—Qué suerte de atardecer.
—Lo ha pintado Turner.
Le digo eso a Nuria después de mandarle un vídeo desde su
balcón de San Antonio, en Ibiza. Pero luego pienso que no es un ocaso de
Turner. Si acaso, de algún impresionista, aunque las pinceladas sueltas de unas
nubes que se desmarcan de otras, sólidas, cargadas, la mar de concretas, me
parecen más de Velázquez. Del Velázquez cuántico que desdibuja los átomos de
los contornos para explicar que lo que hay siempre entre unos cuerpos y otros,
entre los cuerpos y el aire, son pinceladas sueltas que se sostienen de
milagro.
Pienso que ya no soy el mismo escritor que hizo los nueve atardeceres de Ibiza desde este mismo balcón, que escribo más de relaciones
subatómicas que de jardines, de paisajismo. Pero luego me pongo a escribir y
hago paisajismo relacional subatómico, o sea, lo mismo.
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