Es probable que las brujas me hayan visto el trasero (momentos VyF)
Uno de los momentos cumbre de mi comida de hoy ha sido cuando ha llegado la hora de sentarse y nos han dado la carpeta con la información y nos han soltado el rollo a cambio del que nos daban el rancho. Todos han sacado diligentemente el boli del bolsillo, menos yo, que no había llevado. Cagada. Parece una bobada, pero si todos a tu alrededor escriben tu no sabes qué hacer con las manos. Y terminas mirando al orate cogiéndote la barbilla con la izquierda y el codo de la izquierda con la derecha. Pose de poeta. Y mientras, él se dirige sólo a ti, porque los demás han conseguido esquivar sus ojos haciendo como que se lo apuntan. Como en el cole. Parece que te agradece el interés y tú asientes, cabeceando como una vaca. En realidad estás intentando sacarle al espagueti un parecido con algún cómico italiano para concluir que se asemeja al idiota de la cena de los idiotas más que a nadie. Con perdón, claro, era un tipo diligente. La de prensa también te mira. Tus compañeros de mesa te observan de reojo, mientras escriben en sus libretas datos idénticos a los que vienen en el kit de prensa. Y yo lo que quería era hacer lo mismo que ellos, lo juro. Eso es un momento VyF.
El otro día Fer me escribió este mensaje: “Esta tarde he tenido un momento VyF cuando al sacar la cartera se m ha caído un condón delante d la gente de clase. Cuídate”.
Una semana después el redactor jefe me dijo: “el otro día me acordé mucho de ti. Tuve un momento VyF. Me pasé toda la noche llamando a la nueva novia de mi amigo N con el nombre de la antigua. Hasta que otra amiga se puso detrás de ella a hacerme todo tipo de gestos de que no”.
Cuando escribí el último post, tenía sólo esa media hora porque quería llegar al videoclub. Igual no le pasa a nadie, igual lo hacéis en la FNAC, o en el Carrefour, o en la biblioteca, pero a mí a menudo me motiva el videoclub para empezar juegos de miradas: carreritas, corre corre que te pillo, el esconderite, la oca erótica. Había una chica. Y yo me he paseado lánguidamente -aunque borracho- entre ella y los dvds, buceando disimuladamente entre su selección, coincidiendo con sus ojos fugazmente, acariciando los lomos de Kandahar, Amores Perros, sosteniendo con firmeza Alta Fidelidad (que, no obstante, sube el nivel de las últimas mierdas que he alquilado, Vanilla Sky o The Mexican). Luego he ido a pagar y he dejado sobre el mostrador la revista femenina que llevaba a casa como parte de mi campaña para congraciarme con las brujas y pasar sin demasiados contratiempos el mes y medio que me queda en el piso. El dependiente se ha quedado mirándolo para fisgar el nombre de la revista en la que trabajo, escrito junto al mío en una etiqueta sobre un anuncio de Chanel en el que salían un perro y una dama. Le he pillado.
-¡Qué perro más bonito!-ha disimulado.
-Sí bueno, pero...
-Sí, claro, la chica tampoco está mal.
-Mejor que el perro.
-Sí. La foto es bonita.
-Sí, ¡entre el perro y la perraca...! JUA, JUA.
He mirado de reojo, y un paso por detrás de mí estaba la chica del escondite, horrorizada. Daba igual lo que dijera entonces, yo que tantos hombres he sido nunca seré aquél en cuyos brazos desfallecía la chica del videoclub. He salido tapándome literalmente la cara. Lo sé, lo sé. A nadie le da tanta vergüenza que sea así como a mí.
Por fin en casa. No sé qué coño estuve haciendo durante las noches del fin de semana con mi fashionable pijama de cuadritos de Caprabo, pero me he cargado la goma del pantalón. Hoy se ha deslizado grácilmente hasta mis tobillos justo cuando atravesaba el pasillo.
NOTA: El termino perraca me lo ha contagiado el simpático de Fire, juraría. Nunca le estaré suficientemente agradecido, es un filántropo, un invaluable transmisor de cultura, la muy puta.
/////"Sigo virgen y furioso". Arthur Cravan, recién llegado a la ciudad, en una carta a un amigo/////
miércoles, 22 de enero de 2003
martes, 21 de enero de 2003
EL POST DE LOS 30 MINUTOS
Vale, tengo 30 minutos para este post, prisa, prisa, no me iré por las ramas.
He llegado un pelín exaltado a la redacción a las 5,30 de la tarde. "¡Hola!, ¡hola!, ¡hola a todos!. ¿Qué es esto? me voy un momento y esto es un sindios, ¿qué hace un redactor haciendo de director? Dónde está el redactor jefe? ¡Hola, hola! ¿Has estado de compras? (a las de la redacción de al lado) ¿Me has traído algo?"
–Pues no, zoquete, es el chopping para un reportaje.
–Ah, perdón.
Luego he tirado el perchero.
Le decía antes a Bob que no sé para que se molestan en invitarme al Jockey, si a mí me ponen un cubo de tintorro y es el mismo efecto. Lo que pasa es que llego a los sitios y me pongo un poco nervioso y busco al camarero con la bandeja de las bebidas. ¿Comida? No ¿Concretas? No (ah, no, que ha dicho la Real que no se llaman concretas). ¿Drinkeo? Pues que sí. Y hoy tenía más peligro porque el primer vino ha sido el del desayuno. Me he levantado a las 12,30 tan avergonzado (tan avergonzado como todos los días), que he llamado al redactor jefe para explicarle que me iba a comprar zapatos, porque no tenía zapatos adecuados para la comida y las otras doce que tengo estas dos semanas. Pues vale. No consigo asombrarle. (y aquí hago un inciso para aclarar que cada vez le tengo más cariño, pero que nuestras relaciones se han enfriado por mi extraño concepto de la puntualidad o por su gripe, no sé, voy a traerle una cesta de frutas un día de estos para que todos me llamen pelota pero con razón).
Así que me presento, y voy a darle la mano a un viejillo de la competencia que anda por ahí y me da el costado. Y luego me llaman no se qué por acercarme sólo a las churris en los saraos. A ver.
Como me quedo con la mano en el aire aprovecho para acercarla a la bandeja de las cervezas. Vale. Hay que mezclar. Imprescindible.
Mmm, me voy a sentar el primero para ver quién elige ponerse a mi lado (prueba científica). Bueno no, mejor me siento al lado de ese bolso que yo diría que es de una de las dos únicas jovencitas que hay en la sala. Acetate. Me siento bastante orgulloso de mi buen ojo y muy pedo antes de que empiecen. A mi lado un chaval de la prensa económica me entra compartiendo conmigo su extrañeza por las últimas compras de la empresa que hace la presentación.
–A lo mejor no compraron a estos porque no les interesaba ese segmento del mercado.
–Sí, si es lo que yo digo siempre…
Llevo la misma ropa que en la boda de mi primo. Camisa negra de rayas verticales y corbata de topos. En aquélla ocasión mi hermano el mayor hizo una crítica constructiva de mi indumentaria. "Pero tú ¿qué gracia crees que estás haciendo vestido así?" A mi hermano no le gusta mucho como visto. Bueno, en general nada de lo que hago. Y de lo que digo, para que os voy a contar. Yo medité, en la puerta de la iglesia, sobre sus sabios consejos mientras veía como le forraban el Jaguar de papel higiénico. No participé, pero tampoco lo impedí, ojo. Qué bien se queda uno. La verdad es que a mi hermano el mayor le quiero más de lo que se imagina. Y sin que se de cuenta me fijo. Y le imito. Se supone que éramos los más listos de la casa. De una casa con muchos listos y matrículas de honor y tal. El lleva una empresa que factura 150.000 millones de pesetas. Y yo ahora me voy a beber una botella de un trago para ver si se me pasa la resaca y mañana llegaré calladito y meteré la cabeza en la pantalla del ordenador para ver si se me pasa la vergüenza laboral. Y lo cierto es que debe de tener razón, que una camisa oscura con traje queda como de cateto modernillo. Ay, tantas reglas y tan poca cabeza.
La chica de mi derecha dice mucho "claaaro", "sí, sí, sí", "por supueesto". Al principio pienso que me toma el pelo, pero no, que es así de aseverativa. Al ratito pone al novio sobre el solomillo. Mi novio, mi novio. Ay, qué pereza. Luego me miro en el espejo a ver si tengo algo escrito en la cara.
A dos cuerpos de distancia está la otra churri. De la ciudad del acueducto, el cochinillo y los carritos de bebé (es que es lo único que hago cuando voy allí). Quedamos para sacar a pasear a mi sobrina la próxima vez. Quedamos los tres para vernos la semana que viene en una feria. Quedamos en ir a una fiesta dentro de dos jueves. Quedamos en que las mando un email. Apuntan móviles. Piden móviles. Pido un Marie Brizard. Luego acompaño a la número dos, que ha ascendido, en un taxi y me doy cuenta de que cecea. Nos gusta Madrid. Antes se ha levantado para ir al baño y me he dado cuenta de que tiene un culazo. A los viejos verdes de cualquier edad nos gustan los culazos.
Miramos a nuestro alrededor y estamos solos en la mesa. Hasta han quitado las sillas. Una vez más, no sé como lo consigo. Prueba a levantarte sin tambalear. Acaricio el brazo a la de prensa (una absoluta desconocida) mientras hablo con ella y tratamos de averiguar dónde nos hemos visto antes. Probablemente en ninguna parte, pero no se lo digo. A mi jefe no le sorprenderé, pero a mí sí, todos los días. y siempre por lo mismo.
Clink! 30 minutos. Su post, gracias.
Vale, tengo 30 minutos para este post, prisa, prisa, no me iré por las ramas.
He llegado un pelín exaltado a la redacción a las 5,30 de la tarde. "¡Hola!, ¡hola!, ¡hola a todos!. ¿Qué es esto? me voy un momento y esto es un sindios, ¿qué hace un redactor haciendo de director? Dónde está el redactor jefe? ¡Hola, hola! ¿Has estado de compras? (a las de la redacción de al lado) ¿Me has traído algo?"
–Pues no, zoquete, es el chopping para un reportaje.
–Ah, perdón.
Luego he tirado el perchero.
Le decía antes a Bob que no sé para que se molestan en invitarme al Jockey, si a mí me ponen un cubo de tintorro y es el mismo efecto. Lo que pasa es que llego a los sitios y me pongo un poco nervioso y busco al camarero con la bandeja de las bebidas. ¿Comida? No ¿Concretas? No (ah, no, que ha dicho la Real que no se llaman concretas). ¿Drinkeo? Pues que sí. Y hoy tenía más peligro porque el primer vino ha sido el del desayuno. Me he levantado a las 12,30 tan avergonzado (tan avergonzado como todos los días), que he llamado al redactor jefe para explicarle que me iba a comprar zapatos, porque no tenía zapatos adecuados para la comida y las otras doce que tengo estas dos semanas. Pues vale. No consigo asombrarle. (y aquí hago un inciso para aclarar que cada vez le tengo más cariño, pero que nuestras relaciones se han enfriado por mi extraño concepto de la puntualidad o por su gripe, no sé, voy a traerle una cesta de frutas un día de estos para que todos me llamen pelota pero con razón).
Así que me presento, y voy a darle la mano a un viejillo de la competencia que anda por ahí y me da el costado. Y luego me llaman no se qué por acercarme sólo a las churris en los saraos. A ver.
Como me quedo con la mano en el aire aprovecho para acercarla a la bandeja de las cervezas. Vale. Hay que mezclar. Imprescindible.
Mmm, me voy a sentar el primero para ver quién elige ponerse a mi lado (prueba científica). Bueno no, mejor me siento al lado de ese bolso que yo diría que es de una de las dos únicas jovencitas que hay en la sala. Acetate. Me siento bastante orgulloso de mi buen ojo y muy pedo antes de que empiecen. A mi lado un chaval de la prensa económica me entra compartiendo conmigo su extrañeza por las últimas compras de la empresa que hace la presentación.
–A lo mejor no compraron a estos porque no les interesaba ese segmento del mercado.
–Sí, si es lo que yo digo siempre…
Llevo la misma ropa que en la boda de mi primo. Camisa negra de rayas verticales y corbata de topos. En aquélla ocasión mi hermano el mayor hizo una crítica constructiva de mi indumentaria. "Pero tú ¿qué gracia crees que estás haciendo vestido así?" A mi hermano no le gusta mucho como visto. Bueno, en general nada de lo que hago. Y de lo que digo, para que os voy a contar. Yo medité, en la puerta de la iglesia, sobre sus sabios consejos mientras veía como le forraban el Jaguar de papel higiénico. No participé, pero tampoco lo impedí, ojo. Qué bien se queda uno. La verdad es que a mi hermano el mayor le quiero más de lo que se imagina. Y sin que se de cuenta me fijo. Y le imito. Se supone que éramos los más listos de la casa. De una casa con muchos listos y matrículas de honor y tal. El lleva una empresa que factura 150.000 millones de pesetas. Y yo ahora me voy a beber una botella de un trago para ver si se me pasa la resaca y mañana llegaré calladito y meteré la cabeza en la pantalla del ordenador para ver si se me pasa la vergüenza laboral. Y lo cierto es que debe de tener razón, que una camisa oscura con traje queda como de cateto modernillo. Ay, tantas reglas y tan poca cabeza.
La chica de mi derecha dice mucho "claaaro", "sí, sí, sí", "por supueesto". Al principio pienso que me toma el pelo, pero no, que es así de aseverativa. Al ratito pone al novio sobre el solomillo. Mi novio, mi novio. Ay, qué pereza. Luego me miro en el espejo a ver si tengo algo escrito en la cara.
A dos cuerpos de distancia está la otra churri. De la ciudad del acueducto, el cochinillo y los carritos de bebé (es que es lo único que hago cuando voy allí). Quedamos para sacar a pasear a mi sobrina la próxima vez. Quedamos los tres para vernos la semana que viene en una feria. Quedamos en ir a una fiesta dentro de dos jueves. Quedamos en que las mando un email. Apuntan móviles. Piden móviles. Pido un Marie Brizard. Luego acompaño a la número dos, que ha ascendido, en un taxi y me doy cuenta de que cecea. Nos gusta Madrid. Antes se ha levantado para ir al baño y me he dado cuenta de que tiene un culazo. A los viejos verdes de cualquier edad nos gustan los culazos.
Miramos a nuestro alrededor y estamos solos en la mesa. Hasta han quitado las sillas. Una vez más, no sé como lo consigo. Prueba a levantarte sin tambalear. Acaricio el brazo a la de prensa (una absoluta desconocida) mientras hablo con ella y tratamos de averiguar dónde nos hemos visto antes. Probablemente en ninguna parte, pero no se lo digo. A mi jefe no le sorprenderé, pero a mí sí, todos los días. y siempre por lo mismo.
Clink! 30 minutos. Su post, gracias.
lunes, 20 de enero de 2003
Bueno, aunque os haya destripado el final, os voy a colgar el poema entero.
EL DESEO SIN NOMBRE
¿Qué hacer con el deseo?
Para empezar no darle un nombre propio
ni confundirlo con el mero amor,
l'amour, la mugre,
ese canguro de noches lluviosas
que transforma al deseo en niño moribundo
y con una almohada, por su bien,
le aplasta la cabeza.
En cuanto tiene nombre propio
el deseo rebaja su estatura
de coloso que es cuerpo sin memoria,
simulacro de un dios venido a más.
El nombre propio enciende una linterna
que anula la extensión de sed y oscuridad
en que el deseo vive.
El nombre propio pone suelo exacto
al abismo, y un techo a la intemperie.
No hay construcción de hielo que lo apague,
ni incendio arrasador que lo contenga,
no hay costumbre que pueda exterminarlo
ni nombre propio que se haga su dueño.
Escritura profunda que murmura
la ansiosa melodía de estar vivos,
no preguntes qué hacer con el deseo:
disfruta de lo que él haga contigo.
(es de Bonilla, para los perspicaces y los suspicaces)
EL DESEO SIN NOMBRE
¿Qué hacer con el deseo?
Para empezar no darle un nombre propio
ni confundirlo con el mero amor,
l'amour, la mugre,
ese canguro de noches lluviosas
que transforma al deseo en niño moribundo
y con una almohada, por su bien,
le aplasta la cabeza.
En cuanto tiene nombre propio
el deseo rebaja su estatura
de coloso que es cuerpo sin memoria,
simulacro de un dios venido a más.
El nombre propio enciende una linterna
que anula la extensión de sed y oscuridad
en que el deseo vive.
El nombre propio pone suelo exacto
al abismo, y un techo a la intemperie.
No hay construcción de hielo que lo apague,
ni incendio arrasador que lo contenga,
no hay costumbre que pueda exterminarlo
ni nombre propio que se haga su dueño.
Escritura profunda que murmura
la ansiosa melodía de estar vivos,
no preguntes qué hacer con el deseo:
disfruta de lo que él haga contigo.
(es de Bonilla, para los perspicaces y los suspicaces)
domingo, 19 de enero de 2003
viernes, 17 de enero de 2003
“Me tatuaré tu nombre en la piel,
asi que no se te ocurra desaparecer”
Necesito a alguien que me diga dónde está Z o dónde hacen cirugía láser o dónde ponen tatuajes de pin y pon para que no me vuelva a pasar. Por favor. Gracias. (qué educado).
Llego a casa de Patri. Sólo una hora tarde. Está en la cocina hablando con V. la belga.
-A ver, me has contado todos los detalles, pero no me dices lo interesante.
-Es que está Vyf.
-Mira, me sé toda tu vida sexual y V. la mía, se la contaba todas las noches cuando la iba a ver.
-Bueno, pues estábamos en casa y empezamos a pillar y de repente me di cuenta de que no me apetecía.
-¿Y qué hiciste?
-Chup pársela.
-Jua jua.
-Es que se me da bien y así termina antes.
-Jua jua.
-Lo que pasa es que yo, hasta que no cojo confianza sólo hago eso.
-Pues a un montón de amigos míos les iba a encantar tu forma de relacionarte.
-Es que parezco una devorahombres, pero en realidad solo devoro una parte.
-Oye –dice V.- y tú que tienes experiencia, ¿no te parece que las pollas de los fumadores saben distintas que las de los no fumadores. Es que el chico con el que estuve no fumaba y era estupendo, sabía a Ambipur.
-Eeeh... ¿Cenamos?
Vamos a un bar de Lavapies, Esperanza Cabaret, y nada más entrar veo un cartel. Marco dorado, fondo negro, letras blancas: antes muerta que sencilla. Voy al baño, y me equivoco. El de ellas. Con peluches cruelmente colgados del techo. Segunda vez. El de ellos. Acierto. En la pared: es la falta de cariño la que llena los bares. Miro a mi alrededor ¿estará almu por aquí? ¿es esa? ¿el camarero es superfan de los blogs? Hablo con sus amigos. Hablo con él. Me dan un puzzle. Después de media hora de sed me pone las copas. Es lo que tienen los bares del buen rollito. Viva el botellón. No voteis a Ana Botella, por favor. Gracias. (qué educado).
El novio de mi compañera de piso se ha dado cuenta de que estaba borracho escribiendo esto en el salón y ha vuelto, no sea que se me hubiera ocurrido hacerla un cariñito. Hombres así hacen falta en España. Quién sabe. Soy un degenerado, asi que la demencia, la miopía extrema, el bloqueo olfativo, la sordera y la atrofia sensitiva podrían haberse apoderado de mí con la ayuda de las tres copas que llevo encima. Todos estos desgraciados sucesos quizá se hubieran confabulado para impulsarme a tirar la puerta de mi compañera de piso. Sí. Podría pasar. Hay que vigilar. Un caballero español nunca baja la guardia.
“Cómo cambian las cosas
cómo ha cambiado todo
cómo se abren mis ojos...”
asi que no se te ocurra desaparecer”
Necesito a alguien que me diga dónde está Z o dónde hacen cirugía láser o dónde ponen tatuajes de pin y pon para que no me vuelva a pasar. Por favor. Gracias. (qué educado).
Llego a casa de Patri. Sólo una hora tarde. Está en la cocina hablando con V. la belga.
-A ver, me has contado todos los detalles, pero no me dices lo interesante.
-Es que está Vyf.
-Mira, me sé toda tu vida sexual y V. la mía, se la contaba todas las noches cuando la iba a ver.
-Bueno, pues estábamos en casa y empezamos a pillar y de repente me di cuenta de que no me apetecía.
-¿Y qué hiciste?
-Chup pársela.
-Jua jua.
-Es que se me da bien y así termina antes.
-Jua jua.
-Lo que pasa es que yo, hasta que no cojo confianza sólo hago eso.
-Pues a un montón de amigos míos les iba a encantar tu forma de relacionarte.
-Es que parezco una devorahombres, pero en realidad solo devoro una parte.
-Oye –dice V.- y tú que tienes experiencia, ¿no te parece que las pollas de los fumadores saben distintas que las de los no fumadores. Es que el chico con el que estuve no fumaba y era estupendo, sabía a Ambipur.
-Eeeh... ¿Cenamos?
Vamos a un bar de Lavapies, Esperanza Cabaret, y nada más entrar veo un cartel. Marco dorado, fondo negro, letras blancas: antes muerta que sencilla. Voy al baño, y me equivoco. El de ellas. Con peluches cruelmente colgados del techo. Segunda vez. El de ellos. Acierto. En la pared: es la falta de cariño la que llena los bares. Miro a mi alrededor ¿estará almu por aquí? ¿es esa? ¿el camarero es superfan de los blogs? Hablo con sus amigos. Hablo con él. Me dan un puzzle. Después de media hora de sed me pone las copas. Es lo que tienen los bares del buen rollito. Viva el botellón. No voteis a Ana Botella, por favor. Gracias. (qué educado).
El novio de mi compañera de piso se ha dado cuenta de que estaba borracho escribiendo esto en el salón y ha vuelto, no sea que se me hubiera ocurrido hacerla un cariñito. Hombres así hacen falta en España. Quién sabe. Soy un degenerado, asi que la demencia, la miopía extrema, el bloqueo olfativo, la sordera y la atrofia sensitiva podrían haberse apoderado de mí con la ayuda de las tres copas que llevo encima. Todos estos desgraciados sucesos quizá se hubieran confabulado para impulsarme a tirar la puerta de mi compañera de piso. Sí. Podría pasar. Hay que vigilar. Un caballero español nunca baja la guardia.
