Vete ya de mi vida
Déjame en paz
Tus ojos de perdida
No me dejan soñar
Y las dos chicas han salido a bailar conmigo, y no es que sea un bellezón, mono quizá, interesante siempre, mi escudo de armas, pero he sido el primero, pero he sonreído a todos, hombres, mujeres, cosas, y he estrenado la pista y he sacado la lengua y he invitado a bailar, y eso en Valladolor es mucho. Y la primera se ha rendido enseguida, nos hemos sonreído, pero no. Y entre la segunda y yo se ha metido Jose, y yo bailo con Jose antes que con nadie, porque es mi amigo desde que llevábamos abrigos grises largos y yo era Mano Negra y Carlos, Sombra de Águila. Y ahora, sentados en el bordillo me dan ganas de gritar que lavorare stanca, love hurts, vivir mata. Recitar que yo he visto cosas que vosotros no creeríais, atracar naves en llamas más allá de Orión, y que todos esos recuerdos se perderán como lágrimas en la lluvia. Y mientras Cristina recorre Lisboa o surca las sabanas del hotel con su nuevo amante, yo siento otra vez la brisa de Cádiz sobre nuestras piernas desnudas, en la playa, en la moto, en las calles. Y el flamenco nos vuelve a unir separados en la caseta junto a la playa, y le canto una copla y le traigo un pincho de atún de almadraba, y nos besamos dentro del mar. Y me duele que piense que la quiero, porque la quiero con toda mi alma, y me duele que me diga que las últimas horas gaditanas, tras el atardecer, las quiere pasar sin mí, comiendo el pescado que a mí no me gusta, frente al agua salada. Y sé que el recuerdo sólo vive en mis ojos, que no tengo tecla de reinicio, que ellas sí, pero yo no sé borrar nada, y por las mañanas acumulo todas esas cosas que nadie creería, que nadie sabe, que nunca han existido. Y sé que era yo como cualquier otro. Que no fui nada para Merche, ni para María José, ni para la Innombrable, ni para Cris, ni para Ana, ni para Ana, ni para Ana, ni seré nada para Z. Y quiero no estar enamorado de ninguna de ellas. Quiero no recordar el primer beso de cada una. Quiero que sus ojos no vivan en mi mirada. Hoy no. Hoy no puedo.
Y Jose no me hace mucho caso, pero se sienta en el bordillo conmigo. Y la chica del Tintín me pita y me sonríe cuando pasa con el coche. Pero yo bailé con José. Porque es él y nadie más quien está aquí conmigo mientras canto que un carro putas va pa toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, y a la puerta del Maika se muere el burrro, se jode el carro, putas al suelo. ¿Veis por qué cuido tanto a los amigos?
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