que no voy a regalarme ahora por las migajas sólo porque fuera esté lloviendo y buah.

El punto de vista lo es todo: recuerda desde dónde escribir.