“Cómo cambian las cosas
cómo ha cambiado todo
cómo se abren mis ojos...”
martes, 14 de enero de 2003
No sé quién te dijo, Bob, que Al sur de Granada era insoportable. A lo mejor fue alguien demasiado urbano, o que nunca se quedó desnudo y temblando después de un amor arrasador, el primero. O que no se acuerda. Esa mirada final, la de la mujer que sonríe a su antiguo amante con los ojos de los quince años y ese amor puro e incesante, tan físico, a mí me hablan, son viejos conocidos. Tengo una carta que escribí a los 19 ó 20 para mi yo de ahora. Relato como subo una cuesta de mi pueblo, como me abro la camisa para sentir frío, aire, noche. Para sentir. Maldigo al que seré, al que soy, si prefiere la comodidad de estar abrigado, si no es capaz de encontrar toda la felicidad en un gesto como ése, en la consciencia de estar vivo.
A veces, cuando no funciona la memoria selectiva y tengo que pensar en ella, me doy cuenta de que cuando se fue sin una sonrisa, sin una caricia, sin un “hasta siempre”, cuando decidió que no existieran aquellos ocho años, no importaba tanto que me estuviera traicionando a mí. Eso qué más daba. Para entonces ya habíamos perdido todas las batallas. La auténtica traición se la hizo a la chica de 22 años que temblaba por primera vez, desnuda entre mis brazos. Y al soñador de 19 que le cantaba nanas, le recitaba al oído y recorría su piel lentamente, como si no hubiera ninguna otra cosa en el mundo, sonriendo con los ojos muy abiertos en la oscuridad. A ambos, que valían la pena.
Al menos yo sé que existieron, sé quiénes fueron.
A veces, cuando no funciona la memoria selectiva y tengo que pensar en ella, me doy cuenta de que cuando se fue sin una sonrisa, sin una caricia, sin un “hasta siempre”, cuando decidió que no existieran aquellos ocho años, no importaba tanto que me estuviera traicionando a mí. Eso qué más daba. Para entonces ya habíamos perdido todas las batallas. La auténtica traición se la hizo a la chica de 22 años que temblaba por primera vez, desnuda entre mis brazos. Y al soñador de 19 que le cantaba nanas, le recitaba al oído y recorría su piel lentamente, como si no hubiera ninguna otra cosa en el mundo, sonriendo con los ojos muy abiertos en la oscuridad. A ambos, que valían la pena.
Al menos yo sé que existieron, sé quiénes fueron.
viernes, 10 de enero de 2003
RAZONES (egoístas) PARA IRME A VIVIR CON BOB
-Tiene una casa nueva, bonita y bien decorada. Aunque no significa mucho que lo diga alguien que establece la frontera entre la buena decoración y la mala a partir del tercer cuadro que contiene la lámina que venía con el marco. Además, que a mí las paredes pintadas de colorines siempre me parecen buenas. Y ultramodernas desde que vi a unos modernos en Londres pintando su casa en todos los tonos ocres posibles, incluidos techos.
-Tengo un baño para mí solito. Bueno, la verdad es que eso me da igual, pero tengo un baño para mí solito.
-No hay tele ni frigorífico, un adelanto.
-No hay cama, lo que me da la oportunidad de comprarme una cama de agua de hotel de Las Vegas, el sueño de mi vida.
-Cuando me paso toda la noche hablando sin parar no piensa (mucho) que soy un pesado. E incluso tiene el detalle de callarse lo pesado que soy por disculparme por quinta vez por lo pesado que he estado hablando sin parar toda la noche.
-No ha llegado a un grado suficiente de alcoholismo yonki como para beberse la botella de Rioja reserva 96 él solo en su habitación, y la comparte.
-Tiene todos esos libros que me quiero leer.
-Cuando le hablo de cosas de compañeros de piso, como dinero y nosequé me recuerda que lo importante es compartir otras cosas, que es el concepto que yo tenía, el mejor, pero que, al parecer, lo estaba perdiendo.
-Siempre que lleve a una chica a casa va a ser hospitalario y le va a dar conversación. E incluso, cuando pasen un montón de meses sin que entre en mi habitación más chica que esa encantadora que le limpia la casa con cariño, no va a mofarse con excesiva crueldad.
-Bob es divertido.
-Le gorronearé maría.
-El, en cambio, me saldrá baratísimo en drogas de las mías.
-Daré salida a las 21 botellas de vino y 3 de licor que arrastro dentro de mis cajas de casa en casa.
-Iremos de compras borrachos y me ayudará a cambiar de imagen y a llevar zapatos de una sola pieza.
-Conoceré a Cristina, aunque me tenga de porteador.
-Conoceré a la Hormiga.
-Cuando me deje la próxima chica me escuchará. O mejor, se emborrachará conmigo.
-Quedaré bien con mis amigos modernillos gracias al busto de Boomer del salón, les cuente o no la apasionada historia de por qué está ahí, en un lugar tan principal, la efigie de ese hombre elástico.
-Pondré a prueba mi lealtad cuando me encuentre a Bob con la cabeza de Boomer en el otro lado de la cama. Seré una tumba, y ni siquiera lo escribiré en el blog.
-Quedaré bien con mi amigo gay cuando le presente al atractivo Bob.
-Quedaré bien con las churris al menos en el intervalo que va entre el momento en el que vean ese salón minimalista y culto, con Bob en él leyendo, y aquél en que descubran que la cama es de agua.
-Me enseñará a no ser tan macarra y a no usar frases como ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿qué diferencia has notado entre tu novio y yo? o habrá que repetirlo, ¿no?
-Podré lloriquear sobre lo difícil que está el sexo heterosexual, los subnormales códigos de seducción sine qua non y la necesidad de rebajarte. Y de parecer seguro de ti mismo, cuando de lo único de lo que estás seguro en esta vida es de que cantas fatal y te empalmas enseguida. Bob fingirá que le interesa muchísimo y que todo es nuevo y misterioso para él. ¿¡Qué mejtaj contando!?
-Si llegamos al verano nos bañaremos en la piscina.
-Voy a sostener el otro vaso tantas noches tontas como surjan. Si me pidiera otra cosa, como montar un mueble o afinar cuando canto en la ducha, pues no, pero eso se me da. Así que, me querrá.
-Tiene una casa nueva, bonita y bien decorada. Aunque no significa mucho que lo diga alguien que establece la frontera entre la buena decoración y la mala a partir del tercer cuadro que contiene la lámina que venía con el marco. Además, que a mí las paredes pintadas de colorines siempre me parecen buenas. Y ultramodernas desde que vi a unos modernos en Londres pintando su casa en todos los tonos ocres posibles, incluidos techos.
-Tengo un baño para mí solito. Bueno, la verdad es que eso me da igual, pero tengo un baño para mí solito.
-No hay tele ni frigorífico, un adelanto.
-No hay cama, lo que me da la oportunidad de comprarme una cama de agua de hotel de Las Vegas, el sueño de mi vida.
-Cuando me paso toda la noche hablando sin parar no piensa (mucho) que soy un pesado. E incluso tiene el detalle de callarse lo pesado que soy por disculparme por quinta vez por lo pesado que he estado hablando sin parar toda la noche.
-No ha llegado a un grado suficiente de alcoholismo yonki como para beberse la botella de Rioja reserva 96 él solo en su habitación, y la comparte.
-Tiene todos esos libros que me quiero leer.
-Cuando le hablo de cosas de compañeros de piso, como dinero y nosequé me recuerda que lo importante es compartir otras cosas, que es el concepto que yo tenía, el mejor, pero que, al parecer, lo estaba perdiendo.
-Siempre que lleve a una chica a casa va a ser hospitalario y le va a dar conversación. E incluso, cuando pasen un montón de meses sin que entre en mi habitación más chica que esa encantadora que le limpia la casa con cariño, no va a mofarse con excesiva crueldad.
-Bob es divertido.
-Le gorronearé maría.
-El, en cambio, me saldrá baratísimo en drogas de las mías.
-Daré salida a las 21 botellas de vino y 3 de licor que arrastro dentro de mis cajas de casa en casa.
-Iremos de compras borrachos y me ayudará a cambiar de imagen y a llevar zapatos de una sola pieza.
-Conoceré a Cristina, aunque me tenga de porteador.
-Conoceré a la Hormiga.
-Cuando me deje la próxima chica me escuchará. O mejor, se emborrachará conmigo.
-Quedaré bien con mis amigos modernillos gracias al busto de Boomer del salón, les cuente o no la apasionada historia de por qué está ahí, en un lugar tan principal, la efigie de ese hombre elástico.
-Pondré a prueba mi lealtad cuando me encuentre a Bob con la cabeza de Boomer en el otro lado de la cama. Seré una tumba, y ni siquiera lo escribiré en el blog.
-Quedaré bien con mi amigo gay cuando le presente al atractivo Bob.
-Quedaré bien con las churris al menos en el intervalo que va entre el momento en el que vean ese salón minimalista y culto, con Bob en él leyendo, y aquél en que descubran que la cama es de agua.
-Me enseñará a no ser tan macarra y a no usar frases como ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿te ha gustado?, ¿qué diferencia has notado entre tu novio y yo? o habrá que repetirlo, ¿no?
-Podré lloriquear sobre lo difícil que está el sexo heterosexual, los subnormales códigos de seducción sine qua non y la necesidad de rebajarte. Y de parecer seguro de ti mismo, cuando de lo único de lo que estás seguro en esta vida es de que cantas fatal y te empalmas enseguida. Bob fingirá que le interesa muchísimo y que todo es nuevo y misterioso para él. ¿¡Qué mejtaj contando!?
-Si llegamos al verano nos bañaremos en la piscina.
-Voy a sostener el otro vaso tantas noches tontas como surjan. Si me pidiera otra cosa, como montar un mueble o afinar cuando canto en la ducha, pues no, pero eso se me da. Así que, me querrá.
jueves, 9 de enero de 2003
fernand0 me ha hecho un regalo encantador. Me hace mucha gracia la selección, dice que habla sobre él más que sobre mí. Lo cierto es que ha elegido los textos más metablogueros de esta página, aquellos en los que me dirijo a vosotros, o en los que explico mis motivaciones, mis procesos o lo que sea. GRACIAS. Guardaré la antología con cariño. Se lee bien así, descontextualizada.
Tu regalo me hace sentir aún más perro por no haberle colgado aún el mío a la pobre que tuvo la desgracia de que le tocase yo en el sorteo. Mira, churri, alguien tenía que apechugar conmigo. El año que viene tendrás más suerte. Pero en los próximos días colgaré tu detallito por aquí. Si te sirve de consuelo, tampoco he cumplido con el amigo invisible de mi hermana ni con el de mi sicólogo, otros a los que la fortuna les ha vuelto un poco la espalda estos reyes con lo del sorteo. A lo mejor resulta que a partir de ahora todo os sale bien en el AMOR, sólo facilidades, días de sol, noches de mimosín entre las sábanas y ratos tan suaves que resbalais dulcemente. Ojalá. No sabeis cuánto me gustaría.
Anoche le dije a Noe que me había enrollado con Silvia, no sé por qué mentí, estoy tontísimo, nunca había hecho algo parecido. Sólo me dio medio piquito. Y claro, estoy pensando que cuando vuelva de Egipto debería enrollarme con ella para arreglarlo. Si se deja. Y si no se deja, doble mal rollo.
Tu regalo me hace sentir aún más perro por no haberle colgado aún el mío a la pobre que tuvo la desgracia de que le tocase yo en el sorteo. Mira, churri, alguien tenía que apechugar conmigo. El año que viene tendrás más suerte. Pero en los próximos días colgaré tu detallito por aquí. Si te sirve de consuelo, tampoco he cumplido con el amigo invisible de mi hermana ni con el de mi sicólogo, otros a los que la fortuna les ha vuelto un poco la espalda estos reyes con lo del sorteo. A lo mejor resulta que a partir de ahora todo os sale bien en el AMOR, sólo facilidades, días de sol, noches de mimosín entre las sábanas y ratos tan suaves que resbalais dulcemente. Ojalá. No sabeis cuánto me gustaría.
Anoche le dije a Noe que me había enrollado con Silvia, no sé por qué mentí, estoy tontísimo, nunca había hecho algo parecido. Sólo me dio medio piquito. Y claro, estoy pensando que cuando vuelva de Egipto debería enrollarme con ella para arreglarlo. Si se deja. Y si no se deja, doble mal rollo.
miércoles, 8 de enero de 2003
Delante de mí hay un inmigrante con una toalla. Pensión Serantes, 12 euros la habitación doble. Sin ventana, eso sí. Un único baño. Y como se me ha olvidado el gel, me tendré que duchar con el jabon de las manos. Y como se me ha olvidado la toalla, me tendré que secar con esa miniatura robada en un hotel de Mallorca que me ha ofrecido gentilmente el servicio de habitaciones. Las camas son plegables. No hay bombilla en el techo, pero hay una lámpara. Todo cruje. Una bonita decoración de baúles antiguos, alfombras años 50 y suelo de madera que le hace los graves a la cama. Bueno, a lo mejor no es cosa del decorador, igual es que la alfombra y los baúles y todo lo demás lleva aquí varias décadas. Cuando estuve alojado un mes en este establecimiento, mientras buscaba piso, hace cosa de 6 ó 7 años, no me pareció tan sórdido. Se me hacía divertido, con el punki alemán antifascista con el que me iba de copas, los australianos que estaban esperando sus bicicletas para empezar el Camino de Santiago, la asombrosa orquesta rusa que tocaba en el Arriaga. Habían conseguido repartirse, los quince, entre tres habitaciones. Y sobre todo, con esos gémidos nocturnos, tan intensos, tan estruendosos la noche aquélla desde la habitación de al lado... Fue fantástico ver salir a dos jovencitas inglesas con sus mochilas. Os aseguro que las de Tatu os dejarían refrigerados a su lado. Francamente, siempre me ha parecido una memez sentir morbo por las chicas a las que les gustan las chicas, tan poco práctico. Pero es inevitable después de un concierto gutural de horas y horas. Mucho mejor que los ensayos de los quince músicos. Al menos una de ellas tocaba con mucha más maestría, eso seguro.
Pero bueno, ahora ya es otra cosa, son inmigrantes negros buscándose la vida en su día libre. Y no me dan conversación y yo tengo mucha prisa. Y nadie gime. Me voy a comer un bocata. Solo. Porque he marcado tres veces mal la clave del móvil y se me ha ido al carajo. Ahora, tarde, me acuerdo del código pin, pero sólo me pide el maldito pon. Creo que Bilbao no es la ciudad ideal para que la pasee solo, hay un recuerdo traicionero agazapado en cada esquina. En los letreros de los cafés. En un jardincillo. En la orilla de la ría donde veíamos a las gaviotas sobrevolar nuestro coche mientras la leía mi último cuento. En el metro de los últimos días. En el puto Burger King. Así que me meto en el cine a ver lo que echen. Quién me lo iba a decir, vuelvo a Bilbao y me meto en el cine. ¿Dónde están mis amigos? ¿Ni siquiera me apetece pasear por la ciudad que más noches me he pateado? Echan la de 007, pero bien, porque me compro un montón de marranadas y me las como y me quedo dormido enseguida y salgo con una sensación agradable, más descansado. Preparado para la noche en la que "que sueñes con los angelitos y que no te piquen los bichitos" pasará de ser una frase tonta a lo que le he pedido a los reyes.
Por qué será que me acuerdo ahora de dónde estaba yo el año pasado, más o menos por estas fechas. Era una ciudad balneario que ya utilizaban los romanos como centro de vacaciones. Señorial, cara, pulcra. Estaba alojado en un gran hotel europeo, un cinco estrellas, supongo, y me habían dado una suite con el nombre de un lord, una cama enorme, una tele de pantalla plana, un dvd, unas vistas a un jardín inglés con una arquitectura de veinte siglos, fuentes, su pequeño laberinto. Cené en el restaurante del hotel. Cocina de autor, una torre coronada por un champiñón gigante y en cada capa una delicatessen y una salsa. Una de las noches me acompañó un ratito en mi habitación la guía turística con las (con perdón) tetas más extensas (grandes es insuficiente) que he tenido y tendré nunca en mis manitas. "Yo esto no lo hago nunca", insistía. "Mejor, porque como te venga una excursión de japoneses..." Ay, las enamoradas de Neruda, cómo son de soñadoras. Y luego a visitar palacios, mueos, termas, catedrales altas y distinguidas. A comer con los simpáticos representantes locales a los que no entendía ni jota. A mandarle mensajes a Ana la Multiorgásmica. Siempre que voy a Inglaterra me lío con una Ana. Siempre que vuelvo, me la encuentro desenamorada.
Yo el contraste lo veo con diáfana claridad, no sé vosotros. Puñetera crisis. En fin, si no quereis que esto vuelva a pasar, por favor: sed solidarios y COMPRAD REVISTAS. Cinco Estrellas, sí. Pensión Serantes, no. Nunca Mais.
(para que luego digan que mis posts no tienen moraleja)
Pero bueno, ahora ya es otra cosa, son inmigrantes negros buscándose la vida en su día libre. Y no me dan conversación y yo tengo mucha prisa. Y nadie gime. Me voy a comer un bocata. Solo. Porque he marcado tres veces mal la clave del móvil y se me ha ido al carajo. Ahora, tarde, me acuerdo del código pin, pero sólo me pide el maldito pon. Creo que Bilbao no es la ciudad ideal para que la pasee solo, hay un recuerdo traicionero agazapado en cada esquina. En los letreros de los cafés. En un jardincillo. En la orilla de la ría donde veíamos a las gaviotas sobrevolar nuestro coche mientras la leía mi último cuento. En el metro de los últimos días. En el puto Burger King. Así que me meto en el cine a ver lo que echen. Quién me lo iba a decir, vuelvo a Bilbao y me meto en el cine. ¿Dónde están mis amigos? ¿Ni siquiera me apetece pasear por la ciudad que más noches me he pateado? Echan la de 007, pero bien, porque me compro un montón de marranadas y me las como y me quedo dormido enseguida y salgo con una sensación agradable, más descansado. Preparado para la noche en la que "que sueñes con los angelitos y que no te piquen los bichitos" pasará de ser una frase tonta a lo que le he pedido a los reyes.
Por qué será que me acuerdo ahora de dónde estaba yo el año pasado, más o menos por estas fechas. Era una ciudad balneario que ya utilizaban los romanos como centro de vacaciones. Señorial, cara, pulcra. Estaba alojado en un gran hotel europeo, un cinco estrellas, supongo, y me habían dado una suite con el nombre de un lord, una cama enorme, una tele de pantalla plana, un dvd, unas vistas a un jardín inglés con una arquitectura de veinte siglos, fuentes, su pequeño laberinto. Cené en el restaurante del hotel. Cocina de autor, una torre coronada por un champiñón gigante y en cada capa una delicatessen y una salsa. Una de las noches me acompañó un ratito en mi habitación la guía turística con las (con perdón) tetas más extensas (grandes es insuficiente) que he tenido y tendré nunca en mis manitas. "Yo esto no lo hago nunca", insistía. "Mejor, porque como te venga una excursión de japoneses..." Ay, las enamoradas de Neruda, cómo son de soñadoras. Y luego a visitar palacios, mueos, termas, catedrales altas y distinguidas. A comer con los simpáticos representantes locales a los que no entendía ni jota. A mandarle mensajes a Ana la Multiorgásmica. Siempre que voy a Inglaterra me lío con una Ana. Siempre que vuelvo, me la encuentro desenamorada.
Yo el contraste lo veo con diáfana claridad, no sé vosotros. Puñetera crisis. En fin, si no quereis que esto vuelva a pasar, por favor: sed solidarios y COMPRAD REVISTAS. Cinco Estrellas, sí. Pensión Serantes, no. Nunca Mais.
(para que luego digan que mis posts no tienen moraleja)
sábado, 4 de enero de 2003
Estaba claro que con Marta no, que un tipo con este historial, un elemento que ha bailado jotas segovianas en Coca, que ha ganado un reloj en el concurso de poesía de su pueblo, que se lo gastaba todo al póquer en la cafetería de la universidad mientras desayunaba un sol y sombra bien cargado de anís, que leía a Góngora en un pinar de su pueblo, después de bajar la cuesta de la Pio ja en una destartalada bicicleta sintiendo, feliz, el viento en la cara, un chavo que se sentaba a ver el atardecer sobre el páramo castellano mientras escuchaba a un paisano contándole lo buenas que eran las canciones de Jorge Negrete, un pollo que se pasó la pre adolescencia haciendo de acomodador en el cine de su padre, robando botellines vacíos para revenderlos, descubriendo el sexo en recortes de Interviú o en la vecina que tomaba el sol en el césped de la piscina de la urbanización, un chico que empezó a fumar hace un par de años, que descubrió las drogas en el 2001, que tiene una fijación estúpida con las peluqueras, que juega con los niños y huye de los perros, que llora con algunas poesías, un cafre que quemaba moscas en el horno de leña de la señora P atro, que le rompió la nariz al presunto rico del pueblo que le había robado al amor de sus diecisiete, que, antes de ser apaleado, insultaba a los tipos que venían en manada a provocarle porque les caía mal, un pardillo que aún se emociona cuando una chica nueva le baja los calzoncillos despacito y le pregunta ¿puedo?, que confunde el amor con cualquier otra cosa relacionada con la acumulación de sangre en un punto que no sé, que iguala unos ojos cualesquiera y su cosa blancuzca con la idea platónica de la belleza, la verdad, la virtud... alguien así, con todo su mestizaje desfasado, no tenía mucho que hacer con una enamorada de lo nuevo, siempre reiniciando desde el mismo punto. Estaba claro que ella se iba a quedar con el tipo del pendiente. Lo que no era tan evidente al principio es que fuera a preferir antes al otro y antes al otro y antes a cualquier otro. Vaya. Pintan bastos en virgenfuriosilandia.
Lo que pasa es que no sé, que soy transparente, que soy incapaz para la sofisticación y el artificio, que no debería pertenecer ni al club en el que me han admitido como miembro por error. Porque no podría ser mod, ni rocker, como quise justo cuando volví de la peluquería con ese tupé clavadito al de Elvis, justo antes de que mi madre me metiera la cabeza debajo de la ducha. Ni neoliberal, ni grunge, ni de esta tribu de periodistas, ni de los jóvenes escritores triperos (y eso que en teoría eso debería dárseme bien: congresos y subvenciones), ni de mi grupo de amigos, ordenados, reposados, cómodos, incluso los que se creen transgresores. Ni de mi casa, ni de mi cuerpo, ni de mi mente. Estoy fuera. Expulsado del paraíso. Non grato en el purgatorio. Aburrido para el infierno. También soy demasiado siglo XX y un poco siglo XIX y una pizca del XVII. Ya es tarde, ya no puedo, no puedo ser un objeto de consumo. Con lo que me gustaría. Hasta siempre Martita, no hay nada que yo pueda hacer. Me molaban tus piernas y tus medias de rejilla. Te habría mordido.
