miércoles, 25 de diciembre de 2002

Anita, a veces pienso que no me quieres nada. Que soy sólo una cosa del pasado, pegajosa e insólida, como todas las cosas del pasado. Quizá esto vuelve a ser tu afecto de marea, cuatro meses juntos, cinco años sin mí, cuatro meses mía, dos años sin verte, algunos días cerca, casi siempre etérea.Quizá es que es culpa mía, quizá es que no debí lanzarte un S.O.S., menos en Nochebuena. Quizá es que diga todo tu “feliz navidad”. Quizá es que estoy pidiendo demasiado. Quizá estoy muy gruñón. Quizá es que ya dejaste de ser nuestra y ahora eres del todo tuya. O sólo de quien quieres. Tal vez yo debería sentarme y esperar a que la luna nueva sea propicia y te traiga a mi orilla una vez más. Tal vez la culpa es mía, o de la Navidad. Tal vez no esté mi madre. A lo mejor me faltan las raíces y a veces no respiro en este pais de arenas movedizas en el que he decidido ser el rey. A lo mejor yo quiero, canto, grito y susurro por algo duradero y luminoso que me mantenga a flote en esta tierra en la que nada hay mío, ninguna propiedad. A lo mejor me duele que Cristina... a lo mejor me duele que Cristina y mil Cristinas más. A lo mejor ya tienes con tu carga. Quizás tenga razón Sofía cuando afirma que si digo tu nombre parpadeo. Tal vez reparto títulos -mejor amiga, amor platónico, relación especial- que nadie me ha pedido ni puede alimentar. A lo mejor te pido demasiado, a lo mejor me pongo muy pesado. A lo mejor no es tanto. A lo mejor es más.

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