domingo, 29 de diciembre de 2002

-¿Te ha gustado Jarri Poter, Carolina?
-Sí, pero daba miedo.
-Qué ya te he dicho que no daba miedo, que daba susto. ¿Y qué es lo que más te ha gustado?
-Los caballos de Navidad en la nieve (ah, sí, una escena de un minuto) y los aplausos al final. (Claro. Los aplausos. A mí también me gustan los aplausos. Si alguna vez hago una peli y no sé como terminarla sacaré a un montón de gente y les haré aplaudir a alguien a absurdo. Como en Jarri o en El último tren, que terminaba igual, pero tenía todavía menos sentido. O en El club de los poetas muertos o en esa en la que Al Pacino hace de ciego, o en todas. Mira que gustan los aplausos. Bravo, bravo. Tienen unas puntuaciones altísimas en las pruebas de público. Siempre funcionan, yo les daría un diez, porque lloro siempre. Si follas conmigo o me estoy muriendo ponte en pie y apláudeme. Empieza despacio y conviértelo en palmadas atronadoras. Llama a unos amigos. Aplaudidme. Fin)
-¿Y lo que menos?
-Que era de miedo.
-Que no, que era de susto.
-Y tú te has quedado dormido.
-No estaba dormido, estaba pensando.
¡chof!
-¡Como te vuelvas a manchar te, te, te... me como tu postre!
-¡No! Es mío.
-¿Pero no ves que no puedo estar todo el rato levantándome a limpiarte, que estoy viejito?
-Tú no eres viejo.
-¿Entonces soy un niño?
-No, pero no eres viejo porque no tienes novia.
-¿Y cuando tenga novia seré viejo?
-Sí.
(lo que saben los niños)

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