Menos mal que mañana voy a Bilbao, menos mal que he quedado con la hermana de mi amigo. No todo está perdido, quizá me pida otra vez que la atice, como cuando estábamos en la cama de la peluquería de mi ex y me daba patadas para que la sacudiera. Aunque yo me conformaría con un poco de sol o de chirimiri para hacer la fotosíntesis, con recorrerme la noche bilbaína con provecho y escribir otra vez un texto que arranque una sonrisa o boquiabra un momento a mi redactor jefe. Sólo eso. Saber que tengo la palabra exacta. Mínima, nada espectacular, pero ajustada.
O quizás me compre unos libros viejos en la Plaza Nueva de Bilbao y les pinte un ex libris con una fecha de después del 2000 y una frase que escribió Baudelaire en el 1800. Hay que ser sublime sin interrupción.
Lo que pasa es que no sé, que soy transparente, que soy incapaz para la sofisticación y el artificio, que no debería pertenecer ni al club en el que me han admitido como miembro por error. Porque no podría ser mod, ni rocker, como quise justo cuando volví de la peluquería con ese tupé clavadito al de Elvis, justo antes de que mi madre me metiera la cabeza debajo de la ducha. Ni neoliberal, ni grunge, ni de esta tribu de periodistas, ni de los jóvenes escritores triperos (y eso que en teoría eso debería dárseme bien: congresos y subvenciones), ni de mi grupo de amigos, ordenados, reposados, cómodos, incluso los que se creen transgresores. Ni de mi casa, ni de mi cuerpo, ni de mi mente. Estoy fuera. Expulsado del paraíso. Non grato en el purgatorio. Aburrido para el infierno. También soy demasiado siglo XX y un poco siglo XIX y una pizca del XVII. Ya es tarde, ya no puedo, no puedo ser un objeto de consumo. Con lo que me gustaría. Hasta siempre Martita, no hay nada que yo pueda hacer. Me molaban tus piernas y tus medias de rejilla. Te habría mordido.
Menos mal que mañana voy a Bilbao, menos mal que he quedado con la hermana de mi amigo. No todo está perdido, quizá me pida otra vez que la atice, como cuando estábamos en la cama de la peluquería de mi ex y me daba patadas para que la sacudiera. Aunque yo me conformaría con un poco de sol o de chirimiri para hacer la fotosíntesis, con recorrerme la noche bilbaína con provecho y escribir otra vez un texto que arranque una sonrisa o boquiabra un momento a mi redactor jefe. Sólo eso. Saber que tengo la palabra exacta. Mínima, nada espectacular, pero ajustada.
O quizás me compre unos libros viejos en la Plaza Nueva de Bilbao y les pinte un ex libris con una fecha de después del 2000 y una frase que escribió Baudelaire en el 1800. Hay que ser sublime sin interrupción.
viernes, 3 de enero de 2003
Vuelve uno de las vacaciones un poco... iba a poner deprimidillo, pero resacoso es más exacto. La nochevieja terminó a las cuatro de la tarde del uno de enero y siguió con un bonito viaje infernal en tren. Así que después de todos mis buenos propósitos, me levanto a las once y media. Coño, las once y media. Y me voy a trabajar sin ducharme ni afeitarme ni despertarme. Me han dejado una lista de tres folios con las cosas que tengo que hacer durante las vacaciones de los demás. Creo que voy a contestar el correo. Email de Ana la Cocainómana: "Del día tal al día tal no estaré en la oficina, contactar con mi compañera XX" (XX, vaya nombre que le pusieron sus papás). Mi neurona legañosa se abre paso entre toda ese material de despojo que debo de tener dentro del cráneo, y decide que eso ha sido un intento de comunicación, un año después. Contesto. "Feliz 2003 para ti también. besos". Al minuto me llega un correo de Ana que dice: "Del día tal al día tal no estaré en la oficina, contactar con mi compañera XX". Vale, era su mensajeador automático y no ella quien me escribió. Cuando llegue y encuentre mi email se reafirmará en la idea de que soy gilipollas. Encima dándole argumentos. Abro el número de este mes. Una mierda, una mierda, una mierda, una mierda. Bien, escribí cuatro mierdas una detrás de otra. Genial. Llamo a Silvia. Le había dicho que no podía comer con ella porque quería recoger mi habitación al mediodía (ja), pero creo que ahora es más urgente lo de cogerme un pedo vespertino y reirme un rato de mí mismo. Vamos al restaurante al que llevo a todas mis visitas. Con el menú del día nos ponen un Rioja reserva del 95, qué majos. Y no es vinagre. Nos ventilamos la botella. Una copita de anís del Mono. Otra de Marie Brizard en otro bar. Hablamos de amor y casi llora, hablamos de amigos y casi llora, hablamos de trabajo y casi llora. Le acompaño hasta el taxi dando tumbos. Me besa en la esquina de los labios, mala puntería, me he movido mucho. Me pillo una cerveza en la máquina. Trabajo un rato. Quedo con Z. Me despisto y en vez de esperarla en la máquina del café me quedo en mi sitio, así que todos la miran y todos cotillean. Desde que nos enrollamos ha tenido cuatro viajes y un catarro y medio, así que casi sólo nos vemos en los pasillos. Reímos. Quedamos en ir a cenar juntos cuando vuelva, para celebrar que he terminado mi libro. ¿Sigue pendiente el viaje al Caribe? Sí, claro. Ella se encarga. Le pregunto que si se ha hecho algo en el pelo, que está muy guapa. Me dice que no. Pues entonces estás tan guapa como entonces. Tú también estás guapo. Le pregunto si lleva una de sus camisetas. Se sube el jersey y me la enseña, es la de cuando la conocí, de la que hablamos en nuestra primera conversación. Entonces y ahora sigo hipnotizado, pensando en lo bien rellenada que está esa camiseta, pero sólo me atrevo a hablar del diseño. Ahora además tengo un recuerdo brutal que me tensa las manos. Mantiene el jersey alzado mucho más tiempo de lo adecuado. Mantengo las manos más inmóviles de lo que me gustaría. En la puerta del ascensor le cuento que le he hablado a un amigo de ella, y que me dice que no son normales tantos viajes, que a ver si va a ser que no me quiere ver. Hablamos luego por teléfono y me dice que le explique a mi amigo que... Vale. Me voy al cine. En ninguno echan nada bueno. Ah, sí, en el Princesa están reunidas todas las pelis que quiero ver. Me duermo en un taxi y se me pasa un poco la cogorza. Con una botella de agua en el bolsillo del pantalón y una coca cola del Mc Donalds con pajita y todo asomándome por la cazadora (hay que combatir la resaca temprana) pido una entrada para El traje.Voy a pagarla y la taquillera me dice "no, déjalo". Sin siquiera un gesto de sorpresa doy las gracias y entro.
¿Os había dicho ya que me encanta el Madrid oceánico? Semper eadem. Siempre la misma y siempre renovada.
¿Os había dicho ya que me encanta el Madrid oceánico? Semper eadem. Siempre la misma y siempre renovada.
lunes, 30 de diciembre de 2002
Vete ya de mi vida
Déjame en paz
Tus ojos de perdida
No me dejan soñar
Y las dos chicas han salido a bailar conmigo, y no es que sea un bellezón, mono quizá, interesante siempre, mi escudo de armas, pero he sido el primero, pero he sonreído a todos, hombres, mujeres, cosas, y he estrenado la pista y he sacado la lengua y he invitado a bailar, y eso en Valladolor es mucho. Y la primera se ha rendido enseguida, nos hemos sonreído, pero no. Y entre la segunda y yo se ha metido Jose, y yo bailo con Jose antes que con nadie, porque es mi amigo desde que llevábamos abrigos grises largos y yo era Mano Negra y Carlos, Sombra de Águila. Y ahora, sentados en el bordillo me dan ganas de gritar que lavorare stanca, love hurts, vivir mata. Recitar que yo he visto cosas que vosotros no creeríais, atracar naves en llamas más allá de Orión, y que todos esos recuerdos se perderán como lágrimas en la lluvia. Y mientras Cristina recorre Lisboa o surca las sabanas del hotel con su nuevo amante, yo siento otra vez la brisa de Cádiz sobre nuestras piernas desnudas, en la playa, en la moto, en las calles. Y el flamenco nos vuelve a unir separados en la caseta junto a la playa, y le canto una copla y le traigo un pincho de atún de almadraba, y nos besamos dentro del mar. Y me duele que piense que la quiero, porque la quiero con toda mi alma, y me duele que me diga que las últimas horas gaditanas, tras el atardecer, las quiere pasar sin mí, comiendo el pescado que a mí no me gusta, frente al agua salada. Y sé que el recuerdo sólo vive en mis ojos, que no tengo tecla de reinicio, que ellas sí, pero yo no sé borrar nada, y por las mañanas acumulo todas esas cosas que nadie creería, que nadie sabe, que nunca han existido. Y sé que era yo como cualquier otro. Que no fui nada para Merche, ni para María José, ni para la Innombrable, ni para Cris, ni para Ana, ni para Ana, ni para Ana, ni seré nada para Z. Y quiero no estar enamorado de ninguna de ellas. Quiero no recordar el primer beso de cada una. Quiero que sus ojos no vivan en mi mirada. Hoy no. Hoy no puedo.
Y Jose no me hace mucho caso, pero se sienta en el bordillo conmigo. Y la chica del Tintín me pita y me sonríe cuando pasa con el coche. Pero yo bailé con José. Porque es él y nadie más quien está aquí conmigo mientras canto que un carro putas va pa toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, y a la puerta del Maika se muere el burrro, se jode el carro, putas al suelo. ¿Veis por qué cuido tanto a los amigos?
Déjame en paz
Tus ojos de perdida
No me dejan soñar
Y las dos chicas han salido a bailar conmigo, y no es que sea un bellezón, mono quizá, interesante siempre, mi escudo de armas, pero he sido el primero, pero he sonreído a todos, hombres, mujeres, cosas, y he estrenado la pista y he sacado la lengua y he invitado a bailar, y eso en Valladolor es mucho. Y la primera se ha rendido enseguida, nos hemos sonreído, pero no. Y entre la segunda y yo se ha metido Jose, y yo bailo con Jose antes que con nadie, porque es mi amigo desde que llevábamos abrigos grises largos y yo era Mano Negra y Carlos, Sombra de Águila. Y ahora, sentados en el bordillo me dan ganas de gritar que lavorare stanca, love hurts, vivir mata. Recitar que yo he visto cosas que vosotros no creeríais, atracar naves en llamas más allá de Orión, y que todos esos recuerdos se perderán como lágrimas en la lluvia. Y mientras Cristina recorre Lisboa o surca las sabanas del hotel con su nuevo amante, yo siento otra vez la brisa de Cádiz sobre nuestras piernas desnudas, en la playa, en la moto, en las calles. Y el flamenco nos vuelve a unir separados en la caseta junto a la playa, y le canto una copla y le traigo un pincho de atún de almadraba, y nos besamos dentro del mar. Y me duele que piense que la quiero, porque la quiero con toda mi alma, y me duele que me diga que las últimas horas gaditanas, tras el atardecer, las quiere pasar sin mí, comiendo el pescado que a mí no me gusta, frente al agua salada. Y sé que el recuerdo sólo vive en mis ojos, que no tengo tecla de reinicio, que ellas sí, pero yo no sé borrar nada, y por las mañanas acumulo todas esas cosas que nadie creería, que nadie sabe, que nunca han existido. Y sé que era yo como cualquier otro. Que no fui nada para Merche, ni para María José, ni para la Innombrable, ni para Cris, ni para Ana, ni para Ana, ni para Ana, ni seré nada para Z. Y quiero no estar enamorado de ninguna de ellas. Quiero no recordar el primer beso de cada una. Quiero que sus ojos no vivan en mi mirada. Hoy no. Hoy no puedo.
Y Jose no me hace mucho caso, pero se sienta en el bordillo conmigo. Y la chica del Tintín me pita y me sonríe cuando pasa con el coche. Pero yo bailé con José. Porque es él y nadie más quien está aquí conmigo mientras canto que un carro putas va pa toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, un carro putas va pa Toledo, va pa Toledo, y a la puerta del Maika se muere el burrro, se jode el carro, putas al suelo. ¿Veis por qué cuido tanto a los amigos?
domingo, 29 de diciembre de 2002
-¿Te ha gustado Jarri Poter, Carolina?
-Sí, pero daba miedo.
-Qué ya te he dicho que no daba miedo, que daba susto. ¿Y qué es lo que más te ha gustado?
-Los caballos de Navidad en la nieve (ah, sí, una escena de un minuto) y los aplausos al final. (Claro. Los aplausos. A mí también me gustan los aplausos. Si alguna vez hago una peli y no sé como terminarla sacaré a un montón de gente y les haré aplaudir a alguien a absurdo. Como en Jarri o en El último tren, que terminaba igual, pero tenía todavía menos sentido. O en El club de los poetas muertos o en esa en la que Al Pacino hace de ciego, o en todas. Mira que gustan los aplausos. Bravo, bravo. Tienen unas puntuaciones altísimas en las pruebas de público. Siempre funcionan, yo les daría un diez, porque lloro siempre. Si follas conmigo o me estoy muriendo ponte en pie y apláudeme. Empieza despacio y conviértelo en palmadas atronadoras. Llama a unos amigos. Aplaudidme. Fin)
-¿Y lo que menos?
-Que era de miedo.
-Que no, que era de susto.
-Y tú te has quedado dormido.
-No estaba dormido, estaba pensando.
¡chof!
-¡Como te vuelvas a manchar te, te, te... me como tu postre!
-¡No! Es mío.
-¿Pero no ves que no puedo estar todo el rato levantándome a limpiarte, que estoy viejito?
-Tú no eres viejo.
-¿Entonces soy un niño?
-No, pero no eres viejo porque no tienes novia.
-¿Y cuando tenga novia seré viejo?
-Sí.
(lo que saben los niños)
-Sí, pero daba miedo.
-Qué ya te he dicho que no daba miedo, que daba susto. ¿Y qué es lo que más te ha gustado?
-Los caballos de Navidad en la nieve (ah, sí, una escena de un minuto) y los aplausos al final. (Claro. Los aplausos. A mí también me gustan los aplausos. Si alguna vez hago una peli y no sé como terminarla sacaré a un montón de gente y les haré aplaudir a alguien a absurdo. Como en Jarri o en El último tren, que terminaba igual, pero tenía todavía menos sentido. O en El club de los poetas muertos o en esa en la que Al Pacino hace de ciego, o en todas. Mira que gustan los aplausos. Bravo, bravo. Tienen unas puntuaciones altísimas en las pruebas de público. Siempre funcionan, yo les daría un diez, porque lloro siempre. Si follas conmigo o me estoy muriendo ponte en pie y apláudeme. Empieza despacio y conviértelo en palmadas atronadoras. Llama a unos amigos. Aplaudidme. Fin)
-¿Y lo que menos?
-Que era de miedo.
-Que no, que era de susto.
-Y tú te has quedado dormido.
-No estaba dormido, estaba pensando.
¡chof!
-¡Como te vuelvas a manchar te, te, te... me como tu postre!
-¡No! Es mío.
-¿Pero no ves que no puedo estar todo el rato levantándome a limpiarte, que estoy viejito?
-Tú no eres viejo.
-¿Entonces soy un niño?
-No, pero no eres viejo porque no tienes novia.
-¿Y cuando tenga novia seré viejo?
-Sí.
(lo que saben los niños)
miércoles, 25 de diciembre de 2002
Anita, a veces pienso que no me quieres nada. Que soy sólo una cosa del pasado, pegajosa e insólida, como todas las cosas del pasado. Quizá esto vuelve a ser tu afecto de marea, cuatro meses juntos, cinco años sin mí, cuatro meses mía, dos años sin verte, algunos días cerca, casi siempre etérea.Quizá es que es culpa mía, quizá es que no debí lanzarte un S.O.S., menos en Nochebuena. Quizá es que diga todo tu “feliz navidad”. Quizá es que estoy pidiendo demasiado. Quizá estoy muy gruñón. Quizá es que ya dejaste de ser nuestra y ahora eres del todo tuya. O sólo de quien quieres. Tal vez yo debería sentarme y esperar a que la luna nueva sea propicia y te traiga a mi orilla una vez más. Tal vez la culpa es mía, o de la Navidad. Tal vez no esté mi madre. A lo mejor me faltan las raíces y a veces no respiro en este pais de arenas movedizas en el que he decidido ser el rey. A lo mejor yo quiero, canto, grito y susurro por algo duradero y luminoso que me mantenga a flote en esta tierra en la que nada hay mío, ninguna propiedad. A lo mejor me duele que Cristina... a lo mejor me duele que Cristina y mil Cristinas más. A lo mejor ya tienes con tu carga. Quizás tenga razón Sofía cuando afirma que si digo tu nombre parpadeo. Tal vez reparto títulos -mejor amiga, amor platónico, relación especial- que nadie me ha pedido ni puede alimentar. A lo mejor te pido demasiado, a lo mejor me pongo muy pesado. A lo mejor no es tanto. A lo mejor es más.
domingo, 22 de diciembre de 2002
A ver, por donde íbamos... ah, sí, el jueves aquel.
-Ring, ring.
-Lau, que ya tengo piso, al lado del trabajo. Me traslado el domingo
-¡Qué bien!
-Oye ¿por qué no te vienes conmigo a la fiesta para celebrarlo?
-Es que tengo que acompañar a mi novio al médico.
-...
(cada vez que “mi novio” sale de su boquita de moras salvajes yo hago unos puntos suspensivos)
-Pues entonces no nos vamos a ver.
-No. Pero si quieres te hago una visita en tu cuarto esta noche, cuando llegue borracho.
-(sorprendida) ¡Ni se te ocurra!
-Sí, creo que me voy a pasar.
-(aterrada) ¡Que cierro con tranco!
-Deberías. Yo si fuera tú cerraría.
-¡Voy a cerrar! ¡Oye, que no!
-Pero tonta, que te va a gustar...
y etcétera
Llego a la fiesta. Elena, la antigua propietaria del macintosh que uso en la redacción ahora, se pira.
-Quédate.
-Me voy, tengo una cena con mi ex novio y más gente, ya he tomado un par de mojitos y están empezando a afectarme. Y no es cuestión de que llegue borracha, que hace mucho que no le veo.
-Pues tómate otro y lo rematamos. Dame el abrigo.
-Venga, sólo uno.
-¡Dos mojitos!
-Si quieres te acompaño a la cena. Puedo hacer de novio y le damos celos y nos damos besitos y eso. (oh, lo que he dicho) (oh, que me he enterado luego de que su ex es famoso)
-No sé yo si es buena idea.
-Esas cosas siempre sientan bien. Se queda uno como con más amplitud torácica, como después de un Vics Vaporú (¿?)
Y etcétera.
Elena se va y aparece Carmen . Está muy guapa, pero tengo hambre. Así que me preocupo más de que los camareros bajen la bandeja al pasar a nuestro lado que de darle conversación. No importa.
-Me voy.
-Tómate la última conmigo y me cuentas que vas a hacer en Navidad.
-Vale.
(mierda no tengo ni un euro)
-Camarera ¿hay barra libre de algo todavía?
-De cerveza.
-Dos, por favor.
En fin, que estamos en la barra, me habla de sus padres y eso. De los viajes que no nos hemos hecho este año y de los que sí. Y aparece una joven muy guapa, muy sonriente, muy vaquera y muy vintage.
-Hola.
-Hola ¿qué tal?
-¿No te acuerdas de mí?
-Bueno, sé que te conozco, pero ahora no caigo, estoy quedando fatal. (ay, que me lo diga, que no me vacile más)
-A ver, haz memoria, una noche loca.
-Bueno, es que últimamente he tenido muchas (sí, en los últimos 15 años) (¡a ver si va a ser la del Mito, que era más o menos así...!)
-A que acabas de terminar una relación.
-Pues sí, ¿cómo lo sabes? (con cara de merluzo y genuinamente asombrado, yo a partir de la tercera copa o soy malo malísimo o un pobre inocente con entendimiento de pez)
-Pues por lo de las noches locas. ¿De verdad que no te acuerdas de mí?
-Pues no. Pero, ¿a que tú también acabas de cortar?
-¡Pues sí!
-Es que nos reconocemos. ¿Quién eres?
-Pues la chica de esa revista, que viniste a pedirme el teléfono de un famoso el otro día.
-Uy, sí.
-¿Y quién te creías que era?
-Pues... eh... una chica que... eh, bueno no sé su nombre, pero... ¿quieres una cerveza?
Blablabla, pues mi ex me ha regalado maría, blablabla, pues el mío era el primer novio que tuve, con 26 años (glups) blablabla, ¡hasta otra, Carmen!
-Blablabla me quiero ir de España.
-Yo me fui, viví en Londres, y no funcionó. No arreglas nada huyendo hacia delante. Lo mejor es dejar los problemas resueltos y luego, si te sigue apeteciendo, te vas a donde sea. Siempre recuerdo los versos de Cavafis, “la ciudad te seguirá/ para otro puerto, no lo esperes,/ no tienes barco, no hay camino./ Así como arruinaste tu vida en estas calles, / así la perdiste en el resto del mundo”.
-Con esto deben de lanzársete encima.
-Bueno, me funciona mejor Garcilaso.
-A ver.
-Escrito está en mi alma vuestro gesto/ y lo que yo escribir de vos deseo/ vos misma lo escribiste yo, lo leo/ tan cuerdo que aún de vos me guardo en esto./ Yo no nací sino para quereros,/mi alma os ha cortado a su medida/ por hábito del alma misma os quiero,/ por vos he de morir y por vos muero.
-Tienes razón, funciona.
-Pues no te he visto tirarte al cuello.
Me besa el cuello.
-He quedado con unas amigas en el Café de los Artistas. Te vienes.
Me voy.
