Me duermo en los entierros
de mi generación
Empezamos donde lo dejamos, la boda de Jesús. Después de pillar ná más y ná menos que 16 pastillas para el fib (con dos que llevaba, 18, órdago), me fui a la tierra perdida en que nací con el cálculo exacto como para llegar 20 minutos tarde a la ceremonia. La novia se retrasó 25 para esperarnos a los que veníamos de fuera. Qué bonito detalle, mis amigos, los de entonces, no parecen los mismos a veces. Me puse en la foto finish con todo el mundo. Parezco calorro del todo con esas melenas que no me corto desde junio (del 2001) y mi traje gris, que después de lo que hemos pasado se merece otra oportunidad en la tintorería. Hablé de desamor con Rafa. Ahora toca ser egoista, amigo. Los dos quereis mantener la amistad, veros cada día. Eso os hace sentir mejor. ¿Y cuando aparezca otro tipo? ¿Querrá seguir quedando contigo? ¿Cómo te sentirás entonces? El consejo de siempre: decide tú, antes de que decidan por ti.
En la boda había una tipa que me odiaba.
Hace muchos años, Jordi le rompió el retrovisor de un culazo en las fiestas de un pueblo. De aquél coche pequeñajo salieron como veinte tipas vociferando. Después de escucharlas con atención, su respuesta fue: "hala, un pis y a la cama". Entonces entró en la escena un amigo de las víctimas con una contundente frase en la que dejaba claro que se ciscaba en el Creador. Yo por aquél entonces salía algunas noches con una inmensa cadena rematada por una cruz con una gema de plástico en el centro. 20 ó 21 añitos, los sinsentidos eran lo más divertido. Levanté las manos, alcé la voz. "¡eso sí que no! has ofendido a Dios y me estás ofendiendo a mí". Inesperadamente el tipo se calmó y se disculpó: "hombre, yo no quería decir eso". "Nonono, podemos discutir lo que querais, pero sin ofender a Dios Nuestro Señor". Mientras nosotros nos sumergíamos en la polémica teológica (vaya esto está pareciendo una historia del feo), ellas volvieron a increpar a Jordi. Otro "pis y a la cama" y se largaron cabreadísimas. La siguiente vez que vi a una de ellas, morena, wapita, pero rara, fue en las fiestas de mi pueblo. Perdido, borracho y sucio junto a la peña de las Raquíticas (rebautizadas así por su generoso volumen corporal, joer maldita la hora en que me subí con dos de ellas al Pulpito Loco sin tener en cuenta la física, concretamente la parte que habla de la fuerza centrífuga. Salí centrifugado), ella me señaló a sus dos amigos, con cara de brutotes. "¿Por qué le dijiste a mi novia que un pis y a la cama?", "je yo no sle lo dije, fue llordi", "venga atrévete a repetirlo ahora", "je yo no s lo dij, fue...", "ahora no eres tan valiente", "je yo no se", "venga, venga". Bueno, parece que lo de razonar no funcionaba, así que usé mi nefasto truco favorito, con el que más moratones he conseguido: ponerme chulito. "Joye, que estás en mi pueblo, jomos treintaypico Gayumbos y están todos dentro de jesta peña..." Eso lo entendió a la primera, fuese y no hubo nada. Tampoco sabía mucho de espacios y volúmenes, porque en aquel cuartucho cabían apenas 6 ó 7 raquíticas. Y dándose tetazos alegremente cada 2X3. Los de mi peña a saber dónde andaban, los cabrones. Tengo records en el Guinnes como niño perdido de todas las fiestas.
La mujer aquella estaba en la boda de Jesús y Sus. Y siguió mirándome fijamente durante toda la noche. Qué miedito. Hay gente muy sicópata por ahí, y si se juntan con otros muy paranoicos que también habemos, pues ya está el lío montado. El mundo está hecho por pares de contrarios (Parménides). Si no hubiese estado con su novio (confirmado: le gusta el modelo Conan el brutote) deberíamos haber echado el polvo pluscuamperfecto aquella noche. Yo temiendo por mi vida y ella poniéndose más y más a base de palpar el punzón picahielos de debajo de la cama. Esos ojos como platos, brrrr, escalofríos me da.
