jueves, 27 de agosto de 2020

Sola, fané y descanganyá, por algo será

Ayer había una pareja de chicos en la piscina, brasileños parecían. Metidos en la sombra del fondo, uno meditaba en la postura del loto o la lota o lo que sea y el otro oía música y bailoteaba tumbado. Hasta en bañador, hasta en esa piscina de juguete del gimnasio, le ponían un poco de estilo a la cosa. El de la meditación llevaba un sombrero menos feo de lo que suelen quedar los sombreros en el siglo XXI y cuando vio que le miraba cogió un collar de cuentas que se llamará rosario filipino o tibetano o así para posar un poco más. 

Pensé en la de veces que a una escena pacífica en pareja conmigo dentro yo le quería poner algo más. Algo de sexo, mucho de planes, algo de poesía hablada o de aspirar el momento, exprimir el momento. Algo de estar en otra parte que no era esa que ya estaba bien. O de multiplicar el significado para que todo se elevara en intensidad, para sentir que estábamos viviendo de verdad, lo que quiera que sea que entendiera por eso. A no ser que estuviera leyendo, que entonces pasaba de todo. La santa paciencia de mis novias.

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