Pero antes trato de saludar a las organizadoras. Me acerco y hablan con una tipa de un periódico. Cuando llego se hace un silencio tenso. Voy pedo. Me presento y me disculpo sonriente. No quería interrumpir una conversación de chicas. La tipa destalentosa me mira con desprecio y me dice que sí, que estaban hablando de depilación. Un tema muy interesante sobre el que me gustaría aprender algunas cosas, pero a lo mejor estabais hablando de Dostovieski o Física Nuclear, que con vosotras nunca se sabe. Me disculpo por haberla parecido machista y me despido. No hay manera. A ver: que existen dos sexos (o hasta tres, según versiones). Un chiste machista es aquél en el que se ridiculiza al femenino, pongamos que se le denigra. Y eso en un chiste no tiene por qué ser malo. Los hay que ridiculizan al hombre, a los loros o a Jaimito. Y no pasa nada. Pero luego están los chistes y comentarios sexistas, que se basan en el hecho de que hay dos sexos y bromean sobre sus diferencias, que resulta que existen, qué le voy a hacer yo. Y esos ya son absolutamente inofensivos y sólo tienen capacidad para molestar a los absolutamente imbéciles, a quienes han dejado el sentido del humor y el sentido común en un cajoncito porque si no no les cabía la ideología pedestre con la que tanto lucen. Pero el jueves no tengo yo cuerpo de maestro escuela. Si no, hasta me habría detenido a explicarle que existe un género neutro que abarca a ambos y cuya declinación coincide con el masculino. Más que nada para que no meta más la pata escribiendo los madrileños y las madrileñas, y memeces/as así. Y para que sólo use la distinción cuando quiera dejar claro que se refiere a los dos sexos. Por ejemplo, si fuera bisexual debería decir en sus oraciones: "me gustaría follar con un chico o una chica para que se me quitara esta cara de palo y se me pusiera el sentido del humor", en lugar de rezar "me gustaría follar con alguien...", que es mucho menos preciso porque puede referirse tanto a las almejas, como a los caracoles como a los crustáceos en general. Y ej que de verdad, llevo un mesecito aguantando que me llaman machista casi por cada comentario sexista. Me voy a hacer una fotocopia, para repartirla antes de cada comida y no tener que explicarme todas las veces. Y tendré cuidado con los chistes de loros cada vez que pase por una pajarería, prometido. Aunque creo que los loros saben reirse mejor de sus particularidades que algunas personas y algunos personos.
Pero el jueves no estoy didáctico. Reconozco que soy un cerdo machista y me voy, que me está esperando una chica estupenda.
(CONTINUARA...)
-Ring, ring.
-Lau, que ya tengo piso, al lado del trabajo. Me traslado el domingo
-¡Qué bien!
-Oye ¿por qué no te vienes conmigo a la fiesta para celebrarlo?
-Es que tengo que acompañar a mi novio al médico.
-...
(cada vez que “mi novio” sale de su boquita de moras salvajes yo hago unos puntos suspensivos)
-Pues entonces no nos vamos a ver.
-No. Pero si quieres te hago una visita en tu cuarto esta noche, cuando llegue borracho.
-(sorprendida) ¡Ni se te ocurra!
-Sí, creo que me voy a pasar.
-(aterrada) ¡Que cierro con tranco!
-Deberías. Yo si fuera tú cerraría.
-¡Voy a cerrar! ¡Oye, que no!
-Pero tonta, que te va a gustar...
y etcétera
Llego a la fiesta. Elena, la antigua propietaria del macintosh que uso en la redacción ahora, se pira.
-Quédate.
-Me voy, tengo una cena con mi ex novio y más gente, ya he tomado un par de mojitos y están empezando a afectarme. Y no es cuestión de que llegue borracha, que hace mucho que no le veo.
-Pues tómate otro y lo rematamos. Dame el abrigo.
-Venga, sólo uno.
-¡Dos mojitos!
-Si quieres te acompaño a la cena. Puedo hacer de novio y le damos celos y nos damos besitos y eso. (oh, lo que he dicho) (oh, que me he enterado luego de que su ex es famoso)
-No sé yo si es buena idea.
-Esas cosas siempre sientan bien. Se queda uno como con más amplitud torácica, como después de un Vics Vaporú (¿?)
Y etcétera.
Elena se va y aparece Carmen . Está muy guapa, pero tengo hambre. Así que me preocupo más de que los camareros bajen la bandeja al pasar a nuestro lado que de darle conversación. No importa.
-Me voy.
-Tómate la última conmigo y me cuentas que vas a hacer en Navidad.
-Vale.
(mierda no tengo ni un euro)
-Camarera ¿hay barra libre de algo todavía?
-De cerveza.
-Dos, por favor.
En fin, que estamos en la barra, me habla de sus padres y eso. De los viajes que no nos hemos hecho este año y de los que sí. Y aparece una joven muy guapa, muy sonriente, muy vaquera y muy vintage.
-Hola.
-Hola ¿qué tal?
-¿No te acuerdas de mí?
-Bueno, sé que te conozco, pero ahora no caigo, estoy quedando fatal. (ay, que me lo diga, que no me vacile más)
-A ver, haz memoria, una noche loca.
-Bueno, es que últimamente he tenido muchas (sí, en los últimos 15 años) (¡a ver si va a ser la del Mito, que era más o menos así...!)
-A que acabas de terminar una relación.
-Pues sí, ¿cómo lo sabes? (con cara de merluzo y genuinamente asombrado, yo a partir de la tercera copa o soy malo malísimo o un pobre inocente con entendimiento de pez)
-Pues por lo de las noches locas. ¿De verdad que no te acuerdas de mí?
-Pues no. Pero, ¿a que tú también acabas de cortar?
-¡Pues sí!
-Es que nos reconocemos. ¿Quién eres?
-Pues la chica de esa revista, que viniste a pedirme el teléfono de un famoso el otro día.
-Uy, sí.
-¿Y quién te creías que era?
-Pues... eh... una chica que... eh, bueno no sé su nombre, pero... ¿quieres una cerveza?
Blablabla, pues mi ex me ha regalado maría, blablabla, pues el mío era el primer novio que tuve, con 26 años (glups) blablabla, ¡hasta otra, Carmen!
-Blablabla me quiero ir de España.
-Yo me fui, viví en Londres, y no funcionó. No arreglas nada huyendo hacia delante. Lo mejor es dejar los problemas resueltos y luego, si te sigue apeteciendo, te vas a donde sea. Siempre recuerdo los versos de Cavafis, “la ciudad te seguirá/ para otro puerto, no lo esperes,/ no tienes barco, no hay camino./ Así como arruinaste tu vida en estas calles, / así la perdiste en el resto del mundo”.
-Con esto deben de lanzársete encima.
-Bueno, me funciona mejor Garcilaso.
-A ver.
-Escrito está en mi alma vuestro gesto/ y lo que yo escribir de vos deseo/ vos misma lo escribiste yo, lo leo/ tan cuerdo que aún de vos me guardo en esto./ Yo no nací sino para quereros,/mi alma os ha cortado a su medida/ por hábito del alma misma os quiero,/ por vos he de morir y por vos muero.
-Tienes razón, funciona.
-Pues no te he visto tirarte al cuello.
Me besa el cuello.
-He quedado con unas amigas en el Café de los Artistas. Te vienes.
Me voy.
Pero antes trato de saludar a las organizadoras. Me acerco y hablan con una tipa de un periódico. Cuando llego se hace un silencio tenso. Voy pedo. Me presento y me disculpo sonriente. No quería interrumpir una conversación de chicas. La tipa destalentosa me mira con desprecio y me dice que sí, que estaban hablando de depilación. Un tema muy interesante sobre el que me gustaría aprender algunas cosas, pero a lo mejor estabais hablando de Dostovieski o Física Nuclear, que con vosotras nunca se sabe. Me disculpo por haberla parecido machista y me despido. No hay manera. A ver: que existen dos sexos (o hasta tres, según versiones). Un chiste machista es aquél en el que se ridiculiza al femenino, pongamos que se le denigra. Y eso en un chiste no tiene por qué ser malo. Los hay que ridiculizan al hombre, a los loros o a Jaimito. Y no pasa nada. Pero luego están los chistes y comentarios sexistas, que se basan en el hecho de que hay dos sexos y bromean sobre sus diferencias, que resulta que existen, qué le voy a hacer yo. Y esos ya son absolutamente inofensivos y sólo tienen capacidad para molestar a los absolutamente imbéciles, a quienes han dejado el sentido del humor y el sentido común en un cajoncito porque si no no les cabía la ideología pedestre con la que tanto lucen. Pero el jueves no tengo yo cuerpo de maestro escuela. Si no, hasta me habría detenido a explicarle que existe un género neutro que abarca a ambos y cuya declinación coincide con el masculino. Más que nada para que no meta más la pata escribiendo los madrileños y las madrileñas, y memeces/as así. Y para que sólo use la distinción cuando quiera dejar claro que se refiere a los dos sexos. Por ejemplo, si fuera bisexual debería decir en sus oraciones: "me gustaría follar con un chico o una chica para que se me quitara esta cara de palo y se me pusiera el sentido del humor", en lugar de rezar "me gustaría follar con alguien...", que es mucho menos preciso porque puede referirse tanto a las almejas, como a los caracoles como a los crustáceos en general. Y ej que de verdad, llevo un mesecito aguantando que me llaman machista casi por cada comentario sexista. Me voy a hacer una fotocopia, para repartirla antes de cada comida y no tener que explicarme todas las veces. Y tendré cuidado con los chistes de loros cada vez que pase por una pajarería, prometido. Aunque creo que los loros saben reirse mejor de sus particularidades que algunas personas y algunos personos.
Pero el jueves no estoy didáctico. Reconozco que soy un cerdo machista y me voy, que me está esperando una chica estupenda.
(CONTINUARA...)
domingo, 15 de diciembre de 2002
Por fin he recogido todo lo que me quedaba en casa de Laura. Por ahí encima he visto un ejemplar de la revista porno más cutre del mercado. Un recopilatorio, doblemente infame. He creído recordar que lo compré en la gasolinera de enfrente una noche que llegué borracho y con falta de cariño. Lo he escondido en una caja y ahora, en mi nueva casa, hojeándolo, me he dado cuenta de que tenía una página marcada. Era la sección de contactos. Hay una chica con ropa interior roja, de cuadros escoceses. Lleva el sujetador en la mano, se muerde un dedo. Es ella, sin duda. Mi ex. La innombrable. Aquella noche etílica lo dudé porque recordaba más grande su pecho. Pero en la memoria (aunque sea en la enterrada) todo crece. También pasé hace poco por la casa en la que aprendí a hablar y vi que las enormes escaleras en las que casi me mato por intentar llegar de un salto desde el último al primer peldaño son una mierdecilla, enanas. Pero no, sus tetas de peluquera, formadas con horas y horas de subir y bajar los brazos con tijeras, tintes, peines, eran esas. Siguen siendo perfectas, con los pezones pequeños y la misma separación. Es una foto favorecedora, algo aprendió en Bellas Artes, en los cursos de fotografía, pero se adivinan sus cartucheras de siempre. También están sus piernas cortas y anchas. Sí, es ella. Con unos zapatos sin mucho tacón, de calidad popular. Se ha puesto mechas. Las bragas tapan el tatuaje. Ese pequeño caballito de mar verde. Pareja de Bilbao, de 30 y 32 años. Ella bisex. Buscan pareja para disfrutar del sexo. No tienen mucha experiencia, pero sí las ideas claras. Contestarán a todos los que envíen fotografía. Es coherente con la trayectoria de los juegos que practicamos en nuestra última época. Es lógico si tenemos en cuenta lo que me contó sin contármelo cuando la dejó el tipo por el que me dejó y pidió mi ayuda y yo me fui hasta allí y estuve una semana consolándola, escuchando sus lloros y su arrepentimiento y sus ofertas de amistad eterna. Y dormíamos juntos y nos besábamos, porque nos hubiéramos sentido muy raros si lo hubiésemos hecho de otra manera. Y terminamos practicando sexo manual y nunca me había sentido tan triste como aquélla noche. Y me dijo que no quería volver a jugar a aquéllas cosas de los últimos tiempos. Y le expliqué que nadie había dicho que estuviéramos ahora juntos, que antes tenía que demostrarme muchas cosas. Y me las demostró enseguida. Le dijo a aquél tipo que se había quedado embarazada. Le pidió 100.000 pesetas para el aborto. Él mandó 120. Me invitó a unas vacaciones, pero no pude ir. Y se fue con un grupo de gente. Uno de ellos es ahora su marido. Así que, sin que yo me lo esperara por segunda vez (estúpido) no volví a saber nada de ella ni de su amistad eterna, ni de todo ese pesar por cómo me había tratado. Bueno sí, supe que quería recuperar todos los regalos (todos no, sólo los de valor) (económico) que me había hecho. Una historia sórdida.
Y lo que me contó en aquél intermedio en que la vi por última vez fue que el tipejo había propuesto llamar a una puta, para probarlo. Ella había dicho que sí, pero no lo habían hecho. Sólo que para entonces yo ya sabía distinguir cuándo mentía. Cuando me contaba una cosa para que me enterase, aunque cambiando algunos datos casi siempre sin motivo, por pura deshonestidad patológica. No sé lo que la hicieron de pequeña, por qué le asustaba todo tanto, por qué al principio temblaba por las noches, por qué me costó tanto que confiara en ella misma. Creo que fueron las monjas. Era un animalito hermoso y aterrado. Y muy burro también. Y yo la hice daño, pero la enseñé a ser independiente, a creer en sus posibilidades, a tomar decisiones. Como la de borrarme. Ella a cambio fue mi madre, mi secretaria, mi enfermera. Y descubrimos el sexo juntos.
Así que deduje que lo habían hecho, que le había gustado. Que ahora puede escribir un anuncio y decir que es bisexual. Supongo que es ella la que lo ha propuesto. Ocho años convencido y sin lograr convencerla de que le gustaba más el sexo de lo que podía reconocer desde el enfermizo pánico a su propio cuerpo y a sus propias apetencias. Y ahora ya lo ha descubierto.
Llevaba dos años sin saber de ella. Y tres sin verla. Se ha puesto mechas.
Y lo que me contó en aquél intermedio en que la vi por última vez fue que el tipejo había propuesto llamar a una puta, para probarlo. Ella había dicho que sí, pero no lo habían hecho. Sólo que para entonces yo ya sabía distinguir cuándo mentía. Cuando me contaba una cosa para que me enterase, aunque cambiando algunos datos casi siempre sin motivo, por pura deshonestidad patológica. No sé lo que la hicieron de pequeña, por qué le asustaba todo tanto, por qué al principio temblaba por las noches, por qué me costó tanto que confiara en ella misma. Creo que fueron las monjas. Era un animalito hermoso y aterrado. Y muy burro también. Y yo la hice daño, pero la enseñé a ser independiente, a creer en sus posibilidades, a tomar decisiones. Como la de borrarme. Ella a cambio fue mi madre, mi secretaria, mi enfermera. Y descubrimos el sexo juntos.
Así que deduje que lo habían hecho, que le había gustado. Que ahora puede escribir un anuncio y decir que es bisexual. Supongo que es ella la que lo ha propuesto. Ocho años convencido y sin lograr convencerla de que le gustaba más el sexo de lo que podía reconocer desde el enfermizo pánico a su propio cuerpo y a sus propias apetencias. Y ahora ya lo ha descubierto.
Llevaba dos años sin saber de ella. Y tres sin verla. Se ha puesto mechas.
sábado, 7 de diciembre de 2002
Somos el uno para el otro,
está claro que es para siempre,
la gente se muere de envidia...
Pues para mí, no es suficiente.
Es que no basta con querernos
yo quiero ser tu novio de la infancia
y qué si el pasado no se cambia,
podemos inventarnos nuestra historia
y, si nos preguntan, recitarla de memoria
Es que no basta con querernos
yo quiero ser tu novio bajo el agua
y qué si hemos nacido sin branquias,
podemos respirar profundamente,
aguantar el aire y quedarnos para siempre
No basta con querernos
yo quiero ser tu novio eternamente
y qué si todo el mundo se muere
no lo pienso impedir, peor para ellos
yo cuento contigo para ir matando el tiempo
Vamos a vernos cada tarde,
a pasear constantemente,
a correr con todos los gastos,
a discutirnos con la gente.
Vamos a darnos muchos besos,
a entender todos los conceptos.
Vamos a analizar los hechos,
y es que no basta con querernos...
Esto es el comienzo de una hermosa amistad, éste es el final de Casablanca, éste es el encuentro entre la materia y la antimateria que provoca un big-bang antes de tiempo, este es el nacimiento de una nación, esta es una encrucijada temporal fundamental para la humanidad, esto es como cuando se conocieron Ortega y Gasset, inseparables.
Pero tened en cuenta, niños, que si alguien se ofrece para ir a vuestra casa de madrugada tiene todas las papeletas para ser un sicópata descuartizador o un mormón evangelizador. Y no sé qué es peor.
está claro que es para siempre,
la gente se muere de envidia...
Pues para mí, no es suficiente.
Es que no basta con querernos
yo quiero ser tu novio de la infancia
y qué si el pasado no se cambia,
podemos inventarnos nuestra historia
y, si nos preguntan, recitarla de memoria
Es que no basta con querernos
yo quiero ser tu novio bajo el agua
y qué si hemos nacido sin branquias,
podemos respirar profundamente,
aguantar el aire y quedarnos para siempre
No basta con querernos
yo quiero ser tu novio eternamente
y qué si todo el mundo se muere
no lo pienso impedir, peor para ellos
yo cuento contigo para ir matando el tiempo
Vamos a vernos cada tarde,
a pasear constantemente,
a correr con todos los gastos,
a discutirnos con la gente.
Vamos a darnos muchos besos,
a entender todos los conceptos.
Vamos a analizar los hechos,
y es que no basta con querernos...
Esto es el comienzo de una hermosa amistad, éste es el final de Casablanca, éste es el encuentro entre la materia y la antimateria que provoca un big-bang antes de tiempo, este es el nacimiento de una nación, esta es una encrucijada temporal fundamental para la humanidad, esto es como cuando se conocieron Ortega y Gasset, inseparables.
Pero tened en cuenta, niños, que si alguien se ofrece para ir a vuestra casa de madrugada tiene todas las papeletas para ser un sicópata descuartizador o un mormón evangelizador. Y no sé qué es peor.
jueves, 5 de diciembre de 2002
Pues sí que me quedé a gusto sí... Lo malo es que te desayunas hoy por la mañana con la historia de que han contratado un submarino para ver si pierde más fuel el barco pero, eso sí, con clausula de confidencialidad, para que decidan cómo ocultar qué información. O te cuentan que a una experta del instituto que hace las mediciones le preguntaron en la tele que si creía que no iba a haber más pérdidas, como asegura el Gobierno, y contestó "eso no se lo creen ni ellos". Punto. O ves el telediario de la noche (A3) en el que muestran como el Gobierno está coordinando a los voluntarios (ahora), vamos, más bien lo muestran como si fuera cosa suya y etcétera, y se te queda muy mal cuerpo. En fin. Me niego a que esto se quede así, a ver qué es lo que se puede hacer.
Y Meri: no, no he votado, me parece que el sistema de partidos está podrido, que sin participación de los ciudadanos no hay una democracia, sólo unas elecciones, y es una mierda que el único motivo para votar sea votar "en contra de", no me parece nada sano. Pero peor me parece cruzarse de brazos ante ciertas cosas. Si hay que votar en contra de los nazis, se vota, sean cuáles sean las otras opciones. Y si hay que votar en contra de un partido instalado en una dictadura de la información que hace que las decisiones se tomen teniendo en cuenta la imagen que se quiere transmitir, independientemente de a quiénes se joda por el camino (aunque sea a toda una región, a todo un país o a todo un ecosistema), se vota. No me quejo, actúo ahora que creo que es el momento y con todos mis medios, que son algunos más que el voto, pocos más, pero algunos, la palabra, que la tenemos todos.
E Iribarne, no son gilipollas, son parte de un negocio. Y no deberían ser sólo eso, porque si no ¿para qué coño cobran subvenciones y tienen derecho a la publicidad institucional que mantiene los medios? La única manera es conseguir que los gestores de medios de comunicación se den cuenta de que tienen entre manos un negocio muy sensible que depende mucho de la imagen, se dejen de dilapidarla para aumentar las cuentas de resultados del año en curso y decidan construir un negocio sólido a medio-largo plazo manteniendo cuotas de independencia y crítica aún a costa de una pérdida inmediata de migajas publicitarias. A los que ponen la pasta sólo les puedes hablar de pasta, me temo. No he visto a ningún soñador en un consejo de administración de un periódico. Su conciencia está limpia con alguna que otra campaña social en las páginas menos destacadas. No creo que la dictadura informativa gallega tenga nada que ver con que Fraga sea gallego (¿no lo son el resto de los candidatos?) sino con una cuestión de dinero. El dinero es miedoso, ya se sabe. Y si en lugar de hablar de empresas hablamos de periodistas, qué podría decir... El que tiene una beca se está dejando los cuernos 10 ó 12 horas diarias para tener alguna posibilidad, el que tiene un contrato no quiere perderlo porque sabe cómo está la cosa, porque tiene hipoteca o familia o vicios variados, el que tiene un carguillo va participando de la visión de empresa poco a poco (o de golpe, los hay entusiastas)... Y además, ¿de qué serviría querer contar otras cosas, si en lo alto de la cadena te van a parar los pies inmediatamente? El que quiera opinar, que ponga un weblog, que, como es gratis y anónimo, ni te cortas ni te vendes.
Y Meri: no, no he votado, me parece que el sistema de partidos está podrido, que sin participación de los ciudadanos no hay una democracia, sólo unas elecciones, y es una mierda que el único motivo para votar sea votar "en contra de", no me parece nada sano. Pero peor me parece cruzarse de brazos ante ciertas cosas. Si hay que votar en contra de los nazis, se vota, sean cuáles sean las otras opciones. Y si hay que votar en contra de un partido instalado en una dictadura de la información que hace que las decisiones se tomen teniendo en cuenta la imagen que se quiere transmitir, independientemente de a quiénes se joda por el camino (aunque sea a toda una región, a todo un país o a todo un ecosistema), se vota. No me quejo, actúo ahora que creo que es el momento y con todos mis medios, que son algunos más que el voto, pocos más, pero algunos, la palabra, que la tenemos todos.
