Soy virgenyfurioso. La semana pasada me estaba bañando en el
jardín secreto de una villa florentina y la que viene estaré buceando en el
Índico. Nunca dejo de querer a nadie a quien he querido. Llevo acumulando
amigos desde los 6 años y no me sobra ninguno. No me llevo mal con nadie. Hace
falta ser un necio muy terco para hacerme enfadar. Nah, ni con esas. Entiendo
lo que tienen de ilusorio el despegar de un avión, con el mundo encogiendo, y el
desnudarse de una mujer, con el mundo ampliándose. Y sé lo que tiene de promesa
un aterrizaje y cuando ella se viste. Hace poco hice un texto con el que
lloraron los cinco primeros que lo leyeron, yo incluido. Hace un par de meses
vi mi primera aurora boreal y me pasé dos horas mirándola inmóvil a 30 bajo
cero. A veces me siento todopoderoso delante de un documento que se va llenando
de frases. Ayer iba canturreando por la calle en un crescendo que terminó en
baile. La semana pasada dormí con una mujer preciosa, tan delicada como una
burbuja de rocío. Me despertó soplándome en la cara. Una amiga dice que matará a
quien sea para que se publique mi novela, otro, que se emociona con mis
poemas, y otro, que las frases de mis artículos son himnos. Algunos de los amigos que más me
gustan los he hecho escribiendo. Un artículo mío batió todos los récords de una
de las webs más importantes de España, otros han hecho reír a miles de persona.
Todo esto, más o menos, en lo que va de primavera. Soy virgenyfurioso, ¿a qué
quieres que te gane?
/////"Sigo virgen y furioso". Arthur Cravan, recién llegado a la ciudad, en una carta a un amigo/////
lunes, 27 de mayo de 2013
viernes, 10 de mayo de 2013
Destrucción Mutua Asegurada
DESTRUCCIÓN MUTUA ASEGURADA
El día en el que todo reventó
El día en el que todo reventó
Venía una primavera recelosa
Lluvias como balazos la traían
No nos era posible ser felices
Una noche restaba
De su cuerpo ante el mío
Venía del amor trampa
Del que te hace quedarte
Cuando todo está mal
Y todo lo hace bueno
Y no es mentira
Pero es sangre y trinchera
El amor trampa
Alguien grita, a lo lejos,
"Hacíais buena pareja"
"Paseabais erguidos
Repartíais belleza
Hacíais de Madrid
Un cuadro de Chagall
Alguna noche de esas"
Nos reíamos tanto
En los descansos
Entre malentendidos
Alguien grita, a lo lejos,
"Hacíais buena pareja"
"Paseabais erguidos
Repartíais belleza
Hacíais de Madrid
Un cuadro de Chagall
Alguna noche de esas"
Nos reíamos tanto
En los descansos
Entre malentendidos
Habíamos fabricado
Un millón de momentos felices
El de su cama nueva
El de andar los caminos
Como Lawrence de Arabia
Como Lawrence de Arabia
El del huerto y el guión
El del Wurlitzer
El de los sanfermines
El de la cena rusa
El de la cena rusa
El de la cena en casa,
En la terraza,
El del mar gaditano
El de un día cualquiera
Despertando a su lado
El del sofá y la manta
El de ver Casablanca
Y que se duerma
El del baile en braguitas
El del cuerpo desnudo
Porque sí
El del paseo lunar
Entre lunares
El del baile en braguitas
El del cuerpo desnudo
Porque sí
El del paseo lunar
Entre lunares
El de robar en el supermercado
El de los chats eróticos
El del beso, el del beso,
el del beso
el del beso
Y así hasta el un millón
Los recuerdos se fríen
Se pasan por la túrmix
Se les echa ajo, hostias,
Repelente de insectos
Se dejan enfriar
Y se sirven de cena
Y mientras se pasea por Madrid
De un brazo y un abrazo
más soso y previsible
Gracias a Dios
Yo me doy coscorrones
Para encontrar también una receta
Que mezcle hasta un millón
Los ingredientes
Y consiga un tartazo
En su cara en la mía
En las dos a la vez
La puta primavera
Yo nací en primavera
Me recuerda a diario
Que ese rojo que lo animaba todo
Era la mitad suyo
Yo que me había pasado
tantos meses
Buscando el resultado
Sin saber que la fórmula
Estaba ya trucada
Y que yo soy de letras
Venía por la calle
Contando con los dedos
Y ella me esperaba
Con una solución muy lateral
Que consistía en una bomba H
Nagasaki, Hiroshima
Sentados en mi cama de metralla
Bombas que son abrazos
Y que la clavan más
Ya está aquí la Gran Guerra
Encima de mi cama
Exploto y sin embargo
Parece que no he muerto
Lo parece
Y no hay nada que hacer
Para volver el campo de batalla
En un campo de plumas
Así que estalla todo
Aún busco los trocitos de mi almohada
Y sólo nos podemos prometer
La mutua destrucción asegurada
miércoles, 8 de mayo de 2013
Ni en un millón de años
Ni en un
millón de años
hubiera
permitido
que nadie te
escupiera.