Pero más bien lo que hice fue lo de siempre, meterme una rayita antes del primer plato, una pasti después de la digestión. "Estoy mejor que Julio Iglesias", me decía Jorgito. Me aburro de hablar de drogas, de subidones y bajadas. Lo que quería era saltar y hacer el Brutus. Intercambié miradas de quinceañero con la amiga de Jesús. Cuando me fui a la barra, ella se puso al lado, y mira que era larga y estaba vacía (la barra, la chica era más bien voluminosa y densa). "Hola, tú eres XX –a saber– la prima de Jesús, le he preguntado antes por ti", "sí, jajaja" (piensa, piensa, rápido, rápido, hay que decirla algo) "mmm, deberías sacarme a bailar luego", "vale, jajaja", "pero salsa no", "vale, jajaja", "ni pasodobles", "jajaja", "mejor cuando pongan algo para torpes...", "sí, jajaja", "vale, luego nos vemos". Un gatillazo social lo tiene cualquiera, pero después de deprimirme un ratito (mira que soy negao) me consolé pensando que si ella estaba interesada no se sentiría mucho mejor. La verdad, su conversación no fue de enciclopedista del siglo de las luces...
Luego tuve un encuentro con el padre de la novia, el padrino. "¿Qué tal todo? ¿ha estado todo bien?", "pues sí, oiga, pero lo importante es divertirse, lo de la comida y los detalles es lo de menos. Y nos estamos divirtiendo todos mucho mucho" (unos minutos antes el novio me comentaba: "¿quién me lo iba a decir? me lo estoy pasando bien en mi propia boda", "joer, me lo estoy pasando bien hasta yo"). El padrino sopesa mi respuesta y mi copa, entera. Prueba un poco sin pedir permiso y me dice "gefoorjlisforge divertirse je fe juje aserejé", a lo que le contesto, "diga usté que sí, lo importante es pasárselo bien en las bodas, y..." En lo que trato de exponer mi teoría coge el vaso y se lo bebe de un único trago. Me deja con la palabra en la boca y se va a por otro incauto, que no hay barra libre. Qué tío. Lo que pasa es que así el único que se lo va a pasar bien en la boda es él, pero vamos, lo que yo digo, admirable. Antes en la comida, hablando con mi amiga V. la belga, con un bonito vestido rojo, sobre si se debería meter una rayita o no, había declinado la oferta porque no quería montar un escándalo. "Es que no llevo ropa interior". "Ah, entonces tienes razón, mejor que no". El mundo es así de razonable. Luego el raro soy yo.
Al final nos fuimos a una disco de mi ciudad, la capital del imperio en la época de Isabel y Fernando, por más señas. Aquí la actividad preferida de la población joven es salir a los bares, pagar las copas como si fueran hidromiel y aburrirse. No hables con nadie. Ellos te van a mirar mal, quizás te empujen o te insulten. Ellas se sienten autorizadas a ser tan groseras o estúpidas como puedan, que es mucho. Allí, en el Charlot, había dos de esas. Supongo que habían estado hablando entre ellas al principio de la noche y ya no tenían nada que decirse. Con la mirada perdida bailaban sin ninguna gracia o una se sentaba y la otra movía poco y mal las piernas. Rubias teñidas, con un gusto para vestirse de tres meses y un día más multa, no poseían ningún talento físico evidente. No estaban drogadas. Se habían gastado mil duros en copas para aburrirse hasta el amanecer. Mi amigo Javi estaba enfarlopado y decía que una de ellas le estaba mirando todo el rato, pero que no la iba a entrar, porque es un cagueta.