E Iribarne, no son gilipollas, son parte de un negocio. Y no deberían ser sólo eso, porque si no ¿para qué coño cobran subvenciones y tienen derecho a la publicidad institucional que mantiene los medios? La única manera es conseguir que los gestores de medios de comunicación se den cuenta de que tienen entre manos un negocio muy sensible que depende mucho de la imagen, se dejen de dilapidarla para aumentar las cuentas de resultados del año en curso y decidan construir un negocio sólido a medio-largo plazo manteniendo cuotas de independencia y crítica aún a costa de una pérdida inmediata de migajas publicitarias. A los que ponen la pasta sólo les puedes hablar de pasta, me temo. No he visto a ningún soñador en un consejo de administración de un periódico. Su conciencia está limpia con alguna que otra campaña social en las páginas menos destacadas. No creo que la dictadura informativa gallega tenga nada que ver con que Fraga sea gallego (¿no lo son el resto de los candidatos?) sino con una cuestión de dinero. El dinero es miedoso, ya se sabe. Y si en lugar de hablar de empresas hablamos de periodistas, qué podría decir... El que tiene una beca se está dejando los cuernos 10 ó 12 horas diarias para tener alguna posibilidad, el que tiene un contrato no quiere perderlo porque sabe cómo está la cosa, porque tiene hipoteca o familia o vicios variados, el que tiene un carguillo va participando de la visión de empresa poco a poco (o de golpe, los hay entusiastas)... Y además, ¿de qué serviría querer contar otras cosas, si en lo alto de la cadena te van a parar los pies inmediatamente? El que quiera opinar, que ponga un weblog, que, como es gratis y anónimo, ni te cortas ni te vendes.
miércoles, 4 de diciembre de 2002
Estoy indignado y voy a aprovechar que me han venido a ver todos esos tipos estupendos (como mínimo numerosos) de barrapunto para hacer campaña.
Mariscadores, vecinos y voluntarios de fuel hasta las cejas. Los pescadores pagan de su bolsillo los materiales para recogerlo. Para el gobierno no hay marea negra. Sobre todo para el gallego, tan acostumbrado a la desinformación que aprendió, precisamente, en el Ministerio de Información de hace unos añitos, cuando hacer propaganda de ellos mismos era un negocio tan próspero y tan legal como para mantener edificios de oficinas, millones de resmas de papel, muchas máquinas de escribir, cajoneras, archivos, ministros, secretarios, subsecretarios, funcionarios de carrera, contratados, bedeles, comilonas y francachelas nocturnas de las del Chicote. Ahora he oído espeluznantes historias gallegas de despidos y depuraciones por simples críticas, listas de gente de la que se puede hablar y de la que no en los medios no gubernamentales, acojonados por si les quitan las tres o cuatro publicidades semanales o la cuña. Algún día nos enteraremos de que estas cosas son más rentables al revés, que el medio tiene capacidad para asustar a los gobiernos con una campaña en contra cuando compren a la competencia y no repartan la publicidad institucional adecuadamente. Todo ello para que nada sea perfecto, pero sí mejor.
Y claro como están acostumbrados a que periódicos, radios y teles sean su jardín, para esta vez han actuado como siempre, mintiendo descaradamente, como el propio consejero de Pesca, que habló por la Ser, la bestia negra de la Xunta, los únicos que dan ciertas noticias, para asegurar que Fraga no estaba de cacería, que había estado al pie del cañón, trabajando con él codo con codo, y que el que dijera lo contrario era un hijoputa y un vendepatrias. Lo que pasa es que esta historia se les ha ido un poco más lejos de su chiringuito, concretamente a los medios de comunicación del mundo. Y claro, los pobres están desolados, no entienden cómo es posible que no publiquen lo que dictan acompañándolo de una reverencia con doble volatín. Pero no te creas que dimite, el tío.
¿Qué más da resolver o no los problemas, aunque adquieran consistencia viscosa de petróleo y altura de catástrofe? Lo primordial es salvar la imagen, una lección que los amigos de la familia comodebeser y de la mujer-mujer (y del hombre-hombre, como Ismael Álvarez) del pepelín aprendieron hace años, sin que hayan sido capaces de pasar a la siguiente. Asi que, para mantener el culo en su confortable sitio de cuero, lo que hay que hacer es a) inventarse algo. Rápido, Sáinz de Gonorrea, invente. "¿Qué le parece esto, excelencia?: Fraga estuvo en la cacería, pero no cazó". Brillante. Y b) marear: "es una vergüenza que los buitres de la oposición se aprovechen de una desgracia para conseguir votos".
Uno puede entender que el objetivo número uno de un partido en el poder sea conservar el poder y el de la oposición alcanzarlo. Escribía Julio Camba en un magistral artículo que lo normal es que un concejal robe, como es natural que un toro embista. El escándalo sería que el concejal se pusiera a cornear a los contribuyentes. Y no te cuento el escándalo que se formaría en la plaza si el noble astado se atreviera a quedarse con un solo duro del bolsillo de los del tendido siete. Asi que, como sabemos que robar es consustancial a los políticos votamos al que mejor nos cae, para que prospere.
Y por lo tanto, uno puede pasar porque los compañeros de pupitre de estos tipos se lleven a Miami cuatro mil kilos en stock options o se forren inflando los precios de los pisos sin que nadie ose arañarles el negocio billonario con viviendas oficiales de alquiler o venta. Y mira, aunque tenga que vivir en un piso compartido y le haya pagado la vidorra a las generaciones venideras de internacionales Villalongas con unas facturas teléfonicas de asustar (cuando todavía no tenía más opciónes que pagar a Telefónica o utilizar el tam tam) tampoco os he echado un mitin nunca, porque pa qué. Pero es que este nosotros contra todos, que además son imbéciles, es el colmo de la desfachatez y no se diferencia de, por ejemplo, el régimen de Castro, en nada más que en una presunta sutileza que no se ve por ninguna parte. En realidad aquí se usan fondos públicos para pagar medios en lugar de para pagar policías.
¿Qué hacen los vecinos recogiendo fuel cancerígeno? ¿Por qué no mandan equipos adecuados o al ejército u organizan un voluntariado o van ellos mismos a currar, con lo bien que quedarían en la foto? Porque algún genio del departamento de imagen ha decidido una vez más que lo mejor es quitarle importancia al asunto hasta que desaparezca de los medios, como hacen con todo.
A mí me parece que es ya pasarse de hijoputas. Que roben, que compren medios, pero que no estorben cuando sucede un auténtico desastre. ¿Qué pasaría si hubiera una guerra, un terremoto, una crisis económica fulminante? Es más ¿son capaces de provocar al menos dos de estas catástrofes? Están acostumbrados a asegurar que nunca pasa nada, que España va bien. Y es que el día que lo arrase todo la bestia de muchas cabezas que anunció San Juan en el Apocalipsis el día aquél que se fumó esa maría tan chunga, saldrá Rajoy comentando en el No-Do de TVE (o en el de Antena 3, más papistas que el Papa) "me pareció ver un lindo gatito".
Asi que se acabó, yo no espero a la próxima. Vengo oyendo que las alternativas son igual de malas. No. Me resisto a creer que nadie pueda tener tan poco respeto por todo, me resisto a creer que no sirva de nada el decirles: "oye, que con todos los medios a favor, con inversiones de miles de millones en hacernos creer que el IPC se mantuvo cuando llegó el euro a pesar de que era EVIDENTE que todo subió una barbaridad, os podemos echar. A vosotros y a los que vengan".
Yo no he votado nunca, ni siquiera sé en que ciudad estoy empadronado, dudo entre tres. Pero esta vez me voy a ocupar de enterarme y voy a ir a las urnas para votar a cualquier partido que NO sea el PP. Haced lo mismo, no les voteis, elegid al que menos rabia os dé, al que os caiga más simpático para que se forre, votad si quereis a extrema derecha, a extrema izquierda o a extremo centro, da igual. Nuestra ley electoral perjudica a los partidos grandes cuando aumentan los votos de los pequeños. Pero no voteis al gobierno franquista (y lo digo con todas las letras y me temo que no estoy exagerando, a la vista está) de Galicia. Ni al que le importa todo un pijo desde Moncloa.
Y recordad que el europeísimo Ruiz Gallardón, nuestro posible futuro candidato a presidente, es el que ha conseguido que, en Madrid, yo no me pueda comprar una botella de vino a las diez de la noche, ni sentarme en un banco a leer el periódico con una lata de cerveza un domingo por la mañana. Porque solucionan los problemas así: el problema es el ruido y la suciedad, no actuemos contra el ruido y la suciedad, sino contra la bebida en la calle. Brillante, una vez más. Eso es cortar los problemas de raiz. Concretamente, recortar las libertades individuales, que son la raiz de todos los problemas de estos tipos.
Y por supuesto, si le quieres pasar este texto por email o como sea a cualquier indeciso, no lo dudes. A lo mejor resulta que un email sirve, que un voto sirve. Si no lo intentamos nunca lo sabremos.
Las islas Cíes acaban de morir, el fuel está entrando en la ría de Vigo, Rajoy le dice a la Ser que no, que sólo se han visto unas pequeñas manchas a lo lejos. Tú verás.
Mariscadores, vecinos y voluntarios de fuel hasta las cejas. Los pescadores pagan de su bolsillo los materiales para recogerlo. Para el gobierno no hay marea negra. Sobre todo para el gallego, tan acostumbrado a la desinformación que aprendió, precisamente, en el Ministerio de Información de hace unos añitos, cuando hacer propaganda de ellos mismos era un negocio tan próspero y tan legal como para mantener edificios de oficinas, millones de resmas de papel, muchas máquinas de escribir, cajoneras, archivos, ministros, secretarios, subsecretarios, funcionarios de carrera, contratados, bedeles, comilonas y francachelas nocturnas de las del Chicote. Ahora he oído espeluznantes historias gallegas de despidos y depuraciones por simples críticas, listas de gente de la que se puede hablar y de la que no en los medios no gubernamentales, acojonados por si les quitan las tres o cuatro publicidades semanales o la cuña. Algún día nos enteraremos de que estas cosas son más rentables al revés, que el medio tiene capacidad para asustar a los gobiernos con una campaña en contra cuando compren a la competencia y no repartan la publicidad institucional adecuadamente. Todo ello para que nada sea perfecto, pero sí mejor.
Y claro como están acostumbrados a que periódicos, radios y teles sean su jardín, para esta vez han actuado como siempre, mintiendo descaradamente, como el propio consejero de Pesca, que habló por la Ser, la bestia negra de la Xunta, los únicos que dan ciertas noticias, para asegurar que Fraga no estaba de cacería, que había estado al pie del cañón, trabajando con él codo con codo, y que el que dijera lo contrario era un hijoputa y un vendepatrias. Lo que pasa es que esta historia se les ha ido un poco más lejos de su chiringuito, concretamente a los medios de comunicación del mundo. Y claro, los pobres están desolados, no entienden cómo es posible que no publiquen lo que dictan acompañándolo de una reverencia con doble volatín. Pero no te creas que dimite, el tío.
¿Qué más da resolver o no los problemas, aunque adquieran consistencia viscosa de petróleo y altura de catástrofe? Lo primordial es salvar la imagen, una lección que los amigos de la familia comodebeser y de la mujer-mujer (y del hombre-hombre, como Ismael Álvarez) del pepelín aprendieron hace años, sin que hayan sido capaces de pasar a la siguiente. Asi que, para mantener el culo en su confortable sitio de cuero, lo que hay que hacer es a) inventarse algo. Rápido, Sáinz de Gonorrea, invente. "¿Qué le parece esto, excelencia?: Fraga estuvo en la cacería, pero no cazó". Brillante. Y b) marear: "es una vergüenza que los buitres de la oposición se aprovechen de una desgracia para conseguir votos".
Uno puede entender que el objetivo número uno de un partido en el poder sea conservar el poder y el de la oposición alcanzarlo. Escribía Julio Camba en un magistral artículo que lo normal es que un concejal robe, como es natural que un toro embista. El escándalo sería que el concejal se pusiera a cornear a los contribuyentes. Y no te cuento el escándalo que se formaría en la plaza si el noble astado se atreviera a quedarse con un solo duro del bolsillo de los del tendido siete. Asi que, como sabemos que robar es consustancial a los políticos votamos al que mejor nos cae, para que prospere.
Y por lo tanto, uno puede pasar porque los compañeros de pupitre de estos tipos se lleven a Miami cuatro mil kilos en stock options o se forren inflando los precios de los pisos sin que nadie ose arañarles el negocio billonario con viviendas oficiales de alquiler o venta. Y mira, aunque tenga que vivir en un piso compartido y le haya pagado la vidorra a las generaciones venideras de internacionales Villalongas con unas facturas teléfonicas de asustar (cuando todavía no tenía más opciónes que pagar a Telefónica o utilizar el tam tam) tampoco os he echado un mitin nunca, porque pa qué. Pero es que este nosotros contra todos, que además son imbéciles, es el colmo de la desfachatez y no se diferencia de, por ejemplo, el régimen de Castro, en nada más que en una presunta sutileza que no se ve por ninguna parte. En realidad aquí se usan fondos públicos para pagar medios en lugar de para pagar policías.
¿Qué hacen los vecinos recogiendo fuel cancerígeno? ¿Por qué no mandan equipos adecuados o al ejército u organizan un voluntariado o van ellos mismos a currar, con lo bien que quedarían en la foto? Porque algún genio del departamento de imagen ha decidido una vez más que lo mejor es quitarle importancia al asunto hasta que desaparezca de los medios, como hacen con todo.
A mí me parece que es ya pasarse de hijoputas. Que roben, que compren medios, pero que no estorben cuando sucede un auténtico desastre. ¿Qué pasaría si hubiera una guerra, un terremoto, una crisis económica fulminante? Es más ¿son capaces de provocar al menos dos de estas catástrofes? Están acostumbrados a asegurar que nunca pasa nada, que España va bien. Y es que el día que lo arrase todo la bestia de muchas cabezas que anunció San Juan en el Apocalipsis el día aquél que se fumó esa maría tan chunga, saldrá Rajoy comentando en el No-Do de TVE (o en el de Antena 3, más papistas que el Papa) "me pareció ver un lindo gatito".
Asi que se acabó, yo no espero a la próxima. Vengo oyendo que las alternativas son igual de malas. No. Me resisto a creer que nadie pueda tener tan poco respeto por todo, me resisto a creer que no sirva de nada el decirles: "oye, que con todos los medios a favor, con inversiones de miles de millones en hacernos creer que el IPC se mantuvo cuando llegó el euro a pesar de que era EVIDENTE que todo subió una barbaridad, os podemos echar. A vosotros y a los que vengan".
Yo no he votado nunca, ni siquiera sé en que ciudad estoy empadronado, dudo entre tres. Pero esta vez me voy a ocupar de enterarme y voy a ir a las urnas para votar a cualquier partido que NO sea el PP. Haced lo mismo, no les voteis, elegid al que menos rabia os dé, al que os caiga más simpático para que se forre, votad si quereis a extrema derecha, a extrema izquierda o a extremo centro, da igual. Nuestra ley electoral perjudica a los partidos grandes cuando aumentan los votos de los pequeños. Pero no voteis al gobierno franquista (y lo digo con todas las letras y me temo que no estoy exagerando, a la vista está) de Galicia. Ni al que le importa todo un pijo desde Moncloa.
Y recordad que el europeísimo Ruiz Gallardón, nuestro posible futuro candidato a presidente, es el que ha conseguido que, en Madrid, yo no me pueda comprar una botella de vino a las diez de la noche, ni sentarme en un banco a leer el periódico con una lata de cerveza un domingo por la mañana. Porque solucionan los problemas así: el problema es el ruido y la suciedad, no actuemos contra el ruido y la suciedad, sino contra la bebida en la calle. Brillante, una vez más. Eso es cortar los problemas de raiz. Concretamente, recortar las libertades individuales, que son la raiz de todos los problemas de estos tipos.
Y por supuesto, si le quieres pasar este texto por email o como sea a cualquier indeciso, no lo dudes. A lo mejor resulta que un email sirve, que un voto sirve. Si no lo intentamos nunca lo sabremos.
Las islas Cíes acaban de morir, el fuel está entrando en la ría de Vigo, Rajoy le dice a la Ser que no, que sólo se han visto unas pequeñas manchas a lo lejos. Tú verás.
miércoles, 27 de noviembre de 2002
(a ver, rubia, no me seas contradictoria, he dicho que ni un enlace más y ni uno más hasta que tú hables de mí en tu blog)
"Lo del piso, ya te lo he dicho, no va a venir a buscarte, asi que mueve ese culito, anda, que tiene muchos mas usos de los que tu le das". Reconozco que hace dos meses que le dije al casero que me iba y que, desde entonces no he movido el dedito de marcar para buscar nada. Lau me acoge. Pero lau me echa pasado mañana, porque viene el nuevo a ocupar la habitación. Hoy por fin me he decidido, a eso de las ocho de la tarde. En la misma calle de mi trabajo. 130 euros menos que el anterior. Para entrar pasado mañana. Vaya, parece que tiene buena pinta. Asi que por fin he hecho mi primera llamada. "¿Puedes venir a verlo ahora?".
Tiene dos compañeras, una argentina que cuenta unos chistes que no entiendo muy bien y otra que estudia por la Uned por puro afán de conocimiento. Pero mejor, así aprendo un sentido del humor nuevo y puedo contarle mis batallitas de abuelo cebolleta a la del saber no ocupa lugar. Mmm, juraría que la argentina me ha mirado el culo cuando me he girado, y eso es un punto en contra, porque no es que lo tenga infrautilizado, como insinuaba mi amigüita en el mail, es que no tengo culo. Mis primeros ahorrillos van a ir para la Corporación Dermoestética, para que me pongan un trasero.
Me encanta esa forma de vender los pisos. "Este armario tiene mucho fondo". Pues tendrá fondo, pero lo que es superficie... "Y es la única habitación con espejo". Ah, ¿en ese trozo de cristal colgado de un clavo te puedes mirar? Pues como mucho cabe una espinilla o un ojo.
Luego, durante todo el cásting he tratado de recordar el sabio consejo que me ha dado mi redactor jefe, mi kindergardener, que me conoce: "si quieres que te den el piso, mejor no abras la boca". Asi que sólo contestaba a lo que me preguntaban. "Sí, sé que el orden y la limpieza son los principales problemas en un piso compartido. Yo nunca he tenido problemas con eso" (ningún problema, si me sale una rata del baño la saludo y cada uno por su lado. Nunca me meto en la vida privada de mis compañeros). "No hay ningún problema con el dinero. Pero hoy no te lo puedo dar, mañana me acerco al banco" (mejor que no me acerque a menos de 50 metros del banco porque me apedrean. A ver a quien se lo pido).
Asi que todo iba muy bien hasta que ella me ha dicho: "bueno, mi novio viene algunos fines de semana y me apetece estar con mi novio y cuando viene quiero estar con mi novio" (novio novio novio, ay, en cuanto lo pillan cuánto se les llena la boca de novio a algunas lagartas, pobre chaval). Y he tenido que hablar: "no, si por mí no hay problema, no tengo novia, pero no pienso mantener el celibato". Y entonces se le ha encendido la bombillita: "oye, pero que aquí no traemos a cualquiera, ni hacemos fiestas, ni hay gente todos los días...". "No, si tampoco tengo tanto éxito".
Hala, ya me he quedado sin piso, por hablar.
Eso sí, como me llamen y me lo vengan a traer a casa, JUA, lo que me voy a reir.
Pero eso sí, como no me llamen, JUA, lo que me voy a mojar.
"Lo del piso, ya te lo he dicho, no va a venir a buscarte, asi que mueve ese culito, anda, que tiene muchos mas usos de los que tu le das". Reconozco que hace dos meses que le dije al casero que me iba y que, desde entonces no he movido el dedito de marcar para buscar nada. Lau me acoge. Pero lau me echa pasado mañana, porque viene el nuevo a ocupar la habitación. Hoy por fin me he decidido, a eso de las ocho de la tarde. En la misma calle de mi trabajo. 130 euros menos que el anterior. Para entrar pasado mañana. Vaya, parece que tiene buena pinta. Asi que por fin he hecho mi primera llamada. "¿Puedes venir a verlo ahora?".
Tiene dos compañeras, una argentina que cuenta unos chistes que no entiendo muy bien y otra que estudia por la Uned por puro afán de conocimiento. Pero mejor, así aprendo un sentido del humor nuevo y puedo contarle mis batallitas de abuelo cebolleta a la del saber no ocupa lugar. Mmm, juraría que la argentina me ha mirado el culo cuando me he girado, y eso es un punto en contra, porque no es que lo tenga infrautilizado, como insinuaba mi amigüita en el mail, es que no tengo culo. Mis primeros ahorrillos van a ir para la Corporación Dermoestética, para que me pongan un trasero.
Me encanta esa forma de vender los pisos. "Este armario tiene mucho fondo". Pues tendrá fondo, pero lo que es superficie... "Y es la única habitación con espejo". Ah, ¿en ese trozo de cristal colgado de un clavo te puedes mirar? Pues como mucho cabe una espinilla o un ojo.
Luego, durante todo el cásting he tratado de recordar el sabio consejo que me ha dado mi redactor jefe, mi kindergardener, que me conoce: "si quieres que te den el piso, mejor no abras la boca". Asi que sólo contestaba a lo que me preguntaban. "Sí, sé que el orden y la limpieza son los principales problemas en un piso compartido. Yo nunca he tenido problemas con eso" (ningún problema, si me sale una rata del baño la saludo y cada uno por su lado. Nunca me meto en la vida privada de mis compañeros). "No hay ningún problema con el dinero. Pero hoy no te lo puedo dar, mañana me acerco al banco" (mejor que no me acerque a menos de 50 metros del banco porque me apedrean. A ver a quien se lo pido).
Asi que todo iba muy bien hasta que ella me ha dicho: "bueno, mi novio viene algunos fines de semana y me apetece estar con mi novio y cuando viene quiero estar con mi novio" (novio novio novio, ay, en cuanto lo pillan cuánto se les llena la boca de novio a algunas lagartas, pobre chaval). Y he tenido que hablar: "no, si por mí no hay problema, no tengo novia, pero no pienso mantener el celibato". Y entonces se le ha encendido la bombillita: "oye, pero que aquí no traemos a cualquiera, ni hacemos fiestas, ni hay gente todos los días...". "No, si tampoco tengo tanto éxito".
Hala, ya me he quedado sin piso, por hablar.
Eso sí, como me llamen y me lo vengan a traer a casa, JUA, lo que me voy a reir.
