A ver, por donde íbamos... ah, sí, el jueves aquel.
-Ring, ring.
-Lau, que ya tengo piso, al lado del trabajo. Me traslado el domingo
-¡Qué bien!
-Oye ¿por qué no te vienes conmigo a la fiesta para celebrarlo?
-Es que tengo que acompañar a mi novio al médico.
-...
(cada vez que “mi novio” sale de su boquita de moras salvajes yo hago unos puntos suspensivos)
-Pues entonces no nos vamos a ver.
-No. Pero si quieres te hago una visita en tu cuarto esta noche, cuando llegue borracho.
-(sorprendida) ¡Ni se te ocurra!
-Sí, creo que me voy a pasar.
-(aterrada) ¡Que cierro con tranco!
-Deberías. Yo si fuera tú cerraría.
-¡Voy a cerrar! ¡Oye, que no!
-Pero tonta, que te va a gustar...
y etcétera
Llego a la fiesta. Elena, la antigua propietaria del macintosh que uso en la redacción ahora, se pira.
-Quédate.
-Me voy, tengo una cena con mi ex novio y más gente, ya he tomado un par de mojitos y están empezando a afectarme. Y no es cuestión de que llegue borracha, que hace mucho que no le veo.
-Pues tómate otro y lo rematamos. Dame el abrigo.
-Venga, sólo uno.
-¡Dos mojitos!
-Si quieres te acompaño a la cena. Puedo hacer de novio y le damos celos y nos damos besitos y eso. (oh, lo que he dicho) (oh, que me he enterado luego de que su ex es famoso)
-No sé yo si es buena idea.
-Esas cosas siempre sientan bien. Se queda uno como con más amplitud torácica, como después de un Vics Vaporú (¿?)
Y etcétera.
Elena se va y aparece Carmen . Está muy guapa, pero tengo hambre. Así que me preocupo más de que los camareros bajen la bandeja al pasar a nuestro lado que de darle conversación. No importa.
-Me voy.
-Tómate la última conmigo y me cuentas que vas a hacer en Navidad.
-Vale.
(mierda no tengo ni un euro)
-Camarera ¿hay barra libre de algo todavía?
-De cerveza.
-Dos, por favor.
En fin, que estamos en la barra, me habla de sus padres y eso. De los viajes que no nos hemos hecho este año y de los que sí. Y aparece una joven muy guapa, muy sonriente, muy vaquera y muy vintage.
-Hola.
-Hola ¿qué tal?
-¿No te acuerdas de mí?
-Bueno, sé que te conozco, pero ahora no caigo, estoy quedando fatal. (ay, que me lo diga, que no me vacile más)
-A ver, haz memoria, una noche loca.
-Bueno, es que últimamente he tenido muchas (sí, en los últimos 15 años) (¡a ver si va a ser la del Mito, que era más o menos así...!)
-A que acabas de terminar una relación.
-Pues sí, ¿cómo lo sabes? (con cara de merluzo y genuinamente asombrado, yo a partir de la tercera copa o soy malo malísimo o un pobre inocente con entendimiento de pez)
-Pues por lo de las noches locas. ¿De verdad que no te acuerdas de mí?
-Pues no. Pero, ¿a que tú también acabas de cortar?
-¡Pues sí!
-Es que nos reconocemos. ¿Quién eres?
-Pues la chica de esa revista, que viniste a pedirme el teléfono de un famoso el otro día.
-Uy, sí.
-¿Y quién te creías que era?
-Pues... eh... una chica que... eh, bueno no sé su nombre, pero... ¿quieres una cerveza?
Blablabla, pues mi ex me ha regalado maría, blablabla, pues el mío era el primer novio que tuve, con 26 años (glups) blablabla, ¡hasta otra, Carmen!
-Blablabla me quiero ir de España.
-Yo me fui, viví en Londres, y no funcionó. No arreglas nada huyendo hacia delante. Lo mejor es dejar los problemas resueltos y luego, si te sigue apeteciendo, te vas a donde sea. Siempre recuerdo los versos de Cavafis, “la ciudad te seguirá/ para otro puerto, no lo esperes,/ no tienes barco, no hay camino./ Así como arruinaste tu vida en estas calles, / así la perdiste en el resto del mundo”.
-Con esto deben de lanzársete encima.
-Bueno, me funciona mejor Garcilaso.
-A ver.
-Escrito está en mi alma vuestro gesto/ y lo que yo escribir de vos deseo/ vos misma lo escribiste yo, lo leo/ tan cuerdo que aún de vos me guardo en esto./ Yo no nací sino para quereros,/mi alma os ha cortado a su medida/ por hábito del alma misma os quiero,/ por vos he de morir y por vos muero.
-Tienes razón, funciona.
-Pues no te he visto tirarte al cuello.
Me besa el cuello.
-He quedado con unas amigas en el Café de los Artistas. Te vienes.
Me voy.
Pero antes trato de saludar a las organizadoras. Me acerco y hablan con una tipa de un periódico. Cuando llego se hace un silencio tenso. Voy pedo. Me presento y me disculpo sonriente. No quería interrumpir una conversación de chicas. La tipa destalentosa me mira con desprecio y me dice que sí, que estaban hablando de depilación. Un tema muy interesante sobre el que me gustaría aprender algunas cosas, pero a lo mejor estabais hablando de Dostovieski o Física Nuclear, que con vosotras nunca se sabe. Me disculpo por haberla parecido machista y me despido. No hay manera. A ver: que existen dos sexos (o hasta tres, según versiones). Un chiste machista es aquél en el que se ridiculiza al femenino, pongamos que se le denigra. Y eso en un chiste no tiene por qué ser malo. Los hay que ridiculizan al hombre, a los loros o a Jaimito. Y no pasa nada. Pero luego están los chistes y comentarios sexistas, que se basan en el hecho de que hay dos sexos y bromean sobre sus diferencias, que resulta que existen, qué le voy a hacer yo. Y esos ya son absolutamente inofensivos y sólo tienen capacidad para molestar a los absolutamente imbéciles, a quienes han dejado el sentido del humor y el sentido común en un cajoncito porque si no no les cabía la ideología pedestre con la que tanto lucen. Pero el jueves no tengo yo cuerpo de maestro escuela. Si no, hasta me habría detenido a explicarle que existe un género neutro que abarca a ambos y cuya declinación coincide con el masculino. Más que nada para que no meta más la pata escribiendo los madrileños y las madrileñas, y memeces/as así. Y para que sólo use la distinción cuando quiera dejar claro que se refiere a los dos sexos. Por ejemplo, si fuera bisexual debería decir en sus oraciones: "me gustaría follar con un chico o una chica para que se me quitara esta cara de palo y se me pusiera el sentido del humor", en lugar de rezar "me gustaría follar con alguien...", que es mucho menos preciso porque puede referirse tanto a las almejas, como a los caracoles como a los crustáceos en general. Y ej que de verdad, llevo un mesecito aguantando que me llaman machista casi por cada comentario sexista. Me voy a hacer una fotocopia, para repartirla antes de cada comida y no tener que explicarme todas las veces. Y tendré cuidado con los chistes de loros cada vez que pase por una pajarería, prometido. Aunque creo que los loros saben reirse mejor de sus particularidades que algunas personas y algunos personos.
Pero el jueves no estoy didáctico. Reconozco que soy un cerdo machista y me voy, que me está esperando una chica estupenda.
(CONTINUARA...)
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