Javierito es un tipo muy inteligente, con mucha labia, arquitecto, trabaja un montón y vive con sus padres, así que en un par de años ha debido de reunir una pequeña fortuna. Se ha comprado un reluciente BMW blanco después de cargarse un Vitara en las fiestas de mi pueblo. Se salió de la carretera mientras bajaba la ventanilla, contestaba el móvil y cambiaba la música del cassette a la vez (el coche, siniestro total, la pareja de la Guardia Civil se río tanto de su pedo y su desorientación que ni le hizo la prueba de la alcoholemia). Más de una vez se quedaba con las chicas que a mí me gustaban. Tiene una voz extraña que se parece a muchas otras, como a la de Coque Malla (el hombre sin personalidad, le llamaba en el cole), pero que termina siendo envolvente y atractiva. Lo mismo escribía un poema que no estaba mal que dibujaba un retrato perfecto de Marilyn. Nos organiza las excursiones y lleva un diario de viaje con dibujos y anotaciones bastante graciosas. Pero Javierito hace mucho que no pilla con una chica. Bueno, en realidad hace cosas raras. Como una vez que se lió con una rubia estupenda (que yo me había pedido primero, pero es que esto no es como el reparto del hueso de caña del cocido) y terminó poniendo una batería de excusas incoherentes para irse a casa y no tener que acostarse con ella. "Es que le olían fatal los sobacos", dijo él (pues una duchita, joer, que eso le puede pasar a cualquiera). "¿Es gay?", preguntó ella. Otra vez, aprovechó cinco minutitos en los que me fui al baño para agarrar por banda a la chica que me estaba intentando ligar y soltarle un rollo de los suyos. El cura, le llamaban. Pero a ellas les encanta oirle hablar, así que a partir de entonces le perseguía, le llamaba, le tenía una hora al teléfono, y él, tan currante, la colgaba enseguida porque estaba con un proyecto. Se quedaba hasta que se iba él y le llevaba a casa. La rechazó más de una vez. Hasta que una noche alcohólica la intentó besar. Eva la Cachonda (y ese mote no se lo he puesto yo, fueron sus amigos) que es mala mala y malaje, aprovechó para vengarse y le dijo que no. Seguro que tenía ganas, pero la sed de mal es más fuerte que nada en algunos súcubos. Y podría contar muchas historias más, pero queda claro que el hombre desaprovechó nosecuantas ocasiones hasta que de repente se encontró con la autoestima por los suelos y bloqueado cada vez que se cruzaba con una humana hembra. He oído conversaciones suyas desastrosas ultimamante (del tipo "¿estudias o trabajas?"). Y a partir de ahí (o antes, no sé) lo de las mujeres se convirtió en una obsesión, el centro de su vida, según creo. Y como no intentaba nada, no conseguía nada y la cosa fue cuesta abajo hasta llegar al momento actual, donde ya no podemos caer más, tenemos que empezar a excavar.
Así que me pareció una buena idea acercarme a la rubia destalentosa y tratar de presentársela. no perdíamos nada, y si conseguía una respuesta positiva podían cambiar las cosas para Javierito. Con mi mejor sonrisa, con la voz más amigable y seductora que encontré, me aproximé a ella y le dije: "hola, ¿qué tal? te va a parecer una cosa de quinceañeros, a mí también me lo parece, pero he pensado que podía presentarte a mis amigos y..." Nisiquiera escuchó lo que le decía, que tampoco era precisamente El cantar de los cantares, a mitad de la frase dijo un "NO" agresivo, como de "aparta, insecto", y se dio media vuelta para seguir aburriéndose durante la siguiente hora, sin hablar con su amiga ni con nadie. En estos casos suelo quedarme con ganas de gritarlas que no saben lo que se están perdiendo, un polvazo, una conversación divertida, un amante perfecto, un amigo fiel, muchas cosas que nunca vienen mal. Pero no merecen más que que me dé la vuelta y no lo piense ni un segundo más. Algo difícil, soy un chico sensible y empastillado. Esta ciudad se va a caer de aburrimiento, encoge y se queda sin aire, como la habitación de Chloe en La espuma de los días. Cada noche me escupe el reflejo de todas esas almas en blanco y negro. Pena y asco. Pero aquélla recordé por qué hace dos o tres años que no hablo en los bares de allí con ningún desconocido que no me hable primero a mí. Que pasen muchos más. Hay caminantes suficientes en el resto de las rutas. Donde hay vino beben vino, donde no hay vino, agua fresca.
PD: Y si después de todo esto alguien se anima a sacar de su cebolla mental a Javierito le regalo algo, un viaje, un libro, un beso, lo que sea.
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