Ni en un
millón de años
te hubiera
abandonado
como a un
perro
cojo, que ya
no sirve.
Ni en un
millón de años
yo te
hubiera impedido
despedirte
Ni en un
millón de años
hubiera
puesto el disco
de tus
letras de amor
justo al
revés
para
encontrar mensajes
que no
estaban.
Ni en un
millón de años
yo le
hubiera sumado
una piedra a
tu carga
sólo para
que me sintiera más ligero.
Ni en un
millón de años.
Ni en una
eternidad de eternidades.
Ni en un
solo segundo en mi cabeza
Y aún así,
ya lo ves
(o no lo
ves),
soy el tipo
decente
que se
empeña en pensar
que la gente
es mejor que
lo que hace,
se enrosca
la tristeza
al fondo del
bolsillo
y sigue su
camino
viajando con
los rostros
que ya nadie
siquiera
recuerda que
existieran,
sintiendo
que el amor
no hay quien
lo toque ya,
que es mármol
y burbuja,
que es un
atardecer
y es una Era
que es
siempre,
siempre,
siempre
la foto del verano
pasado.
Y aún así,
ya lo ves,
soy el tipo
de andares
ni toscos ni
seguros
que se aleja
despacio
y para
siempre
sin saber
dónde va
sin querer
olvidar
de dónde
viene.
lunes, 29 de abril de 2013
Destinados
2002
Solía llegar a las doce, a veces a la una. Aquél era un
lugar que no le correspondía, pero todavía no quería saberlo. Aun así, trataba
de mantenerse alejado de todo lo que estaba mal allí con un horario de locos. Luego,
ya se quedaría, cuando todo ese sudor inútil se fuera desvaneciendo y
estuvieran solos la pantalla y él. Eran las 10, las 11 o las 12 de la noche y
entraba en el mundo al que pertenecía de verdad. Un blog. Un documento abierto
y todo lo que quisiera decir. Un planeta entero como un desván lleno de trastos.
Cogía los sentimientos más intensos de entre los del día y los modelaba en una
página. Cogía el último resbalón, el que sólo le había hecho gracia a él, y lo
desmenuzaba hasta que fuera divertido para alguien más. Era un buceador, y no
emergía del folio sin un par de peces y la sensación de haber flotado en el
agua o en el aire, no sabía, durante las mejores horas del día. Creía que
estaba escribiendo para él, para los dos o tres amigos de entonces que le leían,
para alguna chica que le esperaba en el bar o en la cama. Siempre había sido menos
de mirar los futuros que de quedarse ensimismado en los pasados, montándolos y
desmontándolos como mecanos. Así que no se paraba a considerar que con cada
mordisco a la manzana iba también dejando un rastro de semillas. No se puso a
imaginar si en realidad estaba escribiendo para alguien que ya le conocía, pero
que tardaría diez años en conocerle. Ella llegaría cuando él se estaba
sacudiendo todo ese montón de escombros, justo para empezar una partida nueva
del todo, como si no existiera el pasado. O como si el futuro existiera mucho
más.