Pero eso sí, como no me llamen, JUA, lo que me voy a mojar.
lunes, 25 de noviembre de 2002
Entre semana invité a Has, la chica de padres árabes que sale más abajo, a un preestreno. Seguía teniendo unos ojos espectaculares y sonreía y me tocaba mucho y me miraba más a mí que a Bustamante, que andaba por ahí. Se pasó toda la peli comentando las escenas y tenía una risa un poco así, pero bien. Luego fuimos al Mc Donalds y yo le dije que no iba a cenar porque había estado en un cóctel, y me puse a hablar de mi semana, por hablar de algo que no fuese su apostasía del Islam y esa religión que se ha inventado y que se parece sospechosamente a la adjudicación de las potencias del alma a las zonas corporales que se inventó Platón un poquito antes que ella. El caso es que hablándole de cócteles, cenas y cosas de esas, desde la alta autoridad de los esquemas a voleo que todos tenemos a los veinte años, se quedó con la copla de que yo era un pijo insufrible. Y a partir de ahí "te voy a llevar a un sitio que está de moda. Bueno, y el único que conozco". "Es que yo soy cutre y no voy a sitios de moda". "Mmm, pues en un sitio cutre ya hemos estado, pero tú dirás". "No sé, soy cutre". Vale. Después de ese trago, y terriblemente acomplejado he hecho una de mis famosas encuestas entre mis amigos y sí, soy un pijo. Hala, pues soy un pijo. Y cuando dormí en un banco de Cádiz sólo estaba de turismo entre los indigentes. Y cuando me quedo sin pasta y como un sandwich en todo el día soy un pijo pijo pijo. Y cuando rompo el ritmo de las conversaciones coñazo en las cenas y hablo de cosas que están feas en la mesa soy más pijo que nadie. Pero por la ropa, que es lo que imprime carácter. Y lo digo sin ironía. Si lo piensan mis amigos... Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso. Si te lo dicen dos, mírate al espejo, escribí en mi carpeta clasificadora de Mortadelo de pijo del cole.
Luego en el Chicote, con la música chill out y un par de cócteles (bueno, ella sin alcohol, no bebe ni bebidas gaseosas, no fuma, nada de droga y no es un pendón que se lía con chicos) hablamos mucho del zodiaco y de que todo mi caos vital está escrito en las estrellas y se lo saben como nadie la bruja Lola y Aramis Fuster. Me sentí un anciano y me daba tanta pereza explicarle los beneficios del sexo... El caso es que si había venido después de mi mensaje y si me hacía esos signos que no sé si interpreté bien por la diferencia generacional (mierda, debería haber estado en otra parte, entonando La bola de cristal con todos esos puretas de mi edad) era muy posible que estuviera esperando un beso. Pero yo estaba esperando que alguien me pusiera la zancadilla para caerme encima de ella, porque me daba taanta pereeeza.
Luego me fui a Valladolor y me quedé un viernes en casa. O.
El sábado hablé con Cris que quiere dilapidar la calderilla de nuestro amor. Me habló de delimitación de derechos, que es como empiezan las guerras. Tú no tienes derecho a enfadarte conmigo. Pero tengo derecho a escribirte sobre lo que yo quiera hablar. Pero tengo derecho a no contestarte. Pero yo tengo derecho a decepcionarme. Y mucho. Pero yo tengo derecho a enfadarme porque tú te enfadas. Y yo tendré derecho a no volver a hablarte nunca más, a no ponerme al teléfono, a poner excusas baratas para no verte, para que sepas que son excusas baratas. Ratatatata. Todos muertos. Dos cadáveres más en el absurdo historial sentimental de ambos.
Supongo que todo esto me afectó más de lo que pensaba. Asi que fui el rey de la fiesta. El cumple de Pilar y Jorge. Lo comencé quedándome dormido en un estupendo sillón de orejas junto a la chimenea, mientras los demás lo preparaban todo. A la única chica libre de la fies, que se sentó junto a mí para darme palique, le avisé de que no me pensaba levantar para que me robase el sitio. A los rezagados a los que abría la puerta les anuncié que prefería estar muerto a estar en esa fiesta. Me fumé varios porros en la cocina de la casa de los padres de Pi y le sentó regular. Metí cizaña entre el matrimonio C. y S., hasta que acabaron peleados. Me metí con todo el mundo. Pisé el cd varias veces y el equipo una. Le ofrecí maría a Jesús, que ha estado ingresado por un problema de corazón hace nada (y no le he ido a ver). Como no quería, le ofrecí Red Bull. Me reí de Jose cuando estaba contando la historia de un tío que le regateaba unos durillos pero se había gastado 30 kilos en comprarle un manto a una virgen granadina. La verdad es que me dieron varios ataques de risa. Conspiré. Golpeé la puerta del baño gritando "¡salid cabrones, que sé que os estais metiendo de todo, salid, que no os va a pasar nada!" hasta que contesto una voz femenina "enseguida salgo". Me empeñé en recitar a Garcilaso. Me quedé dormido varias veces. Le dije algo a Patricia sobre Javi y se quedó triste, aunque igual la culpa era del propio Javi. O de la propia Patricia que se entristece con todo. Con nada. Me comí la ensalada directamente de la fuente. Tuve conversaciones en las que gritaba mucho frases como "podría entenderlo, pero ¡no me sale de los cojones entenderlo!". En fin, un cielo de invitado. Creo que cuando les pregunte que que van a hacer en Nochevieja, casualmente van a compartir todos el plan de quedarse en casa, por una vez.
El domingo discutí con todo el mundo en la feria a la que fui. Y luego a casa de mis tíos, que me enseñaron fotos de un tatarabuelo gobernador militar de Zamora que se comió seis quesos manchegos de una tacada. Y de su segunda mujer, que se fugó con un barítono a Cuba justo antes de que perdiéramos las colonias. Luego se arrepintió, y volvió. Mi abuela me cantó una bonita canción de una madre orgullosa de su hijo porque se ha afiliado a las JONS y va a dar su vida por España.
Luego estuve hablando con una chica que me gusta o que me puede gustar. Bueno, no, ya me gusta. Pero como tenía este fin de semana tan raro no dije lo que quería decir ni como quería decirlo. Además casi me quedo dormido al teléfono a eso de las cinco de la mañana. Pero era tan agradable... "¿Tienes sueño? ¿m? ¿eh, qué va, qué va?" Y me sorprendo pensando en ella. Mucho.
...y gracias al amor, una vez más me he despertado a las 12, sólo que en Valladolor, y para cuando he llegado a Madrid eran las cuatro y mis compañeros me han recibido sin ningún gesto de asombro, sin preguntar siquiera el por qué. Ay, qué mal cuando las relaciones laborales se vuelven rutinarias y se pierde la capacidad de sorprender al otro. Quiero el divorcio.
Luego en el Chicote, con la música chill out y un par de cócteles (bueno, ella sin alcohol, no bebe ni bebidas gaseosas, no fuma, nada de droga y no es un pendón que se lía con chicos) hablamos mucho del zodiaco y de que todo mi caos vital está escrito en las estrellas y se lo saben como nadie la bruja Lola y Aramis Fuster. Me sentí un anciano y me daba tanta pereza explicarle los beneficios del sexo... El caso es que si había venido después de mi mensaje y si me hacía esos signos que no sé si interpreté bien por la diferencia generacional (mierda, debería haber estado en otra parte, entonando La bola de cristal con todos esos puretas de mi edad) era muy posible que estuviera esperando un beso. Pero yo estaba esperando que alguien me pusiera la zancadilla para caerme encima de ella, porque me daba taanta pereeeza.
Luego me fui a Valladolor y me quedé un viernes en casa. O.
El sábado hablé con Cris que quiere dilapidar la calderilla de nuestro amor. Me habló de delimitación de derechos, que es como empiezan las guerras. Tú no tienes derecho a enfadarte conmigo. Pero tengo derecho a escribirte sobre lo que yo quiera hablar. Pero tengo derecho a no contestarte. Pero yo tengo derecho a decepcionarme. Y mucho. Pero yo tengo derecho a enfadarme porque tú te enfadas. Y yo tendré derecho a no volver a hablarte nunca más, a no ponerme al teléfono, a poner excusas baratas para no verte, para que sepas que son excusas baratas. Ratatatata. Todos muertos. Dos cadáveres más en el absurdo historial sentimental de ambos.
Supongo que todo esto me afectó más de lo que pensaba. Asi que fui el rey de la fiesta. El cumple de Pilar y Jorge. Lo comencé quedándome dormido en un estupendo sillón de orejas junto a la chimenea, mientras los demás lo preparaban todo. A la única chica libre de la fies, que se sentó junto a mí para darme palique, le avisé de que no me pensaba levantar para que me robase el sitio. A los rezagados a los que abría la puerta les anuncié que prefería estar muerto a estar en esa fiesta. Me fumé varios porros en la cocina de la casa de los padres de Pi y le sentó regular. Metí cizaña entre el matrimonio C. y S., hasta que acabaron peleados. Me metí con todo el mundo. Pisé el cd varias veces y el equipo una. Le ofrecí maría a Jesús, que ha estado ingresado por un problema de corazón hace nada (y no le he ido a ver). Como no quería, le ofrecí Red Bull. Me reí de Jose cuando estaba contando la historia de un tío que le regateaba unos durillos pero se había gastado 30 kilos en comprarle un manto a una virgen granadina. La verdad es que me dieron varios ataques de risa. Conspiré. Golpeé la puerta del baño gritando "¡salid cabrones, que sé que os estais metiendo de todo, salid, que no os va a pasar nada!" hasta que contesto una voz femenina "enseguida salgo". Me empeñé en recitar a Garcilaso. Me quedé dormido varias veces. Le dije algo a Patricia sobre Javi y se quedó triste, aunque igual la culpa era del propio Javi. O de la propia Patricia que se entristece con todo. Con nada. Me comí la ensalada directamente de la fuente. Tuve conversaciones en las que gritaba mucho frases como "podría entenderlo, pero ¡no me sale de los cojones entenderlo!". En fin, un cielo de invitado. Creo que cuando les pregunte que que van a hacer en Nochevieja, casualmente van a compartir todos el plan de quedarse en casa, por una vez.
El domingo discutí con todo el mundo en la feria a la que fui. Y luego a casa de mis tíos, que me enseñaron fotos de un tatarabuelo gobernador militar de Zamora que se comió seis quesos manchegos de una tacada. Y de su segunda mujer, que se fugó con un barítono a Cuba justo antes de que perdiéramos las colonias. Luego se arrepintió, y volvió. Mi abuela me cantó una bonita canción de una madre orgullosa de su hijo porque se ha afiliado a las JONS y va a dar su vida por España.
Luego estuve hablando con una chica que me gusta o que me puede gustar. Bueno, no, ya me gusta. Pero como tenía este fin de semana tan raro no dije lo que quería decir ni como quería decirlo. Además casi me quedo dormido al teléfono a eso de las cinco de la mañana. Pero era tan agradable... "¿Tienes sueño? ¿m? ¿eh, qué va, qué va?" Y me sorprendo pensando en ella. Mucho.
...y gracias al amor, una vez más me he despertado a las 12, sólo que en Valladolor, y para cuando he llegado a Madrid eran las cuatro y mis compañeros me han recibido sin ningún gesto de asombro, sin preguntar siquiera el por qué. Ay, qué mal cuando las relaciones laborales se vuelven rutinarias y se pierde la capacidad de sorprender al otro. Quiero el divorcio.
¿Podría conseguir un poco de rutina? ¿Podría desintoxicarme y mantener el celibato? ¿Podría comer a la misma hora, dormirme a la misma hora, levantarme a la misma hora? ¿Podría dejar de fumar y de beber bebidas gaseosas, como Has? ¿Podría tener un barrio, un grupo, una chica? ¿Podría dejar los Excesos, los cócteles, el ponche y el vodka? ¿Podría trabajar ocho horas diarias? ¿Podría lavarme los calcetines en lugar de comprarme un par cada mañana? ¿Podría salir de los números rojos?¿Podría dejar de machacarme el pelo con gomina? ¿Podría comer cosas sanas y en cantidades similares cada día? ¿Podría buscar un piso? ¿Podría comprármelo? ¿Podría decirle a Telefónica que me corte el número que ya no uso? ¿Y a Vodafone? ¿Podría ir a ver a mis sobrinos? ¿Podría quedarme un fin de semana en casa? ¿Podría llegar entre semana a la hora de cenar? ¿Podría ahorrar? ¿Podría sacarme el carnet de conducir? ¿Podría entregar los textos a tiempo? ¿Podría ver a la gente que no veo y dejar en paz a la que saturo? ¿Podría?
Uy, esto es fantástico. Cuando empecé a escribir esta lista, eran deseos. Ahora que la releo, son cosas que paso paso paso de hacer. Anda ya.
(bueno, lo de los teléfonos hay que arreglarlo. Cabrones)
(y a mis sobrinos este finde, sin falta)
Uy, esto es fantástico. Cuando empecé a escribir esta lista, eran deseos. Ahora que la releo, son cosas que paso paso paso de hacer. Anda ya.
(bueno, lo de los teléfonos hay que arreglarlo. Cabrones)
(y a mis sobrinos este finde, sin falta)
martes, 19 de noviembre de 2002
(además, que ella nunca habla de mí en su blog)
Querido diario:
He perdido el toque y no sé dónde buscarlo. Las palabras ya no están de mi parte o la paranoia se ha adueñado de mi alma irremisiblemente. Casi prefiero lo segundo. Mierda.
Aún así lo intentaré.
Hace dos viernes vinieron a verme mis amigüitos y estuvimos bailando funk y fue muy diver porque parecía que estábamos en una excursión del cole, todos fuera de nuestro patio habitual. No nos metimos nada. mer hubiera estado orgullosa de mí. Bueno, si no me hubiera retirado el saludo. Bueno, tampoco le hubiera parecido tan bien, porque hubo alcohol en abundancia y marihuana en los bares menos adecuados. Y yo estaba expresivo y hablaba y bailaba funk y sacaba la lengua a las de alrededor y bailaba a Chenoa. En realidad mi única aportación verdadera fue cantar con Patri por todo Madrid y cada diez minutos periódicos "las chicas tienen algo especial/ las chicas son guerreras". Lo malo es que sólo nos sabíamos ese trozo. Y Patri estaba muy pedo. Y guapa. Y entraba a todos los chicos que pasaban a su lado. Admirable. Claro que nosotros hacíamos de perros. Guau guau. Y no la paso nada. Nada bueno tampoco. Guau. Y que nos encontramos con unas de mi pueblo, que ya es casualidad, y cuando Susana me estaba diciendo eso de "a ver cuando me presentas a algún famoso, que no he visto ni un famoso desde que estoy en Madrid y blablabla famosos y blablabla famosos" pasaron por su lado Leonardo Dantes y el matrimonio Draculín (como se quieran llamar). Y yo asentía con la cabeza como el perro colgante de un 127. Sí, sí, famosos, sí, sí, ya te presentaré. Pero a los únicos a los que les pasaron cosas el viernes fue a Jose y Patri. Ella se cayó varias veces hasta que propuse meterla en un taxi, rechazando la moción de Jose de acompañarla todos a casa en dos taxis y volver. "Anda, chaval". El se ofreció a acompañarla hasta la calle y no volvieron. A la hora de comer del sábado nos contaron la siguiente historia: "salimos a una calle ancha –presumiblemente la Gran Vía porque probablemente estábamos en el Morocco, quién sabe– y venían a toda velocidad un coche y una moto con dos tíos. El coche golpea a la moto en la pierna del que iba de paquete. Le destroza la pierna, que se queda colgando. Se cae a la calle. El del coche sale pitando. El de la moto ¡también! Patri, alcoholizada e impresionable, empieza a llorar y gritar como un, ejem, cochinillo. La gente no sabe si mirar al accidentado o a la chica que berrea con toda la cara negra del maquillaje, ejem, corrido. Los coches pasan a toda velocidad. Jose intenta parar el tráfico para que no atropellen al otro pobre. Llega la policía. El del suelo se arrastra hasta la acera, porque los agentes ni le tocan. En eso aparece un taxi echando humo por el motor y se para allí mismo. Todos miran hacia él. Se abre la puerta, y de su interior sale un enano que intenta abrir la tapa del motor pero no llega y la intenta dejar sujeta dando saltos. Patri sigue berreando.
Vamos a ver, Jose, hijito, tú lo que tenías es ganas de irte a casa para usar el excusado, como siempre, y nos has contado Twin Peaks.
El sábado estuvimos en el Penta y escuché la canción que le cantaba a Ana la Cocainómana y que no podía recordar: "ya no persigo sueños rotos/ los he cosido con el hilo de tus ojos". Uf, cuánto pasado. Luego seguimos y seguimos y bebimos y bebimos y llegamos a un bar muy cuco y muy pijito y quisimos hacernos otro porro de esos de cuatro cogollos con los que llevaba yo toda la noche, pero nos dimos cuenta de que les estropeábamos el paisaje a los del bar y nos sentamos en un rinconcito oscuro y charlando y charlando formulé una de mis teorías, la de que en los grupos mixtos de amigos la gente se enrolla con la gente, y que no entiendo por qué no lo hacemos nosotros y que teniendo en cuenta que Patricia es la única chica del grupo que no es novia de alguien debería espabilar y enrollarse con uno cada noche. Bajo los efectos de, todo empezaba a estar muy nebuloso y me fui al baño. Supongo que Javi y Patri siguieron desarrollando el tema y que yo pude tardar... una hora o cinco minutos, no sé, empezaba a estar fuera del tiempo y el espacio, un viaje relativo que me duró toda la noche. Encendía un cigarro y pensaba "coño, me he olvidado del cigarro, ya se debe de haber apagado". Miraba mi mano y allí estaba, recién encendido. Y con las copas lo mismo. No conseguía recordar lo que había pasado unos minutos antes. Era raro.
Pero cuando volví con J&P estaba aún en este mundo, al parecer, porque, no sé cómo, supe que se habían enrollado. Patri se levantó. "Javi, ¿os habeis enrollado?". "Sí, macho". Luego estuvieron toda la noche jugando al gato y al ratón. Yo hacía de nube. Al día siguiente puse cara de "anoche no era yo", porque me daba pereza convertirme en confidente de más secretos y secretos. Qué pereza. Qué maría. No sé si te das cuenta, querido diario, pero un rollo entre dos amigos del grupo cuya cabeza está ocupada el 80% del tiempo con SEXO es un escándalo de proporciones fabulosas. Dantescas queda mejor. Asi que no se lo voy a contar ni a mi director espiritual. Ahora, que si alguien del grupo lee este diario, pues yo que sé, no es culpa mía.
El lunes fui a una fiesta de inauguración de un hotel de cinco estrellas. Hice una entrada espectacular. En el hall, con una copa de champán en una mano alcancé al camarero de las ostras, con la aceleración me lo metí todo a la vez: ostrachampán. Seguidamente, me atraganté, tosí y se me salió el champán por la boca y la ostra por la nariz. A mi alrededor, todos me miraban con sus corbatas y sus trajes de cocktail y su cara de asquito. Y la escena me hizo sentir un poco desgraciado, y todo el mundo estaba con alguien y yo había ido solo y me puse a beber en lugar de cenar. Y luego salí a la terraza y llamé a V. la belga, que se alegró mucho de recuperarme (es cierto, cuando tienes el culo móvil necesitas un teléfono móvil) y me contó que teníamos que salir un jueves, porque a ella la acababa de dejar el novio el sábado y llevaba dos meses sin parar de follar y le apetecía salir por la noche y ver mundo ("pero para encontrar nuevos amiguitos con los que follar ¿no?", "bueno, sí", "es que el vicio...", "es que el vicio que tenemos..."). Y volví a entrar y pillé un ravioli en una cuchara y decidí probar el vodka ruso con ginger ale, que seguro que está bueno. Y ya me encontré con gente conocida y me admitieron en su grupo y estaba una morena que me mola, pero que yo creo que me mira calculando la edad ("demasiado joven") y el sueldo ("pocos ceros"). Asi que salí a llamar a Cris para decirle que tenía un móvil nuevo. Y empezó a chillar como una descosida y nos reímos mucho hasta que quise hablarle en serio (tanto como soy capaz) y le dije "ya sabes que si eso...". A lo que me respondió: "sí, sí, ya sé que cuando eso, eso". Y como no quiere hablar en serio ni me contesta a los dos mails en los que le he hecho consideraciones extra humorísticas, pues oye, que le den morcilla, que yo no pienso hablar solo de temas pactados que uno tiene su ética periodística (bueno, no sé dónde me la he dejado, pero la tenía por aquí). Que si eso, paso de eso.
Así que entré a por otro vodka ginger ale, y el camarero me lo puso antes de que abriera la boca, un síntoma que ya debería haberme puesto sobre aviso. Y conocí a las organizadoras y a la que traía a los famosos y a otra que me insistía mucho en que su marido estaba de viaje, y estuvimos hablando de los temas típicos, sexo y drogas. Bueno, típicos míos, porque no he visto a nadie en estos saraos hablar más que de sandeces, que no escuchan más que ellos mismos, con su voz impostada. Pero allí estaba yo, con una conversación de relax total, rodeado de chicas, como una más, sintiéndome como la última coca cola del desierto. Alguien propuso irnos a una habitación a probar esa maría tan buena. Pero no salió y me fui a casa haciendo eses incluso cuando iba sentado en el taxi.
El martes empezó bien, renové mi vestuario en un mercadillo chollo para periodistas triperos y estaba francamente mafioso con toda esa ropa oscura. Pero luego tuve un día de esos. Uno en el que sabes a qué huelen las nubes, y una niña china te sonríe y le dabas una hostia a alguien. Supongo que era la resaca (oh, qué sagaz). Y cuando ya me iba a casa farfullando me llamó Patri, que además de amiga es mi concuñada y tenemos una ahijada a medias, y me invitó a una fiesta en su piso. "Es que somos sólo chicas y nos faltan hombres". Sólo decir que efectivamente. Y cuando Patri se fue a dormir yo me quedé con las otras trece o catorce en el Karaoke (nunca se me olvidará la cara de desolación del pobre pincha cuando le pedí la canción de Pimpinela). Y todas se acercaban y me hablaban y cantaban conmigo y bailaban conmigo... Me sentí como la última Coca Cola del desierto, ahora con mayúsculas. Si las del día anterior andaban por los cuarenta y pico estás estaban en los 20-21, eran de la misma peña del mismo pueblo. Y yo estaba muy crecido, y no me seas literal, querido diario. Después de tontear por aquí y por allá me decidí por una chica encantadora, de padres árabes. Y me enamoré de ella. Pero ya se me ha pasado. Es lo bueno que tengo. Nos dimos la mano en la despedida como Ana Ozores y el deán de la Catedral de Vetusta. "Te llamaré mañana". "Sí". Y en lugar de eso le mandé un mensaje cursi, casi con promesas de matrimonio, del que me avergoncé tanto que, como no me contestó, no la llamé. Si es que, si es que.
