15 años. La puerta de la discoteca del pueblo está abarrotada de coches mal aparcados y de menores que igual consigan colarse o igual no. Dentro bailan a ¡Franco Battiato! en español. Y mucho disco y la de La historia interminable, en español también, por qué no. Si entras, la siguiente pantalla es encontrar compañera de lentos. Te abrazas, mueves un poco los pies y no sabes que hacer con las manos ni con el calentón. Yo muero siempre en esa fase, pero hay ready player 1 a la semana siguiente.
Tras décadas apuntándome a lo último porque eso es lo que me pone, resulta que ahora lo último es saber que éramos mejores y, como siempre, pero más contento, lo abrazo entusiasmado. Lo estás llamando ser facha, pero es decir lo contrario de lo que tú me digas que hay que decir. Las cosas entonces se hacían un poco así, hasta que no se quién lo compró todo y ya todos los mensajes empezaron a emitirse de arriba a abajo. Creí que ya para siempre, pero mira. Y pienso revolcarme en esta charca como un gorrino.