jueves, 25 de octubre de 2012

Turnedo

“Quién no tiene el valor para marcharse, quién prefiere quedarse y aguantar, marcharse y aguantar.” Amaro Ferreiro.

 Anoche pasaba frente a un bar y oí gritos.
 -¡Todos! ¡Deberíamos hacerlo todos! –decía un anciano bronceado.
 -¿Para qué? ¿Para ser indestructibles? ¿Para ser inmortales?- le contestaba otro mucho más calmado.

 Aquí los viejos tienen esa pinta saludable que ya me gustaría a mí. Estoy en Ibiza, escribiendo en la terraza con vistas al mar que me ha dejado una amiga para encerrarme y teclear, para pasar una pájara que me viene durando demasiado. Aquí todo el mundo parece relajado, yo todavía no, y hago lo que puedo por perder la esperanza. Sí hay algo que sé hacer es relajarme, cómo se me da. Así que estoy dispuesto a pasar diez días en tensión, a ver si me sale algo que me valga la pena. Pero sólo se me ocurren ideas como describir el atardecer cada día desde esta terraza que da al oeste y quedarme con el mejor. O concentrarme fuerte en una de estas nubes que me van a encerrar más y pensar cómo será sobrepasarlas sin motor, cómo será llegar hasta allí y estar dentro y seguir subiendo, si eso te convierte en ángel o en un globo sin rumbo. O recoger todas las frases que me cruce en conversaciones al paso. O escribir una historia submarina mientras miro al mar. O un largo poema al que quitarle los puntos aparte para que se convierta en prosa, como antes. Tanto criticar y resulta que puedo ser tan cansino como cualquier novelista español con página en el Babelia.

Estoy aquí encerrado siendo libre y sufro un poco, como un tonto. Para qué, para ser inmortales.

1 comentario:

Dazzler dijo...

Pues a mí me ha encantado, como todo lo que escribes. Hay muchas de esas descripciones que comentas que encajan como anillo al dedo con tu novela, así que... ;)