“Me tatuaré tu nombre en la piel,
asi que no se te ocurra desaparecer”
Necesito a alguien que me diga dónde está Z o dónde hacen cirugía láser o dónde ponen tatuajes de pin y pon para que no me vuelva a pasar. Por favor. Gracias. (qué educado).
Llego a casa de Patri. Sólo una hora tarde. Está en la cocina hablando con V. la belga.
-A ver, me has contado todos los detalles, pero no me dices lo interesante.
-Es que está Vyf.
-Mira, me sé toda tu vida sexual y V. la mía, se la contaba todas las noches cuando la iba a ver.
-Bueno, pues estábamos en casa y empezamos a pillar y de repente me di cuenta de que no me apetecía.
-¿Y qué hiciste?
-Chup pársela.
-Jua jua.
-Es que se me da bien y así termina antes.
-Jua jua.
-Lo que pasa es que yo, hasta que no cojo confianza sólo hago eso.
-Pues a un montón de amigos míos les iba a encantar tu forma de relacionarte.
-Es que parezco una devorahombres, pero en realidad solo devoro una parte.
-Oye –dice V.- y tú que tienes experiencia, ¿no te parece que las pollas de los fumadores saben distintas que las de los no fumadores. Es que el chico con el que estuve no fumaba y era estupendo, sabía a Ambipur.
-Eeeh... ¿Cenamos?
Vamos a un bar de Lavapies, Esperanza Cabaret, y nada más entrar veo un cartel. Marco dorado, fondo negro, letras blancas: antes muerta que sencilla. Voy al baño, y me equivoco. El de ellas. Con peluches cruelmente colgados del techo. Segunda vez. El de ellos. Acierto. En la pared: es la falta de cariño la que llena los bares. Miro a mi alrededor ¿estará almu por aquí? ¿es esa? ¿el camarero es superfan de los blogs? Hablo con sus amigos. Hablo con él. Me dan un puzzle. Después de media hora de sed me pone las copas. Es lo que tienen los bares del buen rollito. Viva el botellón. No voteis a Ana Botella, por favor. Gracias. (qué educado).
El novio de mi compañera de piso se ha dado cuenta de que estaba borracho escribiendo esto en el salón y ha vuelto, no sea que se me hubiera ocurrido hacerla un cariñito. Hombres así hacen falta en España. Quién sabe. Soy un degenerado, asi que la demencia, la miopía extrema, el bloqueo olfativo, la sordera y la atrofia sensitiva podrían haberse apoderado de mí con la ayuda de las tres copas que llevo encima. Todos estos desgraciados sucesos quizá se hubieran confabulado para impulsarme a tirar la puerta de mi compañera de piso. Sí. Podría pasar. Hay que vigilar. Un caballero español nunca baja la guardia.
“Cómo cambian las cosas
cómo ha cambiado todo
cómo se abren mis ojos...”
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