El resto de la semana yo que sé, no hubo mucho más que contar, que llego tarde a casa y Laura se despierta (qué coincidencia) tan despeinada, tan dormida, tan sexy... Y no sé si darle un beso, porque no la veo nunca aunque vivamos juntos o entrar con ella y arroparla, pero mejor no. "Estás muy guapa con ese pijama". "Pero si es una camiseta vieja y un pantalón de chico". "Entonces eres tú, que te sienta bien cualquier trapito". Y pasa a mi lado, pero no nos rozamos, y trato de pensar en otra cosa cuando me meto en la cama. Y me fumo un porro y me leo el prólogo de un libro que me compré en Cádiz "Cómo dárselas de entendido en sexo sin serlo".
Me encargan medio libro. La respuesta a mis números rojos. Y, si no me lo gasto todo, a lo mejor debería comprarme un piso. Jajaja, si no me lo gasto todo. El jueves voy a la presentación de un hotel liberal en el Caribe. Yo sé de qué va eso, pero en mi mesa están los de siempre oyéndose a sí mismos, tratando de impresionar a las chicas. Ellos: "Es que eso no va a funcionar, porque enseguida aparecerán los celos". Yo: "Pero es que la gente que va allí puede que lleve años haciéndolo, no creo que vayan a ver que pasa". Ellos: "Eso no le puede gustar a nadie, mejor irse a un país de turismo sexual". Yo: "Eso es precisamente lo que más les gusta, lo que más morbo les da, eso sin contar el componente bisexual". Ellos: "Nadie se va a ir hasta allí para eso". Yo: "La gente de ese rollo va a donde sea y se gasta lo que sea para eso y para no encontrarse con sus vecinos". Ellos: "Además está la seducción, que es lo que más nos gusta a todos". Yo: "Aquí también hay mucha seducción, pero cortita, porque lo que se buscan son resultados, sexo, fantasías". Ellos: "No deberían anunciarse en revistas porno". Yo: "Pero es que ahí está su público objetivo. Anunciarse en otro tipo de revistas puede significar que de cien mil lectores, con suerte, haya cien interesados en el intercambio de parejas, es matar moscas a cañonazos. En cambio, en una revista o una web de contactos, de 30.000 lectores hay 30.000 interesados. Es como si Jaguar decidiera, en lugar de patrocinar torneos de golf, patrocinar Gran Hermano". Por fin se deciden a hacerle el vacío a ese chaval listillo. "Qué descaro, quién se ha creído que es, yo llevo años y años pontificando en este tipo de cenas sin tener ni puta idea de nada". Así que, a partir de ahí, en esa mesa nadie me mira ni me contesta cuando hablo. Oh, qué tristeza, debería habérmelo pensado antes de llevarle la contraria al clan de los imbéciles estructurales. Para la próxima tengo que apuntarme en alguna parte que debo hacer reverencias y reir muy fuerte esas bromas taan originales y taan espontáneas. Quizá mi público está entre las chicas. Una de ellas, la morena del lunes, que ahora me sonríe intrigada. Durante unos días pareció que era yo el que me iba a ir a ese hotel caribeño. Pero no, esta vez no toca. Casi mejor, porque algún día correrá una pequeña leyenda sobre mí, y no sé si quiero que sea nada de lo que se pueda hacer en ese hotel. Quizás sea una que hable de una misteriosa desaparición en el golfo de México, como la de Cravan, o en la frontera, como la de Bierce. Ya no me quiero jubilar en mi pueblo. Sólo dejarme ir. Internarme en algún territorio desconocido, morir explorando.
El sábado en Valladolor hacemos más o menos lo de siempre. Al final de la noche miro a mis amigos. Luis me dice que está muy contento de haber tenido fuerza de voluntad y haberse metido poquito, porque lo va a dejar. Calculo que lleva encima, al menos, dos gramos de farlopa. Cuando un amigo te dice que va a dejar las drogas y que sólo se va a meter una pizca, date por jodido. Es como los que están dejando de fumar. Acaban con toda tu cajetilla. Y Javi y Jorge hablando toda la noche de mujeres, sin acercarse a nadie pero absolutamente obsesionados con el tema, haciendo continuas excursiones a los baños. Y me miro a mí. El más patético de todos. Me siento mal. Me duele el estómago, estoy acatarrado, me dan arcadas, pero me lo meto todo. No me engaño, no digo que vaya a dejarlo. Ya no quiero enrollarme con nadie, ni siquiera encontrarme a ninguna amiga. Despacho a la chica de la tele, tan sonriente y cariñosa siempre, en un minuto. Lo único que quiero es estar colocado.
Y el domingo por la noche una chica encantadora me devuelve por un ratito mi imaginación. E imagino. Y hoy, frente al ordenador, escribo una cosa absurda contra tres de las religiones major (el confuncionismo, no, pobres). No debería estar ahí, pero dicen que está bien y que se publica. Ellos me excomulgarán, lanzarán una fatwa contra mí y me castigarán a reencarnarme en burro por lo que digo. Yo, por cómo lo digo. Mi cabeza funciona a medias y estoy perdiendo las palabras. Y me asusto, porque sin la palabra no sé quién soy.
Querido diario:
He perdido el toque y no sé dónde buscarlo. Las palabras ya no están de mi parte o la paranoia se ha adueñado de mi alma irremisiblemente. Casi prefiero lo segundo. Mierda.
Aún así lo intentaré.
Hace dos viernes vinieron a verme mis amigüitos y estuvimos bailando funk y fue muy diver porque parecía que estábamos en una excursión del cole, todos fuera de nuestro patio habitual. No nos metimos nada. mer hubiera estado orgullosa de mí. Bueno, si no me hubiera retirado el saludo. Bueno, tampoco le hubiera parecido tan bien, porque hubo alcohol en abundancia y marihuana en los bares menos adecuados. Y yo estaba expresivo y hablaba y bailaba funk y sacaba la lengua a las de alrededor y bailaba a Chenoa. En realidad mi única aportación verdadera fue cantar con Patri por todo Madrid y cada diez minutos periódicos "las chicas tienen algo especial/ las chicas son guerreras". Lo malo es que sólo nos sabíamos ese trozo. Y Patri estaba muy pedo. Y guapa. Y entraba a todos los chicos que pasaban a su lado. Admirable. Claro que nosotros hacíamos de perros. Guau guau. Y no la paso nada. Nada bueno tampoco. Guau. Y que nos encontramos con unas de mi pueblo, que ya es casualidad, y cuando Susana me estaba diciendo eso de "a ver cuando me presentas a algún famoso, que no he visto ni un famoso desde que estoy en Madrid y blablabla famosos y blablabla famosos" pasaron por su lado Leonardo Dantes y el matrimonio Draculín (como se quieran llamar). Y yo asentía con la cabeza como el perro colgante de un 127. Sí, sí, famosos, sí, sí, ya te presentaré. Pero a los únicos a los que les pasaron cosas el viernes fue a Jose y Patri. Ella se cayó varias veces hasta que propuse meterla en un taxi, rechazando la moción de Jose de acompañarla todos a casa en dos taxis y volver. "Anda, chaval". El se ofreció a acompañarla hasta la calle y no volvieron. A la hora de comer del sábado nos contaron la siguiente historia: "salimos a una calle ancha –presumiblemente la Gran Vía porque probablemente estábamos en el Morocco, quién sabe– y venían a toda velocidad un coche y una moto con dos tíos. El coche golpea a la moto en la pierna del que iba de paquete. Le destroza la pierna, que se queda colgando. Se cae a la calle. El del coche sale pitando. El de la moto ¡también! Patri, alcoholizada e impresionable, empieza a llorar y gritar como un, ejem, cochinillo. La gente no sabe si mirar al accidentado o a la chica que berrea con toda la cara negra del maquillaje, ejem, corrido. Los coches pasan a toda velocidad. Jose intenta parar el tráfico para que no atropellen al otro pobre. Llega la policía. El del suelo se arrastra hasta la acera, porque los agentes ni le tocan. En eso aparece un taxi echando humo por el motor y se para allí mismo. Todos miran hacia él. Se abre la puerta, y de su interior sale un enano que intenta abrir la tapa del motor pero no llega y la intenta dejar sujeta dando saltos. Patri sigue berreando.
Vamos a ver, Jose, hijito, tú lo que tenías es ganas de irte a casa para usar el excusado, como siempre, y nos has contado Twin Peaks.
El sábado estuvimos en el Penta y escuché la canción que le cantaba a Ana la Cocainómana y que no podía recordar: "ya no persigo sueños rotos/ los he cosido con el hilo de tus ojos". Uf, cuánto pasado. Luego seguimos y seguimos y bebimos y bebimos y llegamos a un bar muy cuco y muy pijito y quisimos hacernos otro porro de esos de cuatro cogollos con los que llevaba yo toda la noche, pero nos dimos cuenta de que les estropeábamos el paisaje a los del bar y nos sentamos en un rinconcito oscuro y charlando y charlando formulé una de mis teorías, la de que en los grupos mixtos de amigos la gente se enrolla con la gente, y que no entiendo por qué no lo hacemos nosotros y que teniendo en cuenta que Patricia es la única chica del grupo que no es novia de alguien debería espabilar y enrollarse con uno cada noche. Bajo los efectos de, todo empezaba a estar muy nebuloso y me fui al baño. Supongo que Javi y Patri siguieron desarrollando el tema y que yo pude tardar... una hora o cinco minutos, no sé, empezaba a estar fuera del tiempo y el espacio, un viaje relativo que me duró toda la noche. Encendía un cigarro y pensaba "coño, me he olvidado del cigarro, ya se debe de haber apagado". Miraba mi mano y allí estaba, recién encendido. Y con las copas lo mismo. No conseguía recordar lo que había pasado unos minutos antes. Era raro.
Pero cuando volví con J&P estaba aún en este mundo, al parecer, porque, no sé cómo, supe que se habían enrollado. Patri se levantó. "Javi, ¿os habeis enrollado?". "Sí, macho". Luego estuvieron toda la noche jugando al gato y al ratón. Yo hacía de nube. Al día siguiente puse cara de "anoche no era yo", porque me daba pereza convertirme en confidente de más secretos y secretos. Qué pereza. Qué maría. No sé si te das cuenta, querido diario, pero un rollo entre dos amigos del grupo cuya cabeza está ocupada el 80% del tiempo con SEXO es un escándalo de proporciones fabulosas. Dantescas queda mejor. Asi que no se lo voy a contar ni a mi director espiritual. Ahora, que si alguien del grupo lee este diario, pues yo que sé, no es culpa mía.
El lunes fui a una fiesta de inauguración de un hotel de cinco estrellas. Hice una entrada espectacular. En el hall, con una copa de champán en una mano alcancé al camarero de las ostras, con la aceleración me lo metí todo a la vez: ostrachampán. Seguidamente, me atraganté, tosí y se me salió el champán por la boca y la ostra por la nariz. A mi alrededor, todos me miraban con sus corbatas y sus trajes de cocktail y su cara de asquito. Y la escena me hizo sentir un poco desgraciado, y todo el mundo estaba con alguien y yo había ido solo y me puse a beber en lugar de cenar. Y luego salí a la terraza y llamé a V. la belga, que se alegró mucho de recuperarme (es cierto, cuando tienes el culo móvil necesitas un teléfono móvil) y me contó que teníamos que salir un jueves, porque a ella la acababa de dejar el novio el sábado y llevaba dos meses sin parar de follar y le apetecía salir por la noche y ver mundo ("pero para encontrar nuevos amiguitos con los que follar ¿no?", "bueno, sí", "es que el vicio...", "es que el vicio que tenemos..."). Y volví a entrar y pillé un ravioli en una cuchara y decidí probar el vodka ruso con ginger ale, que seguro que está bueno. Y ya me encontré con gente conocida y me admitieron en su grupo y estaba una morena que me mola, pero que yo creo que me mira calculando la edad ("demasiado joven") y el sueldo ("pocos ceros"). Asi que salí a llamar a Cris para decirle que tenía un móvil nuevo. Y empezó a chillar como una descosida y nos reímos mucho hasta que quise hablarle en serio (tanto como soy capaz) y le dije "ya sabes que si eso...". A lo que me respondió: "sí, sí, ya sé que cuando eso, eso". Y como no quiere hablar en serio ni me contesta a los dos mails en los que le he hecho consideraciones extra humorísticas, pues oye, que le den morcilla, que yo no pienso hablar solo de temas pactados que uno tiene su ética periodística (bueno, no sé dónde me la he dejado, pero la tenía por aquí). Que si eso, paso de eso.
Así que entré a por otro vodka ginger ale, y el camarero me lo puso antes de que abriera la boca, un síntoma que ya debería haberme puesto sobre aviso. Y conocí a las organizadoras y a la que traía a los famosos y a otra que me insistía mucho en que su marido estaba de viaje, y estuvimos hablando de los temas típicos, sexo y drogas. Bueno, típicos míos, porque no he visto a nadie en estos saraos hablar más que de sandeces, que no escuchan más que ellos mismos, con su voz impostada. Pero allí estaba yo, con una conversación de relax total, rodeado de chicas, como una más, sintiéndome como la última coca cola del desierto. Alguien propuso irnos a una habitación a probar esa maría tan buena. Pero no salió y me fui a casa haciendo eses incluso cuando iba sentado en el taxi.
El martes empezó bien, renové mi vestuario en un mercadillo chollo para periodistas triperos y estaba francamente mafioso con toda esa ropa oscura. Pero luego tuve un día de esos. Uno en el que sabes a qué huelen las nubes, y una niña china te sonríe y le dabas una hostia a alguien. Supongo que era la resaca (oh, qué sagaz). Y cuando ya me iba a casa farfullando me llamó Patri, que además de amiga es mi concuñada y tenemos una ahijada a medias, y me invitó a una fiesta en su piso. "Es que somos sólo chicas y nos faltan hombres". Sólo decir que efectivamente. Y cuando Patri se fue a dormir yo me quedé con las otras trece o catorce en el Karaoke (nunca se me olvidará la cara de desolación del pobre pincha cuando le pedí la canción de Pimpinela). Y todas se acercaban y me hablaban y cantaban conmigo y bailaban conmigo... Me sentí como la última Coca Cola del desierto, ahora con mayúsculas. Si las del día anterior andaban por los cuarenta y pico estás estaban en los 20-21, eran de la misma peña del mismo pueblo. Y yo estaba muy crecido, y no me seas literal, querido diario. Después de tontear por aquí y por allá me decidí por una chica encantadora, de padres árabes. Y me enamoré de ella. Pero ya se me ha pasado. Es lo bueno que tengo. Nos dimos la mano en la despedida como Ana Ozores y el deán de la Catedral de Vetusta. "Te llamaré mañana". "Sí". Y en lugar de eso le mandé un mensaje cursi, casi con promesas de matrimonio, del que me avergoncé tanto que, como no me contestó, no la llamé. Si es que, si es que.
El resto de la semana yo que sé, no hubo mucho más que contar, que llego tarde a casa y Laura se despierta (qué coincidencia) tan despeinada, tan dormida, tan sexy... Y no sé si darle un beso, porque no la veo nunca aunque vivamos juntos o entrar con ella y arroparla, pero mejor no. "Estás muy guapa con ese pijama". "Pero si es una camiseta vieja y un pantalón de chico". "Entonces eres tú, que te sienta bien cualquier trapito". Y pasa a mi lado, pero no nos rozamos, y trato de pensar en otra cosa cuando me meto en la cama. Y me fumo un porro y me leo el prólogo de un libro que me compré en Cádiz "Cómo dárselas de entendido en sexo sin serlo".
Me encargan medio libro. La respuesta a mis números rojos. Y, si no me lo gasto todo, a lo mejor debería comprarme un piso. Jajaja, si no me lo gasto todo. El jueves voy a la presentación de un hotel liberal en el Caribe. Yo sé de qué va eso, pero en mi mesa están los de siempre oyéndose a sí mismos, tratando de impresionar a las chicas. Ellos: "Es que eso no va a funcionar, porque enseguida aparecerán los celos". Yo: "Pero es que la gente que va allí puede que lleve años haciéndolo, no creo que vayan a ver que pasa". Ellos: "Eso no le puede gustar a nadie, mejor irse a un país de turismo sexual". Yo: "Eso es precisamente lo que más les gusta, lo que más morbo les da, eso sin contar el componente bisexual". Ellos: "Nadie se va a ir hasta allí para eso". Yo: "La gente de ese rollo va a donde sea y se gasta lo que sea para eso y para no encontrarse con sus vecinos". Ellos: "Además está la seducción, que es lo que más nos gusta a todos". Yo: "Aquí también hay mucha seducción, pero cortita, porque lo que se buscan son resultados, sexo, fantasías". Ellos: "No deberían anunciarse en revistas porno". Yo: "Pero es que ahí está su público objetivo. Anunciarse en otro tipo de revistas puede significar que de cien mil lectores, con suerte, haya cien interesados en el intercambio de parejas, es matar moscas a cañonazos. En cambio, en una revista o una web de contactos, de 30.000 lectores hay 30.000 interesados. Es como si Jaguar decidiera, en lugar de patrocinar torneos de golf, patrocinar Gran Hermano". Por fin se deciden a hacerle el vacío a ese chaval listillo. "Qué descaro, quién se ha creído que es, yo llevo años y años pontificando en este tipo de cenas sin tener ni puta idea de nada". Así que, a partir de ahí, en esa mesa nadie me mira ni me contesta cuando hablo. Oh, qué tristeza, debería habérmelo pensado antes de llevarle la contraria al clan de los imbéciles estructurales. Para la próxima tengo que apuntarme en alguna parte que debo hacer reverencias y reir muy fuerte esas bromas taan originales y taan espontáneas. Quizá mi público está entre las chicas. Una de ellas, la morena del lunes, que ahora me sonríe intrigada. Durante unos días pareció que era yo el que me iba a ir a ese hotel caribeño. Pero no, esta vez no toca. Casi mejor, porque algún día correrá una pequeña leyenda sobre mí, y no sé si quiero que sea nada de lo que se pueda hacer en ese hotel. Quizás sea una que hable de una misteriosa desaparición en el golfo de México, como la de Cravan, o en la frontera, como la de Bierce. Ya no me quiero jubilar en mi pueblo. Sólo dejarme ir. Internarme en algún territorio desconocido, morir explorando.
El sábado en Valladolor hacemos más o menos lo de siempre. Al final de la noche miro a mis amigos. Luis me dice que está muy contento de haber tenido fuerza de voluntad y haberse metido poquito, porque lo va a dejar. Calculo que lleva encima, al menos, dos gramos de farlopa. Cuando un amigo te dice que va a dejar las drogas y que sólo se va a meter una pizca, date por jodido. Es como los que están dejando de fumar. Acaban con toda tu cajetilla. Y Javi y Jorge hablando toda la noche de mujeres, sin acercarse a nadie pero absolutamente obsesionados con el tema, haciendo continuas excursiones a los baños. Y me miro a mí. El más patético de todos. Me siento mal. Me duele el estómago, estoy acatarrado, me dan arcadas, pero me lo meto todo. No me engaño, no digo que vaya a dejarlo. Ya no quiero enrollarme con nadie, ni siquiera encontrarme a ninguna amiga. Despacho a la chica de la tele, tan sonriente y cariñosa siempre, en un minuto. Lo único que quiero es estar colocado.
Y el domingo por la noche una chica encantadora me devuelve por un ratito mi imaginación. E imagino. Y hoy, frente al ordenador, escribo una cosa absurda contra tres de las religiones major (el confuncionismo, no, pobres). No debería estar ahí, pero dicen que está bien y que se publica. Ellos me excomulgarán, lanzarán una fatwa contra mí y me castigarán a reencarnarme en burro por lo que digo. Yo, por cómo lo digo. Mi cabeza funciona a medias y estoy perdiendo las palabras. Y me asusto, porque sin la palabra no sé quién soy.
martes, 12 de noviembre de 2002
(tiene razón Urban Noises, ni un enlace más)
Ayer le mandé este mensaje a toda mi lista de contactos de hotmail, que por cierto, vista así en mogollón tiene un montón de exes, lo que me hace sentir viejo y estúpido:
>>>Ya sabeis que estas cosas se me dan fatal, que siempre empiezo la relación con muchas ganas, soy todo atenciones, miradas, conversaciones divertidas... Pero, no sé por qué, en unos pocos meses la comunicación empieza a fallar poco a poco, me disperso con otras cosas, lo que antes era nuevo, reluciente y atractivo se ha ido rompiendo poco a poco y no me he preocupado de arreglarlo, ni de mantener la chispa ni de nada. Asi que llega el inevitable olvido. Y luego lo lamento, claro.
Pero esta vez no va a ser así,
esta vez es para siempre,
me gusta de verdad,
y no pienso cometer los errores del pasado.
Pero teneis que apoyarme,
ayudarme,
no dejeis que esta vez lo vuelva a perder,
¡¡¡¡¡¡USADLO!!!!!!
635 XX XX XX
Y hoy he recibido esta respuesta:
>>>Después de haber leído tu mensaje me has dejado un poco... no sé,
sorprendida. Sorprendida por darte tan rápido cuenta de los errores, lo cuál
es bueno. Creo que yo no soy la consejera adecuada, más que nada porque
nunca hemos hablado de estos temas, pero no importa. Ten mucho ánimo y
adelante y si necesitas hablar pues no te cortes, que te escucho.
Besitos.
Me he tenido que agarrar a la silla para no ceder a la tentación de reenviarsela a todos. No queremos que las novias de mis amigos me odien aún más ¿no?
Ayer le mandé este mensaje a toda mi lista de contactos de hotmail, que por cierto, vista así en mogollón tiene un montón de exes, lo que me hace sentir viejo y estúpido:
>>>Ya sabeis que estas cosas se me dan fatal, que siempre empiezo la relación con muchas ganas, soy todo atenciones, miradas, conversaciones divertidas... Pero, no sé por qué, en unos pocos meses la comunicación empieza a fallar poco a poco, me disperso con otras cosas, lo que antes era nuevo, reluciente y atractivo se ha ido rompiendo poco a poco y no me he preocupado de arreglarlo, ni de mantener la chispa ni de nada. Asi que llega el inevitable olvido. Y luego lo lamento, claro.
Pero esta vez no va a ser así,
esta vez es para siempre,
me gusta de verdad,
y no pienso cometer los errores del pasado.
Pero teneis que apoyarme,
ayudarme,
no dejeis que esta vez lo vuelva a perder,
¡¡¡¡¡¡USADLO!!!!!!
635 XX XX XX
Y hoy he recibido esta respuesta:
>>>Después de haber leído tu mensaje me has dejado un poco... no sé,
sorprendida. Sorprendida por darte tan rápido cuenta de los errores, lo cuál
es bueno. Creo que yo no soy la consejera adecuada, más que nada porque
nunca hemos hablado de estos temas, pero no importa. Ten mucho ánimo y
adelante y si necesitas hablar pues no te cortes, que te escucho.
