miércoles, 25 de septiembre de 2002

Habrá que reconocerlo, porque si no esto se va al carajo. Estoy con una pájara como la de Indurain en Las Ventas. Lo que pasa es que cuando empecé este diario me propuse no recitar nunca laprincesaestátristequétendrálaprincesa, porque vi que por ahí lo hacían mucho y era un rollo. Pero es que si no cuento esto no puedo contar nada, y no me voy a pasar el mes rellenando este espacio tan visitado por el club de fans de Isabel Gemio con historietas del abuelo Cebolleta, que luego me dicen que paso de mis lectores.
Tengo una pájara sin instrumento y sin objeto. El otro día hablaba con Anita y se lo contaba. Cuando me dejó mi ex la peluquera, instalándome para siempre en una querencia irracional por cualquier mujer con unas tijeras en la mano, Ana me dijo que siempre que me entraran ganas de llamar a esa chica tan mala la llamase a ella. Y desde entonces siempre que estoy con el moco a las puertas marco el número de Anita y hablamos de cualquier cosa. El otro día le contaba algunos de mis problemas y ella daba en el clavo como siempre. Es un cielo. Sigo pensando que cada vez que entra en cualquier parte se enciende una luz y una estufita y todos estamos mejor y somos más buenos y más guapos. "¿Dinero? Pero eso no es un problema ¿no?" Claro, es justo lo que llevaba pensando un par de días, que de la muerte pabajo son todos problemas menores. Pero, chico, no sé, creo que se han acumulado unos cuantos y eso debe de ser lo que me pasa. Por una parte, como no podía ser de otra manera, mis tarjetas han sufrido una extraña parálisis. Total, que debo al banco 2.200 euritos. Luego, en el trabajo están todos contra mí, me lanzan puyas continuamente y no quieren mandarme de viaje. "Bueno, lo de Polonia lo voy a poner para finales de octubre, que es cuando me viene bien". Redactor jefe: "No, no, qué tú no vas a ir". "Hombre, pero si justo aquí me viene bien". "Qué no, que tú no vas". "Pero si es justo después del cierre, además es que me pega muchísimo este viaje, ver la casa del Papa y eso". "Qué no, que tú no vas". "Pero si es justo después del cierre, que no hay nada que hacer". "Ya, pero luego viene el otro cierre y se junta todo". "Pero..." En fin, que la técnica "papá, dame veinte duros dame veinte duros dame veinte duros" está funcionando fatal. Luego está eso de los sutiles reproches a mi rendimiento laboral ("Qué suerte fulanita, que sólo viene un rato por la mañana", "bueno, hay otros que vienen más horas y trabajan menos") a mis horarios ("la reunión es a las diez", "ah, vale", "a las diez EN PUNTO –con mayúsculas–", "ah, vale" o al verme aparecer a eso de la una y media "¡buenos días! qué tal has dormido". Son malvados, con lo mal que había dormido) o a mi velocidad ("pues si quieres haz tú lo de Murcia –ofrezco yo– que es un marrón", "yo encantado, si puedo tardar un mes..."). En fin, horrible. Además me quitan mi despacho y me llevan a otra planta. "El que peor lo va a pasar es VyF, que es... ¿cómo has dicho que eras?", "¡SOCIOPATA!". Un año entero aquí al fondo, mirando a la ayudante del dentista en la ventana del fondo, retirado del mundo en este amplio rincón de luz y de color, y ahora estaré emparedado al norte y al sur por mis compañeros y al este y al oeste por una revista masculina y otra femenina. Algo se va a romper, crack, en mi corazón. Eso por no contar con que no sé cuando voy a poder escribir aquí.
Y además está lo del piso, que tengo que buscar otro que cueste la mitad para empezar a animar a mi cuenta corriente, que esa sí que está depre, (¿a alguien le sobra una habitación para un sociópata?) y que cris pasa de mí ampliamente, y que se me ha vuelto a perder el móvil y no puedo hacer llamadas anónimas de madrugada a toda esa gente a la que odio (con lo que desahoga eso) y que tengo una pinta infame. Antes era que me parecía a Lorca o a Mario Conde o a un pijo en las regatas. Ahora gente bien diferente asegura que tengo el mismo pelo que Tamariz. Bueno, pues no será tan malo. A Tamariz le gusta.
Y menos mal que lloro. Voy a ver a mi abuela y vuelvo la cara para que no me vea llorando. Hablo con cris y lloro. Miro como se columpia mi sobrina Carolina y lloro. Termina El mismo amor, la misma lluvia y todo el mundo en el cine gira la cabeza hacia mí, el bicho de los ojos rojos, para ver quién era la llorona que moqueaba hasta en las escenas de risas. Salgo del cine ya sin pañuelos, así que (esta escena es repugnante, si me quieres sáltatela) me sorbo los mocos hasta que no puedo más y escupo. Miro al frente y allí, en una parada de bus está la chica que más se parece a la de mis sueños, la que estaba deseando salvarme o, cuando menos, echarme un polvazo terapeútico, mirándome, considerándome, como Ariadna Gil en El columpio, hasta que me porté como un puerco.
No puedo negar que todo lo veo marrón caca. Así que, como es una pájara larga e indefinida, indago, a ver de donde viene. La vuelta de unas vacaciones que se parecieron un poquito al paraíso. En Cádiz me pasé una semana de sexo, scooter, playas nudistas, cañitas, tebeos, buena vida. En la capital dormí una noche en la terraza de un caserón histórico y otra en un banco frente al mar, con los otros indigentes. Hacía tiempo que no me despertaba tan libre y poderoso. Y ahora sé más o menos lo que voy a hacer muchos de los días de los próximos meses. Sé que eso es bueno para mí y que no tengo que cagarla, como siempre. Pero mi alma de vagabundo, la pobre, no sé si lo va a soportar.
Vengo ahora de la presentación de un libro sobre Alaska. "He perdido preocupantemente la memoria, y no es un eufemismo". Claro que no es un eufemismo, es una afirmación, pero la muy desmemoriada no se acuerda. Ay, las pastis y la memoria. Cómo duele no recordar un poema de Neruda, no encontrar esa palabra. Así que lo dejo, aunque ya he aprendido de sobra que eso no se anuncia, se hace. Además, que no imaginais cómo me siento de canalla cuando pienso en la de veces que se lo he ofrecido a mis amigos. Fue tan triste la última noche ver así a Jorge y a Javi... ¿Y a mí? A mí no se me nota. Dice Miguelito que nunca salgo del todo de la realidad, otra pista importante sobre cómo funciono. Pero soy el peor, el que nunca tiene suficiente. Y ese es otro problemita rondando por aquí. Sobre todo, que siempre he hecho muchas estupideces, pero antes las disfrutaba, las recordaba, las hacía yo. Ahora no. ya veremos.
Y por último, internet también está contra mí. Me estaba pareciendo un territorio hóstil gracias a un par de cosas que me pasaron hace poco y a todas las demás que me imagino. Paranoia bendita, mi hermana, mi compañera. Menos mal que nos conocemos.

