martes, 25 de febrero de 2003

DIVAGANDO
Anoche estuve viendo La boda del monzón. Hubiera sido una buena peli para ver este verano con crispi. Veníamos del infernal viaje a Dublín, y nos habíamos reconciliado en Barcelona de la forma y en el mueble en que se reconcilia la gente. Nos fuimos andando hasta el parque Güell, de la mano, una horita de camino en escalada, yo refunfuñando, ella riendo, sol y tonterías. Nos paramos en una tienda de libros de saldo. Compré un Torpedo, un libro con textos raros de Lorca, las mil mejores poesías de la lengua castellana para ella. Sus infames bromas con el nombre del tebeo, las podeis suponer. Su mano en mi mano, “¿cogemos este atajo? la verdad si no se termina esta cuesta prefiero estar trabajando a estar de vacaciones”. Más risas, más besos. Me quería enseñar sus lugares. Dice Ana que a veces parece que cris no tiene corazón, que no cree en nada, que no quiere a nadie. Aquél día estuve tan cerca como para saber que sí, que lo tiene, que latía con el mío, por cursi que suene.
Una torre de piedra. Desde arriba, el atardecer sobre Barcelona. Y un beso. Empezaron a llegar guiris con botellas. “¿Has visto esa? qué forma de mirar”, “sí, es que vienen con mucho hambre las guiris”. Y eso que no me pilló mirando y sonriendo... Me iba a enseñar un dragón de Gaudí o algo así y empezó a chispear, se hizo de noche súbitamente. Y luego, el monzón. Fuimos en autobús hasta un cine que no echaba la peli. Para llegar al siguiente había que patear bajo una lluvia tropical. Un vendedor de paraguas nos los ponía a 5 euros. “No, no, si los sueles vender a 4”. “Cariño, es la ley de la oferta y la demanda”. Que no. También es así cris. “Vaaale, nada de paraguas, pues a patita, que la lluvia no duele”. Pero empapa. Nada de Boda del monzón, hubiera sido una buena peli para ver ese día, pero subimos a casa a cambiarnos.
La lluvia llama a la ventana. Cristina me pone la mesa. Nunca nadie me pone la mesa. Y los poemas de su libro. La misa de amor “el cura que dice misa,/ no la puede decir, non./los monaguillos que asisten/ por decir amén amén/ decían amor amor” o “y apareciste tú, iluminada de inocencia,/ echando al mar entre cantares los recuerdos más dulces de la infancia/ traías la primavera cogida de la mano/ y en tu mirar de asombro, la luz de un mar en miniatura” o “mostrome cris por retrato/ de su belleza los pies,/ y como ellos eran bellos/ y ella por extremo bella/ arremetí por cogella/ y escapósome por ellos”. Dijo que hasta ese día no había sabido cosas muy importantes de mí, que mis ojos brillan cuando leo poesía. Los suyos también. Nos acercamos a la cama, le canté el romance del enamorado y la muerte “la muerte me está buscando,/ junto a ti, vida sería”. Y nos reconciliamos otra vez, muy cerca, para que no se instalara entre su piel y la mía un atomo chiquitito de duda.

Así que hoy me he despertado tardísimo. He comido con Jose. Dice que debería llevar una vida regular, sentar la cabeza, no gastarme el dinero en drogas. “¿Te sientes bien después?, ¿qué sacas de todas esas noches?”. “Me divierto. Mira Jose, si tuviera esas metas que tú dices sería infeliz. Aunque quisiera, no puedo tener un trabajo estable, ni una vida estable, ni la chica que quiero, ni ninguna propiedad. Gracias a dios que me gustan los cambios continuos, si no, lo pasaría fatal”.

Ha venido una colaboradora, y le ha preguntado al redactor jefe que cuando le iba a buscar un novio en la empresa. Él ha dicho que yo estaba disponible, que si no veía que tengo la luz verde en la frente todo el rato. Ella le ha preguntado que qué tal era. Él ha respondido que vaya, pero que consumo poco. Ella ha dicho que entonces no le interesaba. Yo les miraba como a un partido de tenis. Cuando se iba me ha preguntado por lo nuestro. Le he dicho que ya le pasaría un curriculum. Me lo ha pedido subrayado, para no tener que leer mucho.
Hemos quedado para ir al cine.

Laura me ha mandado un email esta tarde. Lo encabezaba con la frase:
“Y tú como besas????
Así que le he respondido:
me acerco despacito, poso mis labios sobre la comisura, apoyo la punta de la lengua justo en ese vértice, y recorro los labios, de derecha a izquierda, entreabriéndolos como a una cremallera. luego introduzco la lengua un poco, sin tocar dientes ni lengua, sin tocar nada, sólo para que se sienta su presencia, miro a los ojos, hacemos el cíclope, acaricio levemente y sin prisas el lomo de la lengua, el extremo de los dientes, durante un buen rato. y cuando está desprevenida, zas, hasta dentro.
digno del national geographic
¿alguna pregunta más?
beso,
vyf”

Burbuja ha sido agraciada con un par de emails exaltados estos dos últimos días:

el primero:
“Lo de la llamada
Y por cierto, esta mañana me has prometido que me ibas a llamar más tarde, espero que no te quede mucho, porque se me está agarrotando la mano sobre el móvil, creo que la sangre dejó de circular por ahí a eso de las tres, me estoy chupando todas las ondas cancerígenas, me voy a quedar sin amigos porque no hago más que colgarles por si llamas tú, es bastante difícil escribir con el móvil pegado a la mano, cada vez que me pica la nariz me doy un telefonazo en el ojo, y, en fin, que yo creo que deberías llamarme.”

el segundo:
Buenos días princesa,
¿Recuperándote de la sobredosis de nosotros de ayer?
Ay, niña, yo he llegado hace un rato,
(...)
Por lo demás poco más, que ha salido un poco el sol, y cuando asoma así, tímidamente, me acuerdo de ti.
Justo, justo, justo igual que cuando se esconde, que cuando brilla cegador, que cuando la noche es cerrada o cuando la luna lo ilumina todo. Y si llueve y si nieva y, en fin, con todo el catálogo de precipitaciones y el listado completo de partes meteorológicos.
Te beso soleado
vyf”

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