Besitos.
Me he tenido que agarrar a la silla para no ceder a la tentación de reenviarsela a todos. No queremos que las novias de mis amigos me odien aún más ¿no?
viernes, 8 de noviembre de 2002
(oye se acabó el patrocinio de urban-noises ¿eh? a ver que va a ser esto)
–Oye Puri, ¿has visto esto? Yo dejo la escobilla en el lado derecho del váter y me la encuentro en el izquierdo de vez en cuando. Y hay unas manchas negras en la pared, justo en el lado del que me quitan la escobilla. Llevaban una temporada sin aparecer, pero mira, hoy ha vuelto a pasar. ¿Para qué coño me cambiarán la puñetera escobilla de lado esta panda de capullos?
–Veamos. Mmm. Las manchas en la pared son de zapatos. No hay duda. Aquí hay alguien que se echa siestas en el suelo del baño, en posición fetal. Y debe de ser de la revista XXX, porque les cambiaron de planta y por eso no viene tanto por aquí. O no se atrevía a bajar al baño de su antigua planta sólo a dormir, hasta ahora, que el sueño y el escaqueo han sido más fuertes que su vergüenza, a la que supongo escasa, por otra parte.
–¿Y la escobilla?
–¿La escobilla? Bueno... Por la posición está claro que sólo le gusta dormir apoyado en su costado derecho. ¿Qué tiene el izquierdo que no tenga el derecho? El corazón. A este tipo (y es un tipo, porque este es el servicio de caballeros) le da pánico oirse los latidos del corazón mientras duerme, así que sólo puede acostarse con los pies a la derecha del váter, y, para eso, tiene que situar la escobilla en la otra parte.
–Diantres, cuánto sabes, Puri.
–Elemental, querida Jennifer, pa eso me estudié el temario de "método deductivo y literatura victoriana" en las oposiciones. Y por eso soy jefa. Y esta media horita que te has pasado aquí con esto, me la haces extra para limpiar la mesa del guarro alcohólico ese de la tercera, que un día le va a salir una rana de un vaso de ponche abandonado.
Este diario ha tenido que cambiar necesariamente. Se ha llenado de señoritas con las que me gustaría pasar un rato a oscuras y en relativo silencio o en la playa y desnudo o en el coche y clavándonoslo todo o... Y algún compañero de profesión. Y dos amigos. Y muchos heteros comedidos.Y luego está bob, que me lo consiente todo. Al estilo de la señora P atro, a la que le maté treinta huevos de pato, justo antes de nacer. Cuando toda la familia, sedienta de justa venganza, se dirigía al corral en el que yo aún sostenía el palo homicida, más que nada para ir a golpear a los pollos en cuanto no estuvieran tan vigilados, la señora P atro les detuvo. "Ay, dejadle, pobre chico". Pues eso, gente que me malcría. (Y por cierto, qué tiempos aquellos, ojalá hubiese mantenido hasta hoy una pequeña reserva de instintos asesinos, mira que nunca pienso en el futuro)
Así que ante toda estas personas de bien yo ya no puedo contar cosas verdaderamente íntimas, de esas con las que quedas fatal. Hay que cuidar la imagen ahora. Sería contraproducente que explicara que el otro día me quedé mirando la boca de una chica en el metro. Una chica a la que el brazo de su novio, guiri como ella, le tapaba la parte superior de la cara. Así que me concentré en su boca. Una boca normal, de una chica normal, una rubia pequeñaja, de las que me cruzo últimamente. Lo cierto es que, no sé en que iría pensando, pero empecé a imaginar cómo estaría esa boca con mi polla dentro. En ese momento, se abrió. La lengua asomó ligeramente, curvada como si alojase sobre ella un objeto cilíndrico invisible. La sacó un poquito más, y empezó a balancear la cabeza de atrás hacia adelante. Quizás me había leído el pensamiento. Abrió aún más la boca. Tenía unos dientes muy bien organizados, asomando apenas detras de los labios. Volvió a cerrar un poco la boca, justo con la forma de un huevo en horizontal. Repitió la operación varias veces bajo mi supervisión, adelante, atrás, lengua fuera, lengua curvada, lengua dentro, dientes asomando. Hasta que por fin, un par de estaciones más lejos de donde había empezado con aquello, estornudó.
Pero claro, ese no es el tipo de cosas que pueda contar aquí ahora. Ni eso ni que en ese momento se abrieron las puertas y tuve que salir del vagón colocándome el paquete para que no se notara tanto. Demasiado íntimo. O por decirlo de otra manera, que ninguna bloguera o lectora de pro querría acostarse conmigo después de saber que soy un desagradable y un guarro.
Asi que no lo cuento.
–Oye Puri, ¿has visto esto? Yo dejo la escobilla en el lado derecho del váter y me la encuentro en el izquierdo de vez en cuando. Y hay unas manchas negras en la pared, justo en el lado del que me quitan la escobilla. Llevaban una temporada sin aparecer, pero mira, hoy ha vuelto a pasar. ¿Para qué coño me cambiarán la puñetera escobilla de lado esta panda de capullos?
–Veamos. Mmm. Las manchas en la pared son de zapatos. No hay duda. Aquí hay alguien que se echa siestas en el suelo del baño, en posición fetal. Y debe de ser de la revista XXX, porque les cambiaron de planta y por eso no viene tanto por aquí. O no se atrevía a bajar al baño de su antigua planta sólo a dormir, hasta ahora, que el sueño y el escaqueo han sido más fuertes que su vergüenza, a la que supongo escasa, por otra parte.
–¿Y la escobilla?
–¿La escobilla? Bueno... Por la posición está claro que sólo le gusta dormir apoyado en su costado derecho. ¿Qué tiene el izquierdo que no tenga el derecho? El corazón. A este tipo (y es un tipo, porque este es el servicio de caballeros) le da pánico oirse los latidos del corazón mientras duerme, así que sólo puede acostarse con los pies a la derecha del váter, y, para eso, tiene que situar la escobilla en la otra parte.
–Diantres, cuánto sabes, Puri.
–Elemental, querida Jennifer, pa eso me estudié el temario de "método deductivo y literatura victoriana" en las oposiciones. Y por eso soy jefa. Y esta media horita que te has pasado aquí con esto, me la haces extra para limpiar la mesa del guarro alcohólico ese de la tercera, que un día le va a salir una rana de un vaso de ponche abandonado.
Este diario ha tenido que cambiar necesariamente. Se ha llenado de señoritas con las que me gustaría pasar un rato a oscuras y en relativo silencio o en la playa y desnudo o en el coche y clavándonoslo todo o... Y algún compañero de profesión. Y dos amigos. Y muchos heteros comedidos.Y luego está bob, que me lo consiente todo. Al estilo de la señora P atro, a la que le maté treinta huevos de pato, justo antes de nacer. Cuando toda la familia, sedienta de justa venganza, se dirigía al corral en el que yo aún sostenía el palo homicida, más que nada para ir a golpear a los pollos en cuanto no estuvieran tan vigilados, la señora P atro les detuvo. "Ay, dejadle, pobre chico". Pues eso, gente que me malcría. (Y por cierto, qué tiempos aquellos, ojalá hubiese mantenido hasta hoy una pequeña reserva de instintos asesinos, mira que nunca pienso en el futuro)
Así que ante toda estas personas de bien yo ya no puedo contar cosas verdaderamente íntimas, de esas con las que quedas fatal. Hay que cuidar la imagen ahora. Sería contraproducente que explicara que el otro día me quedé mirando la boca de una chica en el metro. Una chica a la que el brazo de su novio, guiri como ella, le tapaba la parte superior de la cara. Así que me concentré en su boca. Una boca normal, de una chica normal, una rubia pequeñaja, de las que me cruzo últimamente. Lo cierto es que, no sé en que iría pensando, pero empecé a imaginar cómo estaría esa boca con mi polla dentro. En ese momento, se abrió. La lengua asomó ligeramente, curvada como si alojase sobre ella un objeto cilíndrico invisible. La sacó un poquito más, y empezó a balancear la cabeza de atrás hacia adelante. Quizás me había leído el pensamiento. Abrió aún más la boca. Tenía unos dientes muy bien organizados, asomando apenas detras de los labios. Volvió a cerrar un poco la boca, justo con la forma de un huevo en horizontal. Repitió la operación varias veces bajo mi supervisión, adelante, atrás, lengua fuera, lengua curvada, lengua dentro, dientes asomando. Hasta que por fin, un par de estaciones más lejos de donde había empezado con aquello, estornudó.
Pero claro, ese no es el tipo de cosas que pueda contar aquí ahora. Ni eso ni que en ese momento se abrieron las puertas y tuve que salir del vagón colocándome el paquete para que no se notara tanto. Demasiado íntimo. O por decirlo de otra manera, que ninguna bloguera o lectora de pro querría acostarse conmigo después de saber que soy un desagradable y un guarro.
Asi que no lo cuento.
miércoles, 6 de noviembre de 2002
(\__/)
(='-'=)
(")-(")
RETORNOS DE LO VIVO LEJANO
(¿alguien sería tan encantador como para pasarme el "retorno del amor fugitivo en los montes"?)
Retorno del falso amor en el Mito.
Jueves, traslado de casa, lau me acoge este mes porque es buena. Y, ejem, está buena. Dos tropezones más en la cocina y no respondo. Tertulia divertida en mi nuevo hogar. Kike me lleva a casa de un amigo. ¿Y por qué no nos metemos...? Nos metemos. Le acompaño a ver a su chica. Un encanto. Todo empieza a ser de color rosa. Les dejo solos. Y me voy al Black & White. ¿Por qué? Porque la gente es agradable, hay tecno y odio el resto de las opciones. Vale, el Ritmo & Compas es guay para decirle a los amigos: mira que bar más bueno tengo al lado de casa. Pero a los diez minutos de estar en sus oscuros dominios me entra un sueño de la muerte. A los de la sala Sol les exterminaba. El Omhs no recuerdo dónde está, pero me da miedo. Para aburrirme en Juan Bravo me voy a misa, que te ríes más. Y en el resto de los bares siempre he entrado borracho o después de un buen rato de caminar perdido. Que solo me sé ese, quiero decir.
Se me acerca un tipo. Antes de que me diga nada ya sé quién es. De la misma calaña que el de Cádiz. Yo estaba solo y me sacó media litrona y unos cuantos cigarrillos. Junto con sus amigos me estuvo contando historias de gente peligrosa que tiraba de navaja a la mínima, para luego hacerse íntimo de su contendiente. De una rama parecida a la del patinador de Marsella que me contaba en Amsterdam que su ropa era nueva, pero que la había ensuciado y pintado a propósito porque él era una artista y había perdido las tarjetas de crédito. Soy un imán para ellos.
-Te acabas de meter una pastilla ¿no? Te he visto.
-Sí, pero ya no me quedan.
–Yo también. Tengo un cuarto todavía. ¿Eres hetero?
–Sí.
–Yo también. Tengo novia.
–Yo también.
Y a partir de ahí se crea un vínculo indisoluble que nos mantiene juntos, casi sin palabras, toda la noche. Por suerte uno ya está fogueado y sólo me cuesta 30 ó 40 cigarrillos.
-¿Dónde vas? -me pregunta cada vez que me muevo.
-Al baño. No te preocupes que ahora vuelvo.
-¿Me das un abrazo, rubia? Es que necesito cariño.
-Y a mí también.
-Coño, no me copies los trucos. Vámonos al Mito.
-Venga.
Bailo. Un presunto guaperas me pregunta que si entiendo. ¿Aún se usa eso? Dice que es una lástima, que ya se lo imaginaba. Y se va y no me vuelve a hablar, aunque lo intento. Una rubia graciosa, mona y pequeñaja se frota conmigo. La voy a besar y se aparta. Abre los ojos hasta donde llega. Así, parece una supernena. Al rato vuelve y me besa. Va y viene, me besa cuando quiere. "Se acabó el que tú lo decidas todo. Te voy a besar yo", le digo. "Ya te he dicho que de cintura para abajo, nada". ¿Cuándo me ha dicho qué? Hago memoria y juraría que las únicas cosas que le he oído son: "he pedido Like a prayer", "me encanta Madonna" y, la más larga de todas, "me encanta Like a prayer, pero me pone un poco triste porque me recuerda a mi novio, que está en Tenerife".
Mi nuevo amigo se besa con alguien. Me llama para presentarme. Es un tío muy femenino. Ecuatoriano. Ahora caigo. Es Tiffany. Creo que los dos hacemos como que no nos recordamos. Durante toda una noche larga y estúpida que acaba en el Moreno. Me paso varias horas completamente ido. Al final, mi buen amigo, ese que no me acuerdo de cómo se llamaba, le remplaza por una gorda morena que me insulta en cuanto nos presentan. Como todo me hace mucha gracia, me hace mucha gracia. Me llevo al ex travesti a desayunar. Sigo hablándole utilizando el género femenino. No soy capaz de verle como un chico, aunque ya no interpreta el papel de cuando le conocí. Me llama macho. Hablamos y me cuenta otra versión de su vida. En esta le va mucho mejor. Y me alegro.
Retorno de la sicópata.
Viernes. Me cuentan que la sicópata se fue de la boda de Jesús prontito porque, según le explicó a los novios después de referirles su versión del suceso (probablemente muy parecida a la mía: en las dos los malos éramos nosotros) "no puedo seguir aquí porque el rubito y el otro me dan nauseas". Lo peor es que la novia nos echa la culpa de todo a nosotros. Es como enfadarse con el cocinero de Hannibal Lecter, que, al parecer, le puso mucho pescado cuando era pequeño.
Retorno de la soledad en Babilonia.
Sábado. Cris y VyF R.I.P. (2 de mayo-2 de noviembre de 2002). No me besa, no quiere que saque el billete a Madrid con ella, no quiere que nos divirtamos juntos esta noche. "Vamos a un bar y me lo dices cuanto antes". ¿Que seamos amigos? ¿Unos amigos que no salen juntos, que van a la misma ciudad pero en diferentes autobuses, que no se besan aunque les apetezca? Si te enrollaste ayer con un ex novio, enróllate hoy conmigo, que ya soy tu ex. Dejarme es bueno para ti, claro. Yo estaba a gusto así, pero claro, yo soy como soy... Si te entiendo. Me decía que nadie era tan desastroso como ella y que a ella siempre la dejaban. Pero niña, que yo sí que no he estado con nadie que no me terminase abandonando. Me jode batir récords y romper reglas, porque siempre son los mismos récords y las mismas reglas. Bueno, ya qué más da. Le di las esporas, los trescientos euros y el último número de mi revista. Le recite el poema de la primera vez. "Eres el chico que me descubrió la poesía". Me dio una caja de bombones llena de cogollos de marihuana. Niños y niñas, tomad nota: si dejais a alguien, es un regalo cojonudo.
Retorno del director general en el peor momento.
Lunes. Yo creí que vivía en su despacho. Pero no, el director general ha pasado un par de veces junto a mi ordenador. En una de ellas estaba documentándome sobre Amsterdam con unas fotos muy entretenidas de una chica poco vestida. En la otra tenía el culo fuera de la silla y estaba a punto de caerme al suelo presa de un ataque de risa maligno. El lunes voy a por el pan nuestro de cada día a la máquina de los sandwiches. Sólo queda una bolsa de patatas y la puerta no funciona. Decidido a hacer el mal y a llevármela gratis, empiezo a golpearla desde todos los ángulos posibles y a insultarla en todos los dialectos que me sé y en algunos que me invento. Cuando más concentrado y entretenido estoy, noto una conmoción en la fuerza. Se me caen las monedas al suelo. Antes de girarme, ya sé quién lleva un rato detrás de mí.
(NOTA: Recordar cambiar la emisora. No es una gran idea despertarse con Un año de amor el lunes y con Y si fuera ella el martes).
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RETORNOS DE LO VIVO LEJANO
(¿alguien sería tan encantador como para pasarme el "retorno del amor fugitivo en los montes"?)
Retorno del falso amor en el Mito.
Jueves, traslado de casa, lau me acoge este mes porque es buena. Y, ejem, está buena. Dos tropezones más en la cocina y no respondo. Tertulia divertida en mi nuevo hogar. Kike me lleva a casa de un amigo. ¿Y por qué no nos metemos...? Nos metemos. Le acompaño a ver a su chica. Un encanto. Todo empieza a ser de color rosa. Les dejo solos. Y me voy al Black & White. ¿Por qué? Porque la gente es agradable, hay tecno y odio el resto de las opciones. Vale, el Ritmo & Compas es guay para decirle a los amigos: mira que bar más bueno tengo al lado de casa. Pero a los diez minutos de estar en sus oscuros dominios me entra un sueño de la muerte. A los de la sala Sol les exterminaba. El Omhs no recuerdo dónde está, pero me da miedo. Para aburrirme en Juan Bravo me voy a misa, que te ríes más. Y en el resto de los bares siempre he entrado borracho o después de un buen rato de caminar perdido. Que solo me sé ese, quiero decir.
Se me acerca un tipo. Antes de que me diga nada ya sé quién es. De la misma calaña que el de Cádiz. Yo estaba solo y me sacó media litrona y unos cuantos cigarrillos. Junto con sus amigos me estuvo contando historias de gente peligrosa que tiraba de navaja a la mínima, para luego hacerse íntimo de su contendiente. De una rama parecida a la del patinador de Marsella que me contaba en Amsterdam que su ropa era nueva, pero que la había ensuciado y pintado a propósito porque él era una artista y había perdido las tarjetas de crédito. Soy un imán para ellos.
-Te acabas de meter una pastilla ¿no? Te he visto.
-Sí, pero ya no me quedan.
–Yo también. Tengo un cuarto todavía. ¿Eres hetero?
–Sí.
–Yo también. Tengo novia.
–Yo también.
Y a partir de ahí se crea un vínculo indisoluble que nos mantiene juntos, casi sin palabras, toda la noche. Por suerte uno ya está fogueado y sólo me cuesta 30 ó 40 cigarrillos.
-¿Dónde vas? -me pregunta cada vez que me muevo.
-Al baño. No te preocupes que ahora vuelvo.
-¿Me das un abrazo, rubia? Es que necesito cariño.
-Y a mí también.
-Coño, no me copies los trucos. Vámonos al Mito.
-Venga.
Bailo. Un presunto guaperas me pregunta que si entiendo. ¿Aún se usa eso? Dice que es una lástima, que ya se lo imaginaba. Y se va y no me vuelve a hablar, aunque lo intento. Una rubia graciosa, mona y pequeñaja se frota conmigo. La voy a besar y se aparta. Abre los ojos hasta donde llega. Así, parece una supernena. Al rato vuelve y me besa. Va y viene, me besa cuando quiere. "Se acabó el que tú lo decidas todo. Te voy a besar yo", le digo. "Ya te he dicho que de cintura para abajo, nada". ¿Cuándo me ha dicho qué? Hago memoria y juraría que las únicas cosas que le he oído son: "he pedido Like a prayer", "me encanta Madonna" y, la más larga de todas, "me encanta Like a prayer, pero me pone un poco triste porque me recuerda a mi novio, que está en Tenerife".
Mi nuevo amigo se besa con alguien. Me llama para presentarme. Es un tío muy femenino. Ecuatoriano. Ahora caigo. Es Tiffany. Creo que los dos hacemos como que no nos recordamos. Durante toda una noche larga y estúpida que acaba en el Moreno. Me paso varias horas completamente ido. Al final, mi buen amigo, ese que no me acuerdo de cómo se llamaba, le remplaza por una gorda morena que me insulta en cuanto nos presentan. Como todo me hace mucha gracia, me hace mucha gracia. Me llevo al ex travesti a desayunar. Sigo hablándole utilizando el género femenino. No soy capaz de verle como un chico, aunque ya no interpreta el papel de cuando le conocí. Me llama macho. Hablamos y me cuenta otra versión de su vida. En esta le va mucho mejor. Y me alegro.
Retorno de la sicópata.
Viernes. Me cuentan que la sicópata se fue de la boda de Jesús prontito porque, según le explicó a los novios después de referirles su versión del suceso (probablemente muy parecida a la mía: en las dos los malos éramos nosotros) "no puedo seguir aquí porque el rubito y el otro me dan nauseas". Lo peor es que la novia nos echa la culpa de todo a nosotros. Es como enfadarse con el cocinero de Hannibal Lecter, que, al parecer, le puso mucho pescado cuando era pequeño.
Retorno de la soledad en Babilonia.
Sábado. Cris y VyF R.I.P. (2 de mayo-2 de noviembre de 2002). No me besa, no quiere que saque el billete a Madrid con ella, no quiere que nos divirtamos juntos esta noche. "Vamos a un bar y me lo dices cuanto antes". ¿Que seamos amigos? ¿Unos amigos que no salen juntos, que van a la misma ciudad pero en diferentes autobuses, que no se besan aunque les apetezca? Si te enrollaste ayer con un ex novio, enróllate hoy conmigo, que ya soy tu ex. Dejarme es bueno para ti, claro. Yo estaba a gusto así, pero claro, yo soy como soy... Si te entiendo. Me decía que nadie era tan desastroso como ella y que a ella siempre la dejaban. Pero niña, que yo sí que no he estado con nadie que no me terminase abandonando. Me jode batir récords y romper reglas, porque siempre son los mismos récords y las mismas reglas. Bueno, ya qué más da. Le di las esporas, los trescientos euros y el último número de mi revista. Le recite el poema de la primera vez. "Eres el chico que me descubrió la poesía". Me dio una caja de bombones llena de cogollos de marihuana. Niños y niñas, tomad nota: si dejais a alguien, es un regalo cojonudo.
Retorno del director general en el peor momento.
Lunes. Yo creí que vivía en su despacho. Pero no, el director general ha pasado un par de veces junto a mi ordenador. En una de ellas estaba documentándome sobre Amsterdam con unas fotos muy entretenidas de una chica poco vestida. En la otra tenía el culo fuera de la silla y estaba a punto de caerme al suelo presa de un ataque de risa maligno. El lunes voy a por el pan nuestro de cada día a la máquina de los sandwiches. Sólo queda una bolsa de patatas y la puerta no funciona. Decidido a hacer el mal y a llevármela gratis, empiezo a golpearla desde todos los ángulos posibles y a insultarla en todos los dialectos que me sé y en algunos que me invento. Cuando más concentrado y entretenido estoy, noto una conmoción en la fuerza. Se me caen las monedas al suelo. Antes de girarme, ya sé quién lleva un rato detrás de mí.
(NOTA: Recordar cambiar la emisora. No es una gran idea despertarse con Un año de amor el lunes y con Y si fuera ella el martes).
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