Hoy casi lo consigo.
Empecé no pensando en lo que mira,
me acordé de otras pieles
menos resbaladizas,
de las cosas que no saben a ella,
de las formas de hablar
que no bombean.
Para el almuerzo ya su espalda era
otra arcadia cualquiera.
A un olor de su pelo que he inventado
me he escorado a la hora de la siesta
y casi he estado a esto de decirme
que no huele mejor
que un césped o una era.
En serio, he estado a punto
de barrer de mis ojos
las latas de las calles de Madrid
que bebemos a medias,
las pelotas de nieve
que redondea su lengua,
ese par de llamadas en que me dijo “vente”,
el beso o dos que me dio sin pedirlo,
los fríos compartidos
que no eran casi fríos,
la colección de toses
que la elevan,
y la vez que salía de la ducha
y en la que no fue mucho primavera
Casi a punto, de veras,
de estar a punto de que me lo crea.
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