Ella había tenido un mal fin de semana. Era la estrella en
clase, entre sus amigos de la partida, en su casa -cuando en su casa había paz-.
En alguna parte de su cabeza hecha de diagramas y constelaciones estaba la
información de que tenía algo bueno entre manos, que el futuro era una cosa que
iba a poder escribir ella misma. Le gustaba ganar y solía ganar y merecía ganar.
Y, sin embargo, estaba perdiendo batallas todo el rato con aquel chico. Porque
aún no sabía que irse, a veces, es la única manera de ganar. En aquellos
tiempos y durante muchos muchos años, la única dirección que contempló fue
hacia adelante. Las múltiples voces de su cabeza, las que le decían, a ratos, que
algo no encajaba y, a menudo, que ella conseguiría ensamblarlo todo, cesaban un
ratito en su cuarto cada noche. Abría la pantalla y entraba en vidas ajenas
puestas en un escaparate de mercería, de pastelería o de ferretería. Creó su
propia juguetería, donde tenía una corte de tipos que, como ella, salían por la
puerta de atrás cada noche para inventarse una vida en la que todo tenía mucha
más lógica. Un día descubrió una página de un chico un tanto perdido que escribía
como si le estuviera hablando a ella. Le pareció que se conocían, le pareció
que podrían conocerse. Le gustó cómo veía las cosas y entendió que le estaba
contando la verdad. Pensó que le podría ayudar, quiso advertirle, gritarle “esa
chica no te conviene”, “tú vales más que las cosas que haces”, pero lo dejó correr y nunca le
escribió. Lo que no sabía es que ese atracón de manzanas durante el que las
voces se atenuaban también había plantado los árboles a los que se subiría en
un momento crucial de su vida.
Ella entra en el blog
con ganas de que haya un nuevo post y se encuentra con uno que le hace sonreir.
Ambos prescindieron en un par de años de todo lo bueno que
les había proporcionado ese cruce de caminos etéreo. Ambos desmintieron al
destino, en apariencia. Él se perdió del todo y consiguió encontrar por fin
algo con lo que golpearse a lo grande: dejar de escribir. Ella dio unos
cuantos tumbos, ni tan malos ni tan buenos, para llegar al punto en que volcara
y diera los primeros pasos para descubrir quién era y lo que quería, muchos
años después.
2011
Es uno de esos días soleados de octubre, un regalo tardío. Él
sale apresurado por la puerta de la redacción. Ella lleva ya diez minutos
esperándole en un banco. No le conoce, pero sabe quién es en cuanto le ve. Va
vestida con una chaqueta deportiva, el sol hace de su pelo rojo un frutal, su
sonrisa es la de alguien que acertara con la puerta tras la que se esconde el premio
gordo. Él le da la revista en la que no cree y ella la enrolla como si fuera un
bate. El corazón les va demasiado rápido. Tratan de ralentizarlo con bromas
estúpidas sobre lo que espera cada uno de una cita que no es una cita. Ella, además,
baja la cabeza todo el rato, se esconde debajo de su pelo y enrojece hasta que convierte su perfil en el de una manzana de fuji. “Estás a
la defensiva, mira como coges la revista, parece que me quieras atizar”. “Pues
tú te escondes detrás de unas gafas de sol”. Se las quita.
miércoles, 17 de abril de 2013
La despedida
DESPEDIDA
Cuando volaban flechas
y pisabas un suelo movedizo
(con lo poco que a ti te gusta eso)
decidí no soltarte de lo alto,
elegir el amor sobre las dudas,
hacer de tus colores, rojo y palo,
mi tierra y mi bandera,
vender cara tu piel,
quedarme a defenderla.
Te sostuve en mis brazos,
cabalgué junto a ti para perder de vista
lo que te hacía daño.
Te dejé en una casa,
te traje unos amigos,
te arropé cuando lo necesitabas.
Y aquí has llegado, intacta.
Recuerda, amor de entonces,
si me piensas,
que sí, que fui un cobarde,
y también lo contrario de un cobarde.
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