Y este soy yo, el de entonces, que ya no soy el mismo. O sí. No sé.
Para lo del talento y la diversión podeis probar por aquí. Y para el amor en flor, aquí (qué gran pérdida, snif). A bob no le recomiendo que está peor que yo.
En estos casos, solía esconderme del mundo una temporadita. Ahora no sé. A veces dura un día o a veces un invierno, como el amor eterno.
PRIMERA REDACCIÓN:
Querida Cristina:
Ya si que no entiendo nada. Me pregunto para que me sirve nuestra relación. Sabes de sobra que no estoy muy a gusto con nada ultimamente. Aunque apenas me lo preguntes, has hablado con Ana y ella te lo habrá contado ¿no? Lo único que se te ocurre decirme es que no te llame los días que estoy con el cierre. Fantástico, qué preocupación. Hoy estoy un poco mejor y aún así parece que te quemara el teléfono. No sé, me imagino en tu situación y si tú te encontrarás así y en mi casa les molestara que hablase por teléfono mientras ellos ven el fútbol y encima quisieran hacerme callar para oir los oligofrénicos comentarios de la panda de majaderos que hablan en TVE, yo me decidiría enseguida por a) pegarle un patadón a la tele B) mandar a tomar por culo a todo el mundo.
No sé, creo que tengo la delicadeza de no deprimir a nadie con mis problemas, y menos a ti. Me parece un privilegio que los quiera compartir contigo. ¿De qué va esto? ¿Consiste en que sólo estás cuando yo soy el alma de la fiesta o cuando digo que sí a todo lo que tú quieres? Si XXX* pasa de mí en los malos momentos, es una pena, pero ni me va ni me viene. Qué tú pases de mí no significa sólo que no vaya a mejorar nada gracias a ti, sino que es otro poquito más de dolor para mí. A ver ¿para qué quiero una relación a esta distancia, echarte de menos a menudo y que me hagas sentir aún peor cuando tengo problemas? Encima me dices que estás en pleno subidón, muy feliz y eso, clases de portugués y de flamenco y ni un minuto para mí. Pienso en lo que yo haría si estuviera feliz y tú tuvieras un problema y lo único que se me ocurre es que, una vez más, estoy con alguien a quien le importo bien poquito. Lo importante es que esté ¿no? Porque es una putada estar sola ¿no?
Seguro que estoy siendo injusto, y me parece fatal, no me gusta pagar mi mal humor con nadie, pero bueno, tampoco tú te has portado muy bien conmigo hoy, te estoy abriendo mi corazón y me cortas para contarme que ya ha empezado el partido y nosequé polladas. Me dices que el problema es que estoy solo aquí en Madrid, ves que me apetece hablar contigo y me dices tres veces que quieres colgar, hasta que me doy por enterado. ¿Sabes? Si tirase de agenda a lo mejor no estaba tan solo y a lo mejor no despertaba solo.
A la mierda. Gracias por tu ayuda.

*(Nota del transcriptor: XXX en el original)

SEGUNDA REDACCION
Supongo que te has dado cuenta de que me apetecía hablar y de que estaba un poco depre. ¿Es más importante ducharte y cenar –¿a las 8,30 también comiendo? nena, no te digo cómo te vas a poner– que hablar con un amigo que se encuentra mal? Desde luego me lo voy a pensar antes de llamarte para estas cosas, y es una pena. ¿Sólo vas a estar para los momentos buenos? Pues nada, vete contándomelo para apuntarlo.

TERCERA REDACCIÓN (la carta enviada) Título: "grrrr"
Cactus, cariño, como Teléfono de la Esperanza eres un asco. Te voy a matar. Si no tuvieras ese culazo te despedía.
besos
tu churri